El lenguaje está plagado de metáforas visuales. Cualquiera puede verlo, con sólo fijarse, por ejemplo, en esta frase. Esto es así porque el sentido de la vista en nuestra principal ventana al mundo exterior. A través de ella aprendemos pronto a reconocer patrones visuales, colores, movimientos y formas y, para empezar a adaptarnos a nuestro entorno social inmediato -más inmediato aún en la primera infancia, con la estrecha relación de los bebés con sus madres- rostros y gestos.
El imitador que es el ser humano comienza por el mimetismo gestual. Con el tiempo se desarrollan otras destrezas imitativas, y se tienen referentes sociales diversos a lo largo del ciclo vital, teniendo casi todo ser humano con un desarrollo normal a algunos otros cuyos comportamientos emular, y algunos a quienes rehuir, marginar o despreciar. Todos estos procesos se dan gracias a numerosas señales sutiles, muchas de las cuales se perciben a través de la vista Pero ciertamente no es la vista la que elabora las complejas categorías sociales que nos permiten orientarnos entre nuestros semejantes (más o menos semejantes). Vemos a los demás con un ojo interior (permítase la metáfora) que resulta ser una representación imperfecta en nuestro teatro mental, una simulación con nuestros propios mecanismos mentales, de lo que los otros experimentan en su interior, en su propia, única e intransferible mente.
Algunos niños parecen no ver bien en la mente de los otros. A su problema se le llama, en ocasiones, ceguera mental, y es conocido, médicamente, como autismo. Se considera esta manera de ser y estar en el mundo como una enfermedad del desarrollo, una desviación del camino recto que lleva de un recién nacido indefenso, dependiente e inseguro a un adulto sano perfectamente integrado y participativo en su ambiente social.
El autista parece en ocasiones no distinguir bien a las personas de los objetos. Es incapaz de ponerse en el lugar de los demás, ni para prodigarles amor ni para intentar herirles. Existe en ellos una desconexión misteriosa entre su mente y la representación de la de los otros, que hace que no vean a estos, o al menos que no los vean como semejantes.
El Profesor Simon Baron Cohen es, junto con su colega Uta Frith, el mayor experto internacional en autismo. Una de sus principales conclusiones tras observar a los autistas es que estos responden a un perfil de masculinidad psicológica extrema, en un continuo estadístico, que lleva de cerebros hipermasculinos a cerebros hiperfemeninos, siendo las características clave de los cerebros masculinos y femeninos la sistematización y la empatía, respectivamente. La extrema masculinidad que Baron Cohen atribuye al cerebro autista encaja con el hecho de que la mayoría de los autistas son hombres. También el autismo revela, como señala Baron Cohen, algunas de las tendencias de la mente masculina, apreciables en la población en general, hipertrofiadas. Un par de notables ejemplos señalados por Baron Cohen son los de Isaac Newton y Albert Einstein, los dos mayores genios de la física. Según Baron Cohen, Newton y Einstein podrían haber padecido el denominado síndrome de Asperger, una forma leve de autismo, generalmente acompañada de una capacidad de sistematización y pensamiento racional desmesurada.
El Profesor Baron Cohen ha sacado un hueco de su ocupadísima agenda para respondernos unas pocas preguntas. José Miguel revisó el correcto inglés de las mismas. Marzo tradujo las respuestas de Cohen al castellano.
En inglés:
1. What do autistic and others with ATYPICAL psychological development teach us about TYPICAL development? What is "wrong" with them?
There are a variety of different paths in development, and the very notion of normal development can be questioned. Some people are left handed, some are right handed, some are ambidextrous, and many are in the shades in between. The same is true not just for handedness but for mathematical, musical, verbal, social, spatial, and many other abilities and interests. Even within the typical population, some children are more sociable than others, some children are more 'obsessive'.
