miércoles, octubre 19, 2005

Moral y ética como ciencias aplicadas

Un valor ético o moral no es un objeto mental o físico sino que es una relación objetiva entre seres con intereses y deseos y otros seres y objetos del universo.

Ver la Ética y la moral de esta manera es verla como un intento de evaluar ciertas respuestas a situaciones sociales complejas, no un intento de de justificar un orden moral preestablecido. Esto, definido así por el filósofo J. Dewey, es en realidad el ver la moral y la Ética como una ciencia aplicada.

De esta forma se supera la llamada falacia naturalista, que supone que no se puede demostrar un valor ético o moral a partir de razonamientos sobre hechos. Es decir, el es no sirve para definir el debe-ser. Pero el debe-ser  es decir, el valor ético o moral, según la definición de valor anterior, no es un concepto inmutable que es parte de una moral eterna precedente y dada por una entidad superior, sino una relación perfectamente describible y analizable entre seres con intereses (nosotros) y otras cosas o personas. De esta forma estas relaciones objetivas pueden ser sometidas a estudio de manera que la moral y la ética pueden ser en parte consideradas como ciencias aplicadas.  Por medio de esta ciencia, es posible establecer que valores llevan a que consecuencias sociales e individuales y con ello, una vez elegidas las consecuencias sociales deseadas, la ciencia aplicada de la moral y la ética puede decir que valores son necesarios para obtener esas consecuencias.

Una discusión sobre la superación de la falacia naturalista y la consideración de la moral y ética como ciencias aplicadas se puede ver aquí. Aquí hay algo mió sobre esto.

El universo y las leyes de la naturaleza no contienen ningún orden moral o ético, porque las mismas nociones de bueno y malo no tienen un sentido en ausencia de seres con intereses y deseos.  Los valores de estos seres atienden a una psicología desarrollada, a igual que sus cuerpos, a través del mecanismo de la selección natural, como intentaré clarificar. Esto es independiente del hecho de que esta evolución haya ocurrido porque el universo y sus leyes naturales producen en su evolución esos seres que evalúan lo que acontece a su alrededor en términos de valores o bien sea por la evolución teleológica dirigida por un ser superior que nos ha diseñado a esos seres (nosotros) a su imagen y semejanza.

Estos valores resultantes pueden ser inconscientes y emocionales o conscientes y racionales.  Los primeros responden a unos mecanismos innatos que aparecen a la consciencia en forma de sentimientos morales, como son los celos, los remordimientos, la gratitud, la empatía, la ira etc.  Hay un consenso cada vez mas claro acerca de que estos sentimientos universales y a-culturales forman parte de la naturaleza humana y son innatos. Razonamientos de teoría de juegos hacen altamente plausible la conclusión de que estos sentimientos favorecen la generación de conductas que sirven para que los individuos respondan a situaciones sociales para proteger y mejorar sus perspectivas de supervivencia y reproducción . Si consideramos la moral como algo que se percibe intuitivamente de forma no racional, en forma de lo que llamamos sentimiento moral y en base al cual actuamos. Obviamente la conducta depende de la situación social y las convenciones sociales, ya que la conducta humana atiende a muchas variables de forma que su conducta es enormemente flexible. Por ejemplo: la ira ante un ataque de otra persona puede desencadenar una conducta u otra dependiendo de sus circunstancias sociales e ideas personales (además de su propia historia personal, autoestima etc).

