Amazon.com: Books: The Origins of Virtue: Human Instincts and the Evolution of Cooperation
- Es tan malvado el ser humano como lo pintan los progres sin la tutela del Estado?
- Por qué la evolución natural ha dado lugar a seres bondadosos como la Madre Teresa de Calcuta y los progres?
- Por qué "telegrafiamos" nuestros sentimientos e intenciones a través de los gestos aunque eso vaya en contra de nuestro interés?
- Vive el hombre cazador/recolector en armonía con la naturaleza como dice National Geographic?
- Quien causó las grandes extinciones del pleistoceno? fue Bush? Aznar?
- Es cierto que un bien de propiedad comunal es esquilmado indefectiblemente?
- Cual es la clave para el desarrollo sostenible?
- Cuanto hace que la gente comercia? con trueque? con dinero?
- En la tribu se comparten recursos desinteresadamente? cuanto de desinteresadamente?
- Por qué no somos como las hormigas?
- Por qué ese prejuicio contra la propiedad privada?
- Quienes somos? de donde venimos? a que huerto nos quieren llevar?
Todo esto y mucho más en este relato, asi que, aguanta el ladrillo y serás compensado con la sapiencia que la naturaleza ha imbuido en nosotros a través de generaciones y generaciones:
En este libro, que no sé si está traducido, Matt Ridley hace un recorrido por todo el cuerpo establecido de la Psicología Evolucionista para demostrar las bases de lo que llamamos virtud, y que, no con mucha sorpresa, asociamos con valores no-individualistas: sacrificio por los demás, desinterés, altruismo, educación (no voy a decir caridad, que no mola) etc.¿Cómo han podido evolucionar estos comportamientos, auténticamente desinteresados a partir del hecho de que la evolución supone la selección de los más fuertes, lo cual evoca el individualismo más feroz y la lucha de individuo a individuo sin cuartel, o sea, el darwinismo social?. Pues porque eso es un estereotipo recurrente, y una mentira. Simplemente, en animales sociales como el hombre, el éxito individual tiene mucho que ver la ayuda mutua que se prestan los indivíduos entre si, pero, como veremos, en el caso humano, no hasta poner el grupo por encima de los intereses individuales.
La cadena de razonamientos de Matt ridley empieza en la matemática de la teoría de juegos. La teoría de juegos confronta estrategias en juegos que suponen situaciones simplificadas que emulan situaciones reales y se predicen las estrategias ganadoras. Hay unos pocos juegos que se han considerado indicativos de situaciones de colaboración El más importante es el dilema del prisionero. El gran problema de la colaboración, para que ésta evolucione a partir de comportamientos egoístas es que, en situaciones de colaboración, el que deserta tiene los beneficios pero no los costes. Por ejemplo, en la construcción de un refugio o en la caza o en cualquier proyecto común moderno, es más rentable para cada individuo el trabajar el mínimo mientras trabajan los demás hasta tener el producto final, que todos compartirán incluido el que trabaja menos. Me diréis que el individuo que no trabaja es castigado de una manera u otra, pero la explicación de esa conducta de castigo necesita asimismo una explicación ya que no es ni mucho menos evidente, por las razones que explicaremos más adelante.
El dilema del prisionero es la forma mínima de ese modelo de colaboración: dos jugadores que obtienen un beneficio si colaboran, pero si uno de los dos no colabora, tiene aún un mayor beneficio y el otro ninguno. Si los dos no colaboran, ninguno de los dos tiene beneficio. La estrategia lógica, en principio, es no colaborar, ya que si uno colabora, se arriesga a que el otro obtenga la mayor puntuación no colaborando.
Bien, eso en principio. Cuando introducimos repeticiones en el juego con los mismos jugadores y permitimos que cada jugador guarde memoria de lo que hizo cada jugador en la jugada anterior, ocurre que hay estrategias que castigan a los desertores y premian la colaboración y consiguen más puntuación colaborando. Por ejemplo, thit-for-that, que podríamos traducir como ojo por ojo, diente por diente: consiste en desertar con los que desertaron previamente y colaborar con los que colaboraron previamente. Para que exista thit-for-that se necesita tener memoria de con quien se juega y cual fue su jugada anterior. Thit-fot-that colabora inicialmente con desconocidos, por lo que, cuando dos thit-for-that se encuentran, colaboran entre sí, de manera que obtienen rápidamente una mejor puntuación que los desertores, porque los desertores obtienen 0 puntos tanto con otros desertores como con los thit-for-that con que se encuentran.Si en una variante del juego, hacemos que el número relativo de thit for that y desertores aumente o disminuya en función de su puntuación respectiva, (simulando una versión mas parecida a la evolución natural) veremos que los thit for that se multiplican hasta acabar con los desertores. Thit for that es una conducta ganadora en este ambiente. La interpretación evolutiva sería: los genes que codifican esta conducta se extienden entre la población progresivamente a lo largo de las generaciones.
Pero ocurre una cosa: si se da un error y un jugador con estrategia de thit-for-that se equivoca y deserta con otro thit-for-that, ambos empezaran a atacarse entre si, de manera que ambos obtendrán 0 puntos sucesivamente. Esta situación aparece en la realidad. La evolución y las conductas no son tan rígidas de manera que una conducta estable evolutivamente tiene que tratar con estrategias aleatorias y variaciones arbitrarias que se puedan producir. Si introducimos variaciones aleatorias como estas en el juego, la estrategia vencedora es una más flexible que thit for that que consiste en "perdonar" dos fallos consecutivos. Si esta conducta colaborativa se extiende a su vez, puede dar paso a otras conductas más colaborativas aún, que son ahora viables, pero que no lo serían en un mundo de desertores. Vemos que las conductas colaborativas se van extendiendo en el juego de colaboración dos a dos que hemos ideado, partiendo de una estrategia puramente egoísta, hemos llegado a conductas colaborativas que "perdonan" cierto número de posibles deserciones. Estas conductas colaborativas se van afianzando conforme se va incrementando la cantidad de confianza entre los jugadores. La evolución de estos modelos matemáticos sugiere la misma evolución de conductas a lo largo de generaciones siempre que haya una tarea común en la que la colaboración rinda beneficios. En cualquier caso, es importante darse cuenta que cualquier conducta de colaboración debe tener defensas contra la estrategia púramente desertora, ya que en cualquier momento, un aumento indiscriminado de la colaboración es vulnerable a la introducción de conductas egoístas que rápidamente se extenderían y volveríamos a la situación inicial.
