miércoles, septiembre 21, 2022

Siete errores de concepto clave sobre la psicología evolucionista

 


El enfoque evolucionista de la psicología promete revolucionar el campo y unificarlo con el de las ciencias biológicas. Pero tanto entre académicos como entre el público en general, existen algunos errores de concepto clave que impiden la aplicación de este enfoque al estudio de la psicología y del comportamiento. En este ensayo abordaremos los errores de concepto más extendidos.


Primer error:  Evolución y  Aprendizaje ofrecen explicaciones contradictorias del comportamiento.


La gente suele asumir que si algo se ha aprendido es porque no tiene raíces evolutivas, y a la inversa. Esta es una forma equivocada de enfocar la cuestión, por tres motivos fundamentales.


En primer término, muchas hipótesis evolucionistas están relacionadas directamente con el aprendizaje. Por ejemplo, cuando afirmamos que los humanos tienen un miedo evolucionado a las serpientes y las arañas no significa que estemos sugiriendo que la gente nazca con este miedo. Por contra lo que significa es que los humanos están dotados de un mecanismo de aprendizaje evolucionado que permite adquirir el miedo a las serpientes con más facilidad y fluidez que otros miedos. Muchos estudios clásicos de psicología demuestran que los monos pueden adquirir el miedo a las serpientes mediante el aprendizaje por observación, y tienden a adquirirlo más rápidamente que un miedo similar a otros objetos, como los conejos o las flores. También es más difícil para los monos desaprender el miedo a las serpientes que otros miedos adquiridos. Al igual que en el caso de los monos, la hipótesis de que los humanos tienen un miedo evolucionado a las serpientes no significa que nazcamos con este miedo. Mas bien significa que aprendemos este miedo a través de un mecanismo de aprendizaje evolucionado que está biológicamente preparado para adquirir algunos miedos más fácilmente que otros.


En segundo lugar, el aprendizaje es posible gracias a mecanismos evolucionados ubicados en el cerebro. Somos capaces de aprender porque estamos dotados de mecanismos neurocognitivos que permiten el aprendizaje, y estos mecanismos neurocognitivos se desarrollaron por evolución. Pensemos en el hecho de que tanto los niños como los cachorros pueden aprender, pero si se les intenta enseñar lo mismo -francés, por ejemplo, o teoría de juegos- acaban aprendiendo cosas diferentes. ¿Por qué? Porque los mecanismos de aprendizaje evolucionados del perro son diferentes de los del niño. Lo que los organismos aprenden, y cómo lo aprenden, depende de la naturaleza de los mecanismos de aprendizaje evolucionados alojados en sus cerebros.


Una analogía con la percepción ayuda a ilustrar este punto. Los organismos perciben en virtud de los mecanismos perceptivos de sus cerebros y órganos sensoriales. Para entender cómo funcionan estos mecanismos perceptivos y qué tipo de resultados producen, debemos buscar el proceso causal que les dio origen: la evolución. Se trata de una idea incontrovertible cuando se habla de la percepción, pero se aprecia menos cuando el mismo razonamiento se aplica al aprendizaje. Los organismos aprenden, y el aprendizaje es crucial para el comportamiento, pero el aprendizaje es posible gracias a los mecanismos de aprendizaje asentados en el cerebro, cuyo surgimiento se debe a la evolución. El aprendizaje y la evolución no son explicaciones contradictorias de ninguna cosa, más bien se pueden considerar socios explicativos naturales.


