domingo, julio 19, 2009

Un ritual innato

El bostezo no es nuevo, filogenéticamente hablando: bostezan hasta los reptiles. Sí lo es, en cambio, su contagio. Solamente se ha observado en hombres y chimpancés. Este contagio se relaciona con la empatía, aunque no está muy claro a qué obedece exactamente.

Bostezamos cuando nos aburrimos, cuando estamos cansados (acompañando estos últimos bostezos de estiramientos, sobre todo recién levantados), o incluso antes de saltar a la palestra, aunque ante ciertas situaciones sociales en las que no nos sentimos del todo seguros, en las que nos sentimos observados, los reprimimos, a diferencia de la risa, que puede tornarse incontenible en el momento menos oportuno.

No podemos bostezar de otra forma que abriendo mucho la boca e inspirando poderosamente a su través. Si te tapas la nariz en pleno bostezo esto no lo afectará en absoluto.

Es posible que la lectura de este post te haya hecho bostezar, y dada su brevedad no habrá sido por tedio. Solo de ver a otro bostezando (como en la foto), leer sobre bostezos o pensar en ellos puede uno bostezar. Los esquizofrénicos y los autistas, que están bastante desvinculados de su realidad social, se contagian más bien poco de los bostezos ajenos. Así que si no has bostezado durante esta rápida lectura, háztelo mirar....por si acaso.

2 comentarios:

Arturo Goicoechea dijo...

Tengo entendido que el bostezo es un recurso de alerta de reactivación grupal frente al aburrimiento. Los estados sin interés que pueden promover el sueño hacen bostezar para reactivar el arousal del grupo. la contagiosidad hace que todo el personal se espabile un poco.

Germánico dijo...

Cualquiera sabe. Esa explicación es interesante, desde luego.

Habría que ver qué sistemas neurológicos se activan durante el bostezo.