domingo, abril 19, 2015

Darwin y el problema del mal

Del libro Darwin God and the meaning of life de Steve Stewart-Williams vamos a hablar bastante y esperamos también entrevistar a su autor. El libro analiza las implicaciones que la selección natural tiene para la idea de Dios, para el sentido de la vida y para la moralidad. Es un libro muy bien escrito, claro y organizado, y muy recomendable. En esta entrada voy a hablar de uno de los apartados en el que trata la repercusión de Darwin en el llamado “problema del mal”.

En la primera parte del libro Stewart-Williams afirma que la selección natural desactiva muchas de las razones para creer en Dios y repasa los posibles papeles que le quedan a Dios (intervenir en el mundo o simplemente poner en marcha la evolución y mirar, etc…) después de Darwin. No vamos a abordar ese debate. Pero, en el capítulo 6, Stewart-Williams da un paso más y afirma que la teoría de la evolución no sólo resta argumentos para creer en Dios sino que aporta también argumentos para no creer. Unos de ellos pueden ser todas las pruebas existentes de un diseño nada inteligente (que tampoco trataremos) pero un argumento más importante es el problema del mal: “Si Dios existe, y si Dios es bueno, por qué hay tanto mal (sufrimiento) en el mundo?”. Este problema es anterior a Darwin, es un “clásico” de la teología y filosofía, pero, según Stewart-Williams, Darwin multiplica por mil el problema.

La historia de la vida en la Tierra es una historia de lucha por la existencia y de sufrimiento. Y este drama evolucionista ha tenido lugar no sólo durante miles de años, como creen algunos creacionistas, sino durante miles de millones. Desde Darwin, el problema del mal es mucho más grave de lo que se había pensado. Pero, además, la perspectiva evolucionista amplia la visión anterior que se centraba sólo en el hombre e incluye el sufrimiento de los animales no humanos a lo largo del tiempo evolucionista. Es decir, que si el asunto del mal era un problema antes de Darwin lo es mucho más después. El problema es reconciliar la existencia del mal con la de un creador que supuestamente es omnisciente, omnipotente y bueno. Si lo sabe todo sabe que hay sufrimiento en el mundo (bueno, él creó el mundo así que tiene que saberlo). Si es bueno se supone que desearía eliminarlo y si es omnipotente tiene el poder para hacerlo. Pero el sufrimiento ahí sigue…¿Por qué no interviene Dios? El problema no es sólo que no intervenga para ayudar; si pudo haber creado cualquier universo ¿por qué creó uno con sufrimiento? ¿o por qué creo cualquier universo? se supone que no tenía necesidad de hacerlo…

Conviene señalar que no todos los ateos dan mucho valor a este argumento del mal. Richard Dawkins, por ejemplo, disiente y dice que el problema del mal es un argumento solamente “contra la existencia de un Dios bueno…”, es decir que el argumento funciona sólo contra un Dios omnisciente, omnipotente y bueno. Pero podríamos pensar en otro tipo de Dios o inteligencia superior al que no le afecte este problema. Pero claro, otra concepción de Dios no serviría para los fines para los que la gente usa a Dios. Si Dios no es omnipotente, ¿de qué sirve que le pida que ayude a los míos? Si Dios no lo sabe todo no podemos aceptar sus pronunciamientos sin escrutinio, o tener fe en lo que dice, ya que podría estar equivocado. Por último, si Dios no es bueno, ¿por qué debemos adorarlo y obedecerle? Así que el problema del mal no es tan trivial como dice Dawkins y toca el corazón de la creencia en Dios.