En tercer lugar, interpretar que evolución y aprendizaje entran automáticamente en conflicto es un error porque ni siquiera se sitúan en el mismo nivel de análisis: el aprendizaje de algo es una explicación próxima, mientras que la evolución es una explicación última. (El nivel de análisis próximo explica cómo funciona algo, mientras que el nivel último explica por qué funciona así, o por qué el sistema se formó así en primer término). Decir que algo es producto de la evolución no nos dice nada sobre cómo se producirá el comportamiento durante la vida del organismo: este puede implicar algo de aprendizaje, ningún aprendizaje o mucho aprendizaje. Por tanto, los dos tipos de explicaciones son compatibles. (Es posible que determinadas hipótesis evolutivas entren en conflicto con determinadas hipótesis de aprendizaje, como cuando una determinada hipótesis evolutiva arroja predicciones próximas que entran en conflicto con las realizadas por una determinada hipótesis de aprendizaje. Sin embargo, la cuestión a aclarar aquí es que no es necesario que las dos entren en conflicto, y hay muchos ejemplos en los que la aproximación evolucionista y la del proceso de aprendizaje son perfectamente compatibles. El error consiste en pensar que las dos explicaciones están automáticamente en conflicto, simplemente porque una implique aprendizaje y la otra evolución).


Segundo error: Los productos de la evolución deben estar presentes desde el nacimiento (o cuando menos deben manifestarse muy pronto en el desarrollo biológico).


Un segundo error de concepto es considerar que los productos de la evolución deben estar presentes al nacer el individuo o, al menos, deben surgir en las primeras fases de su desarrollo. Pero no es así como funciona la selección natural: es fuente de adaptaciones que aparecen durante la fase de desarrollo en la que son necesarias, no sólo de adaptaciones que están presentes en el momento arbitrariamente seleccionado del nacimiento. Los dientes, los pechos y el vello facial lo ilustran bien: todos son productos indiscutibles de la evolución, pero no están presentes al nacer. Del mismo modo, nadie duda de que en las aves han evolucionado la capacidad de ver y de volar, a pesar de que muchas crías no son capaces de hacer ninguna de las dos cosas. Afirmar que una tendencia psicológica o un comportamiento es producto de la evolución no es afirmar que esté presente al nacer, sino que se desarrolla de forma fiable en todos o la mayoría de los miembros de la especie durante la etapa de desarrollo correspondiente de la vida del organismo.


Y para desarrollarse adecuadamente, los productos de la evolución suelen requerir ciertas aportaciones del ambiente, lo cual conduce directamente al siguiente error común de concepto.


Tercer error: La evolución implica determinismo genético.


Por muy extendida que esté la creencia, un enfoque evolucionista de la psicología no implica que se considere que el comportamiento viene determinado genéticamente. Y hay dos maneras de apreciar este punto.


En primer lugar, al igual que el resto de los científicos de la vida, los psicólogos evolucionistas se adhieren a una visión interaccionista que afirma que todo en la mente, el cuerpo y el cerebro está codeterminado conjuntamente por los genes y el entorno.


En segundo lugar, una perspectiva evolucionista destaca la centralidad del entorno, señalando que es crucial en cada fase del proceso causal: la evolución inicial de las adaptaciones, su desarrollo a lo largo de la vida y sus desencadenantes en el presente inmediato. En otras palabras, un enfoque evolucionista sugiere que:


a) Las presiones ambientales impulsan la evolución de las adaptaciones en primer lugar.


b) Las adaptaciones requieren la presencia del medio ambiente para desarrollarse adecuadamente durante la vida de un organismo.


c) Los desencadenantes ambientales son necesarios para activar la adaptación en el momento presente. 


En las tres escalas de tiempo importantes, una perspectiva evolucionista sitúa al medio ambiente en el centro del escenario.


Entonces, ¿por qué (algunos) persisten en la creencia de que los psicólogos evolucionistas son deterministas genéticos? Una posibilidad es que los críticos no sepan distinguir entre el hecho de que las adaptaciones tienen una base genética y la idea de que las adaptaciones están determinadas genéticamente (todas las adaptaciones tienen una base genética, pero no tienen por qué estár determinadas genéticamente). Es posible que muchos críticos desconozcan también la opinión generalizada entre los científicos evolucionistas de que los mecanismos evolutivos típicos de las especies suelen tener una heredabilidad nula. Al igual que ocurre con otros errores de concepto sobre la psicología evolucionista, los críticos parecen haber formulado sus opiniones sin haber estudiado la literatura básica en este campo.


