miércoles, agosto 29, 2007

Paul Feyerabend: Por la separación de la Ciencia y el Estado

Navegando entre archivos atrasados de la revista Investigación y Ciencia americana (Scientific American), he ido a dar con una pequeña entrevista a Paul Feyerabend, poco antes de morir. El ejemplar es del año 1993 . Después de ojear el artículo de la Wikipedia de este filósofo, no he podido dejar de pensar. Conocía apenas su nombre desde hace mucho tiempo pero nunca podía imaginar el cómo Feyerabend ilumina, desde otros puntos de vista, mis conclusiones acerca del peligro que tiene la Ciencia real (término análogo al Socialismo real) para la sociedad y el avance mismo del conocimiento.

Por un lado, Feyearabend desarrolla un estudio de la ciencia que conduce al rechazo de todo el método científico y de todos los criterios inductivos y de falsación admitidos comunmente como firma de calidad de la producción científica en la búsqueda de la Verdad. En régimen de monopolio, tal como la Ciencia se arroga a si misma. Ese rechazo lo lleva a cabo basándose en sólidos y sorprendentes argumentaciones.

Por otr lado Feyerabend concluye con recomendaciones sorprendentes, por ejemplo, la separación entre Ciencia y Estado, de la misma forma (y por los mismos motivos) que se separó la Religión y el Estado. Además, recomienda el "todo vale" para la búsqueda del conocimiento, porque los métodos solo consiguen restringir la libertad de una actividad como la ciencia, que es una actividad sin método en si misma, tal como se observa si uno se acerca a la realidad y comprueba como, y con que herramientas conceptuales, se han realizado REALMENTE los grandes descubrimientos científicos.

En el fondo de la argumentación de Feyerabend, además de un deseo de liberar la ciencia de ataduras molestas e inútiles, en el fondo, en el criterio de verdad de parte de la arguementación de Feyerabend laten razones morales de peso, aunque sin reconocerlas como tales, que afectan al mismo criterio de verdad y que justifican sus radicales conclusiones.

Primero, la crítica de los métodos comunes de la ciencia, particularmente los criterios de calidad, que son la guinda del pastel del método científico: El falsacionismo popperiano y la acomodación a los hechos:

El falsacionismo popperiano es paralizante: al ser un criterio de demarcación de lo que es ciencia de lo que no, puede cercenar tempranamente una aproximación que se pueda demostrar falsa para ciertos casos, pero que si se la dejara progresar podría dar lugar a frutos mas adelante.

La acomodación de una teoría a los hechos ignora que los hechos mismos necesitan de una teoría preexistente a la luz de la cual se presenten, y por esta razón, cuando la teoría preexistente es falsa, los hechos pueden estar siendo distorsionados. Un ejemplo de esto es el rechazo de la idea de Galileo de que la tierra se mueve alrededor del Sol; Es facil ver que esta teoría no se acomoda a los hechos segun se ven desde la teoría Aristotélica que imperaba en su época: Si una objeto se deja caer y la tierra se mueve, no caería verticalmente, de acuerdo con Aristóteles. La teoría de Galileo tenía en si una reinterpretación de esos hechos a la luz de la interpretación que brinda la misma mecánica galileana, pero a la luz de la teoría preexistente, las consecuencias de la nueva teoría parecen contradecir la realidad, como muy bien le dijeron en Roma (y como cualquier persona no versada en física acepta, sobretodo si no tiene la oportunidad de viajar a gran velocidad, como en aquella época).

Como los hechos son sospechosos y toda nueva teoría puede reinterpretar los hechos, entonces nos quedamos sin criterios ciertos para el progreso científico excepto que la teoría tenga una cierta coherencia en si misma. Sobreviven además criterios estéticos de elegancia y sencillez, como la Navaja de Occam, pero el imponente edificio del método científico queda muy dañado.

Precisamente, los grandes descubirmientos se realizaron cuando la ciencia no contaba con instituciones tan establecidas. El sistema de revisión en las revistas científicas esterilizan el progreso exigiendo a los científicos invertir el tiempo en tediosas estadísticas y pruebas experimentales para trabajos que no tienen gran relevancia, mientras niegan sistemáticamente los trabajos especulativos mas atrevidos bajo el argumento de que no está respaldado con pruebas experimentales, con lo cual cortan de raiz líneas de investigación que podrían ser válidas para que otros edifiquen sobre y refinen esas hipótesis. Si uno estudia la historia de los descubrimientos, incluidos los actuales, la mayoría son fruto de accidentes, la inspiración o conversaciones informales donde se especula abiertamente mientras se toma un café o se viaja (Como ha ocurrido con uno de los grandes descubrimientos de la Física teórica recientemente).

