miércoles, agosto 26, 2015

Caminando entre Caminantes



Ha habido en los últimos años una serie de producciones documentales de la BBC muy interesantes en las que se mostraban, de forma gráfica y dinámica, las más plausibles hipótesis presentes sobre los mundos pretéritos en los que todavía no había hombres. Las producciones, esta serie de series, tenían nombres sugestivos tales como Walking with Dinosaurs o Walking with Monsters. La que más se aproximó a nosotros, en el tiempo y la evolución, era la que se refería a nuestros ancestros, nuestros predecesores biológicos más inmediatos.



Es innegable que estas reconstrucciones “forenses” de complejos organismos y sus amplios e intrincados ecosistemas tienen un componente no pequeño de ciencia ficción. ¿Tenían plumas los dinosaurios? ¿De qué color era el pelaje de los dientes de sable? ¿Cuándo comenzaron a usar herramientas nuestros ancestros? Hay muchas hipótesis por contrastar sobre estas cuestiones, y muchas que no tienen ni probablemente tendrán contrastación posible. Pero es científicamente razonable hacer un intento de reconstrucción, que siempre contendrá una semilla de evidencias científicas, grano de conocimiento en medio de las pajas mentales de la ignorancia.
Las series documentales tenían, en su traducción castellana, los títulos de Caminando entre Dinosaurios, Caminando entre Monstruos, Caminando entre las Bestias y Caminando entre Cavernícolas. Esas son al menos las que conozco yo.  Se pasa del “with” inglés, al “entre” español, con una implicación semántica que no debe pasar desapercibida:  ya no se camina con los dinosaurios o las bestias, sino en medio de ellos, uno se sumerge en su mundo, no los ve en paralelo. Ciertamente estamos lejos de poder sumergirnos en aquellos mundos perdidos, y las reconstrucciones que puedan hacerse científicamente pueden fácilmente servir para otras más lúdicas, de la industria del entretenimiento, como el filme Jurassic World.
Moviéndonos “entre” ficciones, en dicha realidad virtual, tenemos serias dificultades para mirar hacia delante en lugar de hacia atrás. Lo pasado deja huella, aunque sea difusa. El futuro, en cambio, es impredecible en alto grado. Así que cuando se reconstruye el pasado se suele incidir en lo científico de la reconstrucción, no en la imaginación del creador de esa imagen múltiple. Pero cuando se mira al futuro desde el conocimiento, esto es, desde la ciencia, se habla de ciencia ficción, pues se estima que nada de lo que se diga sobre el futuro es altamente probable que acaezca, y tanto más cuanto más nos alejemos en el tiempo.
Ha habido documentales sobre eso, también. Futuro salvaje es un ejemplo curioso. Otro, más cercano a nosotros, pero en el sentido de la flecha del tiempo, es La vida sin nosotros. El hablar de nosotros, todavía, implica que hemos abandonado el escenario, así que aún estamos, de alguna forma, presentes, por los numerosos artefactos que hemos dejado.
Pero lo que de verdad encandila al público es la ciencia ficción aderezada con un poco de catástrofe y fin de la historia. Que el mundo se acabe es un deseo secreto de nuestra visión negativa de la Historia y sus males. La plaga humana desaparecerá de la tierra, ¡asistan al espectáculo!   
Pues bien, una de esas ficciones delirantes es The Walking Dead. Ahora comienza otra serie paralela, en vista del éxito de la primera, que se llama Fear The Walking Dead y que, básicamente, va de lo mismo. De repente una extraña epidemia se expande y se convierte en pandemia a la que ningún humano parece ser inmune. Esto ya de por sí es un poco increíble, por que siempre habrá alguien con algún alelo de un gen que le haga sobrevivir a infecciones que matan como moscas a centenares de millones de personas. La coevolución de los virus, bacterias y parásitos y los organismos pluricelulares nos hace creer que nadie podrá ganar fácilmente la guerra perpetua de la vida, la enfermedad y la muerte, ni siquiera nosotros con nuestros