Michael McCullough es profesor de Psicología de la Universidad de Florida y está interesado en el estudio de sentimientos morales como la gratitud, la venganza o el perdón desde un enfoque evolucionista. En esta entrada voy a comentar su libro Beyond Revenge: The evolution of the forgiveness instinct, donde trata de la venganza y el perdón y dice algunas cosas también sobre la religión, que es otro de sus temas de estudio.
Lo primero que hace McCullough es negar el que él llama “modelo de enfermedad” de la venganza y el perdón, que es el que ha predominado en Occidente en los últimos siglos (promovido por las religiones de la zona). Según este modelo, la venganza es algo malo, sucio, peligroso, negativo, una especie de infección que afecta al individuo para desgracia suya y de los que le rodean. Algo ha ido mal con la persona cuando siente venganza. Por contra, el perdón es bueno, es la cura. McCullough cita a Hannah Arendt y a Kurt Vonnegut que llegaron a decir que el perdón fue una idea o descubrimiento de Jesucristo. Por ello, McCullough establece tres primeras verdades básicas:
1- El deseo de venganza es normal, todo ser humano tiene el hardware para sentirla y la disposición a buscar venganza sirvió importantes funciones en nuestros ancestros (que luego comentaremos). No sólo es universal en humanos sino que existe en otros animales desde peces a primates.
2- La perspectiva evolucionista nos dice también que el perdón tampoco es una idea que Jesucristo o ningún otro tuviera que inventar. Forma parte de nuestra naturaleza y también de la de otros animales. De Waal la ha demostrado y estudiado en chimpancés y existe en cabras, ovejas, delfines y monos.
3- Si queremos hacer un mundo mejor donde exista más perdón y menos venganza no debemos intentar cambiar la naturaleza humana sino cambiar el mundo. McCullough se apunta a la problemática idea de la Psicología Evolucionista de que existe una naturaleza humana resultado de millones de años de evolución y que es la que es. Sin embargo esa naturaleza es lo bastante flexible, polifacética y sensible al entorno como para permitir construir un mundo con menos venganza. ¿Cómo se hace eso? Pues construyendo ambientes, entornos, sociedades con menos factores que evoquen el deseo de venganza y más factores que evoquen el deseo de perdón. Lo vemos también más adelante.
Decir que existe una naturaleza humana es algo que no está admitido por todo el mundo (filósofos y científicos). Mucha gente (especialmente de las ciencias sociales) sigue pensando que el ser humano es una tabla rasa en la que se puede escribir cualquier cosa, que su maleabilidad es infinita y que es sólo producto de la cultura. Para McCullough decir que existe la naturaleza humana significa decir que existen una serie de disposiciones de conducta y psicológicas que han sido modeladas y refinadas por la selección natural y que son evocadas por el ambiente en que se vive. En el tema concreto que nos ocupa ahora, la venganza o el perdón no son creados a partir de cero en cada individuo por la fuerzas de la cultura o la educación o las buenas o malas experiencias vitales sino que forman parte de nuestra herencia como especie. Existe una anatomía humana universal (con variaciones) y existe una psicología humana universal (también con variaciones). La sociobiología, y posteriormente la psicología evolucionista, ponen el énfasis en el repertorio de conductas comunes a todas las culturas, en lo que nos une como especie.
¿Qué problemas adaptativos contribuyó a solucionar la venganza en nuestros ancestros? Evidentemente, tenemos que pensar en sociedades similares a las de los cazadores recolectores actuales sin sistemas judiciales, ni policía, ni una centralización o monopolio en el uso de la fuerza por parte del estado. Lo que una persona tenía para defenderse era su propia fuerza y la de sus familiares y algún amigo. Básicamente, se han propuesto tres:
1- En primer lugar, la venganza impediría que individuos que han dañado o agredido a alguien lo vuelvan a repetir. Si alguien abusa de mí y no me defiendo es probable que esa persona lo repita y mi éxito reproductivo se reduciría. Si hago que para esa persona sea costoso atacarme (vengándome) es muy probable que se lo piense mejor.
