Una característica distintiva de los humanos, y responsable de nuestro éxito como especie, es nuestra capacidad para cooperar con desconocidos, con personas que no son parientes nuestras. Sin embargo, antes de llegar a ese punto de cooperación es muy importante el papel que ha jugado nuestra red de parentesco, la familia política, en nuestra evolución. Bernard Chapais , primatólogo, cuenta en su libro Primeval Kinship de 2008, la importancia que ha tenido socialmente la monogamia en la ampliación de la estructura social humana.
La aparición del vínculo de pareja, el paso de unas relaciones promiscuas a un vínculo entre un hombre y una mujer es un suceso central en nuestra evolución que permitió, entre otras cosas, que los niños pudieran ser dependientes durante más tiempo y que el cerebro pudiera crecer después del nacimiento. Pero a nivel social la presencia de dos padres reveló una estructura genealógica que está más oculta en monos y simios. Un chimpancé, por ejemplo, sabe quién es su madre y sus hermanos, porque crece con ellos, pero no conoce a su padre ni a los parientes de su padre. Por lo tanto, las bandas vecinas a las que se van las hembras en la adolescencia para evitar el incesto son percibidas como llenas de machos hostiles y como enemigas.
En el caso humano tras la aparición de la monogamia, los machos pueden reconocer a sus hermanas e hijas en las bandas vecinas y darse cuenta de que las parejas de ellas tienen un interés genético común en el bienestar de los hijos de estas mujeres, las cuales se convierten en un puente entre ambas tribus. De repente, los machos de la banda vecina pasan de enemigos a cuñados. Se crea así una estructura social más compleja que favorece la cooperación entre bandas que intercambian mujeres. Estas bandas, a diferencia del caso de los chimpancés, aprenden a cooperar y forman un grupo o tribu más amplio que protege el territorio de otras tribus. Se facilita la formación de relaciones pacíficas con otros grupos.
El modelo de Chapais se inspira en Claude Lévi-Strauss que consideraba que la esencia de la especie humana era la exogamia recíproca y que el tabú del incesto es el motor de esta característica al obligar a la búsqueda de pareja fuera del propio grupo. Esta idea de Lévi-Strauss quedó olvidada al conocerse que la evitación del incesto la practican todos los primates no humanos, ente los que uno u otro sexo suele emigrar al llegar a la madurez sexual. Chapais vuelve a ella al darse cuenta del gran cambio que supuso la monogamia.
¿Y cuál es el origen de la monogamia? Aquí Chapais dice que fue una herramienta, las armas, las que hicieron posible la sociedad humana. Entre los chimpancés y otros simios manda el macho alfa por medio de la fuerza física (y de su inteligencia para crear y mantener alianzas). Pero las armas igualaron las fuerzas entre los machos. Desde el momento en que todos los machos estaban armados el coste de monopolizar a las hembras se hizo demasiado grande. En la incipiente sociedad homínida las hembras se adjudicaron a los machos de forma más igualitaria.
La importancia de Chapais es que antes de él muchos autores decían que el parentesco era una construcción social. El trabajo de Chapais introduce la biología y nuestra herencia primate como base, sin la que no puede entenderse, esa construcción cultural. Lo que ocurre es que los hombres intercambian mujeres, y esto es así en todo el mundo. En ninguna parte las mujeres intercambian hombres. La explicación es que el esfuerzo reproductor de las mujeres es mayor (embarazo, lactancia, cuidado de la prole…) por lo que los hombres van a competir por monopolizar a las mujeres que es el recurso reproductivo más escaso (Teoria de la inversión parental de Trivers).
Quedan preguntas en el aire. ¿Cómo consiguen los hombres controlar y someter a las mujeres convirtiéndolas en objetos de intercambio? Robin Fox había intentado un respuesta planteando que las mujeres eran dependientes de los hombres por la caza y la carne que estos aportaban. La cuestión del origen evolucionista del control de los hombres sobre las mujeres la han abordado otros autores como Marvin Harris o Barbara Smuts. Muy unido a ello , y siempre suponiendo que Chapais tenga razón y que la aparición de la red de parentesco humana suponga la subordinación de las mujeres a los hombres, nos podríamos plantear si la subordinación femenina tiene una raíz biológica, evolucionista también.
Ciertas o no en su totalidad, las ideas de Chapais son interesantes. Recientemente se ha publicado que los macacos son capaces de identificar a parientes de la línea paterna, a los que no conocían previamente, y parece que se basan en los rasgos faciales. En cualquier caso, interesante el papel de la familia política en la evolución humana.
@pitiklinov
Referencia:
Smuts BB(1995) The evolutionary origins of patriarchy. Human Nature,6, 1-32
Harris M( 1993) The evolution of human gender hierarchies: a trial formulation. Eb B. Miller ( ed) Sex and gender hierarchies (pp 57-59) Cambridge University Press.
Me gusto su reseña. Seguiré buscando el artículo de Levi Strauss, que leí hace muchos años, y que me trajo hasta aquí. Saludos
ResponderEliminarMe gusto su reseña. Seguiré buscando el artículo de Levi Strauss, que leí hace muchos años, y que me trajo hasta aquí. Saludos
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