jueves, octubre 13, 2005

Razones del odio de occidente hacia si mismo. Una salida

Una cultura que permite a la ciencia destruir los valores tradicionales pero que desconfía en su poder para crear otros nuevos es una cultura que se destruye a si misma. J. Dewey 1939.

Como dice el Papa Benedicto XVI, Occidente sufre un odio  hacia si mismo que no puede llamarse de otra forma que patológico. Prácticamente toda la actualidad política, nacional e internacional tiene su origen en esto. Pese  a que  a la gente no le interese la filosofía, esta patología tiene una profunda raíz filosófica. Hablar de las raíces filosóficas es hablar de actualidad a su nivel mas profundo y, por otro lado, argumentar a un nivel de fundamentos filosóficos es la única forma de debate político efectivo a medio y largo plazo, ya que nunca se podrá convencer duraderamente a nadie sin una exposición de fundamentos.
Y ese es mi objetivo, aunque el hecho de haber mencionada las palabras moral y Benedicto me hace acreedor a la santa ira laicista de algun lector. Cuanto lo síento. Sigamos:

Para horror y escarnio de izquierdistas jacobinos, diré que el rechazo de Occidente por Occidente viene de la adopción de la razón científica como único medio valido de conocimiento y el consiguiente rechazo del saber adquirido por la tradición y la costumbre. El saber tradicional que es un saber no estructurado y práctico, no probado científicamente, pero decantado por la costumbre, la tradición y las creencias.

Es decir, en el clásico conflicto entre la razón y la fe, esta última ha sido eliminada como sustento ultimo de las ideas que conforman nuestra actitud ante la vida, mientras que la razón misma ha sido elevada a la categoría de fe aun cuando el conocimiento proporcionado por la razón ha sido extremadamente incompleto y no presenta conclusiones o para ser mas exactos, no presentaba hasta hace poco, avances significativos fiables y detallados  sobre nada de lo humano, que es lo que realmente interesa en primer lugar, y por encima de todo, al ser humano. Este vacio de conocimientos nuevos basados en la razón, edificado sobre el vació dejado por el abandono de las creencias tradicionales ha creado un nihilismo frustrante. Un nihilismo y un relativismo moral que cuanto mas frustra a los antes esperanzados creyentes en el poder de la ciencia, se vuelve paradójicamente mas en contra de las tradiciones, buscando equivocadamente en la tradición el culpable de esa frustración.

Se podría decir que el fracaso es de la razón al no poder crear las condiciones para una vida menos frustrante. Pero la culpa no es de la razón en si porque la razón no puede ser un camino equivocado. La culpa es de considerar lo descubierto y probado como lo único a lo que atenerse, porque pueden existir razones mas allá del conocimiento presente; quizá conocimientos que ya tenemos acumulados por otras vías. Porque quizá el conocimiento practico y tradicional encierra razones todavía no descubiertas que nunca debimos dejar de lado al menos provisionalmente. De ahí deriva el odio de Occidente hacia si mismo de la mano del  espíritu racionalista, como detallo a continuación:

Históricamente, el racionalismo y la ciencia, al abordar el fenómeno de la existencia humana, no brindaba hasta ahora nada más que argumentos para la demolición de las ideas tradicionales. Solo un par de ejemplos: por un lado, las ideas de Darwin acerca del origen del hombre, corroboradas por la paleo-antropología y la genética. Por otro la mecánica cuántica y la relatividad general, que reducen el sentido común a una apreciación falsa y apenas útil de la realidad cuando intentamos profundizar en el conocimiento. Ambos ejemplos han afectado a la visión del hombre sobre si mismo y su confianza en aprehender la realidad a través de su intuición, base del derecho natural y fundadora de las instituciones sociales. La intuición, ligada a lo que se creía el alma humana y su percepción del Bien y del Mal, conceptos a su vez asociados a la creación del universo por parte de una divinidad de la que nosotros somos imagen. La religión y Dios eran y son para muchos el soporte explicativo de todo esto. Los demás no teníamos más que a la ciencia que iba demoliendo el edificio en el cual Occidente estaba basado.