In my theory, some children's empathy is at a higher level than their systemizing (E>S) whilst other children show the opposite profile (S>E). Empathy is the drive to imagine another's thoughts and feelings and to respond to these with an appropriate emotion. Systemizing is the drive to analyse or construct systems. More girls than boys show the first profile, and more boys than girls show the second. But this is not about sex. It is about individual differences, since some children are atypical for their sex.
Children with autism tend to show an extreme of the typical male profile, and this can be summarized as S>>E. In words, children like this have empathy at below average levels, whilst their systemizing may be intact or even above average. On this view, children with autism simply lie at at extreme of a dimension that runs right through the population. This model was published in my book The Essential Difference (2003, Penguin).
2. How do we read each others' minds?
My own view is that the typical infant is born with an on-board set of mechanisms to give them a head-start into mindreading. Leaving such an important skill purely to learning and experience would be unlikely to succeed and it is far too risky to leave this to the chances of the early environment since mindreading makes psychological development a whole lot easier and may even help survival.
So what are these innate, on-board mechanisms? In my book Mindblindness (1995, MIT Press) I suggested there were 4 of them: EDD (the Eye Direction Detector) which steers the infant to look at faces and at eyes in particular, to attend to where another person is looking; ID (the Intentionality Detector) which biases an infant to interpret self-propelled or animate motion as goal-directed; SAM (the Shared Attention Mechanism) which drives the infant to check if s/he and another person are both attending to the same event or object; and finally ToMM (the Theory of Mind Mechanism) which allows the child to think about another person's mental states (their thoughts, beliefs, knowledge, desires, perceptions, and emotions).
Like Chomsky's LAD (Language Acquisition Device) such mindreading mechanisms are only partly innate. They need environmental input to develop and function, but the idea that they are also under some genetic influence helps us understand why children with autism may not develop these skills in the same way.
Referring back to the first question, such mindreading mechanisms are part of what we call empathy - they represent the 'cognitive' part of empathy. Empathy is broader than this, as it also has an 'affective' part (the system that responds to another's feelings).
3. What are you now working on?
My current work is focused on understanding the biological basis of these individual differences, both at the level of brain function and structure (using MRI) but also at the level of genetics and hormones. In my book Prenatal Testosterone in Mind (MIT Press, 2004) we documented how we have been following children from before birth, where we had the opportunity to measure their foetal testosterone levels, and are now in the unique position of being able to test for relationships between these early hormones (and the genes that regulate the hormones) and how children turn out. We have found that the higher a child's foetal testosterone, the less interested they are in faces at their first birthday, the slower their language is to develop at their second birthday, the harder it is for them to empathize and more they are focused on systems (by age 8 years old). This science is unlocking some remarkable mysteries about the variety of individual differences in development, leading us away from the idea of normal and abnormal and more towards recognizing and valuing diversity.
El imitador que es el ser humano comienza por el mimetismo gestual. Con el tiempo se desarrollan otras destrezas imitativas, y se tienen referentes sociales diversos a lo largo del ciclo vital, teniendo casi todo ser humano con un desarrollo normal a algunos otros cuyos comportamientos emular, y algunos a quienes rehuir, marginar o despreciar. Todos estos procesos se dan gracias a numerosas señales sutiles, muchas de las cuales se perciben a través de la vista Pero ciertamente no es la vista la que elabora las complejas categorías sociales que nos permiten orientarnos entre nuestros semejantes (más o menos semejantes). Vemos a los demás con un ojo interior (permítase la metáfora) que resulta ser una representación imperfecta en nuestro teatro mental, una simulación con nuestros propios mecanismos mentales, de lo que los otros experimentan en su interior, en su propia, única e intransferible mente.
Algunos niños parecen no ver bien en la mente de los otros. A su problema se le llama, en ocasiones, ceguera mental, y es conocido, médicamente, como autismo. Se considera esta manera de ser y estar en el mundo como una enfermedad del desarrollo, una desviación del camino recto que lleva de un recién nacido indefenso, dependiente e inseguro a un adulto sano perfectamente integrado y participativo en su ambiente social.