Cuarto error: Si un comportamiento varía entre culturas, no es producto de la evolución.


Esta idea tiene sentido intuitivamente, pero, a pesar de todo, es errónea. El problema es el siguiente: el pensamiento evolucionista no sugiere que el comportamiento sea uniforme en todas las culturas, sino que la maquinaria neurocognitiva que produce el comportamiento es uniforme en todas las culturas. Estamos ante una afirmación muy diferente.


Pensemos en el lenguaje. Las personas que crecen en culturas diferentes aprenden idiomas diferentes. ¿Significa esto que las habilidades lingüísticas no son un producto de la evolución? No. Simplemente significa que la selección natural ha esculpido una capacidad universal para aprender idiomas, pero el idioma que se aprende depende del lugar donde se crezca. Del mismo modo, todos los miembros de nuestra especie están equipados con mecanismos que nos orientan hacia la búsqueda de un estatus social pero, como los marcadores de estatus pueden diferir según la cultura o subcultura, crecemos prestando atención a los marcadores de estatus locales de nuestra cultura y aprendemos a valorarlos y a emularlos. Algunas evidencias apuntan a que un proceso similar podría estar funcionando con el asco y con las preferencias alimentarias. El hecho de que los resultados -qué alimentos se comen o qué idioma se habla- difieran entre culturas, no significa que los mecanismos psicológicos subyacentes que generaron esos comportamientos también difieran entre culturas. La variabilidad transcultural del comportamiento puede estar, y a menudo lo está, basada en la uniformidad transcultural de los mecanismos neurocognitivos que generan esos comportamientos.


Esta es una distinción clave que merece ser repetida: la mayoría de los enfoques evolucionistas de la psicología y del comportamiento predicen la universalidad en el nivel de la estructura de procesamiento de la información de los mecanismos neurocognitivos que producen el comportamiento, no en el nivel de los  resultados finales del comportamiento propiamente dicho.


Una forma de entender esto es por referencia a la cultura evocada. La cultura evocada se referiría a las diferencias culturales entre los grupos que surgen de la combinación de un mecanismo psicológico universal con factores ambientales que difieren entre las culturas. Esto puede expresarse claramente como una especie de ecuación informal: mecanismos psicológicos universales + factores ambientales que difieren según la cultura = resultados de comportamiento que difieren según la cultura.


Las diferencias culturales en las estrategias de emparejamiento ilustran este punto. Los estudios transculturales demuestran que las diferencias en las estrategias de emparejamiento entre culturas pueden predecirse en función de la proporción de sexos. En los países con escasez de hombres, la cultura tiende a inclinarse más hacia el emparejamiento a corto plazo. En los países con escasez de mujeres, la cultura tiende a inclinarse más hacia el emparejamiento a largo plazo. ¿Por qué? Esta dinámica puede entenderse en términos económicos: el mercado del emparejamiento es una especie de mercado biológico en el que el sexo más escaso tiene mayor poder de negociación. Como los hombres, por término medio, tienen un mayor deseo que las mujeres de mantener relaciones sexuales ocasionales, las culturas con menos hombres tienden a inclinarse por el emparejamiento a corto plazo. Y como las mujeres, por término medio, tienen un mayor deseo que los hombres de mantener relaciones sexuales con compromiso, las culturas con menos mujeres tienden a inclinarse hacia el mayor compromiso (nótese la salvedad de que, por término medio, hay mucha variación dentro de cada sexo, pero los estudios muestran, no obstante, una clara y sólida diferencia media entre los sexos).


Esto es lo que se entiende por cultura evocada: un mecanismo psicológico universal, combinado con los aportes del entorno que difieren según la cultura, produce un comportamiento que difiere según la cultura. Lo más importante es que la variación cultural en el comportamiento de emparejamiento no sólo no entra en conflicto con una explicación evolucionista, sino que, de hecho, se predijo antes de constatarse utilizando el razonamiento evolucionista. Este fenómeno -la cultura evocada- también parece explicar parcialmente las diferencias culturales en rasgos de personalidad como la extraversión, la apertura a la experiencia y la sociosexualidad.