Esto ocurren el las colaboraciones entre dos individuos. Sin embargo, cuando el juego se extiende a colaboraciones entre varios individuos, cuantos más son los que intervienen en la colaboración, más incentivos hay para desertar, ya que el desertor obtiene el bien del trabajo de todos los demás que son más de un individuo, por tanto, el bien obtenido es mayor que en el caso anterior, y además, el daño que produce un desertor es menor para el resto del grupo, por lo que los demás tienen menos interés en castigar. La estrategia ganadora no está tan clara. Y los mecanismos de castigo de los desertores y su exclusión de los beneficios y de otras actividades colectivas es necesario para forzar la colaboración. Un problema del castigo es que requiere el gasto de recursos y es también una actividad colectiva, por lo que puede tener también desertores. La exclusión exige unos mecanismos de memoria y de estrategia que exigen un cerebro evolucionado.Una estrategia más sencilla que funciona bien y exige poca capacidad intelectual y que por tanto ha podido evolucionar fácilmente es la imitación: haz cualquier cosa que haya funcionado bien en el pasado. De hecho esta estrategia funciona muy muy bien en el dilema del prisionero, mejor que el thit-for-that cuando hay un número suficiente de éstos. Con este mecanismo de imitación, la evolución ha podido mantener la colaboración en tareas colectivas, dando tiempo a que otras estrategias, más sofisticadas, para mantener la colaboración, como el castigo y la exclusión hayan podido evolucionar.
Ya tenemos la colaboración en tareas colectivas funcionando. La evolución posterior ha podido considerar otros incentivos para colaborar, como por ejemplo, los premios, el aumento de prestigio, la consideración de los demás, los conceptos morales y otros mecanismos sofisticados que han necesitado los correspondientes módulos cerebrales cada vez más evolucionados. Vemos que, conforme las estrategias evolucionan, más "software" y más memoria se necesitan en el cerebro.Esto para el caso de la colaboración entre individuos no emparentados, que es la más difícil, porque para el caso de individuos emparentados genéticamente, las cosas son más sencillas, por una razón muy sencilla: son los genes, no los individuos como tal, los que transmiten las cnductas innatas a la siguiente generación, de manera que los seres emparentados entre si tienden a favorecerse ya que sus copias de genes son parecidas y da igual que sea un individuo el que las transmita que el que sea otro emparentado el que genere decendencia, o mejor, los dos. La colaboración entre animales emparentados se debe a que hay genes que codifican el que se colabore entre individuos emparentados. No es un gen el que hace esto, sino una serie de ellos que colaboran en la detección del grado de parentesco y que ajustan la conducta en los circuitos cerebrales. Trivers y luego Dawkins (en "El gen egoista") plantearon esto durante los años 70s y fue muy comentado en la parte informal de las revistas científicas. Ahora mismo es aceptado ya que la cantidad de hechos biológicos que explica de esta forma sencilla es inmensa, entre ellos, la familia. Por ello, En paralelo con esta aventura matemática de juegos, el autor nos pasea por distintas estrategias de colaboración en distintas especies y aplica esta explicación estándar de la psicología evolucionista a los seres con parentesco: Las hormigas, las abejas etc. Y hace ver cómo estos insectos sociales tienen una sociedad que no tiene nada que ver con la humana: las hormigas obreras de una colonia son clones unas de otras y por tanto el parentesco genético es total por lo que el sacrificio "desinteresado" ha podido evolucionar. En el caso de las abejas , éstas no son tan clónicas ya que pueden tener distintos padres aunque la misma reina madre, y se producen fenómenos curiosos, poco conocidos, de no-cooperación egoísta que están íntimamente relacionados y que se pueden explicar detalladamente por este hecho y por la teoría del gen egoista. La excitación artificial del grado de parentesco es un mecanismo para excitar el sacrificio propio en favor de los demñas que se ha utilizado siempre en caso de conflicto (Ver "terrorismo suicida y psicología evolucionista" en este blog).
Pero en seres no totalmente clónicos se da una ambivalencia de colaboración-explotación. Incluso en la familia humana, dado que los hijos están emparentados pero no son clones de los padres, se producen conductas egoístas de explotación de la otra parte. El niño que llora exige atención más allá de lo que los padres están dispuestos a invertir. Incluso durante el periodo de gestación se produce una lucha química y biológica por el control de los recursos comunes entre madre e hijo que existen en el cuerpo y la sangre: El feto segrega hormonas que tienden a liberar recursos para ser aprovechados por el feto: calcio, glucosa.... La madre tiende a establecer un equilibrio entre su inversión en el futuro hijo y ella misma. Por ejemplo, su nivel de Insulina crece para contrarrestar los intentos del feto para libera glucosa. La diabetes de parto que tienen algunas mujeres refleja el no-éxito de la madre para re-establecer los niveles de glucosa. De la misma forma, la sociedad humana no es como la sociedad de hormigas: es una asociación para el intercambio de favores mutuos, y esa colaboración llega hasta lo que el modelo de juegos anterior ha explicado.
Luego en el libro vienen muchas consideraciones acerca de las sofisticaciones a las que llega el modelo de colaboración humano, habiendo evolucionado desde los modelos sencillos de conducta de la teoría de juegos explicada arriba, pero ha llegado a una complejidad como para no poder reducirse a un modelo sencillo de teoría de juegos. La mayor parte de esta psicología de colaboración es inconsciente y sus efectos se traducen en la consciencia en forma de sentimientos. Esta es otro de los fundamentos de la psicología evolucionista: los sentimientos son la pista de decisiones tomadas inconscientemente que impulsan a la ejecución de unas tareas. Dichas decisiones inconscientes obedecen a una lógica cerebral destinada a resolver problemas particulares y que ha sido diseñada por evolución natural. En este caso, los mecanismos inconscientes de colaboración despliegan sus propios sentimientos. Por ejemplo, el aparecer para los demás como una persona desinteresada, incita a los demás a confiar y a colaborar con uno mismo. Por lo tanto la expresión de desinterés virtuoso hasta cierto punto, es una estrategia y por tanto un sentimiento y una actitud vital seleccionada por la evolución. De hecho esto se sugiere en la teoría de juegos anterior. La transparencia del caracter, la predecibilidad excita también dicha colaboración, Y el autor explica con ello la capacidad de los demás para leer nuestro estado de ánimo y nuestras intenciones en los gestos de la cara: la confianza excita la colaboración y una persona "legible" es confiable. Y aunque circunstancialmente vaya en nuestra contra en cuanto a que merma nuestra capacidad para mentir y simular en situaciones comprometidas, a la larga nos beneficia en la confianza que excita la colaboración y la confianza de otros con uno mismo. Los mecanismos de comunicación inconsciente como estos, que reflejan sentimientos, ayudan a ello. Otra característica de la colaboración humana es el tribalismo: Las personas identificamos claramente cuales son de grupo propio y cuales no. dentro del grupo, se espera ayuda desinteresada y se exige moralmente. El grupo, inicialmente, no pasaba del número máximo de personas que el autor coloca alrededor de las 100 personas, que podíamos conocer personalmente y monitorizar por tanto sus acciones, sus servicios y sus deudas de gratitud. Dada la densidad de población en la evolución del hombre, es raro que se topara frecuentemente con más de ese número. Dado el número reducido, dentro del grupo no es necesario tener un contador visible del intercambio y valor de las ayudas como es el dinero, sino que ese cálculo económico es mantenido mentalmente, a menudo inconscientemente. Todos tenemos experiencia personal de los efectos emocionales en la consciencia de esos cálculos inconscientes. Una característica de la colaboración, tal como se ha estudiado en la teoría de juegos anterior, es el mutuo conocimiento y la memoria de interacciones anteriores. Dentro de la tribu, se dan estas características.