artefactos diversos. No creo que ningún virus afecte a toda la humanidad. Pero en fin, no lo sé, partamos de que sí. Y ahí viene lo otro, más sorprendente aún: el virus, si no provoca la muerte de forma inmediata, permanece latente. El caso es que cuando uno muere, sea por la infección primaria, sea por el ataque de otros, o por cualquier otro motivo, el virus activa una parte indeterminada del cerebro y mantiene al muerto en un estado de vitalidad peculiar que le permite ir por ahí arrastrándose y comiéndose a todo bicho viviente, empezando por los propios seres humanos que aún no han tenido la suerte de morir. Esto es delirante al cien por cien. Contradice no ya lo que se sabe de biología, sino lo que se sabe de termodinámica. Son demasiados los errores científicos para señalarlos. Pero un botón de muestra: sólo mueren de forma definitiva los muertos no muertos con un impacto brutal en la cabeza, sea éste un balazo, un martillazo u otra modalidad de golpe. Así, los protagonistas, que son los pobres que aún viven, huyendo de los muertos que les quieren devorar, se libran de estos si logran escapar a sus mordiscos y romper sus cráneos. Ergo, los muertos vivientes tienen cráneos más bien frágiles y mandíbulas poderosas. Anatómicamente increíble. ¿Y de dónde sacan la energía para tan infatigable actividad? No todos podrían encontrar comida así es que…pero es que además si su cuerpo está arrasado, como es el caso de mucho de esos muertos, no pueden metabolizar nada. Etc etc….
Sí, insisto, la serie es una fantasía delirante pero….¡esperen! ¿qué estoy diciendo? ¡Pero si es cojonuda! Si yo soy un fan fan fan fan fanático de esta fan fan fantasía delirante. Yo también deliro. Ya he visto extasiado las cinco primeras temporadas. ¿Cómo he podido engancharme a semejante despropósito de serie televisiva? Voy a tener que explicarme, y con ello pasaré del futuro al pasado, y todo quedará parcialmente aclarado.
Al margen de los delirios delirantes y alucinantes de la serie, paralelamente a ellos, quizás caminando “con” ellos o “entre” ellos hay una caracterización de los personajes de la trama que nos sugiere cómo podríamos quizás comportarnos en una situación límite, rodeados de predadores y con gran escasez de recursos y precariedad…..los humanos que siguen siendo eso, humanos, forman grupos para sobrevivir en medio de los zombies, a los que denominan “caminantes” por eso de que, sorprendentemente ¡caminan, como Lázaro! Y esos humanos son una proyección de nosotros en un contexto de fin de mundo ficticio, sí, pero también pueden reflejar un pasado en el que las condiciones de vida eran sumamente parecidas: peligro por predadores, pocos recursos…..Lo que me lleva a mi extraña conclusión: los guionistas de la serie tienen que haberse imbuido un poco de psicología evolucionista, o bien su sentido común y algunos conocimientos de las  ciencias de la conducta, que no necesariamente de biología molecular, ejem, les ha llevado a reconstruir una mente humana social expuesta a grandes presiones de supervivencia tanto por el entorno como por parte de las otras mentes humanas con las que debe entenderse.
En fin, que The Walking Dead me gusta, porque igual que me gustó caminar entre dinosaurios, bestias, monstruos y cavernícolas, que reconstruyen a partir de los restos de los muertos cómo fueron los vivos, también me resulta interesante caminar entre caminantes, porque a partir de los restos de los muertos que se arrastran con una pizca de vida puedo ver cómo podría ser estar vivo, antes y después de la Civilización.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los únicos "zombies" no patafísicos , que además no eran muertos vivientes propiamente sino infectados por una mutación del virus de la rabia , son los de la saga de Danny Boyle. Sólo el brevísimo periodo de incubación del virus me pareció increible. Pero a mi me pasa lo que a usted, me encantan los zombies, aunque contradigan las leyes de la termodinámica.

Karl