Para mucha gente, el factor decisivo a la hora de perder la fe ha sido este problema del mal. El mismo Darwin estuvo siempre muy afectado por el sufrimiento que implicaba la selección natural. Ocasionalmente manejó la posibilidad de que algún tipo de Dios hubiera diseñado las leyes de la naturaleza. Pero tenía muchos problemas para imaginar que el universo estaba guiado por algún tipo de fuerza benevolente. Poco después de publicar el Origen, esto es lo que le escribe a su amigo, Asa Grey:

“No tengo intención de escribir de forma atea. Pero yo no puedo ver como otros, y como me gustaría, evidencia de diseño y beneficencia. Parece haber demasiado sufrimiento en el mundo. No puedo convencerme de que un Dios bueno y omnipotente haya creado a propósito la Ichnemonidae (una avispa parásita) con la expresa intención de que sus larvas se alimenten de los cuerpos vivos de las orugas, o de que los gatos jueguen con los ratones”.

Darwin no es el único evolucionista que ha expresado sentimientos parecidos. Muchos han contemplado la selección natural y les ha parecido moralmente inaceptable. George Williams la llamó directamente “evil” (mal, diabólico, perverso): la selección natural es un proceso ineficaz, por cada mutación beneficiosa hay incontables mutaciones que generan sufrimiento a sus portadores , por cada uno que tiene éxito muchos otros perecen. Pero no sólo eso, incluso los que triunfan acaban sus días sufriendo. Así es como lo expresa Dawkins:

“La naturaleza no está interesada en el sufrimiento a no ser que afecte a la supervivencia del ADN. Es fácil pensar en un gen que tranquilice a las gacelas cuando están a punto de sufrir un mordisco mortal. ¿Favorecería la selección natural un gen así? No, a no ser que el acto de tranquilizar a la gacela aumentara la probabilidad de que sus genes se transmitieran a la siguiente generación. Es difícil ver por qué esto tendría que ser así, por lo que podemos deducir que las gacelas sufren un dolor horrible, así como miedo cuando son perseguidas hasta la  muerte y cuando mueren. La cantidad total de sufrimiento por año en el mundo natural está más allá de toda consideración decente. Durante el minuto que me ha llevado componer esta frase miles de animales están siendo comidos vivos; otros están corriendo para salvar su vida; otros están siendo lentamente devorados desde dentro por parásitos; miles de todas clases están muriendo de hambre, sed y enfermedades.”

Cantidad de hechos desagradables de la naturaleza se deben a la selección natural: madres que abandonan a sus hijos con enfermedades o incapacidades, leones que matan a las crías de las hembras cuando toman el poder del grupo, infanticidio, siblicidio, violaciones…También es verdad que existe el altruismo, la cooperación , el cuidado parental y otras conductas que consideramos buenas en el mundo. Pero, también hay gente que intenta maquillar el mal con eufemismos. Por ejemplo, cuando los lobos matan a los ciervos  es para prevenir que aumenten mucho de número y se mueran de hambre y razonamientos de este estilo que, evidentemente, no se sostienen. Se mire como se mire, el balance es el de un enorme sufrimiento. Ha habido dolor y sufrimiento en el mundo desde que aparecieron criaturas multicelulares con un sistema nervioso capaz de experimentar dolor y sufrimiento. Por supuesto, queda la opción de asumir que los animales no sienten dolor y cosas por el estilo pero dado que tienen la misma biología y las mismas estructuras nerviosas y cerebrales es una postura imposible de mantener de una manera lógica.

Los intentos de salvar la cara de Dios ante el problema del mal se llaman teodiceas. Stewart-Williams analiza y rebate nueve de ellas y no las voy a abordar todas. Cosas del tipo: “El mal es una ilusión, creemos que hay mal en el mundo pero estamos equivocados” “No podemos apreciar el bien sin el mal, lo mismo que no podemos apreciar la belleza sin lo feo” “el mal es un castigo por nuestros pecados y las catástrofes naturales son avisos de Dios para que obedezcamos sus leyes” “el mal es cosa de Satan, Dios no es responsable” “la recompensa del cielo es tan grande que contrapesará todo el mal que hay en el mundo” (esto es como decir que si un padre da una paliza a su hijo pero luego le da un caramelo la paliza deja de ser algo malo…).