Después de todo, ¿Que es la verdad?. El ser humano no busca la verdad como tal, sino que intenta resolver problemas que afectan a su vida. El científico busca resolver problemas prácticos muchas de las veces y el premio es económico y de satisfacción propia. Cuando su trabajo es la investigación pura, aún así hay un problema práctico que resolver: la búsqueda del reconocimiento, para ello, la proclamación de la verdad descubierta es lo que da ese reconocimiento y prestigio. La verdad descubierta, bajo este punto de vista, pasa a ser un producto secundario, aunque necesario, de su actividad. Pero para ese reconocimiento no hace falta que la verdad tenga calidad de verdad (por cierto con respecto a un inexistente criterio de calidad, como hemos visto). Simplemente, tiene que ser convincente para los demás colegas, que son los que le dan el marchamo de calidad, le nombran sacerdote de su congregación y aparece ante la sociedad en toda su aureola de gloria y poder que da la ciencia. A partir de ahí, asiste a conferencias, escribe libros, recibe le alago de su familia y amigos y consigue otras prebendas mundanas.

Pero para eso, todo vale. Ni hay un método de definir que es verdad científica, ni existe método para decidir que no es verdad científica. Ante eso, mejor dejar libre a las personas, científicos o no para que realicen su propia búsqueda de la verdad, siendo la Ciencia una forma de secta muy elaborada y poderosa, pero una más, con sus propios ritos, instituciones... e imposturas.

A partir de esto parten los aspectos morales que laten en la filosofía de Feyerbend, que lo expresa con sus provocaciones con apariencia antiracionalista, que minimizan lo que ha sido injustamente engrandecido, porque ya ha recibido suficiente premio social, pero quiere mas. Pero hay razones que laten por debajo de todo ello:

El fondo y objetivo del ser humamo es lo humano principalmente, ya sea directa o indirectamente. Toda acción se realiza porque afecta a la esfera humana. Si no, no tendríamos motivos para llevarla a cabo. En términos evolucionistas, nuestra mente nos impulsa para realizar solo lo que mejora nuestra situación en sociedad. las cosas tienen un valor práctico de una u otra forma o en caso contrario, no tienen significado ni relevancia.

De acuerdo con ésto, el verdadero valor medible de un descubrimiento, como el del Electrón, por ejemplo, tal como los humanos lo medimos, es el cambio en las circunstancias de los individuos de la sociedad que ese descubrimiento provocan a corto y largo plazo; Desde los avances técnicos y el bienestar que pueden provocar al sentimiento de orgullo legítimo de su descubridor, al ilegítimo sentimiento de orgullo y superioridad que provoca la adhesión a la ideología del grupo que consiguió su descubrimiento, la infelicidad y la inadaptación que puede brindar el antinatural excépticismo y meticulosidad de la actitud científica en la vida diaria, a los efectos sociales desastrosos que puede provocar una casta que, armada de ese sentido de superioridad, se arroga el derecho a legislar sobre lo que conoce, a medias, y lo que ignora solemnemente, bajo la promesa de que se va a comportar "científicamente". Después de todo el poder social es el auténtico fruto de su trabajo y de su adscripción ideológica.

El mismo descubrimiento del electrón es una historia caracterizada por el ingenio de su descubridor a la hora de idear un experimento y por su capacidad casi artesana para llevar el experimento a cabo y no por la aplicación de grandes metodologías científicas, que, de ser de otra forma, podrían justificar la autoridad de la Ciencia para reclamar para si todos los aspectos del conocimiento. Pero el electrón es un concepto práctico ad-hoc, al que se aplican las leyes de la mecánica cuántica, una disciplina ad-hoc, es decir fabricada a partir de los hechos y que carece de una explicación mas profunda de su verdadera naturaleza. Es simplemente una regla práctica para afrontar ciertos problemas. Hay una teoría mas profunda que puede explicar todo eso, pero es una teoría, la teoría "M" cuya validez se ha establecido utilizando criterios estéticos de elegancia, simplicidad y generalidad sobre otras teorías alternativas menos estéticas en ese sentido.

