La interacción genes-ambiente de la que tanto se habla, la nature via nurture que apuntaba Matt Ridley, se podría producir, en lo que a conducta se refiere, de la manera que propone Chris Frith, neurocientífico británico, en su imprescindible obra Descubriendo el Poder de la Mente, que, pese a su llamativo título en castellano, no es un libro para apasionados de las religiones orientales ni para quienes aún creen que usamos un porcentaje irrisorio de nuestro potencial cerebral (el título original inglés, para quien tenga curiosidad por eso de las traducciones sensacionalistas, es Making Up the Mind).
La obra se dirige a un público culto de tercera cultura. Aborda muchas cuestiones pero el hilo central conductor es lo señalado en su subtítulo: Cómo el cerebro crea nuestro mundo mental.
No cabe duda de que venimos al mundo bien pertrechados cognitivamente. Los genes desarrollan su plan, que toma la forma de un cerebro preadaptado a un ambiente previsible. Las cosas no han cambiado tanto a lo largo de millones de años como para que necesitemos un cerebro diferente ni para desadaptarnos gravemente. Nuestro sistema perceptivo y de procesamiento de la información del entorno es acorde, aproximadamente, a ese entorno. La necesidad se ve cubierta. No nacemos como un ciervo, que cae del útero y se pone en pie, pero tenemos ya en el diseño y organización de nuestro cerebro dibujados los mapas que nos permitirán manejarnos en el ambiente circundante. Como dice Frith, la luz nos viene de arriba desde el principio de los tiempos, desde el sol. Así pues hemos desarrollado una percepción de los objetos que tiene en cuenta la incidencia de la luz desde arriba. Este es solo un ejemplo. Los mismos colores, a fin de cuenta luz, son algo prefijado en nuestra percepción. Y muchas otras cosas. Al final llega Frith al “presente recordado”, del Nobel Gerald Edelman, si bien a través del Teorema de Bayes, en cuyos detalles yo no voy a entrar.
La imagen de conjunto que tenemos del mundo es, en cierto sentido, la que esperamos tener. Nuestros mapas cognitivos recogen un mundo esperado, y las pequeñas desviaciones percibidas entran en el sistema como aprendizaje, de forma tal que reconfiguramos sutilmente esos mapas (digo sutilmente porque no hay, en el ambiente, cambios de una dimensión que nos obligue a reconfigurar la mente entera, y si los hubiere nos condenarían seguramente a la extinción). Así, podríamos decir, para hacerlo de forma sencilla, que vemos lo que esperamos ver, vemos lo que creemos, y no creemos lo que vemos.
Esto me trae a la mente la vieja idea del platónico Platón (valga la redundancia), de la Reminiscencia.
El proceso de reminiscencia consistiría en el recuerdo progresivo del mundo verdadero con el aprendizaje. Uno habría olvidado la verdad, que conocía antes de nacer. Iría recuperando su recuerdo a lo largo de una vida de experiencias. Ese innatismo cognitivo dista mucho de parecerse a la verdad, pero a un hombre de la época de Platón, mismamente Platón, no se le puede pedir que vea la luz que han proyectado sobre las cosas, alma incluida, más de dos siglos de ininterrumpidos y “geométricos” avances científico-técnicos.
A pesar de la neotenia el hombre no es un animal carente de instintos. Los desarrolla por etapas. Si al principio está el impulso de agarrar y mamar, luego se ajustan los sentidos al medio y se desarrollan las facultades psicomotrices y el lenguaje, y nuestro cerebro va creciendo y reforzando sus circuitos útiles para llevar al organismo adulto y funcional, que opera en el medio social y natural.
Hay un conocimiento innato del mundo, que no hemos olvidado, pero opera en lo inconsciente, lo cual equivale a una especie de olvido de la razón, y bueno para que esta pueda dedicarse a lo suyo. No necesitamos saber que sabemos, la maquinaria está perfectamente engrasada y funciona sin precisar de una dirección centralizada y racional. Una vez en el mundo esa maquinaria realiza sus ajustes al medio, sutiles, como ya dije, pues dicho medio no ha cambiado sustancialmente en millones de años (no nos dejemos engañar por la superficie irrisoria que constituyen nuestras civilizaciones y por el barniz fino de la cultura).
