jueves, agosto 27, 2015

¿Qué cuestión suscita la digestión?



Hace años que lancé tímidamente la pregunta a los encargados de un consultorio científico  del portal de internet Terra. No recuerdo cómo la articulé exactamente, pero reflejaba mi inquietud, entonces muy intensa, sobre los vínculos entre el funcionamiento de nuestro aparato digestivo y nuestro estado de ánimo. Creo que les hablé de “gases” y ansiedad. Yo no sabía mucho de ciencia por entonces, en los primeros años de este siglo, y ahora que sé todavía menos he recibido la respuesta por los torcidos caminos de la divulgación científica. Sigo esperando la respuesta de los “expertos” de Terra. 

Por un lado un documental absolutamente exquisito y por otro un libro totalmente delicioso (manjares que digerí con entusiasmo) me hicieron ver lo mucho que ignoraba sobre mi cuerpo, aunque tuviera un somerísimo conocimiento del soma. 

El título del Documental era La Vida en Nosotros, y lo pusieron en RTVE (ya saben, los docus de la 2 que todo el mundo dice ver y pocos ven, acaso haciendo zapping). Dicho documental, que pueden ver en el enlace del título, versaba sobre lo que indicaba literalmente ése título: los seres vivos que nos tienen a nosotros por su florido y animado ecosistema. Cientos de millones o muchos más, cifras astronómicas que mi cerebro no está preparado para calcular. En fin, esos mismos que, a falta de carroñeros externos se van comiendo por dentro nuestro cadáver cuando morimos. Son en su gran mayoría bacterias, supuestamente , si no consideramos a los virus como formas de vida, y gran parte de ellos se alojan en nuestros intestinos y nos ayudan a procesar los nutrientes que provienen de nuestra pantagruélicas o famélicas ingestas, aunque también están en gran número en nuestra piel y en menor medida en nuestros tejidos. Dichos entrañables bichitos unicelulares son una “caja de herramientas” metabólica que nos permite sacar el máximo provecho de los alimentos. Y llevan tanto tiempo siendo imprescindibles para nosotros y dentro de nosotros que podríamos decir que son parte constituyente y constitutiva de nuestra organización biológica. La falta o el exceso de determinados microorganismos está probablemente en el origen de múltiples afecciones. Y esto nos conduce a un cul de sac escatológico: las heces. En ellas se pueden encontrar pruebas del correcto o incorrecto funcionamiento de nuestra digestión y, de paso, de la cantidad, cualidad y calidad de nuestra microbiota. De hecho muchas personas se han sometido a..ejem….trasplantes fecales. No entraremos en detalles de cuál es el procedimiento, simplemente diremos que los sanos donan a los enfermos su flora. También en el ombligo, ese  lugar que según Milan Kundera es el nuevo centro del erotismo y que nos vuelve a todos intercambiables (de ello escribe en La Fiesta de la Insignificancia), por su aparente homogeneidad, se da una diversidad microbiana, una heterogeneidad, verdaderamente pasmosas, pero ya no sólo en cada uno de nuestros ombligos, sino entre distintos ombligos de distintas personas. Hablamos de que los microbiólogos pueden sacar de ellos una auténtica huella personal al estilo de las digitales, acaso aún más perfecta que ese fractal de nuestros dedos. 

El documental aborda extensamente  la cuestión del microbioma humano, mientras que esa otra fuente de conocimiento a la que tuve acceso en papel (esa especie en extinción del mundo “digital”) se centra en la digestión. También su título en castellano no ofrece dudas: La Digestión es la Cuestión. Su autora, una pipiola, una chavalilla, una jovencita que está sacando su Doctorado en la Universidad Goethe de Frankfurt estudiando una bacteria peculiar. Giulia Enders, esta alemanita, tiene un humor excelente que nos pone de inmediato de un humor excelente, cuando lo trasladamos a nuestro cerebro con la lectura de su libro. Aparte que siempre quedará en nosotros un “residuo” del humor marrón de nuestra niñez. De las glándulas salivales y las moléculas que segregan (de las que nos habló Pitiklinov hace poco) hasta la gran traca final de los pedos y las bombas de las heces, en su forma Hiroshima o de Racimo,o de Napalm, recorre el sistema digestivo de arriba abajo, empujada por la gravedad….y por la gravedad de la cuestión que es la digestión. Les aseguro que leer este libro no les dejará indiferentes y quizás les haga mirar sus defecaciones, eructos y tambores de guerra estomacales e intestinales con algo más de cariño.

El tema da para mucho más de lo que cuento aquí de manera informal. Ciertamente es recomendable visionar La Vida en Nosotros y leer La Digestión es la Cuestión. Les aseguro que se sentirán una comunidad andante muy elegante.

¿Y qué podemos decir de todo esto para responder la pregunta de aquél ingenuo joven que preguntó por la posible relación de los gases y el estado de ánimo? Pues bien, que nuestro sistema nervioso entérico manda más información al cerebro (sobre todo a la ínsula) de la que recibe del mismo a través del nervio vago (que no es que sea un vago, pero es que está muy solito).  ¿Y esto que significa? Para dárselo mascado y bien fácil de digerir a nuestro pipiolo, le diremos que lo que esto implica es que nuestro sistema digestivo expresa su malestar a nuestro cerebro y que éste, que recibe la queja, la convierte en un malestar consciente, que puede tomar la forma de ansiedad, depresión, o una inquietud que sea difusa pero que pueda incomodar. ¿Y los gases, qué narices? Bueno, las narices tienen que olerlos cuando los exhalamos por la boca o los soltamos por abajo, pero la producción industrial de los gases se produce fundamentalmente en el intestino grueso y es como lo que sale de las chimeneas de nuestras fábricas, pero en éste caso la chimenea es un doble esfínter que tenemos al final del recto y las fábricas son nuestras comunidades bacterianas. Su industria metabólica tiene esos contaminantes. También algunos suben desde el estómago, puesto que la forma del mismo crea un espacio en el que el aire puede acumularse. Así que, amigo, no te sientas tan mal, al menos tienes una respuesta a tu pregunta, la relación es obvia, un exceso de gases produce incomodidad que llega a tu cerebro y se transforma en….incomodidad, pero de otro tipo. Vamos, lo mismo que ocurre en la transducción de la señal de los ojos u oídos, (estímulos en forma de ondas electromagnéticas y aéreas) al cerebro, tampoco es para extrañarse. 

Desde el punto de vista evolucionista todo esto deja claro el papel preponderante de la coevolución de millones de especies en el desarrollo de los organismos pluricelulares. Como decía más abajo, hablando de Planetas Simbióticos y Genes Egoístas, Lynn Margulis tenía mucha razón.

4 comentarios:

  1. Anónimo5:56 p. m.

    Es interesante la información pero está un poco confuso el texto.

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  2. Anónimo2:50 a. m.

    Si la realidad no existe... entonces ¿A QUIEN COÑO SE DIRIGE ESTE SEÑOR? ¿QUÉ SENTIDO TIENE ESTE BLOG SI CADA UNO VE Y LEE LO QUE LE DA LA GANA???? ESTE SEÑOR ES UN PIRADO.

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  3. hola ,ya he actualizado parasitologia, saludos

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  4. Gracias. Soy Javier Moreno, el mismo que te escribió por email. Ya pude ver el libro. Impresionante.

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