De acuerdo con los psicólogos evolucionistas, la moral surgió en el ser humano partiendo de un conjunto de conductas beneficiosas para obtener condiciones de supervivencia y reproducción en el entorno donde hemos evolucionado. En la génesis de la psicología humana por selección natural hay que considerar por un lado que el daño a la superviviencia y la reproduccion de los demas para aumentar la propia tiene un coste elevado debido a las contraestrategias de los demás por evitar ese daño y responder para evitar agresiones futuras. Esta evaluación de beneficios propios y costes en forma de represalias de los demás necesita de una compleja maquinaria para prever el futuro y una capacidad de empatía “ponerse en el lugar de los demás” para simular en nuestras mentes el cómo nuestras acciones afectan a otros. Como resultado de esta evaluación semiconsciente, Las conductas que permiten la supervivencia y reproducción propia pasan a ser “buenas”, mientras que las que dañan a las de otros sin producir suficiente beneficio propio pasan a ser “malas”. Es el equilibrio entre estrategia y contra-estrategia el que establece las conductas morales y esas conductas son valores morales en el sentido de que promueven unas condiciones en las que todos obtienen una satisfacción de las necesidades instintivas encaminadas a la supervivencia y reproducción. La conciencia vendría a ser la instancia mental semiconsciente que evalúa nuestra conducta de acuerdo con lo anterior. Asimismo, hay un conflicto interior dentro del individuo entre los fines a corto plazo y los fines a largo plazo, ya que los últimos necesitan conductas a corto plazo que son incompatibles con los fines a corto plazo: “me dedico a lo que me interesa hoy o mejor me dedico a preparar lo que necesito para el futuro?”. La moral y la conciencia generan valores para la esfera estrictamente individual que están influidos por las perspectivas de futuro y las condiciones sociales.

Un ejemplo de equilibrio generador de una moral y ética social viene del siguiente hecho: La agresión entre hombres es mayor cuando solo una proporción pequeña de estos hombres pueden adquirir suficientes recursos como para ser deseables como pareja. (Daly and Wilson, 1988). Las culturas con sistemas de matrimonio polígamo incrementan la variabilidad del éxito reproductivo de los hombres, ya que algunos hombres acumulan mujeres. Las conductas agresivas y de riesgo se incrementan en estas sociedades, ya que la competición hombre-hombre se incrementa (Betzig, 1986; Chagnon, 1977).  Esto produce sociedades mas violentas, como históricamente se puede comprobar. Una moral y una ética que promueva el matrimonio monógamo de larga duración producirán sociedades mucho menos violentas. No es casualidad que las sociedades menos violentas y de más éxito en la cohesión social se atengan a esta regla etico-moral. Y asimismo ilustra sobre los peligros que puede desencadenar la ruptura de equilibrios que supone el abandono de esta regla moral y muchas otras.

Dado que la moral, como aspecto innato, es un conjunto de conductas encaminadas a favorecer los intereses mutuos,  la moral como instinto queda circunscrita al grupo de personas que nos pueden influir y en las que influimos. En el pasado se reducía al ámbito de cercanía física, es decir la tribu, que comparte esos mismos equilibrios y contrapartidas. Fuera de la tribu no hay consideraciones morales fuera del miedo a la represalia.  Por tanto la división nosotros-ellos es fundamental para los aspectos innatos de la moral. Sin embargo actualmente, con los medios de comunicación la proximidad física no es ya un elemento definidor de un grupo.

La distinción nosotros-ellos es típica de la naturaleza humana. Es una característica insalvable de los sentimientos morales. Toda moral distingue entre nosotros y ellos y todo intento de confiar en una moral que no establezca esta distinción la creara por si misma ya que es un concepto que la estructura de nuestra mente crea y llena de un contenido lo mas acorde con la moral que aceptamos, de la misma forma que la mente del niño crea por defecto las terminaciones de los tiempos verbales de un verbo que conocen por primera vez.  La distinción nosotros-ellos se establece en torno a dos criterios: los que comparten nuestra moral y/o están cerca de rostros, son los nuestros. los demás, son los otros. La razón es simple: tanto los unos como los otros son los que entendemos y/o están cerca, por tanto son los que mas están en condiciones de que nos ayudemos mutuamente. Eso trae importantes consecuencias.
De la misma forma, no existe en absoluto la posibilidad de vivir sin una moral o una ética, como es imposible vivir sin política, desde el mismo momento en el que vivimos con los demás y nuestras acciones no solo afectan a nosotros mismos. Además, la mente humana tiene una psicología necesitada de definir quienes somos nosotros y quienes son ellos. Quienes son los amigos y quienes los enemigos o adversarios.