El verdadero valor de la ciencia viene dado no por su papel reclamado por si misma como insustituible en la búsqueda de la verdad, sino por uno de los factores mencionados anteriormente: Su capacidad para hacer realizaciones técnicas impresionantes. De ahí su poder y su predicamento. Pero nuevamente, ni la ciencia, ni los métodos científicos tienen que ver con la técnica: No hay ninguna ley científica, en ningún dominio de conocimiento, que permita diseñar y fabricar un artefacto "a la primera", es decir, sin hacer pruebas. La técnica progresa a través del antigüo método de la prueba y el error, y utiliza leyes aproximadas, locales ad-hoc con validez práctica y sin pretensiones. La técnica, ya sea para fabricar aeronaves o para predecir el tiempo atmosférico tiene mas que ver con la artesanía y el conocimiento informal (eso si, un saber cotejado por muchas mas personas y hechos) que con el conocimiento científico, entendido como búsqueda de la Verdad. Aunque ambos tipos, los técnicos y los científicos-con-pretensiones aparezcan con la misma bata blanca en la imaginación popular.

Feyerabend va mas lejos en esa critica a la ciencia desde el punto de vista de sus realizaciones y niega por un lado que una realización técnica o científica pueda postularse a si misma como superior por el hecho de que ella misma haya definido a priori que ese tipo de realizaciones son superiores en vez de considerar otras, como por ejemplo, la felicidad de la gente o la realización impresionante por si misma de que un grupo de bosquimanos sobreviva en un desierto durante generaciones, cosa inalcanzable para un grupo de cientificos abandonados a su suerte en ese lugar. Por ello y por su incapacidad insuperable para encontrar la verdad que proclama, Feyerabend sugiere la igualdad de todos los planteamientos posibles para alcanzar el conocimiento y de todos los conocimientos. Lo cual lleva a un cierto relativismo cultural.

Por mi parte, yo creo que si existe una vara de medir, que es el éxito relativo de cada sociedad en el cual predomina ese sistema de ideas. Pero ese éxito es temporal y sujeto a cambios. Porque ¿De que sirven 5 siglos de esplendor si la inevitable consecuencia de un sistema de ideas es la desaparición demografica y la invasión por parte de una cultura aparentemente mas primitiva, pero mas cuidadosa de perpetuarse?. Para mi, no creo que el principe de la Ciencia vaya desnudo, simplemente va con un ropaje no tan elegante como presume, mas bien un poco harapiento y además, los que lo observamos vamos igual o mejor vestidos que él.

Porque, si la Verdad con mayúsculas elude cualquier red para atraparla y entonces llegamos a la conclusión de que solo puede alcanzarse la verdad con minúsculas, que tiene un sentido práctico y únicamente práctico, entonces cualquier cosa práctica que nos haga sentirnos mejor y/o ser mejores a condición de que lo admitamos como Verdad, es algo no solo válido, sino incluso precioso. No importa que sean mitos, o mejor ciertos mitos entrañables que nos han ayudado, por cierto, con mucho éxito relativo, a sobrellevar la vida en la tierra. Eso y una ciencia menos pretenciosa y menos monopolizadora de la verdad puede ayudarnos mucho.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Me soprende; mejo dicho, me deja perplejo que una bitácora pensada, en principio, contra el posmodernismo y sus "imposturas intelectuales" (el famoso título de Sokal y Bricmont) dedique tantos elogios precisamente...a Paul Feyerabend. En esta Imposturas intelectuales, sin ir más lejos, hay todo un capítulo muy ponderado criticando la filosofía de la ciencia de Feyerabend, que si bien no desembocó en un irracionalismo franco, al menos generó toda una corriente de pensamiento relativista. No es que todos los argumentos críticos de Feyerabend sean despreciables, sino que con su filosofía es imposible determinar qué es positivamente "ciencia": "Su relativismo metodológico es tan radical que, tomado lieralmente, se autorrefuta. Sin un mínimo de método -racional-, es imposible aportar siquiera una 'precisión meramente histórica de los hechos'" (Íb. Pág 93).

Y sobre el "anarquismo" de Feyerabend, no se lleven a engaño. No era un anarquista político sino estrictamente gnoseológico.

