martes, junio 17, 2008

Psicopatía: una Estrategia Evolutivamente Estable

La psicopatía es difícil de detectar de forma concluyente. Tal es así que algunos ignorantes osados se atreven a sugerir que no existe. Pero como decía Robert Hare, experto en esta forma de ser y comportarse (la denominación de “enfermedad” resulta inapropiada), en una entrevista que le hacía Eduardo Punset, esta no consiste en un daño cerebral, en una diferencia anatómica, sino en algo fisiológico, en una diferencia funcional. El cerebro del psicópata no es un cerebro enfermo: funciona de otra manera.

No obstante lo dicho habría que precisar algo: con toda seguridad hay diferencias estructurales entre el cerebro de un psicópata y el de una persona “normal”, pero estas diferencias no se aprecian con las actuales técnicas de neuroimagen ni en las autopsias. Serían diferencias en cómo las neuronas se conectan en determinadas áreas, y en cosas tales como el número de algunos neurotransmisores en esas regiones críticas. El lóbulo frontal en su conexión con el sistema límbico parece el lugar obvio para buscar estas divergencias de ultraestructura (es decir, de estructura celular y molecular, de anatomía fina del cerebro), puesto que en ese área se asienta, parece ser, la actividad cerebral que hace que nos pongamos en el lugar del otro emocionalmente hablando, es decir, que nos compadezcamos y sonriamos socialmente, y que emitamos juicios morales no puramente lingüísticos, sino sentidos. El psicópata razona verbalmente tan bien como cualquier otra persona. Puede, asimismo, ponerse en el lugar del otro en abstracto, pero sin experimentar emoción alguna. Es un buen mentiroso y, en lo que mejor finge, es en sus sentimientos, poniéndose máscaras emocionales si es preciso para obtener lo que busca. Su mimetismo de la emoción y del sentimiento será puramente gestual y verbal, no despertará en él emoción ni sentimiento alguno que se refiera a lo que emociona o produce sentimientos en los demás. Mimetizará pues solamente la superficie, lo cual, para él, igual que para nosotros, será un medio, si bien su fin será otro, y será plenamente consciente de él. Ningún registro fisiológico (que captan la fisiología de las emociones) podrá detectar su mentira.

Hare considera que el psicópata ni nace ni se hace, pero esto quizás se deba a que no se atreve –ante sí mismo y ante lo políticamente correcto- a llegar a la conclusión obvia: el psicópata, al margen de los activadores ambientales de su conducta destructiva, nace. Es más, en mi opinión la psicopatía es mucho más que un comportamiento poco social: se trata de una estrategia cognitiva que a lo largo de la evolución del hombre, primate social, se ha revelado exitosa, en un determinado grado. La psicopatía es una estrategia evolutivamente estable y el psicópata nace -porque puede.

La vieja distinción que hacen los evolucionistas amantes de la teoría de juegos entre halcones y palomas se queda corta, en este caso. El psicópata tiene una herramienta mucho más poderosa que los rituales de lucha y huída y el simple ensayo prueba y error. Puede fingir, puede pasar por paloma, puede comportarse en unos contextos como paloma y en otros como halcón, a conveniencia, puede pensar en el futuro y proyectar a largo plazo. Dispone de un lóbulo frontal funcional, si bien desconectado en algún punto de las emociones, privado con ello de las “necesarias” emociones sociales.

Las emociones sociales son necesarias, digo, pero lo son para el grupo. Estas emociones son la fuente de la concordia y el altruismo. Pero si una sola persona carece de ellas y consigue que los demás le acepten fingiéndola a conveniencia, saldrá beneficiada. Cuanto más impersonal es una sociedad tantas más posibilidades tiene de prosperar un psicópata. De las múltiples interacciones que tenemos a diario en nuestras sociedades desarrolladas no estamos en condiciones de valorar en profundidad las emociones de cada interviniente. En el juego social se requiere un contacto prolongado y profundo. Obviamente los psicópatas no podrán tener un gran éxito en una relación de pareja o de amistad duraderas, pero no las necesitan. Pueden fingir el tiempo que haga falta para sus fines inmediatos, y su verdadera cara emocional, que no es otra que ninguna, se terminará viendo, pero demasiado tarde.

En ámbitos de lucha despiadada un psicópata será un “buen elemento”. Como soldado en la guerra o como político en la paz puede obtener buenos resultados. Como trepa en el mundo de la empresa también. Puede destruir muchas vidas, y amargar siquiera temporalmente otras tantas, pero la sociedad en su conjunto no se resiente, ni tiene además capacidad para exterminar ese parásito perverso.

Se estima –eso dice Hare- que hay un 1% de psicópatas en EEUU. Más de 2 millones. Esto concuerda con una EEE. Un porcentaje bajo, sí, pero siempre presente.