2- Una segunda función de la venganza es impedir que cualquiera que pudiera estar pensando en hacernos daño o aprovecharse de nosotros, renuncie a ello y no seamos atacados en primera instancia. Si alguien ve cómo me las gasto cuando he sido atacado conseguiré una reputación de tipo duro con el que no se juega y eso impedirá que nadie abuse de mí. Si otros miembros de la tribu ven que todo el mundo abusa de mí y no respondo, nadie me respetará y se aprovecharán de mí. Existen muchos estudios donde se observa la enorme importancia que dan las personas a la existencia de espectadores en una reyerta, a que sean objeto de burla y desprecio y su reputación se hunda.
3- Por último, otra posible función de la venganza es obligar a todos los miembros del grupo a cooperar en la empresa común y evitar que egoístas y aprovechados se beneficien del trabajo de los demás. Este es un riesgo que existe en todo grupo, que trabajen algunos -o la mayoría- pero que otros no colaboren y se apunten luego al reparto del pastel (el llamado problema del free-rider). Castigando a estos sujetos solucionaríamos este problema. McCullough revisa una serie de estudios donde se ve que la cooperación a gran escala en los grupos no es posible sin castigar a los aprovechados.
Pasando ahora al perdón, ¿cuál es la ventaja adaptativa del perdón? pues la explicación más aceptada es la “hipótesis de la relación valiosa”, de Frans de Waal. Los individuos perdonan y se reconcilian para reparar una relación que ha sido dañada por una agresión. Los animales que muestran reconciliación son animales sociales. Por ejemplo, no se ha observado reconciliación en gatos pero la explicación más probable es que un gato adulto no necesita a otro gato absolutamente para nada. Pero los humanos y otros animales si no reparan las relaciones con familiares e íntimos se pierden las ventajas de la cooperación. Nos reconciliamos porque nos necesitamos. McCullough dedica prácticamente un capítulo a la teoría de juegos, al dilema del prisionero y a las estrategias estudiadas por Robert Axelrod y otros, como la famosa tit-for-tat. Si nos fijamos en el caso de tit-for-tat - que consiste en empezar colaborando y luego hacer lo que haga el otro, es decir, si el otro colabora colaboramos y si no, castigamos- vemos que es una estrategia que tiene una parte retaliatoria (vengativa), pero también otra parte de perdón: si el otro vuelve a colaborar tit-for-tat olvida y vuelve a colaborar.
No vamos a entrar en modelos más complicados de teoría de juegos que incluyen el llamado “ruido”, la posibilidad de errores involuntarios como no cooperar cuando quieres cooperar, donde se ha visto que triunfan estrategias como la llamada Generous tit-for-tat , la Pavlov: “gana-sigue, pierde-cambia”(win-stay. lose-shift), o la firme-pero-amable (firm-but-fair). Lo importante de todos esos experimentos es que todas las estrategias que son evolucionistamente estables perdonan parte del tiempo. La conclusión por tanto es que el perdón evolucionó porque lubricaba las relaciones sociales, pero no con todo el mundo…El perdón evolucionó para preservar unas relaciones muy importantes con familiares y probablemente algunos vecinos, es decir un entorno del que podíamos beneficiarnos por reciprocidad. Si no hubiera perdón, la cooperación no prosperaría y, como demuestran las simulaciones de ordenador, los que cooperan vencen a los que no cooperan y se estancan en vendettas sin fin.
Para acabar volvemos al tema de cambiar el mundo e intentar construir sociedades donde tengamos poca venganza y más perdón. En países avanzados donde impera la ley y el orden es algo que ya hemos conseguido en buena medida. Pero en lugares donde los gobiernos son débiles, donde no hay policía y la vida es peligrosa la venganza vuelve a hacer su aparición porque es la única manera de castigar a los agresores y de impedir ser atacado, como ocurría en los ambientes ancestrales. En las sociedades avanzadas tampoco lo debemos dar por conseguido porque existen subculturas con otros códigos (códigos de la calle) y luego está todo el mundo del crimen organizado. En esos ambientes no se puede llamar a la policía para arreglar las diferencias y hay que resolverlas por vías más expeditivas. Por tanto, el camino a un progreso con más perdón y menos venganza es crear redes de cooperación cada vez más grandes entre grupos y personas y sistemas judiciales y de gobierno fiables que den seguridad a las personas.
