domingo, julio 12, 2015

Los flamencos y el debate genes-ambiente


Preguntar si somos producto de los genes o el ambiente es como preguntar si lo que determina el área de un rectángulo es lo largo o lo ancho
-Donald Hebb

El debate genes/ambiente (nature/nurture), es decir, si una característica o rasgo (o la personalidad, o una enfermedad mental, o lo que sea) se debe a los genes o al ambiente sigue apareciendo continuamente por todos lados aunque son muchos los autores que han señalado que no tiene sentido y hay que abandonarlo. Entre otras cosas porque genes y ambiente no son independientes sino que el efecto de unos depende del otro.

En el excelente artículo sobre la heredabilidad que cito como referencia ponen un ejemplo  de la falacia que es diferenciar genes y ambiente como influencias separadas que se suman. Tal vez nos pueda ayudar a todos a dar un pasito adelante para superar este debate. Es el caso del color rosado de los flamencos. Los flamencos toman ese color rosado cuando ingieren una dieta consistente en camarones y otros alimentos que son ricos en pigmentos carotinoideos alfa y beta.
Los flamencos que no comen estos pigmentos no se ponen rosas. Por lo tanto, los flamencos nacen con una propensión a que sus plumas tomen el color rosa pero requieren influencias ambientales para que ese potencial se concrete.

Se cita los flamencos como un ejemplo de la interacción genes-ambiente porque tanto genes como ambiente son cruciales para que tomen el color rosa. Si le das la misma dieta que comen los flamencos a las gaviotas, éstas no se vuelven rosas, porque no tiene la predisposición genética de los flamencos. Por lo tanto no tendría sentido decir que el color de los flamencos es debido en el 50% a los genes y en el 50% a la dieta. Esto no es correcto. El color de los flamencos se debe en el 100% a los genes (porque los genes tienen que estar presentes, sin genes no hay color rosa) y también el color de los flamencos es debido en el 100% al ambiente, a la dieta (porque la dieta tiene que estar presente, sin esa dieta tampoco hay color rosa).

La analogía que hace Donal Hebb es muy oportuna para entender que lo de cuantificar porcentajes no tiene mucho sentido. Es verdad que hay rectángulos más largos que anchos pero para que exista un rectángulo tiene que haber largo y ancho. Aunque la anchura sea sólo un 1% de la largura, sin esa anchura no existe rectángulo y toda la largura que queramos no nos sirve de nada. Con largura sólo tenemos una línea.

Para concluir, tal vez merece la pena repetir que el que algo sea heredable no quiere decir que no pueda ser modificado por un cambio ambiental. Un ejemplo es la fenilcetonuria. Cambiando a una dieta baja en fenilalanina prevenimos la aparición de una deficiencia intelectual.

@pitiklinov

Referencia:



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre me he preguntado sobre enfermedades como por ejemplo el Síndrome de Down, ¿se puede decir que, inclusive teniendo este característica genética un niño puede no desarrollar el síndrome de Down dadas ciertas condiciones? O sí pensásemos lo mismo sobre la Corea de Hungtinton, etc. Si dijésemos que no, que indistintamente de lo que presente el ambiente la persona presentará la condición, ¿no es esto atribuible enteramente a los genes? Aunque es posible que alguien argumente que el ambiente es igualmente necesario como por ejemplo en al fenilcetonuria solo que nuestro conocimiento al respecto es precario.

Gracias, saludos.

Pitiklinov dijo...

Anónimo,
justamente has puesto dos de los pocos ejemplo en los que la influencia genética es "determinante". En estos casos no hay intervención ambiental que valga. Podríamos decir que no son rectángulos, son líneas :). Pero casos como los del Huntington (autosómicas dominantes causados por un solo gen) son la excepción, menos del 2%. La mayoría de enfermedades implican a muchos genes con un efecto pequeño y casi siempre hay factores metabólicos, del sistema inmune o infecciosos, etc., que modulan el cuadro.
Por lo menos por lo que sabemos hasta ahora...