Me parece bien que se defienda a Feyerabend, como si se defiende la teoría del Edipo de Deleuze (al fín y al cabo...todo vale, ¿no?) pero en este caso habría que cambiar urgentemente la cabecera de la bitácora.

Germánico dijo...

Yo tengo un librito de ese autor titulado "contra el método" que, aclaro, no he leído.

Es algo muy corriente en la gente poco corriente el ceñirse poco a métodos y dogmas (o paradigmas). La creatividad en la ciencia es esencial, y también lo es el azar. No obstante este hecho indiscutible no debe llevarnos al extremo de hacer apología de la anarquía en la ciencia, puesto que como todos sabemos cualquier construcción o paradigma nuevos deben asentarse sobre los cimientos (o las ruinas) de los pasados, para lo cual hay que conocer bien estos. En palabras de Edison la cosa va de un 99% de expiración y un 1% de inspiración (curioso dato: el verbo inspirar, en su acepción de tener una idea brillante, viene de la otra acepción, pues los griegos consideraban que quien gritaba Eureka lo hacía porque había "inspirado" un espíritu divino, que era el verdadero agente de la idea genial).

Ahora, si adoptamos un enfoque liberal a la hora de valorar la relación entre ciencia y Estado no nos queda otra opción que admitir que esa relación es perversa, puesto que el Estado puede marcar los objetivos de la investigación científica, diseñar las agendas de los laboratorios, e impedir con ello que la ciencia siga el único camino que la hace prosperar verdaderamente: explorarlo todo por múltiples vías. Y ello por no hablar de las interferencias que ahora surgen con las evaluaciones éticas del trabajo científico.

El Estado es política, y la política no atiende al conocimiento, no atiende a la verdad. A la política la única verdad que le conmueve es la de las urnas y la del poder. Con la gran cantidad de fondos que proveen los Estados se pueden acometer investigaciones intensivas en capital (que requieran mucha inversión en equipos y otros medios y cuyos frutos sean a largo plazo), y si se dan resultados esto puede generar la ilusión de que es buena la acción estatal en este campo. Sin embargo no se conoce, ni se puede conocer, cúal habría sido el resultado si el Estado no se hubiera inmiscuído.

¿Podría llevarse a cabo un programa espacial sin el Estado, por ejemplo?. Ni idea.

Por lo que se refiere a lo limitante de los criterios de calidad de las producciones científicas estoy enteramente de acuerdo con Memetic Warrior. Es posible que con ellos se cribe mucha basura, aunque se cortan de raíz muchos brotes que podrían dar lugar a creaciones importantes. En el estado actual de ignorancia este es un error imperdonable, puesto que hay muchas fronteras de la ciencia en las que la especulación no es hoy solo posible y comprensible, sino necesaria para avanzar.

Carlos Suchowolski dijo...

Repito aquí tal cual el comentario último que dejé en Tábula al ser en vuestro blog donde dio comienzo esta minipolémica, por lo que corresponde que os ponga al tanto.

Brevemente, no se trata de equiparar ciencia actual y magia ni mucho menos sino sólo de mostrar:

(a) que la magia, la brujería y la adivinación fueron la forma primitiva al alcance del hombre (de entonces) para cumplir con el impulso innato de satisfacer su conciencia, por un lado, y de orientarse en la adaptación al mundo y viceversa (tecnología), (b) estas "artes oscuras" fueron pues precursoras de la ciencia y como "j" señala, para ser eficaces debieron ser empíricas, etc.; la ciencia ha estado sujeta a evolución, como los demás resultados de la historia natural, y no parece que pueda dejar de hacerlo, (c) la ciencia no ha dejado de contener nunca elementos imaginarios, subjetivos, míticos, intuitivos, etc. porque la fabricación de mitos es instintiva y la Razón sólo consigue en el extremo, reprimirlo, lo que no favorecería sino el conservadurismo y el estancamiento; por ejemplo, en la teoría de los memes o en las piruetas de Prigogine, (d) son los propios científicos quienes introducen la mística y lo mítico en sus posturas deslizándose fuera de la objetividad, por ejemplo (no único) al subordinar sus posiciones a la ideología con la que comulgan por motivos distantes de la evidencia (negándola inclusive), (e) un caso digno de mención: Liebniz fue un científico con todo derecho inscrito en su época a pesar de buscar el fundamento de la existencia de Dios mediante la Razón, (f) El racionalismo, como por ejemplo el Kantiano, no garantiza la ciencia ni el determinismo significa siempre mecanisismo; no hay sino que ver lo que ronda hoy en día en torno a caos y complejidad (en esto Feyerabend apuntó muchas cosas interesantes, aunque confusamente.)