La labor de la razón al socavar los fundamentos del humanismo viene desde lejos. Ya durante la Ilustración, la teoría de Laplace sobre la formación del Sistema Solar había supuesto un cambio en la concepción del mundo. El Rey de Francia pregunto a Laplace sobre cual era el papel de Dios en su teoría, a la que Laplace contesto que no veía su necesidad. Aunque Laplace nació y murió siendo creyente, desde entonces la ciencia ha arrinconado cada vez mas a Dios de la realidad y la causalidad de las cosas. Cuando ese arrinconamiento se ha resistido, por ejemplo en los extremos de las estructuras mas complejas (el cerebro y la mente humana) y en  el extremo de lo mas grande, el universo, se han formulado teorías especulativas a veces sin soporte experimental, siguiendo la tradición científica de simplicidad -una teoría es mas probablemente cierta cuanto mas simple y mas fenómenos explica.  Pero mientras que, en el ultimo caso, la Cosmología ha aportado hipótesis verificables y avanza con paso seguro apoyada en la observación cuando es posible y en la coherencia matemática cuando no, sin embargo en los aspectos de la mente humana, por el contrario, se han creado teorías socio-psicologicas al calor de las revoluciones científicas cuyo éxito ha sido exiguo al intentar elaborar una teoría sobre lo humano capaz de crear una ética que parta de bases objetivas y verificables, como en toda ciencia, para establecer las bases sobre las que edificar un mundo mejor que tuviera al menos el mismo éxito y la misma   unanimidad que lo que la concepción cristiana había supuesto en el pasado.  Desde la Ilustración han surgido teorías optimistas que intentan derribar el orden establecido para crear ese nuevo marco explicativo. Las teorías de Rousseau, Marx o el magma de corrientes modernas  del Conductismo, conexionismo, posmodernismo, constructivismo  o el determinismo cultural, que recibe muchos nombres, son teorías que por su optimismo, en cuanto al progreso humano, se basan en una asunción determinada de la naturaleza humana que relativiza las tradiciones occidentales y las reduce a nuestro particular contexto cultural. Sobretodo culpa a Occidente de las asunciones sobre la naturaleza humana que son mas molestas a la idea de una revolución de las costumbres que suponga el final de nuestro descontento vital. Particularmente, la ultima de ellas, el determinismo cultural, se basa en un modelo de mente humana básicamente vacío y moldeable por el ambiente social. Con esta base es lógico que  estas teorías a efectos prácticos propugnen un relativismo moral extremo fuera de unos principios utópicos basados en valores universales y hedonistas: solidaridad, paz desinhibición sexual etc. Imbuidos por estos valores ascendidos a la categoría de absolutos, lanzan un ataque furibundo contra las ideas morales y éticas tradicionales.

Paradójicamente, lo que ha abierto definitivamente las puertas a la popularización de esas teorías socio-psicologicas son las ciencias naturales, especialmente la Física que a principios del siglo XX destruyo la confianza en el sentido común que desde Aristóteles había guiado el pensamiento filosófico. Sobretodo el pensamiento filosófico con efectos mas prácticos y con mas huella por tanto en las instituciones de Occidente. El ataque de las teorías socio-psicologicas anteriores toma sus aspectos contraintuitivos a su favor -la solidaridad y la paz no son intuitivamente duraderas y universales  a la luz de la experiencia- e intuitivamente nos evoca una mentalidad infantil. Pero como ya he dicho, la intuición ya ha sido dañada de muerte como instrumento probatorio por las teorías científicas mencionadas anteriormente.  Además sus efectos son dobles: En consecuencia, y  en concordancia con la revolución en las ciencias naturales, se suponía que debía haber una revolución en las ciencias humanas y por tanto, una revolución cultural. Los ánimos y las esperanzas estaban preparados para ello. Además, como he dicho, la barrera del sentido común ya había sido allanada por las mismas fuerzas.

Lo que ocurre es que al contrario que con las teorías de la física, Las teorías basadas en el determinismo cultural, no son científicas por el hecho de no ser falsables. Asimismo son creadoras de una nueva moral y una nueva concepción del ser humano y por todo ello entran en el tipo de ideas que calificamos como religión o ideología. Pero ni el calificativo de religión ni el calificativo de no científico son en si una descalificación, ya que una teoría no refutable objeto de fe no tiene por que no ser verdadera en muchos aspectos. Son creencias optimistas nacidas al calor del progreso científico. Pero eso no es una prueba de su invalidez. Psicológicamente, estas teorías son consecuencia de la prepotencia despótica que se apodera del que observa como  su herramienta, ,en este caso la razón, le permite dominar el entorno natural y, en consecuencia, se dispone a utilizarla en todo problema que se le presente, en este caso, la ingeniería de una sociedad y un hombre nuevos. Pero en principio sus partidarios no tienen por que estar equivocados.

