domingo, abril 13, 2014

Autocontrol anticipatorio: el Hombre de Ayer contra el Hombre de Hoy

Thomas C Shelling
Ya hemos hablado del tema de si somos una unidad que tiene unas preferencias definidas y del problema que esto plantea para nuestra idea de la identidad. Este asunto ha interesado también a los economistas, y uno que ha dedicado bastante esfuerzo a entender el problema del autocontrol -y en especial el caso del autocontrol anticipatorio- es Thomas C Shelling. Schelling, que se interesó en varios artículos por situaciones como la siguiente. En USA, hace unas décadas, se estaba planteando en las consultas de obstetricia que las mujeres pedían a su médico que no utilizara anestesia en el momento del parto. El médico a veces les ofrecía disponer de una máscara y que pudieran inhalar el anestésico si lo necesitaban. Pero algunas mujeres muy determinadas se negaban a ello, decían que si disponían del anestésico lo utilizarían, y ellas no querían ser capaces de usarlo.

Esta petición es muy interesante y plantea cuestiones de tipo ético, político y médico, aunque la mujer esté cometiendo un error y no sepa el dolor que va a sentir realmente en el momento del parto y lo agradecida que va a estar retrospectivamente de que se lo alivien. De hecho, algunas mujeres que pedían esto habían dado a luz previamente y sabían lo que es un parto. Estas mujeres lamentarían que se utilizara anestesia. Se trata de una mujer en perfectas condiciones físicas y mentales que anticipa que, durante un período transitorio, sus preferencias y valores estarán suspendidos o inaccesibles. Por tanto tiene razones para querer frustrar sus propios deseos en el momento crítico. Y un punto que es importante: necesita colaboración, ayuda externa para poder hacerlo. Esto plantea el problema de que sus deseos afectan al médico y afectan también a su marido, y puede haber muchos conflictos si el marido no está de acuerdo con el médico acerca de lo que su mujer quiere realmente.

Este problema del autocontrol anticipatorio lo podemos definir por tanto como el fenómeno por el que una persona en posesión de sus facultades busca racionalmente prevenir o alterar su conducta futura, restringir sus propias opciones, violando las que ella sabe que serán sus preferencias en el momento en que la conducta tenga lugar. Tiene que ver con el tema de las decisiones racionales, la identidad y muchas otras cosas. Puede parecer algo excepcional pero todos conocemos casos similares: “Por favor no me des un cigarrillo aunque te lo pida, o un postre, o una segunda copa…No me des las llaves del coche, no me dejes ir borracho a casa. No me dejes dinero aunque te lo pida. No me dejes un arma…Levántame por la mañana para ir a correr…desenchufa la corriente si me pillas viendo la TV, hazme vomitar si me he tomado una sobredosis de pastillas…”. La mayoría de estas situaciones tienen que ver con el consumo de drogas legales o ilegales (tabaco, alcohol…), el juego, la comida, el ejercicio, la procrastinación, o las compras. En el suicidio se pueden dar, también, dos casos simétricos. Una persona puede pedir que actuemos para impedir que se suicide si en un momento dado quisiera hacerlo. Pero otra puede pedirnos que le dejemos realizarlo, o incluso que pida ayuda para ello. También se puede dar el caso de que un paciente autorice a su psiquiatra para que le ingrese involuntariamente en el caso de que se encuentre psicótico, fuera de la realidad. A este tipo de acuerdos se les suele llamar contrato de Ulises.

Todos estos casos son ejemplos del “problema de la nevera” del que hablábamos en el  post sobre las preferencias. La forma de entenderlos de Schelling es la siguiente: “ La gente se comporta a veces como si tuviera dos yos, uno que quiere unos pulmones limpios y una larga vida y otro  que adora el tabaco; uno que quiere un cuerpo delgado y otro que quiere un pastel; uno que quiere mejorarse a sí mismo leyendo La Teoría de los Sentimientos Morales de Adam Smith, y otro que quiere tumbarse en el sofá a ver la TV. Los dos están en una continua lucha por el control”. Al conceptualizar el problema como una lucha entre dos yos, Schelling se aleja  de la visión clásica en economía del individuo como una unidad: “ Si aceptamos la idea de dos yos de los que normalmente uno está al mando en cada momento, de dos sistemas de valores que alternan, la idea de “decisión racional” hay que reemplazarla por algo como una “elección colectiva”. Dos o más yos que ocupan alternativamente el mismo individuo y que tienen diferentes gustos y deseos, y que  no trabajan juntos en una optimización conjunta sino en un juego estratégico. Y la pregunta, por supuesto, es: ¿Existe un yo auténtico?