Mirando a cada uno de los sexos no es difícil de imaginar cómo la psicopatía podría haber dejado descendencia. De los hombres se ha esperado siempre mayor fuerza no sólo física, sino emocional. Ser capaz de contener las emociones se ha considerado siempre algo deseable en los machos de nuestra especie. En períodos de guerra –que básicamente han sido todos los que nos han precedido, siendo la paz un bien escaso, asociado a la prosperidad- la predisposición a la violencia y la falta de escrúpulos tenían necesariamente que conllevar éxito social.

En cuanto a las mujeres, siempre que fuera asociada a la belleza, una frialdad interesada parecía incluso razonable, en un contexto de “guerra de los sexos” en el que los machos buscan y mujeres reclaman recursos.

No sería la misma estrategia cognitiva la de un hombre que la de una mujer psicópatas, de la misma forma que no son la misma estrategia cognitiva la de un hombre y una mujer que no lo son, que padecen esa necesaria “enfermedad” social que son los sentimientos morales.

3 comentarios:

  1. Yo tengo la teoría de que algunos psicópatas son asesinos por la misma razón que las orcas juegan con las focas; por puro juego, para adquirir experiencia. El único freno para los que los demás no lo hagamos es la empatía. Nosotros podemos comportarnos de forma inhumana tambien con otras personas o animales y creo que de hecho es la forma "normal" de comportarnos que hemos recibido evolutivamente (por eso siempre estamos en peligro de caer en la barbarie). Pero, a diferencia de los psicópatas, siempre tenemos un grupo mas o menos pequeño o grande o inmenso con respecto a las personas del cual sentimos culpa o remordimientos cuando obramos mal . Las personas de ese grupo son objeto de nuestro respeto.

    El psicópata no parece que tenga ese núcleo de personas con respecto a las que se sienta obligado moralmente. Aunque supongo que existen distintos grados de psicopatía.

    Como nuestra autoestima se mide en relación al aprecio de los demás, cosa que el psicópata es capaz de percibir, pero no de sentir, no afecta a su autoestima, por lo que suelen tener un ego desmesurado y su éxito social depende de la eficacia de su parte racional, en cuanto a que de ésta depende el uso creible o detestable que haga de su desmesurado ego. Estoy seguro de que hay psicópatas tontos que no salen en las peliculas. El psicópata con éxito tiene que ser muy inteligente por tanto. para compensar. Puede que algunos psicópatas no es que no tengan empatia, sino que siga teniendo input de esa función, de manera que la puede conectar o desconectar con el objeto de realizar mejor su teatro cuando convenga. Algo así supongo que tienen los estafadores, los políticos que roban y todos aquellos que tienen una responsabilidad social de la cual hacen una excepcion en algunos momentos propicios. En psicópata puede tener la capacidad de suspender mejor esa entrada de conciencia. Es solo una especulación.

    Estoy de acuerdo en todo lo que dices, especialmente en que los psicópatas triunfan mas cuanto mas impersonal sea la sociedad.

    Otra cosa que me interesa es la diferencia entre los psicópatas y los autistas. Los segundos no solo no sienten empatia, sino que no tienen idea de que las personas tengan psicología, no puede adivinar su conducta, ni siquiera pensar en ello. El psicopata si puede, pero no siente la empatía.


    Algunos autistas leves cuentan que pueden racionalmente adivinar las conductas de los demás, pero no parecen disfrutar del juego de dominación con los seres vivos. Simplemente no están interesados. De todos formas supongo que no hay un salto abrupto entre unas y otras cosas, sino grados y combinaciones

    Memetic warrior

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  2. Anónimo9:06 p. m.

    Los psicópatas no son esos jefes cabroncetes ni esos personajes exitosos que pueblan la fama, el mando o la celebridad. No, el psicópata no construye nada que no sea inmediato para su propia satisfación, por lo que será dificil percibirlo en un mundo organizado.El psicópata es Nicholson en " alguien voló sobre el nido del cuco".Visto uno visto todos, más o menos inteligentes, más o menos encantadores, más o menos alegres, más o menos guasones y más o menos....psicópatas que violarán tarde o temprano, matarán tarde o temprano , se matarán tarde o temprano, llorarán y clamarán tarde o temprano , se drogarán tarde o temprano y al final pues nada, no hay nada,pero nada de nada.....

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  3. Los psicópatas puros no son esas personas que dices, anónimo. El propio Hare insiste en ese punto. Quizás con este post puedo estar transmitiendo esa idea, y no es eso lo que pretendo. Eso sí, como indica muy acertadamente Alberto podría haber personas con cierta facilidad para comportarse de forma sumamente psicopática en determinados contextos. Una definición más relajada de psicópata los englobaría. Siguen siendo, en cualquier caso, incluso los psicópatas puros, estrategias cognitivas evolutivamente estables, puesto que toda sociedad admite su "peso" en cierto número y, por otro lado, esa estrategia funciona suficientemente en contextos de colaboración e impersonalidad.

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