Pero sí voy a mencionar aunque sea brevemente una de las teodiceas o defensas de Dios porque es otro clásico del que hemos hablado repetidamente en este blog: el libre albedrío. La defensa más popular al problema del mal es la defensa del libre albedrío. La idea básica es que Dios nos dio libre albedrío y el mal procede de nuestro abuso de esta facultad. El mal procede de nuestras elecciones, no de Dios. Por supuesto, si Dios no nos hubiera dado libre albedrío no podríamos cometer el mal pero según los defensores de esta teodicea el valor del libre albedrío es tan grande que compensa el riesgo de que todos los Nerones y Hitlers que en el mundo han sido abusen de esa facultad. Por lo tanto, Dios actuó con buena conciencia al crear criaturas con capacidad de elegir el mal. 

En entradas anteriores hemos debatido hasta la extenuación el libre albedrío y los filósofos llevan siglos discutiendo. Hay que decir que la selección natural no cambia o afecta mucho el problema del libre albedrío. Por un lado, parece poco probable ese concepto cuando se mira desde un punto de vista evolucionista: ¿cuando evolucionó? ¿lo tenía Homo habilis? ¿fue Homo erectus el primer homínido con libre albedrío?…Pero es posible argumentar que efectivamente evolucionó y apareció gradualmente como la conciencia. Pero aunque la idea del libre albedrío fuera posible en principio esto no anula la responsabilidad de Dios. En cualquier tribunal humano se le caería el pelo lo mismo que a Frankenstein se le consideraría responsable de la criatura que creó. A Dios se le acusaría de negligencia, cualquier abogado o fiscal le diría: “¿por qué no intervino usted para parar a la gente y que dejara de usar su libre albedrío para hacer el mal?”. Esta defensa de Dios suena un poco como si una traficante de armas dijera: “yo sólo vendo armas, los que las disparan son otros….” evidentemente si tú no vendes armas nadie las va a poder disparar. En definitiva, un argumento difícil de comprar.

Descartadas las teodiceas la única explicación que les queda a los creyentes es decir que los caminos de Dios son misteriosos y que el mal tiene que formar parte de un plan y que Dios desvelará ese plan en la otra vida. En definitiva, la fe y eso es difícil de refutar. Como despedida y para ilustrar el tema os dejo este video. Es una entrevista en la  TV irlandesa a Stephen Fry en un programa donde la última pregunta es siempre que el invitado imagine que cuando se muere resulta que sí existe Dios…¿qué le dirías entonces a Dios al llegar a las puertas del cielo? La respuesta de Fry es precisamente el problema del mal: ¿por qué el cáncer de huesos en los niños?


Stephen Fry ante Dios (subtitulado) por Biotay 


@pitiklinov

Referencia:


3 comentarios:

idea21 dijo...

¿Y por qué Dios tiene que ser bueno? Si Dios es superior y nosotros inferiores a él, ¿por qué tiene el superior que rendir cuentas al inferior?

Pero esta irracionalidad de pretender acomodar las viejas ideas teístas a la moralidad humanista (a los primeros creyentes en los espíritus jamás se les hubiera ocurrido que los dioses tenían que ser buenos: todo lo que podía hacerse era intentar aplacarlos mediante sacrificios) no es muy diferente a mucho ecologista actual (asunto Gaia y tal). Ellos también piensan que debemos respetar a la admirable naturaleza. ¿Y qué tiene la naturaleza de admirable si no estamos nosotros allí para admirarla?

Lansky dijo...

No estoy de acuerdo en la premisa principal. Hablar del mal solo tiene sentido en relación al hombre. Y sí, la idea de Dios no sólo es innecesaria como principio causal o demiúrgico sino poco elegante

Lansky dijo...

Estoy relativamente de acuerdo con el comentario de idea 21 sobre el ramalazo teista de estos planteamientos