Pero fuera del grupo no se espera colaboración desinteresada y frecuentemente, la forma más directa de obtener recursos de los de fuera es la guerra, el robo etc. Otra posibilidad es el comercio. Ambas opciones son básicamente equivalentes a las dos opciones posibles en el dilema del prisionero. En principio es mejor robar y quedarse con el botín, pero a la larga el comercio brinda ventajas a ambas partes. El autor narra cómo el comercio se establece finalmente sin la necesidad de un sistema punitivo, por las mismas razones de la teoría de juegos: el agresor acaba perdiendo su ventaja ya que el agredido se defiende. Simplemente se llega a una situación de equilibrio en muchos casos sin necesidad de autoridad.
El equilibrio al que se llega es el mismo que dentro de la tribu, siempre previendo la agresión. Pero así como entre personas de la tribu conocidas el intercambio es aparente desinteresado, ya que se lleva una cuenta mental de favores mútos, en el caso de colaboración de personas desconocidas el mecanismo preferido de intercambio es trueque inmediato de bienes, ya que no hay capacidad cerebral para llevar una cuenta fehaciente de intercambios pendientes. Una vez establecido el trueque, cuantos más bienes intercambiados distintos se intercambian, más necesario es el uso de un bien comodín que todos puedan aceptar para intercambiar con cualquier otro, ese comodín es el dinero.
Hay pruebas de comercio desde la época paleolítica. Pero la conquista y la guerra es con diferencia la forma de relación más corriente entre poblaciones primitivas. Se da el caso de que, entre dos tribus aliadas por motivos de defensa, se establece una colaboración comercial, de manera que unos fabrican unas cosas y otros otras, de manera que haya mutua dependencia, aunque por separado, cada una de ellas sepan hacer ambas cosas. Eso ocurre entre los Yanomamos, entre aldeas aliadas. De manera que vemos el efecto del comercio de aumentar la dependencia mútua como elemento contra la agresión mútua.El autor pasa a estudiar el problema de los recursos compartidos: territorios de caza y espacios físicos. Y aquí hay algo que no es de dominio común: Hay fuertes evidencias de que el ser humano es responsable de gran parte de las extinciones del pleistoceno: desde los mamuts en Europa hasta toda la fauna de animales gigantes de Norteamérica y Sudamérica. El hombre cazador-recolector no vive en armonía con la naturaleza. En realidad el ser humano ha provocado la extinción sistemática de todos los animales grandes y fácilmente cazables que ha encontrado en su paso. En los despeñaderos de mamuts, parece ser que los hombres solo comían los trozos mas apetitosos y de ellos, los animales que quedaban encima de la pila. Cuando el ser humano salió de áfrica se encontró faunas que no estaban acostumbradas a asustarse con el hombre y que, como en las islas inhabitadas, se paseaban al lado indiferentes. Inicialmente, Era cuestión de golpearlas en la cabeza. Sobretodo, en América, donde nunca hubo homínidos.Otra cosa ocurre con los espacios físicos, los terrenos. Así como en el caso de los animales salvajes la propiedad no es posible y el único modo de hacer uso de ellos es mediante su muerte o su domesticación, no siempre posible, en el caso de bienes que no se mueven, se da un equilibrio en la explotación de recursos que pueden ser sujeto de propiedad, aunque esta propiedad sea comunal. Los bienes que no se mueven pueden ser defendidos y retenidos largo tiempo. Como su propiedad se asegura para el futuro, se puede hacer una gestión teniendo en cuenta un periodo largo de tiempo y entonces llega a ser lógico un uso sostenible de ese recurso. De hecho la domesticación de ganado consiste en controlar sus desplazamientos para que éstos sean sujetos de propiedad. Cuando un bien está bajo propiedad comunal, o sea, es propiedad de un número acotado de personas, la gestión se hace sostenible. De esto el autor da muchos ejemplos, entre ellos, la comunidad de regantes de la huerta valenciana. Hay otros muchos ejemplos de gestión de recursos sin necesidad de leyes ni títulos de propiedad explícitos, sino consuetudinarios; Se crean reglas no escritas acerca de los límites de explotación del recurso compartido, el número máximo de propietarios etc. sin la necesidad de ninguna autoridad (excepto, claro, la voluntad de los propietarios de agredir a cualquier intruso y el acuerdo de castigar a los infractores). El Estado, cuando ha nacionalizado bienes comunales, ha roto estos equilibrios y el resultado ha sido la completa sobre-explotación de éstos. Cuando se rompe la propiedad privada, aún la comunal, entra en juego la ley del aprovechamiento de los recursos no propios y el resultado es la extinción de dichos recursos, como en le caso de los animales salvajes del pleistoceno y de las reservas estatales actuales en África, la quema indiscriminada de los bosques estatales (o autonómicos, como en el caso de Expaña), el agotamiento de los acuíferos etc. Es decir, no es lo mismo la propiedad privada y la propiedad comunal tradicional que, por otro lado, la propiedad pública por medio del Estado. El autor lamenta el perjuicio tan arraigado en contra de la propiedad privada por parte de los conservacionistas. En cuanto a lo arraigado de ese perjuicio, el autor da algunas claves, que se resumen en el espíritu de compartición que viene de la tribu. Hay un capitulo dedicado a establecer el por qué por ejemplo, la caza y la carne se comparte y la recolección no. En el fondo la compartición de carne parte de un robo tolerado de un bien muy perecedero que no se puede atesorar (porque se pudre) y la esperanza posterior de recobrar carne de otros cuando sean estos los que cacen. Además, la carne es un regalo preciado que se puede intercambiar por otros favores. Con la propiedad privada ocurre que los de fuera de la propiedad, sea individual o comunal, no tienen forma de ganar con ella de una manera directa si no es rompiéndola. Éste es un gran dilema al que se enfrenta la sociedad humana: la propiedad definida, individual preferentemente, o comunal de pocas personas que se conocen unas a otras, es el único método voluntario (y por tanto eficaz) para una explotación sostenible de los recursos. Pero en cambio, de la tribu hemos heredado un perjuicio en contra de la propiedad de los demás a no ser que nos incluyan en ella. (Mi tésis personal es que, aunque los demás pueden aprovecharse de la propiedad privada de los demás por medio del comercio, este mecanismo, como hemos visto antes, es propio de relaciones extra-tribales y se asocia con un intento de salirse-de-la-tribu lo cual despierta un sentimiento inconsciente de castigo al romper las reglas de colaboración “desinteresada” de la tribu conforme a los mecanismos detallados anteriormente). Lo mismo ocurre con el comercio: antes de que existieran los estados y las leyes existía el comercio. Los útiles del paleolítico reflejan un intercambio a lo largo de grandes extensiones. Históricamente, los comerciantes han establecido relaciones comerciales antes que los estado hayan establecido relaciones de buen grado o con la fuerza entre esos países o regiones. Este comercio internacional o regional