La pirámide lógica |
La lógica aristotélica, en la que a partir de dos premisas se extraía una conclusión nos parece hoy cosa de sentido común.
Si alguien hace una afirmación falsa del tipo: "los balones de fútbol son cuadrados" como primera premisa para un razonamiento lógico, resulta difícil seguir adelante con dicho razonamiento, dado que la premisa es falsa.
No obstante la segunda premisa puede salvar a la primera si en ella hubiera una verdad que implícitamente validase la primera afirmación, pero en casos muy raros (una circunstancia excepcional, fuera de la realidad habitualmente conocida y aceptada). Dejo a la imaginación del lector alguna para este caso concreto que sirva para alcanzar una conclusión verdadera o lógicamente asentada.
Lo suyo es formular dos premisas, ambas ciertas, cuya conjunción lleva a una conclusión sólida. Serían pues las premisas como el basamento de las conclusiones, y así lo pueden apreciar en la pirámide del gráfico.
Las teorías (con mayúsculas o sin ellas, científicas o no) se asientan sobre un conjunto de dos premisas (de 1 a "n" pares). El grado de validez de todas las conclusiones puede ser cualquiera, pero es el siguiente escalón en el ámbito lógico.
Pongámos que tenemos el siguiente conjunto de conclusiones, en función de su validez, siendo Verdadero "V" y falso "F", valiendo V=1 y F=0, aunque esto no importe mucho aquí:
{V; V; V; F; V; F; V; V; V; V}
El porcentaje de veracidad del conjunto, considerando independientes las conclusiones e igualmente relevantes para determinar un hecho, es del 80 %.
Pues bien, aquí comienzan las divergencias que separan los caminos de la ciencia rigurosa de los de la mera especulación. La primera sólo sigue construyendo la pirámide para llegar a una Teoría (con mayúsculas) con un 100% de conclusiones válidas. Aquellos otros que consideran preferible guiarse por un porcentaje más reducido de conclusiones verdaderas (en función de lo rigurosos o especulativos que sean), jugarán con las palabras formando argumentos que principalmente incidan en las conclusiones verdaderas y obvien o traten de negar las falsas.
Ahí subimos al siguiente escalón de la pirámide, que son las certezas. Si no se es excesivamente escrupuloso con la construcción lógico-teórica, se puede seguir construyendo sobre un basamento suficientemente sólido para mantener un discurso, si bien no lo suficientemente sólido para que la construcción sea consistente.
En el pináculo de la pirámide se haya la verdad. En ciencia es algo así como la Teoría de la Relatividad o la Evolución Biológica por Selección Natural. Algunos lo llaman directamente "hechos". Pero la ciencia revisa permanente toda la estructura, desde la base, y baste que encuentre un resquicio del que pueda surgir una grieta en un nivel, para que tire abajo la pirámide por razones de seguridad.
Las pseudociencias, las teorías filosóficas, las elucubraciones incoherentes, cada una con su porcentaje de conclusiones válidas, mientras la pirámide se mantenga en pie, mantendrán su teoría, sin apenas revisiones, acaso estas a un nivel muy superficial o que cambien sólo el porcentaje de conclusiones válidas en muy poco como para que merezca la pena una demolición de una tan bella estructura piramidal. Desde el pináculo de su verdad seguirán contemplando el mundo.
Bajo mi punto de vista, creo que la analogía de la pirámide sería tal vez un tanto desacertada, según entiendo yo la forma del conocimiento. Esa analogía da la impresión de que todo el conocimiento y la propia verdad es un sofisticado constructo social; un entramado construido por los humanos, pero que no refleja la naturaleza.
ResponderEliminarA mí me parece que el conocimiento hacia la verdad va justo en sentido contrario: indaga en lo profundo; en lo desconocido. Lo primero y más evidente es lo que está en la superficie, pero luego hay que hacer el esfuerzo de ir excavando para encontrar los sedimentos que constituyen la realidad. Es cierto que construimos teorías, pero aquello sobre lo que construimos teorías no es algo que nosotros hayamos construido sino algo que vamos descubriendo progresivamente mediante la investigación racional.
El conocimiento más inmediato es el más superficial y evidente. Vemos el suelo. Vemos un cálido disco brillante en el cielo sobre nuestras cabezas, pero no sabemos lo que es ni cómo se sostiene. Unos hombres inventan mitologías para explicarlo. Otros investigan en la naturaleza para acabar descubriendo que se trata de un astro surgido hace miles de millones de años por fenómenos naturales. Según vamos excavando más en la naturaleza lo que encontramos no se hace más pequeño, como sucede en la pirámide, sino, al contrario, más inmenso.
Por eso, creo que quizás sería más apropiada una figura inversa, parecido al de una excavación, para simbolizar el conocimiento surgido de la razón.
Interesante reflexión Luis.
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