Por otra parte, la retirada constante de las ideas antagónicas al determinismo cultural, el individualismo metodológico, el humanismo, o en general todos los intentos de explicar lo humano a través del individuo se debe fundamentalmente al retroceso de su alma mater, que queramos o no consiste como ya he dicho, en una serie de asunciones tradicionales sobre la naturaleza humana sustentadas en nada mas y nada menos que la religión cristiana, que a su vez sancionaba el sentido común y la intuición como instancias validas para el conocimiento. Todos ellos son aspectos en retroceso ante el avance del racionalismo cientifista caracterizado anteriormente. No ha habido solución de recambio ante la caída simultánea de estos principios que han inspirado el pensamiento dominante que ha dado forma a las ideas políticas de Occidente desde Aristóteles al menos. Ha habido una clamorosa  ausencia de una teoría científica (o al menos pseudos-científica como aquellas) de base que contraponer.

Se podría contraponer la experiencia, la historia de éxitos de las instituciones de Occidente y la teoría económica como contrapeso a esta auto-demolición, pero para el espíritu racional pero progresista e imbuido de fe utópica, estas pruebas no son suficientes, no tienen papel alguno en este terreno. Las teorías económicas liberales, aunque describen la realidad económica, no explican el por qué la economía  es universalmente valida. Es decir no prueban el por que no puede ser de otra manera.  El Homo Economicus, que trabaja para su propio beneficio es un postulado de base para  la economía, y por tanto no hay necesidad de probarlo ya que para los economistas es una aproximación valida a lo que nos dice la realidad y el sentido común. El economista Von Mises afirmaba que el egoísmo observado en el capitalismo no se puede atribuir a los economistas liberales ni al Capitalismo, sino a la naturaleza humana. Cierto. Ni  aun hace falta el egoísmo para explicar la economía, ya que para la economía, según Mises, el fruto de lo obtenido en el mercado era indiferente que se destine a uno mismo o se regale a los demás... Siempre que no se  regale a la  competencia, habría que añadir. Lo cierto es que sin algunos postulados muy próximos al egoísmo de los actores económicos, ya sean personas o grupos, el equilibrio de la oferta y la demanda no tendría sentido ya que se destruiría la racionalidad que guía a los actores del mercado. De hecho en Economía el concepto de racionalidad implica un tipo de egoísmo previsor.  

Pero ocurre que el ser humano no es exacta ni perfectamente egoista. Si una persona se sacrifica por sus hijos y no tenemos una información clara sobre los límites de lo que la naturaleza humana es capaz de hacer desinteresadamente, es posible en principio que se pueda sacrificar por  la sociedad. En particular, el individuo se puede sacrificar por la competencia destruyendo cualquier noción de economía. Por tanto, la economía asume una determinada visión de la naturaleza humana con límites muy específicos que es necesario acotar.  La base epistemológica de la economía, como parte de la acción humana, son algunos principios evidentes por si mismos, como la escuela Austriaca de economía afirma. Esto no deja de ser una llamada a la intuición y la lucha de Von Mises contra el positivismo lógico como único criterio de sanción de la verdad, no deja de ser un reflejo del conflicto que describo aquí. El sentido común nuevamente aparece como básico para la economía y no hay que repetir que esto no es valido para los racionalistas y positivistas.

Por tanto la economía en su estado actual y desde el punto de vista epistemológico no es mas que un sistema de relaciones que funciona en las sociedades donde se da precisamente el  comportamiento del ser humano que asume la economía. Eso se observa, en el marco de Occidente fundamentalmente ya que es en  Occidente donde ha nacido el capitalismo y donde se ha desarrollado y extendido.  Nada de la economía moderna nos dice que no puedan existir otro tipo de relaciones quizás unas relaciones en un mundo futuro supuestamente mejor mas  solidario,  respetuoso con el medio ambiente y mas prospero al mismo tiempo. De ahí la identificación, por parte de la izquierda, de Occidente con egoísmo y capitalismo, en un intento de limitar el egoísmo a una característica cultural de occidente. Con ello se intenta preservar la utopía anteriormente expresada. De esta manera que toda persona progresista que espera un mundo mejor debe odiar Occidente. De hecho, un mundo no egoísta forma también  parte de ciertas utopías cristianas aunque la concepción dominante del cristianismo sobre la naturaleza humana como débil (es decir, pecadora y egoísta)  descarta esa utopía terrenal en términos prácticos y lo relega simplemente a un desideratum y una vía de perfección individual apelando a la conciencia y voluntad de  cada uno. Frente a esto, las teorías modernas sobre la naturaleza humana descritas anteriormente  niegan esa debilidad humana como parte de su naturaleza y suponen un fundamentalismo antrotopocentrico que postula la infinita capacidad de progreso y mejora del ser humano hasta su perfección, en consonancia con el avance científico aparentemente imparable propiciado por las ciencias naturales. Es una religión joven: el progresismo.