ha tenido sus reglas y sus tribunales de arbitraje a los que apelar mucho antes de que se establecieran leyes escritas y estados que las garantizaran. El autor habla de una tribu del norte de australia que en el siglo XIX no había tenido contacto con Occidente desde hace entre 50.000 y 100.000 años. Estas tribus comerciaban entre si haciendo trueque. Tenían sus reglas y había fluctuaciones de precios. Unas tribus tenían unos recursos y otras se especializaban en fabricar otras cosas para comprar lo que necesitaban. La especialización, la división del trabajo y el comercio son algo tan antiguo como el hombre, en paralelo con las actividades de caza y recolección. El estado ha acabado con la flexibilidad de esos mecanismos de comercio y la agilidad de los tribunales de arbitraje que han surgido a través de las rutas comerciales, ha roto equilibrios milenarios para la explotación sostenible de recursos comunales y en definitiva, el Estado ha actuado como vehículo para el establecimiento y control de una clase dominante sobre los recursos de los demás sin aportar valor añadido. Ello ha sido así porque la "virtud" tal como hemos definido las capacidades para la colaboración, y la generación de confianza son verdaderos instintos humanos, y la colaboración no necesita de la violencia para imponerse (aunque si necesita mecanismos de defensa para mantenerse). Y cuando la colaboración no es impulsada por la virtud, o cuando el estado no se limita a dejar que aflore la virtud, sino que impone sus mecanismos coercitivos, los delicados equilibrios que establece la virtud natural y la confianza se rompen y entra en juego el aprovechamiento egoísta de los bienes que no son "del estado", es decir, que no son de nadie. El efecto final es una sociedad sin confianza y sin virtud, en los que la fuerza y la coacción son los únicos motores.Hasta ahí la apelación del autor. Hay que decir que, en los mecanismos consuetudinarios "virtuosos" mencionados anteriormente, la violencia contra los infractores se ejerce también en forma de multas o la separación del individuo de la propiedad comunal, pero para los individuos de fuera de este sistema, es rentable el coaligarse para atacar y apoderarse de los bienes. La violencia es siempre una amenaza real en todo mecanismo pacífico de colaboración, por parte de aquellos ajenos al sistema que deseen los bienes generados.
Mi opinión es que, admitiendo todo esto, de cualquier forma, la agresión, -el otro mecanismo distinto de la colaboración para obtener recursos de los demás- necesita ser desincentivado. Es necesario que el beneficio aun inmediato de la agresión sea menor que el de la colaboración para que el ser humano, con su cerebro optimizador de resultados, encuentre éste más atrayente que aquella. Es necesario por tanto un mecanismo de coacción para conseguir siempre entre extraños lo que se consigue entre conocidos: la colaboración. En las sociedades modernas, llenas de interacciones anónimas, la coacción en contra del recurso a la violencia contra la propiedad parece imprescindible. Además los contratos basados en la tradición y la memoria son imposibles, porque actualmente la gente cambia de lugar y de actividad, por lo tanto es necesario un Estado de Derecho que garantize una justucia y unos derechos de propiedad durables independientemente de las personas. La maquinaria del Estado, no tiene por qué crecer para abarcar más allá de la defensa de enemigos exteriores y de agencia subsidiaria para resolver los problemas de justicia que no puedan dirimir los mecanismos privados de arbitraje.
Paradójicamente, La propiedad privada es imprescindible para el desarrollo sostenible, algo que les gusta tanto a los progres. Sus grandes enemigos son las agresiones contra la propiedad en sus dos formas que se coaligan a menudo: por un lado, el cálculo de coste/beneficio implicado en el robo. Y por otro, el perjuicio contra la propiedad de los demás que hemos heredado de la tribu y que ayuda muchas veces a justificar la disolución de dicha propiedad a favor de beneficiarios que se aprovechan para realizar ese robo escudándose en ese prejuicio. Actualmente, el actor de esta agresión, no suelen ser los beneficiarios directamente, sino el Estado controlado por éstos.
La cadena de razonamientos de Matt ridley empieza en la matemática de la teoría de juegos. La teoría de juegos confronta estrategias en juegos que suponen situaciones simplificadas que emulan situaciones reales y se predicen las estrategias ganadoras. Hay unos pocos juegos que se han considerado indicativos de situaciones de colaboración El más importante es el dilema del prisionero. El gran problema de la colaboración, para que ésta evolucione a partir de comportamientos egoístas es que, en situaciones de colaboración, el que deserta tiene los beneficios pero no los costes. Por ejemplo, en la construcción de un refugio o en la caza o en cualquier proyecto común moderno, es más rentable para cada individuo el trabajar el mínimo mientras trabajan los demás hasta tener el producto final, que todos compartirán incluido el que trabaja menos. Me diréis que el individuo que no trabaja es castigado de una manera u otra, pero la explicación de esa conducta de castigo necesita asimismo una explicación ya que no es ni mucho menos evidente, por las razones que explicaremos más adelante.
El dilema del prisionero es la forma mínima de ese modelo de colaboración: dos jugadores que obtienen un beneficio si colaboran, pero si uno de los dos no colabora, tiene aún un mayor beneficio y el otro ninguno. Si los dos no colaboran, ninguno de los dos tiene beneficio. La estrategia lógica, en principio, es no colaborar, ya que si uno colabora, se arriesga a que el otro obtenga la mayor puntuación no colaborando.
Bien, eso en principio. Cuando introducimos repeticiones en el juego con los mismos jugadores y permitimos que cada jugador guarde memoria de lo que hizo cada jugador en la jugada anterior, ocurre que hay estrategias que castigan a los desertores y premian la colaboración y consiguen más puntuación colaborando. Por ejemplo, thit-for-that, que podríamos traducir como ojo por ojo, diente por diente: consiste en desertar con los que desertaron previamente y colaborar con los que colaboraron previamente. Para que exista thit-for-that se necesita tener memoria de con quien se juega y cual fue su jugada anterior. Thit-fot-that colabora inicialmente con desconocidos, por lo que, cuando dos thit-for-that se encuentran, colaboran entre sí, de manera que obtienen rápidamente una mejor puntuación que los desertores, porque los desertores obtienen 0 puntos tanto con otros desertores como con los thit-for-that con que se encuentran.Si en una variante del juego, hacemos que el número relativo de thit for that y desertores aumente o disminuya en función de su puntuación respectiva, (simulando una versión mas parecida a la evolución natural) veremos que los thit for that se multiplican hasta acabar con los desertores. Thit for that es una conducta ganadora en este ambiente. La interpretación evolutiva sería: los genes que codifican esta conducta se extienden entre la población progresivamente a lo largo de las generaciones.