El autista parece en ocasiones no distinguir bien a las personas de los objetos. Es incapaz de ponerse en el lugar de los demás, ni para prodigarles amor ni para intentar herirles. Existe en ellos una desconexión misteriosa entre su mente y la representación de la de los otros, que hace que no vean a estos, o al menos que no los vean como semejantes.
El Profesor Simon Baron Cohen es, junto con su colega Uta Frith, el mayor experto internacional en autismo. Una de sus principales conclusiones tras observar a los autistas es que estos responden a un perfil de masculinidad psicológica extrema, en un continuo estadístico, que lleva de cerebros hipermasculinos a cerebros hiperfemeninos, siendo las características clave de los cerebros masculinos y femeninos la sistematización y la empatía, respectivamente. La extrema masculinidad que Baron Cohen atribuye al cerebro autista encaja con el hecho de que la mayoría de los autistas son hombres. También el autismo revela, como señala Baron Cohen, algunas de las tendencias de la mente masculina, apreciables en la población en general, hipertrofiadas. Un par de notables ejemplos señalados por Baron Cohen son los de Isaac Newton y Albert Einstein, los dos mayores genios de la física. Según Baron Cohen, Newton y Einstein podrían haber padecido el denominado síndrome de Asperger, una forma leve de autismo, generalmente acompañada de una capacidad de sistematización y pensamiento racional desmesurada.
El Profesor Baron Cohen ha sacado un hueco de su ocupadísima agenda para respondernos unas pocas preguntas. José Miguel revisó el correcto inglés de las mismas. Marzo tradujo las respuestas de Cohen al castellano.
En inglés:
1. What do autistic and others with ATYPICAL psychological development teach us about TYPICAL development? What is "wrong" with them?
There are a variety of different paths in development, and the very notion of normal development can be questioned. Some people are left handed, some are right handed, some are ambidextrous, and many are in the shades in between. The same is true not just for handedness but for mathematical, musical, verbal, social, spatial, and many other abilities and interests. Even within the typical population, some children are more sociable than others, some children are more 'obsessive'.
In my theory, some children's empathy is at a higher level than their systemizing (E>S) whilst other children show the opposite profile (S>E). Empathy is the drive to imagine another's thoughts and feelings and to respond to these with an appropriate emotion. Systemizing is the drive to analyse or construct systems. More girls than boys show the first profile, and more boys than girls show the second. But this is not about sex. It is about individual differences, since some children are atypical for their sex.
Children with autism tend to show an extreme of the typical male profile, and this can be summarized as S>>E. In words, children like this have empathy at below average levels, whilst their systemizing may be intact or even above average. On this view, children with autism simply lie at at extreme of a dimension that runs right through the population. This model was published in my book The Essential Difference (2003, Penguin).
2. How do we read each others' minds?
My own view is that the typical infant is born with an on-board set of mechanisms to give them a head-start into mindreading. Leaving such an important skill purely to learning and experience would be unlikely to succeed and it is far too risky to leave this to the chances of the early environment since mindreading makes psychological development a whole lot easier and may even help survival.
So what are these innate, on-board mechanisms? In my book Mindblindness (1995, MIT Press) I suggested there were 4 of them: EDD (the Eye Direction Detector) which steers the infant to look at faces and at eyes in particular, to attend to where another person is looking; ID (the Intentionality Detector) which biases an infant to interpret self-propelled or animate motion as goal-directed; SAM (the Shared Attention Mechanism) which drives the infant to check if s/he and another person are both attending to the same event or object; and finally ToMM (the Theory of Mind Mechanism) which allows the child to think about another person's mental states (their thoughts, beliefs, knowledge, desires, perceptions, and emotions).
Like Chomsky's LAD (Language Acquisition Device) such mindreading mechanisms are only partly innate. They need environmental input to develop and function, but the idea that they are also under some genetic influence helps us understand why children with autism may not develop these skills in the same way.