La sabiduría convencional en las ciencias sociales es que las diferencias culturales en un comportamiento implican que el comportamiento en cuestión no tiene base evolutiva. Esto intuitivamente parece válido, pero la conclusión es injustificada porque los enfoques evolucionistas de la psicología predicen la universalidad transcultural al nivel de los mecanismos de procesamiento de la información, no al nivel del comportamiento. La variación transcultural del comportamiento no sólo es coherente con una perspectiva evolucionista, sino que a menudo puede predecirse a priori utilizando un pensamiento evolucionista cuidadoso.


Quinto error: La psicología evolucionista no presta suficiente atención a las diferencias individuales.


Esta idea tiene algo de cierto, siempre que se retroceda veinte años en el tiempo.


La psicología evolucionista comenzó centrándose en los mecanismos característicos de la especie y en las diferencias entre los sexos. A primera vista, las diferencias individuales -especialmente las hereditarias- parecen más desafiantes desde una perspectiva evolucionista, así que los investigadores tardaron un tiempo en empezar a investigar el tema en serio. Algunos de los primeros intentos fueron artículos como ésteésteéste y éste otro.


Más recientemente, el interés de los psicólogos evolucionistas por las diferencias individuales ha ido creciendo a un buen ritmo, y estamos viendo como se producen avances tanto en las explicaciones como en las predicciones. 


Ejemplos de trabajos teóricos recientes que abordan las diferencias individuales serían ésteésteésteéste y éste. Ejemplos de trabajos empíricos recientes que abordan diferencias individuales específicas son éste sobre la extraversiónéste sobre los celos sexuales, éste sobre el asco y la estrategia de apareamiento, éste sobre el olor corporaléste sobre la covariación de los rasgos de personalidadéste sobre las contribuciones al bien públicoéste sobre el comportamiento moralizadoréste sobre el efecto de los parásitoséste sobre las diversas variables de diferencias individuales. También es habitual ver secciones dedicadas a las diferencias individuales en otros trabajos más amplios, como éste sobre las diferencias de sexo en los celoséste sobre las emociones, o trabajos que avanzan hipótesis sobre las diferencias individuales, como éste sobre la psicología del hambre. Y aquí hay un artículo entero dedicado a los efectos del contexto, que son un auténtico motor para generar diferencias individuales en el comportamiento.


Ahora se dedican volúmenes enteros a la psicología evolucionista, así como capítulos en manuales de psicología de la personalidad y las diferencias individuales.


Sí, es cierto que los enfoques evolutivos de la psicología comenzaron con los mecanismos universales y típicos del sexo, pero en los últimos veinte años se ha producido un renacimiento del interés por las diferencias individuales, incluyendo un mayor énfasis en la investigación de las variaciones dentro de cada sexo. Y esta tendencia no da señales de disminuir, siendo más probable que vaya a más en alcance, importancia y resultados empíricos en los próximos años.


Sexto error: Los psicólogos evolucionistas piensan que todo es una adaptación.


Esta idea falsa no muere, aunque sólo sea sostenible tras leer críticas mal informadas en lugar de la literatura primaria real de la materia.


En sus publicaciones, los psicólogos evolucionistas suelen afirmar explícitamente que la evolución genera tres tipos de productos: adaptaciones, subproductos y ruido. Más allá de esta afirmación teórica, los investigadores también proponen hipótesis sobre los subproductos y realizan estudios sobre los mismos.