Pero ocurre una cosa: si se da un error y un jugador con estrategia de thit-for-that se equivoca y deserta con otro thit-for-that, ambos empezaran a atacarse entre si, de manera que ambos obtendrán 0 puntos sucesivamente. Esta situación aparece en la realidad. La evolución y las conductas no son tan rígidas de manera que una conducta estable evolutivamente tiene que tratar con estrategias aleatorias y variaciones arbitrarias que se puedan producir. Si introducimos variaciones aleatorias como estas en el juego, la estrategia vencedora es una más flexible que thit for that que consiste en "perdonar" dos fallos consecutivos. Si esta conducta colaborativa se extiende a su vez, puede dar paso a otras conductas más colaborativas aún, que son ahora viables, pero que no lo serían en un mundo de desertores. Vemos que las conductas colaborativas se van extendiendo en el juego de colaboración dos a dos que hemos ideado, partiendo de una estrategia puramente egoísta, hemos llegado a conductas colaborativas que "perdonan" cierto número de posibles deserciones. Estas conductas colaborativas se van afianzando conforme se va incrementando la cantidad de confianza entre los jugadores. La evolución de estos modelos matemáticos sugiere la misma evolución de conductas a lo largo de generaciones siempre que haya una tarea común en la que la colaboración rinda beneficios. En cualquier caso, es importante darse cuenta que cualquier conducta de colaboración debe tener defensas contra la estrategia púramente desertora, ya que en cualquier momento, un aumento indiscriminado de la colaboración es vulnerable a la introducción de conductas egoístas que rápidamente se extenderían y volveríamos a la situación inicial.
Esto ocurren el las colaboraciones entre dos individuos. Sin embargo, cuando el juego se extiende a colaboraciones entre varios individuos, cuantos más son los que intervienen en la colaboración, más incentivos hay para desertar, ya que el desertor obtiene el bien del trabajo de todos los demás que son más de un individuo, por tanto, el bien obtenido es mayor que en el caso anterior, y además, el daño que produce un desertor es menor para el resto del grupo, por lo que los demás tienen menos interés en castigar. La estrategia ganadora no está tan clara. Y los mecanismos de castigo de los desertores y su exclusión de los beneficios y de otras actividades colectivas es necesario para forzar la colaboración. Un problema del castigo es que requiere el gasto de recursos y es también una actividad colectiva, por lo que puede tener también desertores. La exclusión exige unos mecanismos de memoria y de estrategia que exigen un cerebro evolucionado.Una estrategia más sencilla que funciona bien y exige poca capacidad intelectual y que por tanto ha podido evolucionar fácilmente es la imitación: haz cualquier cosa que haya funcionado bien en el pasado. De hecho esta estrategia funciona muy muy bien en el dilema del prisionero, mejor que el thit-for-that cuando hay un número suficiente de éstos. Con este mecanismo de imitación, la evolución ha podido mantener la colaboración en tareas colectivas, dando tiempo a que otras estrategias, más sofisticadas, para mantener la colaboración, como el castigo y la exclusión hayan podido evolucionar.
Ya tenemos la colaboración en tareas colectivas funcionando. La evolución posterior ha podido considerar otros incentivos para colaborar, como por ejemplo, los premios, el aumento de prestigio, la consideración de los demás, los conceptos morales y otros mecanismos sofisticados que han necesitado los correspondientes módulos cerebrales cada vez más evolucionados. Vemos que, conforme las estrategias evolucionan, más "software" y más memoria se necesitan en el cerebro.Esto para el caso de la colaboración entre individuos no emparentados, que es la más difícil, porque para el caso de individuos emparentados genéticamente, las cosas son más sencillas, por una razón muy sencilla: son los genes, no los individuos como tal, los que transmiten las cnductas innatas a la siguiente generación, de manera que los seres emparentados entre si tienden a favorecerse ya que sus copias de genes son parecidas y da igual que sea un individuo el que las transmita que el que sea otro emparentado el que genere decendencia, o mejor, los dos. La colaboración entre animales emparentados se debe a que hay genes que codifican el que se colabore entre individuos emparentados. No es un gen el que hace esto, sino una serie de ellos que colaboran en la detección del grado de parentesco y que ajustan la conducta en los circuitos cerebrales. Trivers y luego Dawkins (en "El gen egoista") plantearon esto durante los años 70s y fue muy comentado en la parte informal de las revistas científicas. Ahora mismo es aceptado ya que la cantidad de hechos biológicos que explica de esta forma sencilla es inmensa, entre ellos, la familia. Por ello, En paralelo con esta aventura matemática de juegos, el autor nos pasea por distintas estrategias de colaboración en distintas especies y aplica esta explicación estándar de la psicología evolucionista a los seres con parentesco: Las hormigas, las abejas etc. Y hace ver cómo estos insectos sociales tienen una sociedad que no tiene nada que ver con la humana: las hormigas obreras de una colonia son clones unas de otras y por tanto el parentesco genético es total por lo que el sacrificio "desinteresado" ha podido evolucionar. En el caso de las abejas , éstas no son tan clónicas ya que pueden tener distintos padres aunque la misma reina madre, y se producen fenómenos curiosos, poco conocidos, de no-cooperación egoísta que están íntimamente relacionados y que se pueden explicar detalladamente por este hecho y por la teoría del gen egoista. La excitación artificial del grado de parentesco es un mecanismo para excitar el sacrificio propio en favor de los demñas que se ha utilizado siempre en caso de conflicto (Ver "terrorismo suicida y psicología evolucionista" en este blog).
Pero en seres no totalmente clónicos se da una ambivalencia de colaboración-explotación. Incluso en la familia humana, dado que los hijos están emparentados pero no son clones de los padres, se producen conductas egoístas de explotación de la otra parte. El niño que llora exige atención más allá de lo que los padres están dispuestos a invertir. Incluso durante el periodo de gestación se produce una lucha química y biológica por el control de los recursos comunes entre madre e hijo que existen en el cuerpo y la sangre: El feto segrega hormonas que tienden a liberar recursos para ser aprovechados por el feto: calcio, glucosa.... La madre tiende a establecer un equilibrio entre su inversión en el futuro hijo y ella misma. Por ejemplo, su nivel de Insulina crece para contrarrestar los intentos del feto para libera glucosa. La diabetes de parto que tienen algunas mujeres refleja el no-éxito de la madre para re-establecer los niveles de glucosa. De la misma forma, la sociedad humana no es como la sociedad de hormigas: es una asociación para el intercambio de favores mutuos, y esa colaboración llega hasta lo que el modelo de juegos anterior ha explicado.