En definitiva, nos tenemos que olvidar de falsas dicotomías sobre si somos buenos o malos; si somos vengativos o perdonamos. Somos buenos y malos, vengativos y perdonadores. La evolución favorece a los organismos que pueden ser vengativos cuando es necesario, que pueden perdonar cuando es necesario y que tienen la sabiduría de conocer la diferencia (saber cuando es necesario una cosa o la otra).
@pitiklinov
Referencia:
"nos tenemos que olvidar de falsas dicotomías sobre si somos buenos o malos; si somos vengativos o perdonamos. Somos buenos y malos, vengativos y perdonadores. La evolución favorece a los organismos que pueden ser vengativos cuando es necesario, que pueden perdonar cuando es necesario y que tienen la sabiduría de conocer la diferencia (saber cuando es necesario una cosa o la otra)."
ResponderEliminarSi planteamientos conformistas como estos hubieran siempre predominado no habríamos avanzado mucho desde la Ley del Talión.
En realidad, la existencia del perdón ya demuestra la insuficiencia del principio de la venganza en las culturas evolucionadas. Si la venganza existe para disuadir a los abusadores, y por tanto su naturaleza está tan racionalmente justificada ¿por qué atemperarla con el perdón?
Entre muchos pueblos primitivos (pensemos también en muchos desesperados partidarios de la sharia islámica hoy en día) se piensa que una venganza implacable forzará, bajo el imperio del terror, a que todo el mundo se comporte correctamente. El precio a pagar será alto para algunos, pero el beneficio será enorme para la gran mayoría. Y, sin embargo, esta teoría no funciona nunca. La venganza (o la justicia, que es básicamente lo mismo) no puede anular las tendencias antisociales. De hecho, según muchos antropólogos, los pueblos más partidarios de la venganza son precisamente los que más toleran los comportamientos antisociales e incumplen sus propias reglas prosociales. Pero para ver eso no hace falta irse a vivir entre los papúes, basta con ver unos cuantos episodios de "Los Soprano".
Así, a trancas y a barrancas, la venganza (o la justicia) ha permitido, a muy alto costo, que el ser humano sobreviva entre sus tendencias prosociales y antisociales, un parcheo constante entre venganzas y perdones, honor y deshonor, y leyes que luego nadie quiere cumplir aunque todo el mundo proclama que son sagradas.
Esto es parte de la naturaleza humana, pero también es parte de la naturaleza humana el conformismo negacionista que se niega a aceptar la realidad de que el comportamiento humano puede ser modificado en base a criterios racionales aceptados socialmente.
Lo malo del evolucionismo aplicado a las cuestiones sociales es que, en tanto que describe con acierto el origen de nuestras contradicciones, sacraliza el resultado evolutivo y lo proclama inamovible, cuando la conclusión de la experiencia de los cambios debería ser exactamente la contraria. No hemos avanzado tanto desde los tiempos de Herbert Spencer.
Según Richard Wrangham, la pena capital ha sido clave para la reducción de la agresión reactiva en nuestra especie: https://www.youtube.com/watch?v=acOZT240bTA
ResponderEliminarY digo en nuestra especie porque antes ya se había propuesto (por un autor de cuyo nombre no quiero acordarme) la pena de muerte como factor explicativo de la especificidad biológica de los europeos a partir de los XII y XIII. Para Wrangham eso es algo que ya venía sucediendo en las culturas de cazadores/recolectores. Y propone el lenguaje como condición para consensuar la sentencia.
No me gustan las explicaciónes que apuestan todo a un único factor y este es uno de esos casos. Los bonobos no hablan y se han domesticado ellos solos. Todo apunta más bien a un proceso de ortoselección, un efecto Baldwin, que probablemente como algo muy parecido los bonobos, se acentúa y adquiere características únicas con la emergencia del lenguaje simbólico y solo muy recientemente la organización estatal sustituye a la justicia y al interés del clan en el ejercicio de la violencia proactiva.
"Todo apunta más bien a un proceso de ortoselección, un efecto Baldwin"
ResponderEliminarSi no lo he comprendido mal, quiere decir que para que la sociedad humana salga de la penosa circunstancia de tener que vivir en un caos de venganza/perdón tenemos que esperar a que la selección natural produzca nuevos humanos más prosociales que los que ahora hay.