Es por eso por lo que cualquier ideología que propugna una bondad universal es hipócrita.  Inmediatamente genera una furibunda moral con un nosotros-ellos que engloba en el nosotros a todos los creyentes en esa ideología y en el ellos, los de fuera, a todos los malvados que no lo aceptan. Esa moral de bondad universal es mas peligrosa y fanática cuanto más ambiciosa, ya que diferencia de una forma mas tajante a sus adeptos de los no adeptos. Un ejemplo de esto se verá mas adelante.

la moral, se puede definir como la interiorización de unas normas sociales resultado de un equilibrio de intereses entre los distintos individuos para resolver problemas de supervivencia y reproducción en unas circunstancias concretas y que desencadenan sentimientos morales.  La moral tiene por tanto elementos inconscientes y emocionales. En cambio la Ética, es racional y responde a una estrategia deliberara para la resolución de un problema social de manera que a largo plazo se obtengan unos resultados positivos para uno mismo  y, de paso, inevitablemente para los demás, ya que el éxito propio depende en gran medida de nuestro éxito en la colaboración de los demás, cosa que a su vez depende del beneficio que hemos aportado a ellos en el pasado.

La ética por tanto es algo totalmente racional y puede ir en contra de la moral; Por ejemplo, una persona de ideas religiosas o no, pero con una moral determinada puede considerar que éticamente se debe admitir creencias y modos de vida que no tienen nada que ver o que van en contra de su propia moral, con el objeto de que la convivencia y la ayuda mutua y los intercambios voluntarios se extiendan también a esos otros grupos y de esa forma todos ganen en términos materiales y políticos. Eso no elimina la moral individual, simplemente la ética establece ciertos aspectos que afectan a la convivencia con otros en los que la moral personal no se puede exhibir, aunque en el fuero interno y en sus conversaciones con su mismo grupo deplore el comportamiento moral de esos otros grupos.  La ética de la libertad es un conjunto mínimo de reglas éticas de convivencia que permiten el desarrollo de las morales propias de todos los individuos y grupos de una sociedad y al mismo tiempo permite que todos los grupos se interrelacionen en los aspectos económicos y políticos.

Esta ética tiene valores universales, como la paz, la solidaridad, el respeto por la diferencia, la pluralidad etc.  Un peligro para la convivencia es la pretensión de un grupo de ser amoral y aceptar únicamente como valida la ética de la libertad. Pero como la moral no puede no existir, los contenidos morales se absorben de la ética y se interiorizan. Eso implica la pretensión de elevar esa ética a moral y a ser la única moral admisible. En ese momento, la ética pretende llenar los contenidos morales instintivos, incluida la noción nosotros-ellos, de manera que toda otra manifestación moral, en el ámbito que sea, no es tolerada.

Desde la época del Terror de la revolución francesa ha existido esa pretensión moral. Es una moral que niega todo otro aspecto de los equilibrios sociales, básicamente consistente en un equilibrio de intereses básicamente egoístas. Dado que estos equilibrios son los que permiten la vida económica y política, por medio de mercado y las asociaciones de intereses contrapuestos, el colapso social consiguiente a la aplicación de ese totalitarismo moral que niega esos equilibrios ha llevado a las mayores masacres que conoce la humanidad.

Arnhart, L. (1998). Darwinian Natural Right: The Biological Ethics of Human Nature. Albany, NY: SUNY Press.
Blackburn, S. (1998). Ruling Passions. Oxford: Clarendon Press, OUP.
Casebeer, W. D. (2003). Natural Ethical Facts: Evolution, Connectionism, and Moral Cognition. Cambridge, MA: MIT Press
Dewey, J. (1898). Evolution and Ethics. In Boydston, J. A. (Ed.). John Dewey: The Early Works. Vol. 5, 1895-1898. Carbondale and Edwardsville: Southern Illinois University Press.1972.

2 comentarios:

  1. Anónimo3:39 a. m.

    Muy Muy Muy interesante los de Ellos Nosotros...

    La verdad que este concepto habré una luz enorme para entender un sin fin de problemas que se ven en muchos lados y muchos niveles....

    Estoy jugando en mi mente con esto.. y la verdad es una poderosa herramienta....

    Saludos Memetic

    Ps: Tengo muchas preguntas que hacerte pero no se como publicarlas

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  2. Muchas gracias. Pregunta aqui si quieres. Estaré encantado en charlar . o donde quieras. Tambien puedes mandarme mensajes al correo agocorona@gmail.com

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