Luego en el libro vienen muchas consideraciones acerca de las sofisticaciones a las que llega el modelo de colaboración humano, habiendo evolucionado desde los modelos sencillos de conducta de la teoría de juegos explicada arriba, pero ha llegado a una complejidad como para no poder reducirse a un modelo sencillo de teoría de juegos. La mayor parte de esta psicología de colaboración es inconsciente y sus efectos se traducen en la consciencia en forma de sentimientos. Esta es otro de los fundamentos de la psicología evolucionista: los sentimientos son la pista de decisiones tomadas inconscientemente que impulsan a la ejecución de unas tareas. Dichas decisiones inconscientes obedecen a una lógica cerebral destinada a resolver problemas particulares y que ha sido diseñada por evolución natural. En este caso, los mecanismos inconscientes de colaboración despliegan sus propios sentimientos. Por ejemplo, el aparecer para los demás como una persona desinteresada, incita a los demás a confiar y a colaborar con uno mismo. Por lo tanto la expresión de desinterés virtuoso hasta cierto punto, es una estrategia y por tanto un sentimiento y una actitud vital seleccionada por la evolución. De hecho esto se sugiere en la teoría de juegos anterior. La transparencia del caracter, la predecibilidad excita también dicha colaboración, Y el autor explica con ello la capacidad de los demás para leer nuestro estado de ánimo y nuestras intenciones en los gestos de la cara: la confianza excita la colaboración y una persona "legible" es confiable. Y aunque circunstancialmente vaya en nuestra contra en cuanto a que merma nuestra capacidad para mentir y simular en situaciones comprometidas, a la larga nos beneficia en la confianza que excita la colaboración y la confianza de otros con uno mismo. Los mecanismos de comunicación inconsciente como estos, que reflejan sentimientos, ayudan a ello. Otra característica de la colaboración humana es el tribalismo: Las personas identificamos claramente cuales son de grupo propio y cuales no. dentro del grupo, se espera ayuda desinteresada y se exige moralmente. El grupo, inicialmente, no pasaba del número máximo de personas que el autor coloca alrededor de las 100 personas, que podíamos conocer personalmente y monitorizar por tanto sus acciones, sus servicios y sus deudas de gratitud. Dada la densidad de población en la evolución del hombre, es raro que se topara frecuentemente con más de ese número. Dado el número reducido, dentro del grupo no es necesario tener un contador visible del intercambio y valor de las ayudas como es el dinero, sino que ese cálculo económico es mantenido mentalmente, a menudo inconscientemente. Todos tenemos experiencia personal de los efectos emocionales en la consciencia de esos cálculos inconscientes. Una característica de la colaboración, tal como se ha estudiado en la teoría de juegos anterior, es el mutuo conocimiento y la memoria de interacciones anteriores. Dentro de la tribu, se dan estas características.
Pero fuera del grupo no se espera colaboración desinteresada y frecuentemente, la forma más directa de obtener recursos de los de fuera es la guerra, el robo etc. Otra posibilidad es el comercio. Ambas opciones son básicamente equivalentes a las dos opciones posibles en el dilema del prisionero. En principio es mejor robar y quedarse con el botín, pero a la larga el comercio brinda ventajas a ambas partes. El autor narra cómo el comercio se establece finalmente sin la necesidad de un sistema punitivo, por las mismas razones de la teoría de juegos: el agresor acaba perdiendo su ventaja ya que el agredido se defiende. Simplemente se llega a una situación de equilibrio en muchos casos sin necesidad de autoridad.
El equilibrio al que se llega es el mismo que dentro de la tribu, siempre previendo la agresión. Pero así como entre personas de la tribu conocidas el intercambio es aparente desinteresado, ya que se lleva una cuenta mental de favores mútos, en el caso de colaboración de personas desconocidas el mecanismo preferido de intercambio es trueque inmediato de bienes, ya que no hay capacidad cerebral para llevar una cuenta fehaciente de intercambios pendientes. Una vez establecido el trueque, cuantos más bienes intercambiados distintos se intercambian, más necesario es el uso de un bien comodín que todos puedan aceptar para intercambiar con cualquier otro, ese comodín es el dinero.
Hay pruebas de comercio desde la época paleolítica. Pero la conquista y la guerra es con diferencia la forma de relación más corriente entre poblaciones primitivas. Se da el caso de que, entre dos tribus aliadas por motivos de defensa, se establece una colaboración comercial, de manera que unos fabrican unas cosas y otros otras, de manera que haya mutua dependencia, aunque por separado, cada una de ellas sepan hacer ambas cosas. Eso ocurre entre los Yanomamos, entre aldeas aliadas. De manera que vemos el efecto del comercio de aumentar la dependencia mútua como elemento contra la agresión mútua.El autor pasa a estudiar el problema de los recursos compartidos: territorios de caza y espacios físicos. Y aquí hay algo que no es de dominio común: Hay fuertes evidencias de que el ser humano es responsable de gran parte de las extinciones del pleistoceno: desde los mamuts en Europa hasta toda la fauna de animales gigantes de Norteamérica y Sudamérica. El hombre cazador-recolector no vive en armonía con la naturaleza. En realidad el ser humano ha provocado la extinción sistemática de todos los animales grandes y fácilmente cazables que ha encontrado en su paso. En los despeñaderos de mamuts, parece ser que los hombres solo comían los trozos mas apetitosos y de ellos, los animales que quedaban encima de la pila. Cuando el ser humano salió de áfrica se encontró faunas que no estaban acostumbradas a asustarse con el hombre y que, como en las islas inhabitadas, se paseaban al lado indiferentes. Inicialmente, Era cuestión de golpearlas en la cabeza. Sobretodo, en América, donde nunca hubo homínidos.Otra cosa ocurre con los espacios físicos, los terrenos. Así como en el caso de los animales salvajes la propiedad no es posible y el único modo de hacer uso de ellos es mediante su muerte o su domesticación, no siempre posible, en el caso de bienes que no se mueven, se da un equilibrio en la explotación de recursos que pueden ser sujeto de propiedad, aunque esta propiedad sea comunal. Los bienes que no se mueven pueden ser defendidos y retenidos largo tiempo. Como su propiedad se asegura para el futuro, se puede hacer una gestión teniendo en cuenta un periodo largo de tiempo y entonces llega a ser lógico un uso sostenible de ese recurso. De hecho la domesticación de ganado consiste en controlar sus desplazamientos para que éstos sean sujetos de propiedad. Cuando un bien está bajo propiedad comunal, o sea, es propiedad de un número acotado de personas, la gestión se hace sostenible. De esto el autor da muchos ejemplos, entre ellos, la comunidad de regantes de la huerta valenciana. Hay otros muchos ejemplos de gestión de recursos sin necesidad de leyes ni títulos de propiedad explícitos, sino consuetudinarios; Se crean reglas no escritas acerca de los límites de explotación del recurso