martes, mayo 10, 2016

¿Por qué tenemos tan pocos hijos?


Si los niños fueran traídos al mundo por un acto de razón pura solamente, ¿seguiría existiendo la raza humana?
- Arthur Schopenhauer

Lesley Newson plantea en este artículo de This View Of Life un asunto verdaderamente interesante que es el de la reducción de la natalidad prácticamente en todo el mundo, fenómeno que viene ocurriendo desde hace unos dos siglos y que se conoce por el nombre de transición demográfica. También la revista Philosophical Transactions of the Royal Society B ha dedicado un número entero al tema del descenso de la tasa de fertilidad en el mundo desde un punto de vista evolucionista. El problema sería explicar por qué no estamos utilizando toda la riqueza que estamos generando para tener más hijos. Tradicionalmente, las familias más ricas han tenido más hijos que las pobres y han invertido su riqueza en prole. Actualmente, como se comenta en uno de los artículos de la revista, los super-ricos sólo tienen medio hijo más de media que el resto de la gente. Aparentemente esto es contrario a lo que dice la teoría de la evolución y necesitamos una explicación de este fenómeno.

Lesley plantea que en siglos anteriores la gente ha luchado por mejorar su fitness (traduzcámoslo libremente por éxito reproductivo) pero que ahora ya no lo hace y dedica su tiempo a otras muchas cosas que no es criar hijos. Revisa algunas explicaciones que se han dado de este fenómeno y las descarta, explicaciones como las siguientes:

  • antes no había tecnología para el control de la natalidad
  • antes las mujeres estaban oprimidas y se las obligaba a tener hijos
  • la religión enseñaba que había que tener hijos
  • antes los hijos eran necesarios para el trabajo en la granja, eran mano de obra y un bien, ahora son un gasto.
  • antes la mortalidad infantil era mayor..

Creo que Lesley hace bien en descartar algunas de estas explicaciones (por ejemplo, el descenso de la natalidad es anterior a la píldora) pero se precipita en otras. De todos modos, y aún reconociendo que hay muchos interrogantes y puntos oscuros sin aclarar en este tema, creo que Newson es demasiado pesimista y que con lo que sabemos acerca de la selección natural y la evolución cultural tenemos algunas ideas generales de por donde pueden ir los tiros. Aunque estamos lejos de haber explicado el fenómeno por completo, creo que no es tan misterioso. Voy a señalar varios aspectos que a mi modo de ver nos acercan a un entendimiento del problema.

El punto clave puede ser la confusión entre causas próximas y causas últimas o entre objetivos proximales y objetivos últimos. Creo que Lesley se equivoca cuando dice que la gente antes se dedicaba a mejorar la fitness y ahora no. La gente nunca se ha dedicado a mejorar la fitness directamente (salvo excepciones). Son los genes los que buscan su reproducción pero los individuos han buscado sexo, estatus, mano de obra, cuidadores para la vejez, etc. El efecto secundario de eso era una tasa de fertilidad más alta pero los individuos nunca han buscado directamente la fitness. Y lo que ha ocurrido en los últimos siglos es una desconexión entre los objetivos proximales (sexo y estatus por citar dos de los más importantes) y los fines últimos (la reproducción). Es más complicado explicar esta desconexión y luego hablaremos de ello, pero la gente sigue buscando sus objetivos proximales, como siempre, sólo que ahora esos objetivos no llevan a un aumento de la reproducción.

Una causa evidente de la desconexión de la que hablo es la píldora anticonceptiva. Ahora podemos buscar el sexo sin que vaya unido la procreación. Pero coincido con uno de los lectores que comentan en el artículo de Newson que un sospechoso principal de esta situación es el estatus. El ser humano, al igual que otros primates, es una criatura ávida de estatus. El estatus se asocia a disponer de mejores recursos, mejores parejas, etc. y secundariamente lleva a éxito reproductivo. Ancestralmente señalábamos estatus de muchas maneras: siendo buenos cazadores, buenos cooperadores o altruistas, etc. Debido a los cambios culturales que hemos experimentado parece que la manera principal de señalar estatus es por medio del consumo y de la acumulación de riquezas. Ahora señalamos estatus con la casa, el coche, el iPhone, los tacones altos, la carrera universitaria, el número de países que hemos visitado en vacaciones, el cuerpazo que hemos trabajado en el gimnasio, etc. Y ocurre que todas esas cosas son incompatibles con los hijos. Hemos entrado en una especie de “carrera de armamentos” sin fin en la que cada vez hay que tener mas cosas para estar a la altura de los amigos y vecinos y nadie quiere ser menos que los demás. A este fenómeno se le llama “conspicuous consumption” (consumo ostentoso) y ya tiene antecedentes en época pre-industrial en lugares como Hawai y la Polinesia donde los jefes de tribu competían por ser el más generoso y hacer la fiesta más caras y costosas para sus súbditos  para demostrar así su prestigio.