Referring back to the first question, such mindreading mechanisms are part of what we call empathy - they represent the 'cognitive' part of empathy. Empathy is broader than this, as it also has an 'affective' part (the system that responds to another's feelings).
3. What are you now working on?
My current work is focused on understanding the biological basis of these individual differences, both at the level of brain function and structure (using MRI) but also at the level of genetics and hormones. In my book Prenatal Testosterone in Mind (MIT Press, 2004) we documented how we have been following children from before birth, where we had the opportunity to measure their foetal testosterone levels, and are now in the unique position of being able to test for relationships between these early hormones (and the genes that regulate the hormones) and how children turn out. We have found that the higher a child's foetal testosterone, the less interested they are in faces at their first birthday, the slower their language is to develop at their second birthday, the harder it is for them to empathize and more they are focused on systems (by age 8 years old). This science is unlocking some remarkable mysteries about the variety of individual differences in development, leading us away from the idea of normal and abnormal and more towards recognizing and valuing diversity.
En español:
1. ¿Qué nos dicen sobre el desarrollo psicológico típico los autistas y otros con desarrollos atípicos? ¿Qué funciona "mal" en ellos?
Hay una variedad de diferentes caminos en el desarrollo, y puede cuestionarse la idea misma de desarrollo normal. Algunas personas son zurdas, otras son diestras, algunas ambidiestras y muchas están en los matices intermedios. Lo mismo es cierto no sólo para la destreza sino para las capacidades matemáticas, musicales, verbales, sociales, espaciales y muchas otras. Aun dentro de una población típica, algunos niños son más sociables que otros, algunos niños son más 'obsesivos'.
En mi teoría, la empatía de algunos niños es de nivel más alto que su sistematización (E>S) mientras que otros niños muestran el perfil opuesto (S>E). La empatía es el impulso de imaginar los pensamientos y sentimientos de otro y de responder a ellos con una emoción adecuada. La sistematización es el impulso de analizar o construir sistemas. Más chicas que chicos muestran el primer perfil, y más chicos que chicas muestran el segundo. Pero no es cuestión del sexo. Es cuestión de diferencias individuales, ya que algunos niños son atípicos para su sexo.
Los niños con autismo tienden a mostrar un extremo del típico perfil masculino, lo que puede resumirse como S>>E. En palabras, estos niños tienen una empatía de niveles inferiores a la media, mientras que su sistematización puede estar intacta o incluso ser superior a la media. Según este punto de vista, los niños con autismo simplemente están en el extremo de una dimensión que recorre toda la población. Este modelo se publicó en mi libro La diferencia esencial (2003, Penguin).
2. ¿Cómo leemos las mentes de los otros?
Yo opino que el niño típico nace con un conjunto de mecanismos incorporado para darle una ventaja inicial en la lectura de mentes. Sería improbable que tuviera éxito dejar una capacidad tan importante solamente al aprendizaje y la experiencia, y es demasiado arriesgado dejarla al albur del ambiente temprano ya que la lectura de mentes hace mucho más fácil el desarrollo psicológico y tal vez incluso ayude a la supervivencia.
Así pues, ¿cuáles son estos mecanismos innatos, incorporados? En mi libro Ceguera mental (1995, MIT Press) sugería que hay cuatro: EDD (el Detector de Dirección de la Mirada), que orienta al niño a mirar a los rostros y en especial a los ojos, a fijarse en adónde está mirando otra persona; ID (el Detector de Intencionalidad), que inclina al niño a interpretar el movimiento autopropulsado o animado como dirigido a un fin; SAM (el Mecanismo de Atención Compartida), que impulsa al niño a comprobar si él/la y otra persona están prestando atención al mismo suceso u objeto; y por fin ToMM (el Mecanismo de Teoría de la Mente), que le permite pensar sobre los estados mentales de otra persona (sus pensamientos, creencias, conocimientos, deseos, percepciones y emociones).