compartido, el número máximo de propietarios etc. sin la necesidad de ninguna autoridad (excepto, claro, la voluntad de los propietarios de agredir a cualquier intruso y el acuerdo de castigar a los infractores). El Estado, cuando ha nacionalizado bienes comunales, ha roto estos equilibrios y el resultado ha sido la completa sobre-explotación de éstos. Cuando se rompe la propiedad privada, aún la comunal, entra en juego la ley del aprovechamiento de los recursos no propios y el resultado es la extinción de dichos recursos, como en le caso de los animales salvajes del pleistoceno y de las reservas estatales actuales en África, la quema indiscriminada de los bosques estatales (o autonómicos, como en el caso de Expaña), el agotamiento de los acuíferos etc. Es decir, no es lo mismo la propiedad privada y la propiedad comunal tradicional que, por otro lado, la propiedad pública por medio del Estado. El autor lamenta el perjuicio tan arraigado en contra de la propiedad privada por parte de los conservacionistas. En cuanto a lo arraigado de ese perjuicio, el autor da algunas claves, que se resumen en el espíritu de compartición que viene de la tribu. Hay un capitulo dedicado a establecer el por qué por ejemplo, la caza y la carne se comparte y la recolección no. En el fondo la compartición de carne parte de un robo tolerado de un bien muy perecedero que no se puede atesorar (porque se pudre) y la esperanza posterior de recobrar carne de otros cuando sean estos los que cacen. Además, la carne es un regalo preciado que se puede intercambiar por otros favores. Con la propiedad privada ocurre que los de fuera de la propiedad, sea individual o comunal, no tienen forma de ganar con ella de una manera directa si no es rompiéndola. Éste es un gran dilema al que se enfrenta la sociedad humana: la propiedad definida, individual preferentemente, o comunal de pocas personas que se conocen unas a otras, es el único método voluntario (y por tanto eficaz) para una explotación sostenible de los recursos. Pero en cambio, de la tribu hemos heredado un perjuicio en contra de la propiedad de los demás a no ser que nos incluyan en ella. (Mi tésis personal es que, aunque los demás pueden aprovecharse de la propiedad privada de los demás por medio del comercio, este mecanismo, como hemos visto antes, es propio de relaciones extra-tribales y se asocia con un intento de salirse-de-la-tribu lo cual despierta un sentimiento inconsciente de castigo al romper las reglas de colaboración “desinteresada” de la tribu conforme a los mecanismos detallados anteriormente). Lo mismo ocurre con el comercio: antes de que existieran los estados y las leyes existía el comercio. Los útiles del paleolítico reflejan un intercambio a lo largo de grandes extensiones. Históricamente, los comerciantes han establecido relaciones comerciales antes que los estado hayan establecido relaciones de buen grado o con la fuerza entre esos países o regiones. Este comercio internacional o regional ha tenido sus reglas y sus tribunales de arbitraje a los que apelar mucho antes de que se establecieran leyes escritas y estados que las garantizaran. El autor habla de una tribu del norte de australia que en el siglo XIX no había tenido contacto con Occidente desde hace entre 50.000 y 100.000 años. Estas tribus comerciaban entre si haciendo trueque. Tenían sus reglas y había fluctuaciones de precios. Unas tribus tenían unos recursos y otras se especializaban en fabricar otras cosas para comprar lo que necesitaban. La especialización, la división del trabajo y el comercio son algo tan antiguo como el hombre, en paralelo con las actividades de caza y recolección. El estado ha acabado con la flexibilidad de esos mecanismos de comercio y la agilidad de los tribunales de arbitraje que han surgido a través de las rutas comerciales, ha roto equilibrios milenarios para la explotación sostenible de recursos comunales y en definitiva, el Estado ha actuado como vehículo para el establecimiento y control de una clase dominante sobre los recursos de los demás sin aportar valor añadido. Ello ha sido así porque la "virtud" tal como hemos definido las capacidades para la colaboración, y la generación de confianza son verdaderos instintos humanos, y la colaboración no necesita de la violencia para imponerse (aunque si necesita mecanismos de defensa para mantenerse). Y cuando la colaboración no es impulsada por la virtud, o cuando el estado no se limita a dejar que aflore la virtud, sino que impone sus mecanismos coercitivos, los delicados equilibrios que establece la virtud natural y la confianza se rompen y entra en juego el aprovechamiento egoísta de los bienes que no son "del estado", es decir, que no son de nadie. El efecto final es una sociedad sin confianza y sin virtud, en los que la fuerza y la coacción son los únicos motores.Hasta ahí la apelación del autor. Hay que decir que, en los mecanismos consuetudinarios "virtuosos" mencionados anteriormente, la violencia contra los infractores se ejerce también en forma de multas o la separación del individuo de la propiedad comunal, pero para los individuos de fuera de este sistema, es rentable el coaligarse para atacar y apoderarse de los bienes. La violencia es siempre una amenaza real en todo mecanismo pacífico de colaboración, por parte de aquellos ajenos al sistema que deseen los bienes generados.
Mi opinión es que, admitiendo todo esto, de cualquier forma, la agresión, -el otro mecanismo distinto de la colaboración para obtener recursos de los demás- necesita ser desincentivado. Es necesario que el beneficio aun inmediato de la agresión sea menor que el de la colaboración para que el ser humano, con su cerebro optimizador de resultados, encuentre éste más atrayente que aquella. Es necesario por tanto un mecanismo de coacción para conseguir siempre entre extraños lo que se consigue entre conocidos: la colaboración. En las sociedades modernas, llenas de interacciones anónimas, la coacción en contra del recurso a la violencia contra la propiedad parece imprescindible. Además los contratos basados en la tradición y la memoria son imposibles, porque actualmente la gente cambia de lugar y de actividad, por lo tanto es necesario un Estado de Derecho que garantize una justucia y unos derechos de propiedad durables independientemente de las personas. La maquinaria del Estado, no tiene por qué crecer para abarcar más allá de la defensa de enemigos exteriores y de agencia subsidiaria para resolver los problemas de justicia que no puedan dirimir los mecanismos privados de arbitraje.
Paradójicamente, La propiedad privada es imprescindible para el desarrollo sostenible, algo que les gusta tanto a los progres. Sus grandes enemigos son las agresiones contra la propiedad en sus dos formas que se coaligan a menudo: por un lado, el cálculo de coste/beneficio implicado en el robo. Y por otro, el perjuicio contra la propiedad de los demás que hemos heredado de la tribu y que ayuda muchas veces a justificar la disolución de dicha propiedad a favor de beneficiarios que se aprovechan para realizar ese robo escudándose en ese prejuicio. Actualmente, el actor de esta agresión, no suelen ser los beneficiarios directamente, sino el Estado controlado por éstos.