La interacción genes-ambiente es pues la de un sistema organizado, nuestro organismo, que realiza pequeños cambios en sus redes neurales para focalizar un ambiente. El ensayo-error va reduciendo la incertidumbre progresivamente, y se van reforzando las conexiones del cerebro que ofrecen una imagen predecible y estable del mundo circundante, se van depurando las formas de los valles y las colinas de nuestros mapas perceptivos, emocionales y cognitivos. Y al final y por encima de todo este movimiento fundamental, vivimos inmersos en nuestro yo y sus preocupaciones, ajenos a todo lo que subterráneamente nos hace sentir, nos hace cambiar, nos hace ser lo que somos.
La obra se dirige a un público culto de tercera cultura. Aborda muchas cuestiones pero el hilo central conductor es lo señalado en su subtítulo: Cómo el cerebro crea nuestro mundo mental.
No cabe duda de que venimos al mundo bien pertrechados cognitivamente. Los genes desarrollan su plan, que toma la forma de un cerebro preadaptado a un ambiente previsible. Las cosas no han cambiado tanto a lo largo de millones de años como para que necesitemos un cerebro diferente ni para desadaptarnos gravemente. Nuestro sistema perceptivo y de procesamiento de la información del entorno es acorde, aproximadamente, a ese entorno. La necesidad se ve cubierta. No nacemos como un ciervo, que cae del útero y se pone en pie, pero tenemos ya en el diseño y organización de nuestro cerebro dibujados los mapas que nos permitirán manejarnos en el ambiente circundante. Como dice Frith, la luz nos viene de arriba desde el principio de los tiempos, desde el sol. Así pues hemos desarrollado una percepción de los objetos que tiene en cuenta la incidencia de la luz desde arriba. Este es solo un ejemplo. Los mismos colores, a fin de cuenta luz, son algo prefijado en nuestra percepción. Y muchas otras cosas. Al final llega Frith al “presente recordado”, del Nobel Gerald Edelman, si bien a través del Teorema de Bayes, en cuyos detalles yo no voy a entrar.
La imagen de conjunto que tenemos del mundo es, en cierto sentido, la que esperamos tener. Nuestros mapas cognitivos recogen un mundo esperado, y las pequeñas desviaciones percibidas entran en el sistema como aprendizaje, de forma tal que reconfiguramos sutilmente esos mapas (digo sutilmente porque no hay, en el ambiente, cambios de una dimensión que nos obligue a reconfigurar la mente entera, y si los hubiere nos condenarían seguramente a la extinción). Así, podríamos decir, para hacerlo de forma sencilla, que vemos lo que esperamos ver, vemos lo que creemos, y no creemos lo que vemos.
Esto me trae a la mente la vieja idea del platónico Platón (valga la redundancia), de la Reminiscencia.
El proceso de reminiscencia consistiría en el recuerdo progresivo del mundo verdadero con el aprendizaje. Uno habría olvidado la verdad, que conocía antes de nacer. Iría recuperando su recuerdo a lo largo de una vida de experiencias. Ese innatismo cognitivo dista mucho de parecerse a la verdad, pero a un hombre de la época de Platón, mismamente Platón, no se le puede pedir que vea la luz que han proyectado sobre las cosas, alma incluida, más de dos siglos de ininterrumpidos y “geométricos” avances científico-técnicos.
A pesar de la neotenia el hombre no es un animal carente de instintos. Los desarrolla por etapas. Si al principio está el impulso de agarrar y mamar, luego se ajustan los sentidos al medio y se desarrollan las facultades psicomotrices y el lenguaje, y nuestro cerebro va creciendo y reforzando sus circuitos útiles para llevar al organismo adulto y funcional, que opera en el medio social y natural.
Hay un conocimiento innato del mundo, que no hemos olvidado, pero opera en lo inconsciente, lo cual equivale a una especie de olvido de la razón, y bueno para que esta pueda dedicarse a lo suyo. No necesitamos saber que sabemos, la maquinaria está perfectamente engrasada y funciona sin precisar de una dirección centralizada y racional. Una vez en el mundo esa maquinaria realiza sus ajustes al medio, sutiles, como ya dije, pues dicho medio no ha cambiado sustancialmente en millones de años (no nos dejemos engañar por la superficie irrisoria que constituyen nuestras civilizaciones y por el barniz fino de la cultura).