De forma análoga, al egoísmo, lo que  se ve como represión sexual se intenta limitar a un fenómeno cultural de occidente debido a la religión cristiana. En resumen, el determinismo cultural, junto con la idea de progreso, tiende a una negación de nuestras propias limitaciones, que se asumen como creadas por nuestra cultura y por ende conduce a la negación y rechazo de  Occidente.

Sin embargo, desde hace unas pocas décadas, ha surgido un nuevo enfoque, esta vez falsable y por tanto científico, acerca de la mente humana, que explica sus sentimientos sus deseos y el sentido de la intuición, el sentido común, la moral, la justicia y en general, todos los aspectos de lo humano: La psicología evolucionista. Esta disciplina demuestra la invalidez de la teoría del determinismo cultural y por tanto es falsa la idea de que el egoísmo, la agresión y la represión como un fenómeno fundamentalmente occidental, ya que éstos son fenómenos universales e innatos en la especie humana, como lo son la compasión, la empatía, y todo el complejo de sentimientos de los que siempre ha tratado la literatura , las artes y también los tratados morales y éticos tradicionales: los celos, la venganza, el amor, la orientación sexual junto con otras muchas características humanas relacionadas entre si de unas formas muy especificas y  que vienen a confirmar , básicamente, el conocimiento no científico y pragmático contenido en la tradición y en la religión. Y que además da plena validez universal a la teoría económica en la que se basa el capitalismo.  Realmente la Psicología evolucionista hace algo mas importante: acota que parte del sentido común y de la intuición, y por tanto, que parte de las tradiciones y creencias son válidas para el mundo moderno y cuales no. En particular, la reducción de la Moral y la Ética al campo de las ciencias aplicadas esta a la vuelta de la esquina, cosa que será objeto de indagación en este Blog.

2 comentarios:

  1. Muy interesante post, pero donde se confunden demasiadas cosas. La psicología no es una ciencia. El humanismo no tiene necesariamente que ver con la fe ni con la fe católica, aunque aquel no pertenezca al ámbito científico. Hay modelos éticos que no apelan a la fe ni a una concepción única de la Verdad para justificar sus modelos. No existe una confrontación directa entre ciencia y humanismo. Deberías leer a Stephen Jay Gould, quizás sería útil para comprender esto. Occidente no se odia a sí mismo sino a través de ideologías trasnochadas. Pareces identificar a Occdiente con su tradición. No me hagas caso porque comentando tu post me he dado cuenta de que no entiendo absolutamente nada de lo que quieres decir. El problema, a mi entender, es que has sido demasiado ambicioso. Un saludo.

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  2. Miguel. Muchas gracias por el comentario. Contesto de una manera cortante, pero solo es por la falta de tiempo:

    la psicología evolicionista es una naciente disciplina que si es una ciencia. Yo no he dicho que el humanismo tenga que ver necesariamente con la fe actualmente. Simplemente digo que la fe ha sido el soporte tradicional del humanismo. y por supuesto que hay modelos éticos que no la consideran. Simplemente digo que ciertos aspectos de la ciencia socavan el humanismo. O mejor dicho, ciertos aspectos de la ciencia y ciertas creencias pseudocientificas acerca de lo humano que han nacido al calor de la ciencia. No me gusta Gould. Prefiero otros evolucionistas menos enemigos de la teoría de la evolución, como Dawkins. Lo de ideologías trasnochadas es lo mismo que no decir nada. Hay que decir por que son trasnochadas. Occidente es y será, en gran medida, sus convenciones, sus costumbres y sus instituciones, es deci, su tradición.

    Un saludo.

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