Hola David:
ResponderEliminargracias por tu interés. ten en cuenta que el ser humano segun al PE tiene un cerebro formado por diferentes módulos que responden a distintas necesidades concretas del ambiente natural y social. Uno de ellos por ejemplo, es la búsqueda de pareja, que es distinto en hombres y mujeres, otro es el necesario para tener hijos y otros módulos responden y modulan la conducta conforma a presiones sociales, por ejemplo para logar status dentro del grupo, lo cual redunda finalmente en una mayor valoración a la hora de encontrar pareja etdc. Por supuesto todo esto es inconsciente. Un impulso muy fuerte en las mujeres es el de tener hijos con el hombre más adecuado que pueda encontrar. bien.. el no tener hijos puede obedecer a varias causas: el cerebro humano admite desarrollos masculinos, femenimos o intermedios durante su formación. Algunas mujeres tienen actitudes masculinas con respecto al trabajo, los hijos etc, de una manera sincera y, por otro lado, pueden ser muy femeninas en todo lo demás, aunque eso es raro. Otra causa puede ser la presión social hasta un punto en el que la menopausi acaba con la posibilidad de tener hijos. A menudo muchas mujeres se sienten frustradas al ver que ha pasado su periodo fértil y no han tenido hijos. Por otro lado. estoy leyendo "The moral Animal" de Robert Wright que habla de esos temas desde la perspectivaz de la PE. La memética es una disciplina derivada de la PE y aplica la teoría darwinista a las ideas como si fueran genes que habita un cerebro moldeado a su vez por la evolucion genetica, segun la PE. Susan blackmore da una explicación memética muy muy conviencente para mi del fenómeno sobre el que preguntas en "the meme machine" (la máquina de memes) un libro muy interesante. Yo lo he comprado en la Casa del Libro de Madrid, traducido. Susan predice que la caida de natalidad nunca se recuperará significativamente y eso a partir de teorías evolucionistas. La clave de la memetica está en el poder de la imitación para transmitir ideas de forma acritica y la distinta difusion que tienen éstas dependiendo de sus efectos: las feministas que no quieren tener hijos tienen mas tiempo y difunden mas eficazmente sus ideas que un ama de casa que opina lo contrario sobre los hijos. La imitación por su lado, es un mecanismo muy útil para imitar lo que tiene éxito sin más criterio que su propio éxito. Este comportamiento en el entorno ancestral nos ayudó a hacer mejores armas y tener mejores estrategias para sobrevivir y reproducirnos. En el entorno moderno puede servir para lo contrario. Recuerda que estamos adaptados al entorno ancestral de cazadores recolectores en el que estuvimos varios millones de años. El mundo actual nos es extraño en muchisimos aspectos.
Aunque ya he expresado mi opinion sobre la PE , su falta de rigor cientifico probado , y mi oposicion a un determinismo biologico total , me remito a post anteriores sobre Darwinismo , no puedo menos que argumentar algo tan evidenre como la utilizacion de conceptos culturales en tu post , pero que es eso de las "actitudes Masculinas de mujeres " ? , el exito profesional , la competitividad en el trabajo solo es masculino ? , creo que utilizas los argumentos de "cultura" que tu mismo desechas , entiende por cultura un conjunto de comportamientos sociales , entre otras cosas de un tiempo y lugar determinado , Ahora la extructura social no es la del paleolitico, no subestimes al ser humano , la adaptacion de las mujeres al nuevo medio es fulminate , y quiza por los motivos economicos , que son en realidad los que impulsan la sociedad , vives en la era postindustrial , la necesidad que la sociedad tiene de la mujer no solo es reproductora , desde la revolucion industrial somos mano de obra , se necesita el trabajo externo fuera del roll social de la familia , y en consecuencia se nos deja estudiar trabajar , el utilitarismo de la supervivencia de la sociedad , nos impulsa a otras actividades .Te lo he expresado bajo el punto de vista de los motivos economicos , pero la argumentacion puede extenderse a muchos campos , como el tema moral y etico es escurridizo lo obvio .En todo caso , tomando una postura realista , practica , sin utopias pseudocientificas , nunca se debe contraponer maternidad y vida social o de trabajo , ese es el mayor error , la confrontacion de dos actitudes de vida , que en si no son excluyentes , el problema , como tu mencionas es la adaptacion al nuevo medio , aunar vida laboral y familiar es ardua tarea , pero se logra , la adpatcion al cambio de los mejores , de los que sobreviven .No deseches los postulados feministas , quiza su interpretacion en exceso radical por algunas doctrinas politicas ha devaluado sus logros ,pero es imnegable la autoria de evolucion positiva social para el colectivo de mujeres , derecho al voto , igualdad de salarios ...etc .Sigo insistiendo en el caracter simplista de los postulados de la PE ,quiza otros puntos de vista de antropologia social y sobretodo historia vendrian bien .
ResponderEliminarVirginia .V.
Hola Virginia,
ResponderEliminarTe contesto a tus cuestiones concretas, ya que eso de "falta de rigor científico probado" es una apreciación personal tuya. Si te refieres a que no hay en españa poltronas catedralicias especializadas en esta discciplina, pues no, que le vamos a hacer. En cambio, en paises como Holanda, no ya los USA, hay programas completos de investigación, con subvención estatal, sobre el evolucionismo aplicado a la psicología. Con la vuelta a los 70s del gobierno de este pais, no espero precisamente que las cosas mejoren. Viva la Caspa.
Y una razón de ello es que, Si, la PE es politicamente incorrecta, que le vamos a hacer. Es la "demagógia de los hechos", como he oido decir a alguien esta mañana. Si te digo que el trabajo ancestral para el que los hombres están adaptados, que es la caza en grupo y la guerra, utiliza habilidades que hoy exiten en la conducción de vehículos, la política, los deportes de grupo, el pensamiento abstracto, el diseño y la ingeniería y que el trabajo para el que están adaptadas las mujeres: la recolección de plantas y el cuidado de los hijos tiene que ver con las compras, la decoración y el orden y la limpieza,la apreciación de patrones de colores, los trabajos rutinarios, las relaciones humanas a todos los niveles, la realización de varias tareas verbales y motoras a la vez...etc..aparte de todo lo relacionado con los hijos, por supuesto, pues quizá tu y otros me llamarían de todo y dejarian inmediatamente de leerme... Pero como soy politicamente incorrecto, pues me da igual. El que alguien considere un tipo de tareas menos importantes que otras tiene un problema que no es el mío, sino que es un prejuicio del mismo que se queja. Solo me interesa la verdad, que, desgraciadamente, en esta época tiene mucho mucho que ver con el rescatar el sentido común.
Hola a todos,me ha parecido muy interesante pero me parece que hay que ir mas lejos;el mundo ha conocido seres excepcionales que no entran a mi parecer en el cuadro de esta teoria ;seres que han sacrificado todo lo que tenian por dar a conocer su verdad(hasta ahi me podrias contestar como sumo con la memetica :la idea que vehicula el individuo es mas importante que todo)pero tambien ha conocido seres abyectos incapaces de la menor virtud y que hubieran sido capaces si hubieran tenido los medios de destruir todo ,incluso ellos mismos.En definitiva seres que nos iluminan y seres que nos oscurecen.Seres que nacen para servir y otros para servirse ...Y que decir de la atraccion de los extremos y de todos los terminos medios de la personalidad humana.Bien que le pese al que no quiera verlo no hacemos sino reproducir en nuestra personalidad esquemas mas vastos;pienso de todas maneras que tanto si afirmas que el ser humano es egoista como si afirmas lo contrario tienes razon;el ser humano es un prisma que desvia la inocente luz segun el alineamiento de los atomos de su personalidad.En definitiva la cuchara no existe...
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