Por ejemplo, aquíaquí y aquí hay tres artículos teóricos que rechazan explícitamente la noción de que todos los aspectos de nuestra psicología son adaptaciones. Este artículo sobre adaptaciones, exaptaciones y extensiones analiza explícitamente los subproductos en profundidad. Este artículo aborda de forma reflexiva la cuestión de cómo llevar a cabo un programa exaptacionista en psicología. Aquí hay un estudio que sugiere que el racismo es un subproducto evolutivo, no una adaptación, y que puede ser suprimido. Aquí hay un artículo que sugiere que la mayor prevalencia del fetichismo sexual entre los hombres es un subproducto de unos umbrales de excitación sexual (más fáciles de cruzar), combinados con mecanismos de aprendizaje sexual sesgados. Aquí hay un ejemplo de dos prominentes psicólogos evolucionistas que afirman que el homicidio es un subproducto, no una adaptación, y aquí están los mismos dos investigadores (junto con un tercer coautor) que afirman que el uxoricidio y el filicidio también son subproductos. Aquíaquí y aquí hay ejemplos de investigadores que explican la religión y la creencia en agentes sobrenaturales como un subproducto de otros mecanismos, como los mecanismos de detección de agencia que están sesgados hacia los falsos positivos, los mecanismos de la teoría de la mente y el sistema de apego. Mis colegas y yo hemos presentado recientemente un capítulo titulado "Los productos de la evolución" en un nuevo manual de psicología evolucionista, y, como era de esperar, los subproductos son una parte central del capítulo.


La disparidad entre esta crítica a la psicología evolucionista y lo que los psicólogos evolucionistas dicen realmente en sus trabajos publicados es notable. La única razón por la que no es sorprendente es que hay muchos otros ejemplos de tergiversaciones en este campo de estudio - se pueden encontrar algunos buenos ejemplos de tales tergiversaciones aquíaquíaquí y aquí.


Parte del problema radica en un desacuerdo filosófico sobre lo que significa el adaptacionismo. Como muchos psicólogos evolucionistas entienden el término, el adaptacionismo no es un compromiso con la idea de que todas o la mayoría de las características de nuestra psicología resultarán ser adaptaciones una vez que hayamos terminado de estudiarlas. Se trata más bien de una heurística y un enfoque metodológico que consisten en poner a prueba las hipótesis sobre posibles adaptaciones, y luego rechazarlas si las pruebas no están a su favor. En otras palabras, el adaptacionismo es un punto de partida de trabajo y una estrategia de investigación que produce hipótesis comprobables, no una especie de compromiso religioso con la noción de que un rasgo particular resultará ser una adaptación antes siquiera de que el rasgo en cuestión haya sido investigado. Como método de trabajo y estrategia de investigación, ha dado muchos frutos. Como suposición incuestionable, sería efectivamente terrible, pero los que trabajan en psicología evolucionista no parecen utilizarla de esa manera. Se puede perdonar fácilmente a los observadores que piensen que sí lo hacen, porque así se lo han dicho en repetidas ocasiones autores destacados como Stephen Jay Gould, que tenía una tendencia documentada a tergiversar las opiniones de sus interlocutores.


Séptimo error: Las hipótesis de la psicología evolucionista son "fábulas ad hoc".


Es mucho más fácil perseverar en este error si no se revisa la literatura básica de la psicología evolucionista. He discutido este malentendido aquí, pero me gustaría abordarlo de nuevo para una audiencia más amplia en este ensayo. Para aquellos que no estén familiarizados con el término, la narración de hipótesis se refiere a un proceso no científico por el cual un psicólogo observa algo sobre el comportamiento humano, inventa una explicación conveniente para ello (en este caso, una evolucionista) y luego decide creerse esa explicación sin más investigaciones o evidencias.


Hay dos enfoques básicos para comprobar las hipótesis en la ciencia. El primero es el método descendente: el investigador utiliza una teoría para generar una hipótesis, deriva predicciones específicas de esa hipótesis y procede a probar esas predicciones específicas. Es casi imposible cometer el error de contar "fábulas ad hoc" utilizando el enfoque descendente, porque el investigador está haciendo predicciones a priori sobre la base de la teoría. Gran parte de la investigación en psicología evolucionista emplea este enfoque, empezando pues por la teoría y procediendo a partir de ella.