La interacción genes-ambiente es pues la de un sistema organizado, nuestro organismo, que realiza pequeños cambios en sus redes neurales para focalizar un ambiente. El ensayo-error va reduciendo la incertidumbre progresivamente, y se van reforzando las conexiones del cerebro que ofrecen una imagen predecible y estable del mundo circundante, se van depurando las formas de los valles y las colinas de nuestros mapas perceptivos, emocionales y cognitivos. Y al final y por encima de todo este movimiento fundamental, vivimos inmersos en nuestro yo y sus preocupaciones, ajenos a todo lo que subterráneamente nos hace sentir, nos hace cambiar, nos hace ser lo que somos.
NOTA: Para memetic y Germanico, no publiqueis esto que esta fuera de tema. Te lo dejo aquí como forma de contacto alternativa a tu correo. Gracias por tu atención.
ResponderEliminarHola! Soy Sergio (el de la biopolítica).
http://biopolitica-biopolitica.blogspot.com/2008/03/presentacion.html Las personas que recibís este mensaje tenéis varias cosas en común. Todos sois mis vecinos en la blogosfera por que todos tratáis temas relacionados con las ciencias de la naturaleza (humana) y la teoría evolutiva. Algunas veces sacáis conclusiones políticas opuestas de las mismas evidencias científicas y eso hace más interesante leeros.
Se me ocurrió hace tiempo organizar el blogroll como una brújula política. Pero para eso será necesario, abusando un poco, pediros que seáis vosotros los que os defináis etiquetéis y clasifiquéis. Por mi parte yo haré lo mismo. Creo que el resultado puede ser interesante.
No os pido más de media carilla y en todo caso me sirve una simple frase o palabra. A lo mejor incluso ya lo habéis publicado en alguna ocasión y no lo he leído o necesito que me lo repitáis de nuevo.
Así pues, de blogger evolucionista a blogger evolucionista ¿cómo te defines políticamente?
Muchas gracias de antemano.
Salut!
PD:
Estoy seguro de que la pregunta “Como evolucionista ¿como te defines políticamente?” es suficientemente clara para vosotros. Aun así, a titulo orientativo y redundando en la misma pregunta:
¿Cuales son tus ideas políticas y como consideras que la ciencia las apoya o las desmiente? , ¿Alguna vez la evidencia científica ha cambiado alguno de tus principios ideológicos?
¿Podrías posicionarte en el espectro clásico de las ideologías políticas?
¿Y en un eje ideológico menos clásico?:
Respecto al conflicto de visiones de Sowell (visión utópica vs. visión trágica)
Respecto al eje Izquierda evolucionista vs. conservadores darwinianos.
"La izquierda necesita un nuevo paradigma" Perter Singer
“Los conservadores necesitan a Darwin” Larry Arnhart
Ruso,
ResponderEliminarYo por mi parte creo que en cuestiones de política "menos es más", es decir: cuanto menos asuntos se resuelvan por la vía política y más pequeño sea el aparato burocrático y político estatal, tanto mejor.
Me pasa además un poco como a muchos los forofos futboleros Atléticos: son más antimadridistas que atléticos propiamente dichos. Yo soy antisocialista. Aborrezco a los bienhechores de la humanidad que sueñan con grandes proezas colectivas dirigidas por ellos y su grupito de "buenos", "justos" y "sabios". Muchos sencillamente son demagogos maquiavélicos que mienten, y en ese sentido creo que los socialistas de este siglo XXI son los nuevos demagogos y los nuevos maquiavelos, y otros son utópicos o cándidos cuya empanada mental nos perjudica a todos, aunque su pretensión sea beneficiarnos.
Y dicho esto añado que soy liberal-conservador, sin pretensiones de anarquías libertarias y sin mojigaterías de religiosidad y moralidad cutres.
"pero a un hombre de la época de Platón, mismamente Platón, no se le puede pedir que vea la luz que han proyectado sobre las cosas, alma incluida, más de dos siglos de ininterrumpidos y “geométricos” avances científico-técnicos."
ResponderEliminarMás de dos siglos, si, unos cuantos más ;-)
Hola Dodger,
ResponderEliminarYo diría que en "progresión geométrica" no mucho más de dos siglos. Desde la Revolución Industrial, en todo caso un poco antes.
Ruso, a lo dicho sobre política añado...
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