En esta forma de escepticismo, no podríamos confiar en las mejoras de origen cultural futuras.
Sin embargo, muchas mejoras ya se han producido en tiempos relativamente recientes (la disminución del número de homicidios, por ejemplo), así que ¿por qué tendrían que dejar de producirse más cambios en adelante?
¿No resulta sospechoso, desde el punto de vista evolutivo, el que, según el experto evolucionista de turno, los cambios culturales de importancia dejen de producirse precisamente a partir del momento histórico en el que el escéptico evolucionista en cuestión vive?
"quiere decir para que la sociedad humana salga de la penosa circunstancia de tener que vivir en un caos de venganza/perdón tenemos que esperar a que la selección natural produzca nuevos humanos más prosociales que los que ahora hay."
ResponderEliminarFíjate en todos los presupuestos que oculta ese párrafo. En primer lugar habla de un propósito, salir de una penosa circunstancia. El proceso de domesticación que menciono no implica valoración sobre su resultado. En segundo lugar esta entrada trata cómo, las dinámicas de venganza y perdón, culturalmente mediadas, no son un caos, sino elementos constitutivos de la organización social. En tercer lugar, cualquier novedad antropológica está expuesta a la criba de la selección natural, pero el grueso de las tales novedades nada tiene que ver con cambios en el genoma. Las culturas también son fenómenos naturales. Así que no hace falta esperar para ponerse a producir nuevos humanos más prosociales si crees saber cómo hacerlo, mediante cambios culturales o modificando directamente nuestros condicionantes biológicos. La cuestión es si queremos hacerlo o hasta qué punto. No reconocer mérito explicativo a otro factor que a nuestra capacidad para la colaboración es hacerle un flaco favor al tratamiento de un fenómeno tan complejo. Aprendimos a colaborar, entre otras cosas, para sobrevivir a la competición con otros grupos y eso también es un factor a considerar en la génesis de nuestras capacidades cognitivas. Todos los maximalismos son peligrosos. Si el siglo XX nos ha enseñado una lección es evitar los experimentos de ingeniería social y reconocer el potencial de la iniciativa indidual para generar innovación y riqueza, incluso en escenarios de colaboración voluntaria. El Estado debe ser árbitro, no director espiritual.
Me parece oportuno mostrar que existen grandes dificultades para explicar la plena fenomenología del perdón humano (no sé si existe algo parecido a ese perdón del que trato de hablar en el resto de animales) exclusivamente en los términos de sus aspectos físico-biológicos y evolutivos que se exponen en esta entrada. A pesar de que se manifieste, eso sí, a través de éstos, no son sólo esto.
ResponderEliminarsaludos
Masgüel,
ResponderEliminar·El Estado debe ser árbitro, no director espiritual.
Si fuera tan fácil !. Un arbitro es un director espiritual que se disfraza de no serlo.
saludos,
" El proceso de domesticación que menciono no implica valoración sobre su resultado."
ResponderEliminar"cualquier novedad antropológica está expuesta a la criba de la selección natural, pero el grueso de las tales novedades nada tiene que ver con cambios en el genoma."
La domesticación sí implica cambios en el genoma, y en las circunstancias actuales no parece que se vaya a tomar el camino de la eugenesia para solucionar los problemas. Como bien se dice también, debemos contar exclusivamente con los cambios culturales.
"Si el siglo XX nos ha enseñado una lección es evitar los experimentos de ingeniería social y reconocer el potencial de la iniciativa indidual para generar innovación y riqueza, incluso en escenarios de colaboración voluntaria"
Esto merece una aclaración de la mayor importancia. ¿Qué entendemos por "ingeniería social"? Si se trata del marxismo soviético o del "Walden Dos" de BF Skinner, entonces por supuesto que ese camino está cerrado. Pero una visión más imaginativa del asunto debería considerar también"ingeniería social" el que un rey en particular decretase que determinada Iglesia fuese oficial y otra no, o que una República implantara la escolarización obligatoria. Hasta Freud especuló una vez con que el psicoanálisis estuviera al alcance de todos.