Este problema es más claro en el caso de las mujeres. Quedarse en casa y criar hijos es algo que la sociedad, y las propias mujeres, valoran mucho menos que tener un trabajo o una carrera profesional y las mujeres se están encontrando con el problema de que perseguir una cosa implica renunciar a la otra. Todo nuestro estilo de vida y nuestro sistema económico hace que los hijos sean costosos, especialmente para las mujeres. Tan costosos que mucha gente no puede permitírselos. En las condiciones económicas actuales es muy complicado comprarse un piso y tener hijos. Si hacemos unas cuentas muy básicas vemos que los números para tener hijos no salen.

Una segunda explicación evolucionista puede venir de la mano de la llamada Life History Theory. Podemos tener mucho hijos e invertir poco en ellos o podemos tener pocos hijos e invertir mucho en ellos. Está claro que está ocurriendo lo segundo aunque la causa puede ser más oscura, de los hijos hoy en día ya no sólo esperamos que estudien una carrera sino también masters, varios idiomas, etc. y no salen al mundo hasta los 30 años. La explicación tradicional para escoger una de las dos estrategias es que el ambiente sea más o menos predecible. Cuando el ambiente no es predecible se aumenta la descendencia y se invierte menos en ella mientras que si es más seguro y predecible se reduce la descendencia y se invierte más. Creo que los datos de los últimos siglos indican un ambiente más predecible (por lo menos en Occidente). Desde la revolución industrial ha ido mejorando el acceso de la población a comida, servicios de salud, educación, servicios sociales, etc. así como una mayor estabilidad política y social en general. 

Por último, para explicar este desajuste entre las conductas próximales que eran adecuadas en un ambiente ancestral y no lo son ahora tenemos el concepto de estímulo supernormal, de Tinbergen. Es el caso de pintar unos huevos de color más azul que los huevos reales de una especie de pájaros y éstos se dedican a incubar esos huevos falsos en vez de sus propios huevos. Estamos rodeados de estímulos supernormales: los donuts de chocolate, la pornografía, programas de TV como Gran Hermano. En el caso que estamos hablando el estímulo supernormal puede ser el estatus, el trabajo y su consideración económica y social. Pero en el futuro puede que nos esperen otros como los robots sexuales. Podría ocurrir que unos robots sexuales muy atractivos capaces de ofrecernos no sólo placer sexual sino  cariño emocional sean más atractivos para la gente que las personas de verdad, y eso también llevaría a una reducción de la fertilidad.

Bueno, es un tema para debatir largo y tendido pero mi apuesta va por una desconexión entre los objetivos proximales y distales producida por el cambio cultural (un conflicto genes-memes), con el resultado de que los objetivos proximales están ganando la partida a los distales. El que quiera aportar sus puntos de vista puede hacerlo en los comentarios.

@pitiklinov








3 comentarios:

Daniel Boullosa dijo...

Rizando más el rizo, uno que es muy racional (o por lo menos lo intenta al trabajar como científico/profesor), se está reproduciendo el doble que la media (tampoco es tan difícil) porque ha llegado a la conclusión de que si delega en los memes y la cultura dominante el gobierno de su hacienda, su altruística genética acabará por extinguirse y tampoco es plan, oiga.

Muy buenas observaciones y reflexiones como es costumbre. Enhorabuena.

Unknown dijo...

Ha desaparecido la última entrada , de Germánico. Desconozco el problema.

Germánico dijo...

Hola Joan,

Lo explico en los comentarios del post anterior.