El segundo enfoque para la comprobación de hipótesis es el enfoque ascendente: el investigador se da cuenta de algo sobre el comportamiento humano o la psicología, plantea una hipótesis que podría explicar ese comportamiento, luego utiliza esta hipótesis para generar nuevas predicciones y, finalmente, pone a prueba esas predicciones. Ambos enfoques se emplean de forma normal y productiva en la ciencia, pero este segundo (el ascendente) puede potencialmente incurrir en las fabulaciones ad hoc si el investigador se detiene a mitad de camino y se limita a aceptar la explicación que ha inventado sin molestarse en derivar y probar nuevas predicciones a partir de ella. Un investigador que hace esto es culpable de contar cuentos de "así fue"  sin más. Afortunadamente, sin embargo, son muy pocos los investigadores de cualquier disciplina científica que cometen este grave error (y, según mi experiencia, con un poco de esfuerzo, se puede conseguir incluso que los estudiantes de psicología de primer ciclo lo eviten).


Si se examina la literatura fundamental de la psicología evolucionista, se notarán dos cosas: 1) gran parte de los trabajos de psicología evolucionista emplean el enfoque descendente, lo que hace que esta investigación sea esencialmente inmune a la acusación de inventar historias a medida. Y 2) la mayor parte de la investigación evolucionista ascendente no se detiene a mitad del proceso; más bien, los investigadores suelen generar nuevas predicciones a partir de la hipótesis que acaban de inventar, y proceden a probar esas nuevas predicciones en nuevos estudios empíricos. Esto significa que la mayor parte de los trabajos ascendentes en psicología evolutiva tampoco parecen caer en la fabulación ad hoc.


Entonces, ¿por qué hay tanta gente que persiste en la idea de que las hipótesis psicológicas evolucionistas son como cuentos de niños? He aquí una posible explicación parcial: la gente puede tener la impresión de que, dado que 1) la psicología evolucionista implica un elemento histórico y 2) no podemos mirar directamente al pasado, esto significa que las hipótesis psicológicas evolucionistas son, en última instancia, incomprobables y, por tanto, deben ser fabulaciones sin más. Este modo de pensar resulta tentador, pero es erróneo y parte de la incapacidad de comprender la naturaleza de la contrastación de hipótesis.


Comencemos por considerar que sucedería si fuera efectivamente cierto que la contrastación de hipótesis, en última instancia, es imposible en cualquier campo de estudio que contenga un elemento histórico; esto haría que en todos los siguientes campos las hipótesis fueran infalsificables y que estuvieran plagados de tonterías: cosmología, astrofísica, paleontología, arqueología, geología y biología evolutiva. Esto es, obviamente, absurdo, y debería servir como señal de advertencia para aquellos que piensan que la historicidad de la psicología evolucionista hace automáticamente que sus hipótesis sean irrebatibles (al no poder ser contrastadas).


Además, desde este planteamiento, se malinterpreta la naturaleza de los contrastes de hipótesis. Los psicólogos evolucionistas no necesitan viajar al pasado para probar sus hipótesis, sino que sus hipótesis pueden basarse en su conocimiento (ciertamente incompleto) del pasado, pero estas hipótesis producen predicciones empíricas sobre lo que deberíamos esperar ver en el mundo de hoy. En otras palabras, una hipótesis de psicología evolucionista arroja predicciones sobre lo que deberíamos encontrar cuando ponemos a prueba a los humanos modernos bajo la condición X. Por ejemplo, si queremos poner a prueba la hipótesis de que el asco evolucionó para protegernos de las enfermedades, no necesitamos viajar en el tiempo ni tener un conocimiento perfecto y completo del pasado. Más bien, para probar esta hipótesis hay que salir y hacer experimentos con humanos modernos para ver si, por ejemplo, las personas muestran una respuesta mayor de asco en respuesta a los productos más patógenos en comparación con los menos patógenos (lo hacen), si los que tienen un mayor asco y una mayor sensibilidad a la contaminación son menos propensos a haber enfermado recientemente (lo son), si los humanos pueden detectar la enfermedad en otros a través del olor corporal (pueden), si el asco se regula a la baja cuando se cuida de los propios parientes (así es), si el asco está vinculado con el comportamiento de apareamiento de la manera esperada (así es), si activa una respuesta inmunitaria (así parece), si se regula a la alza durante los períodos de inmunosupresión (así parece) y si la exposición de las personas a las emanaciones de los patógenos hace que adopten el tipo de comportamiento que reduce su probabilidad de infección (así es). Sí, la hipótesis de que el asco evolucionó para protegernos de las enfermedades contiene un elemento histórico implícito. Pero para poner a prueba la hipótesis no es necesario que el investigador viaje en el tiempo o se asome a la historia, sino simplemente que derive nuevas predicciones de la hipótesis y las ponga a prueba en la actualidad.