Pero esta idea de dos yos peleando dentro de la misma persona ya la había tenido antes Adam Smith, al que acabamos de mencionar, y les llamó El Hombre de Ayer y el Hombre de Hoy. Smith conceptualizó al Hombre de Hoy como una persona real que existe después del Hombre de Ayer, pero también como un constructo imaginario que existe dentro de la mente del Hombre de Ayer. El Hombre de Ayer es muchas veces el que tiene la pasión de actuar. Y el Hombre de Hoy es el que paga las consecuencias. Smith modeló la lucha entre estos dos yos como un juego de elección binaria -tipo el dilema del prisionero- que jugamos contra nosotros mismos (en el artículo de Ortmann y Weber de las referencias tenéis el análisis desarrollado de la matriz típica 2x2  de juego del prisionero entre ambos)

Hay problemas legales con el autocontrol anticipatorio. Yo no puedo renunciar a derechos personales que son irrenunciables. No puedo conseguir una orden judicial contra mí mismo para que me impidan fumar. No puedo contratar con un médico que no me deje salir de una clínica hasta que haya adelgazado 15 kg., o cosas por el estilo (sí puedo hacer, por contra, que me prohiban la entrada a un casino o un bingo para no jugar). Los casos más serios son los que implican el suicidio. La ley normalmente se pone de lado del yo que quiere vivir. Pero está el problema para los médicos o las personas implicadas. ¿A quién hace caso el médico? a la Mujer de Ayer que le pide que no ponga anestesia o la Mujer de Hoy que, llorando y sufriendo, le dice que se la ponga? 

(Introduzco un pequeño paréntesis: a otro nivel, vemos un problema parecido en el caso de naciones o estados, me refiero al problema de la continuidad de una identidad: ¿Deben los estadounidenses actuales pedir perdón por la esclavitud, o los alemanes nacidos después de 1945 pagar compensaciones o reparaciones por lo que hicieron los alemanes de la época nazi? A fin de cuentas, actualmente ningún norteamericano tiene esclavos…¿Debe la nación de Hoy asumir responsabilidades por las acciones de la Nación de Ayer?)

La conclusión de Schelling es que este fenómeno de interacción entre preferencias alternativas no se da solo en estos casos extremos de los que hemos hablado sino que está presente en la mayoría de las decisiones de los consumidores. Pero que ignoramos esta realidad e insistimos en tratar al consumidor como poseedor de unas preferencias y valores uniformes a lo largo del tiempo. Probablemente no nos queda elección, porque asumir que no existe un yo auténtico daría al traste con nuestra vida social y con nuestro sistema legal. De hecho, las personas que cambian de opinión están mal vistas en la sociedad. Nos gustan las personas consistentes, sólidas, que mantienen el rumbo en mitad de la tempestad. No podríamos embarcarnos en un negocio si al año siguiente nuestro socio nos dijera que ha cambiado de opinión y lo deja. El sistema legal no funcionaría si el Hombre de Hoy dice que no tiene por qué pagar un crédito que pidió el Hombre de Ayer. Y luego está el amor…Todavía hoy se promete amor hasta que la vida nos separe, en la salud y en la enfermedad, según famosa formulación. Pero, ¿está obligado el Hombre de Hoy por aquella promesa que hizo el Joven de Ayer a una chica esbelta con la que hablaba de la filosofía existencialista de Sartre, y que ahora se pasa la tarde en el sofá viendo Gran Hermano? ¿o está obligada la Mujer de Hoy por la promesa que hizo la Joven de Ayer a aquel chico melenudo y deportista, que ahora se ha convertido en un gordo calvo al que sólo le interesa la Champions?

Robert Kurzban estaría de acuerdo con Schelling pero dos yos le parecerían pocos, somos muchos más. Para entender la mente humana, su concepto de mente modular aporta una visión interesante, aunque es imposible de aplicar a la vida social. La vida en grupo necesita individuos con un yo, no con varios. Y, como hizo el recientemente fallecido Adolfo Suarez, nosotros seguiremos prometiendo cosas de todo tipo. Pero, ¿realmente podemos prometer?

@pitiklinov

Referencias


Ortmann, Andreas - Weber, A.Thomas Schelling und die Theorie der Self-Command. 
[Thomas Schelling and the theory of self-command.]Thomas Schellings Strategische Oekonomik. Tübingen : Mohr Siebeck, 2007 - (Pies, I.), s. 121-134 ISBN 3-16-149431-8. - (Konzepte der Gesellschaftstheorie. 13) (Versión en inglés)





1 comentario:

  1. Una sugerencia, es muy ancha la columna de texto, se hace difícil leer. Tal vez otra plantilla de blogger vaya mejor. Gracias.

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