Imaginemos a un grupo de exploradores que han salido mas allá de sus fronteras, hacia lo desconocido. En nuestra época será el espacio interestelar en algún cúmulo de estrellas oscurecido por el polvo estelar de la Vía Láctea. Imaginémonos que estos exploradores desde su nave, detectan en ese cúmulo una serie de estrellas del mismo brillo que forman una figura geométrica perfecta. por ejemplo, un dodecaedro. Imaginemos que cada una de ellas son estrellas pulsantes (púlsares) que emite potentes emisiones de radiación, que podría ser letal si se dirigiera directamente contra la nave. Imaginemos que esos pulsos reproducen la sucesión de números primos.
¿Cual sería la reacción ? Asombro, miedo, huida, observación desde una distancia fiable. No tendrían duda de que eso sería obra de seres inteligentes con una organización y tecnología muy superiores. Para los exploradores y en general, para los humanos, sus opciones serían o salir huyendo para que no los localicen o probar suerte e intentar hacer contacto y humillándose dejando claro que no somos una amenaza.
Esas mismas emociones y reacciones hubieran experimentado los exploradores desarmados de una tribu del paleolítico a toparse con un cráneo en la punta de una lanza hincada en el suelo. Los autores de lo anterior se pensarían lo mismo a la vista de un menhir en territorio extraño. O una alineación de menhires, o un dolmen. La misma que experimentarían los navegantes que se toparan con las esculturas de la Isla de Pascua.
Todos esos ejemplos y el primero del comienzo muestran que detrás hay una sociedad organizada, que ha utilizado herramientas y dominado fuerzas superiores a las del observador. Y todas esas cosas tienen un doble uso, tanto para la creación como para la destrucción. Son un aviso fronterizo a navegantes.
Posteriormente, esos monumentos pueden adquirir un valor sagrado, quizá después de generaciones o después de que el grupo original haya desaparecido y se haya creado un mito alrededor del monumento. A partir de ese momento se utilizan para hacer enterramientos. En culquier caso, la magnitud de la obra evoca fuerzas sobrehumnas ya desde su creación y lo normal es que sus creadores se arroguen cierta ayuda divina, que contribuye tanto a la coordinacion para la construcción del monumento como a la intimidación posterior, ya que los observadores externos pueden ver el monumento como la obra de dioses o de la colaboración entre dioses y hombres.
Una evolución posterior se produce cuando las relaciones son entre vecinos bien establecidos y sedentarios, ya no entre una incipiente civilización y pueblos nómadas con contactos ocasionales. En ese caso, los monumentos fronterizos pierden su función porque los vecinos ya se conocen, se visitan, comercian, se casan entre si, pero ocasionalmente tienen guerras destructoras. La exhibición de organización, fuerza y conocimientos sigue siendo necesaria, ya que cada vecindad es una tentación para las otras, pero esas exhibiciones, lógicamente, no se producen en la frontera.
Entonces, los primitivos dólmenes fronterizos del pasado, al lado de los cuales después se enterraron a los muertos, pasan a ser sustituidos por monumentos funerarios mas complejos ya no de enormes rocas desnudas en una inquietante exhibición de equilibrios improbablemente naturales, como los dólmenes, sino rellenados con tierra para formar túmulos dentro de las fronteras. A pesar del ocultamiento externo de la magnitud de la obra, la exhibición de organización y fuerza sigue intacta, ya que el líder de cada grupo invita a los lideres vecinos a que vean in situ la magnitud de la obra, en su interior.
Esas visitas incluirán danzas de guerreros y exhibiciones de fuerza y organización de todo tipo.
Desde entonces la arquitectura monumental no ha variado en función ni en sus medios. desde el túmulo funerario a la catedral incluyendo los edificios civiles, tienen la función de demostrar la riqueza, la fuerza, la organización y los conocimientos ante las ciudades o naciones vecinas.
Es tan natural esa exhibición que la ausencia de ella es un signo de desprecio. Por ejemplo cuando viene un dignatario extranjero, es normal que le reciba un destacamento uniformado al pié del avión. Esta forna de bienvenida debe ser un residuo de la primitiva función intimidatoria, que ahora significa respeto. ¿Cómo ha derivado lo uno en lo otro? Sin duda en el pasado la ausencia de fuerzas intimidatorias a la llegada de un lider vecino supondría el mayor de los desprecios. El mensaje sería: "tu pueblo es tan insignificante que consideramos que no necesitamos intimidarte". Aunque ahora es imposible intimidar efectivamente a un presidente extranjero por medio de unos pocos soldados alineados, si sigue siendo necesaria su función de dar muestra de respeto. Por eso esta segunda función si la puede seguir cumpliendo los soldados en formación.
La función intimidatoria se realiza de otras muchas formas con la cantidad de medios de comunicación que existen. Los desfiles militares, a los que se invita a los dignatarios extranjeros cumplían esa función intimidatoria en el curso de actos de concordia, pero ahora mismo hay muchos otros medios, como la competición tecno-científica, por ejemplo.
Respecto a los desfiles, no se debe subestimar la función intimidatoria del orden. Una danza acompasada de guerreros cantanto las mismas consignas al mismo tiempo es mucho mas intimidatoria que una horda desordenada. La danza y los cantos pueden ser fácilmente sustituidos por órdenes coordinadas de guerra, porque la danza y el canto coordinado quiere decir que tienen una cierta disciplina y/o jerarquía; Dicha coreografía no ha podido existir sin una eficiente y/o larga comunicación y/o dictado jerárquico que seguramente no se ha limitado a la coreografía, sino que seguro que ha incluido la elaboración de tácticas de ataque y defensa, como sería de esperar. La danza es como la cola de pavo real: Hemos acordado ya nuestras tácticas de ataque y defensa, hemos practicado el uso de las armas pero nos ha sobrado tiempo para hacer una coreografía para que ustedes, los extranjeros, la vean.
Lo mismo ocurre ahora mismo con los desfiles militares.
Exactamente lo mismo es la arquitectura monumental: La cola de un pavo real; Hemos hecho hospitales, centros de enseñanza, viviendas, destacamentos militares etc y encima nos ha sobtado recursos para hacer estos monumentos.
Son para recordar los desfiles militares de la URSS en la Plaza Roja, exhibiendo todo el potencial bélico soviético ante el pueblo y las cámaras (a los de dentro y a los de fuera). La idea de que la coordinación de los soldados en la coreografía revela la capacidad de coordinarse en el campo de batalla, que la armonía y el ritmo en el seco caminar marcial revela un orden social efectivo para la guerra, es bastante sugerente.
ResponderEliminarNo sé qué utilidad tendrían aquellas piedras enormes colocadas tan deliberadamente para exhibir poderío, pero fuera cual fuese su función principal (religiosa, astronómica, funeraria...etc) sin duda también servían al fin de expresar la enorme fuerza de un pueblo. De hecho aún hoy muchos se preguntan cómo pudieron los egipcios, sin las modernas grúas, elevar las pirámides (y algunos ingenuos de esos que creen en abducciones y la atlántida creen también que las pirámides fueron construidas por una civilización extratrerrestre). También, durante muchos años, los bárbaros reverenciaron el poder de Roma ante la visión de sus Templos, Termas, Acueductos, Puentes, Carreteras, Teatros, Anfiteatros....y un día descubrieron, sorprendidos, que podían conquistarla con enorme facilidad.