Este es, en mi opinión, el quid de la cuestión. Es tentador pensar que la historicidad parcial de las hipótesis evolutivas las hace infalsificables, pero esto malinterpreta la noción de falsabilidad y la naturaleza de la comprobación de hipótesis. Siempre que las hipótesis evolucionistas ofrezcan predicciones sobre los seres humanos que puedan ponerse a prueba en el entorno moderno -y lo hacen- son eminentemente falsables.


Conclusión:


El objetivo de este ensayo no es sugerir que los enfoques evolucionistas de la psicología sean perfectos. No lo son y, sin duda, pueden mejorarse. Sin embargo, los errores de concepto generalizados que se han discutido en este ensayo han impedido la aceptación de este campo de estudio entre los académicos y el público en general. Y dado que estas reticencias son en gran medida infundadas, el rechazo de muchas personas a la psicología evolucionista tiene poco que ver con sus méritos y limitaciones reales, y se basa por el contrario en un conjunto de ideas erróneas.


Y, lo que es más importante, estos errores de concepto impiden el progreso de la psicología en su conjunto, porque la ciencia de la mente y del comportamiento no puede alcanzar su pleno potencial si ignora la evolución. Simplemente no se puede escapar al hecho de que nuestros cerebros son un producto de la evolución, y que esto tiene importantes consecuencias en el funcionamiento de nuestras mentes.


La mayoría de los científicos coinciden en que la teoría de la evolución es el paradigma integrador de las ciencias de la vida: une muchas disciplinas diferentes, explica una enorme variedad de descubrimientos conocidos y predice una vertiginosa serie de otros nuevos. La psicología también es una ciencia de la vida. Inevitablemente se encuentra bajo este paraguas.


Los enfoques evolutivos de la psicología siguen realizando avances teóricos cada año y aportando nuevos descubrimientos empíricos cada mes. En lugar de luchar contra los molinos de viento de la psicología evolucionista, vale la pena hacer un esfuerzo de buena fe para participar en lo que los investigadores de este campo están diciendo y haciendo. Los lectores que lo hagan pueden sorprenderse al ver que lo que encuentran es a menudo sorprendentemente diferente de los hombres de paja que uno encuentra tan a menudo en la literatura barata. También pueden recoger una maravillosa cosecha teórica y empírica, que les permita empezar a entender la psicología humana bajo una nueva luz.

Ensayo original en Areo Magazine.

Seven Key Misconceptions about Evolutionary Psychology


El Dr. Laith Al-Shawaf es profesor asociado del Departamento de Psicología de la Universidad de Colorado, en Colorado Springs. Antes de trasladarse a Estados Unidos, fue docente en una universidad de lengua inglesa en Turquía y fue becario visitante en el Instituto de Estudios Avanzados de Berlín. Laith ha sido premiado tanto por su investigación como por su labor docente. Es miembro de la Academia Árabe-Alemana de Jóvenes (AGYA) y asesor académico principal del Centro de Investigación de Cognición Social Aplicada (CASCR) del Líbano. Puede encontrar sus escritos populares aquí, y puede encontrarlo en Twitter aquí.



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