Por otra parte, Feyerabend, también aquí confusamente, apuntó no sólo a la separación de la Ciencia del Estado, sino que se sumó a la denuncia de los intelectuales en su marcha hacia el poder o en su mezquina aceptación de sus prebendas. Y esto es digno de elogio aunque hay que ir más allá y con una visión más científica y más crítica.

Seguramente que debo perfilar mejor lo que aquí, deslabazadamente, he enumerado. Espero vuestras observaciones que me serán sin duda muy provechosas. (¡Ah, lo de brevemente fue un decir!)

Anónimo dijo...

Eduardo, pero es que la impostura no solo está en lo llamado posmoderno y esto lo explico con la respuesta a Carlos:

Carlos: Yo en cierta forma estoy de acuerdo contigo, pero en el otro sentido, es decir, no en que los magos etc sean como los científicos de entonces, sino porque los científicos son los magos de ahora.

En el fondo tanto el mago con el científico buscan el reconocimiento y el poder sobre el mundo, es decir sobre la materia y sobre los hombres.

Los científicos serían unos magufos sometidos a una grado mucho mayor de escrutinio y exigencia profesional y social para obtener lo mismo que los magos, que en el pasado no tenian ese nivel de exigencia por parte de la sociedad en general. POr que? porque la sociedad moderna es mas grande y hay mas competencia y la gente tiene mas oportunidad de informarse y descartar imposturas. Pero no del todo, ni mucho menos. Es mas, muchos que pasan por científicos no son mas que magufos. Muchos ni siquiera lo saben. Igual que había magos que se creian que conocían la verdad. Osea, exactamente como ahora.

memetic warrior dijo...

Germánico, no te olvides del efecto contrario: no solo el estado puede dictar la politica de investigación. El verdadero peligro es que los científicos oficiales, cercanos al poder, se arrogen el derecho de dictar al gobierno que hacer en nombre de supuestas "ciencias" que no son mas que pseudocientíficos que bunscan el poder y montar su propia inquisición.

peligro cumplido en varios aspectos. Basta ver la orientación de la politica penitenciaria, la enseñanza, la planificación económica y en general, todo lo que funciona mal.

Anónimo dijo...

Como también te decía en mi bitácora, dudo que sea pertinente comparar la ciencia con la magia en algún sentido significativo, o los científicos con los magos, más cuando el término de comparación tiene que ver con la "dialéctica del reconocimiento", una característica que no es propia de los físicos o de los chamanes, sino antropológica, genérica.

Por supuesto, esto no quita a que muchos llamados "científicos" lleven a cabo una pésima praxis, o que muchas ideas míticas cuelen como ciencia de último modelo.

Mi crítica se dirige más bien contra los fundamentos que esgrime Feyerabend, netamente relativistas, y que no permite establecer ningún criterio metódico para distinguir la ciencia de la pseudociencia, la filosofía de la charlatanería, etcétera.

En cuanto al tema de fondo, la separación de Estado y Ciencia, no me parece unna mala idea, sólo que -no nos engañemos- en la práctica es difícil de establecer. Normalmente los científicos, como en general otras corporaciones de la "sociedad civil" necesitarán el poder del estado para alcanzar sus objetivos. A lo que quizás se puede aspirar es a que exista un mayor escrutinio por parte de la sociedad de esa "política científica".

Carlos Suchowolski dijo...