Como el Mecanismo de Adquisición del Lenguaje de Chomsky, estos mecanismos de lectura mental son innatos sólo en parte. Necesitan estímulo ambiental para desarrollarse y funcionar, pero la idea de que están sometidos también a algo de influencia genética nos ayuda a entender por qué los niños con autismo pueden no desarrollar estas capacidades de la misma manera.
Volviendo a la primera pregunta, estos mecanismos de lectura mental son parte de lo que llamamos empatía; representan la parte 'cognitiva' de la empatía. La empatía es más amplia, pues tiene también una parte 'afectiva' (el sistema que responde a los sentimientos ajenos).
3. ¿En qué trabaja ahora?
Mi trabajo actual se enfoca en entender la base biológica de estas diferencias individuales, tanto en el nivel de la función como el de la estructura cerebrales (usando IRM) pero también en el nivel de la genética y las hormonas. En mi libro Testosterona prenatal en la mente (MIT Press, 2004) documentamos cómo hemos estado siguiendo a niños desde antes de su nacimiento, cuando tuvimos la ocasión de medir sus niveles de testosterona fetal, y tenemos ahora la ocasión única de buscar relaciones entre esas hormonas tempranas (y los genes que regulan las hormonas) y cómo salen los niños. Hemos hallado que cuanto más alta es la testoserona fetal de un niño menos se interesa por las caras en su primer cumpleaños, más lento es su desarrollo del lenguaje en su segundo cumpleaños y más difícil le es empatizar y más se enfoca en los sistemas (a la edad de ocho años). Estas investigaciones están desvelando algunos notables misterios sobre la variedad de las diferencias individuales en el desarrollo, alejándonos de la idea de lo normal y lo anormal y acercándonos a reconocer y valorar la diversidad.
Brillante entrevista, como habitualmente. Me he permitido citarla en mi blog de formación empresarial "Más allá de la Formación" http://santiagofbarrero.wordpress.com/
ResponderEliminarSaludos cordiales
Gracias Santiago.
ResponderEliminarMuy interesante tu blog. ¡Y muy políticamente incorrecto!
Es una simplificación excesiva medir la masculinidad-feminidad por la sistematicidad-empatía... La dimensión masculino-femenino vista así es ridículamente simplista, ¡ojalá fuera tan fácil y simple!
ResponderEliminarUn estudio sobre la empatía en función del sexo es, desde luego, interesante, pero sería deseable que se dieran datos un poco más precisos, porque hablar de "típicamente", "mayoría", es tanto como no decir nada... ¿De qué porcentajes estamos hablando?
Ya el colmo de la imprecisión es aventurar a Newton o Einstein como ejemplos por la posibilidad de que hayan estado afectados por un supuesto síndrome de Asperger... A mí esto no me parece serio, tratado así, tan a la ligera.
¿Los varones no empáticos cómo andaban de masa muscular, de testosterona, qué dotación cromosómica, que tono de la voz, que "preferencia sexual"...?, en fin, que los autistas sean unos machotes sería la conclusión..., y las mujeres autistas, también, claro.¡Hombre!
Claro que es de interés una división entre cerebros masculinos y femeninos según sus características, pero no saquemos conclusiones tan simplistas, por favor.
Hoy veo chicas que van al fútbol, oigo, lamentablemente, a chicas hablar de "dar hostias" a otras, como si fueran muchachote de barrio... ¡Hay tantos factores aquí en juego!
¿Es la empatía una característica ligada al sexo?, el propio Simon dice que "no es cuestión del sexo. Es cuestión de diferencias individuales, ya que algunos niños son atípicos para su sexo."
Supongo que un libro que se muestre bajo la vitola de las diferencias entre cerebros masculinos-femeninos es más comercial...
Sospecho que el trabajo de Simon Baron Cohen es muy interesante.
En efecto, el trabajo de Simon Baron-Cohen es muy interesante, y bastante científico.
ResponderEliminarClaro que sospecho que mucho no te puede gustar si calificas de simplistas y poco documentadas algunas de sus conclusiones más importantes.