M.G., la conexión evolutiva que considero existente entre magia y ciencia, en la línea de todos los resultados y componentes biológicos, es bidereccional sin duda (aunque no reversible) y es lógico encontrar en la ciencia caracteres heredados de la magia de los viejos tiempos (como los genes del mono en el hombre, aunque digamos que el hombre proviene del mono -admítaseme esta referencia simple y casi simbólica de los hechos que todos conocemos... entiendo.) Una cosa implica la otra. Por eso sostengo que en la base de todo está el instinto mistificador humano.
Claro que se ha producido una ruptura epistemológica que las diferencia realmente, e igual que no decimos "somos monos" (etc.) no podemos decir que la ciencia sea magia. Pero la cuestión no está en esa "tautología" sino en el establecimiento de un hilo conductor evolutivo que explique los fenómenos observables hoy. Eso es hacer ciencia. Precisamente con igual criterio (la concatenación histórica que enlaza con la evolutiva, y esta con la dinámica de la materia) hay que llevar a cabo el análisis de la sociedad para comprender cómo se forman esos intelectuales que acaban en el poder o muy cerca, y tanto en el plano de lo específicamente político como en el de lo cultural ("subvirtiendo", si cabe, este espacio hasta convertirlo en parcela del poder político propiamente dicho; entrelazándose con él, formando un nuevo "organismo simbiótico", metafóricamente hablando, que hoy nos lleva a formas totalitarias de fuerte contenido ideológico.)
Sospecho que contribuiremos poco y nada a cambiar las cosas porque las tendencias sociales son muy fuertes y profundas (y en su base las genéticas), pero también nosotros debemos responder a nuestros “impulsos” (algo que por cierto también hizo Feyerabend con mucha confusión e utopismo en una época y un ámbito concreto. Lo que también hay que comprender para sacarle partido al hecho.)
Eso creo mientras no se demuestre otra cosa.
Y ahora, a ver si completo mis relecturas y acabo la perorata sobre el tema en la que me he embarcado, en parte gracias a vosotros, y que pretendo insertar en mi blog.
Saludos.

Marzo dijo...

Tal vez sea de interés que al parecer Feyerabend, hum, redimensionó algunas de sus afirmaciones más extravagantes:

>By the time Feyerabend came out with Science in a Free Society, he was already a pariah and many philosophers refused to take the book seriously. The curious thing is that Feyerabend later took back just about every new thesis that he advanced in that book. That was the one work of his he came close to disowning. In particular, he took back the extreme relativism expressed in it (particularly on p. 70, for which it seems that I am to blame, if you pay attention to his footnote) and the thesis that all traditions should be equal before society, and he scaled back the most important corollary of that thesis, namely the separation of science and state.

Al menos al mí me resulta de interés. Sobre el problema de la separación de Ciencia y Estado, dudo que sea resoluble mientras haya Estado. Lo cual posiblemente sea otro argumento en favor del anarquismo.

Lino Moinelo dijo...

Hola.

Me gustaría aportar algo a esta discusión, pero encuentro que para empezar, el título me confunde (¡otra vez!).

Estoy de acuerdo con el, si a lo que se refiere es que el estado se otorge la capacidad en exclusiva para hacer ciencia. Pero creo que el tener organismos dedicados a la invéstigación, sin esperar resultados crematísticos, pero si algún avance, cosa que ocurre en los paises que iniciaron esta costumbre (Francia y Alemania), no es una mala práctica en general.

Pero a partir de aquí empiezo a perderme. Por un lado se critíca al método científico, cosa que no tiene nada que ver con lo primero. Pero además esta crítica basada en los argumentos de Feyerabend, tiene algunas lagunas sorprendentes, en mi humilde opinión.

El método cientifico, no es incompatible en absoluto con violar reglas. De hecho, me atrevería a decir que el método cientifico y la ciencia por extensión consiste precisamente en eso. Galileo, que se utiliza como ejemplo negativo, es precisamente uno de los padres del método científico, es decir, el librarse de los prejuicios e intentar demostrar hipótesis planteadas fruto de la imaginación y de la intuición, del científico. Para que esta demostración sea válida y objetiva, se creo el método científico, consecuencia de los grandes trabajos de estas grandes personas.

Esto me lleva a otra consideración. El científico no es ese señor que esta trabajando en una entidad estatal o subencionada. O por lo menos, no es el único. Vuelvo otra vez a lo que decía, lo que es criticable es que solo se considere científicos a estos señores, así como la nueva casta creada, marcada por estereotipos. Pero esto no es más que una mala forma de entender la ciencia, no la ciencia en sí.

Respecto a los avances científicos, el problema es precisamente que cada vez es más difícil realizar descubrimientos, siendo necesarias grandes instalaciones. Los únicos que se salvan de esto, son los astronómos, que un aficionado con un simple teléscopio doméstico, observación, y mucho, mucho entusiasmo, se ha llegado a descubrir nuevos cometas, hasta hace poco.

En resumen, en mi opinión creo que es preferible promovoer la ciencia privada, y sobre todo, el espiritu científico, la curiosidad y estimular la imaginación, entre la sociedad.

saludos