"las dinámicas de venganza y perdón, culturalmente mediadas, no son un caos, sino elementos constitutivos de la organización social"
Son un caos porque el individuo aspira a la estabilidad emocional y al éxito prosocial. Nos incorporamos al mundo desde la aspiración de la armonía de la maternidad y nos tropezamos con la agresión, la escasez y la incomprensión gratuitas. La venganza (o la justicia) son paliativos en una situación insatisfactoria y el perdón supone la aspiración a recomponer el ideal de armonía.
Los zoólogos podrán decir que en el mundo animal impera la armonía, pero yo estoy con Michel Houellebecq cuando piensa que los animales malviven en un mundo atroz. Por suerte para ellos carecen de autoconsciencia para darse cuenta.
"iniciativa indidual para generar innovación y riqueza, incluso en escenarios de colaboración voluntaria."
Eso es caer en el voluntarismo o en la interesada teoría de la "mano invisible" por la que el interés particular (determinado por la cultura actual) acabaría llevando al interés general. Hay posibilidades más imaginativas, como, por ejemplo, utilizar los mecanismos psicosociales de la religión de una forma racional y coherente.
Y si no, esperemos que la educación y la ilustración, al continuar extendiéndose, acaben produciendo algún cambio. Aunque a lo mejor ambas posibilidades son complementarias...
"Los resultados de la espontaneidad pueden ser tan perversos como los resultados del control, e incluso más en ciertos casos. Pero aquí vuelve a ser necesario un deslinde. Por una parte, estudiando lo espontáneo de un fenómeno nos acercamos más al fenómeno que reduciéndolo a cosa legislada, e incluso nos acercamos más a poder intervenir en él. Por otra parte, el autocontrol llamado civismo debe distinguirse del imperio arbitrario sobre la conducta de otros, y desde esa perspectiva la libertad resulta tan económica como la coacción costosa. De hecho, sólo brota dentro de aquello que es ya complejo, cuando la razón y el instinto de muchos se han templado aprendiendo reglas impersonales de juego, como que los pactos libremente contraídos habrán de cumplirse, que no será admisible pedir sin dar, que mediará el consentimiento en las transmisiones, etc. Dichas reglas han surgido al margen de cualquier intencionalidad explícita, a pesar de lo cual son las formas que sostienen el edificio de la vida cívica, con todas sus limitaciones y posibilidades. La espontaneidad será siempre una dinámica más o menos caótica, y por eso mismo susceptible de mejoramiento tanto como de empeoramiento. Sin embargo, espontaneidad es sencillamente otro nombre para un orden abierto a cambios. Cuando el cambio se encomienda a algún orden restringido o cerrado –desde la instrucción militar o monacal a supuestas “leyes de la naturaleza”- el caos sigue allí, informando cada elemento y cada práctica, mientras el verdadero cambio –el que afecta a nuestra perspectiva- queda siempre postergado a un mañana remoto.”
ResponderEliminarCaos y orden - A. Escohotado
Masgüel,
ResponderEliminar·
"Cuando el cambio se encomienda a algún orden restringido o cerrado –desde la instrucción militar o monacal a supuestas “leyes de la naturaleza”- el caos sigue allí, informando cada elemento y cada práctica, mientras el verdadero cambio –el que afecta a nuestra perspectiva- queda siempre postergado a un mañana remoto.”
Distingamos entre espontaneidad y autocontrol (del tipo que sea, personal, monacal o militar).
¿No es el autocontrol "esquema de acción" eficaz de lo que fue espontaneo y hacemos no espontaneo? ¿No es el autocontrol fuente y fundamento de lo que serán nuevas espontaneidades?.Educar, ¿ Qué es sino autocontrolar la espontaneidad?
Decía Peirce:
“la mente no está sujeta a ‘ley’ en el mismo sentido rígido en que lo está la materia. (...) Siempre permanece una cierta cantidad de espontaneidad arbitraria en su acción, sin la cual estaría muerta”
C. S. Peirce, CP 6.148
El autocontrol (si es monacal mejor :) ) no es negar la espontaneidad y "morir", creo yo; constituye un principio general de acción, como un esquema mental, desde él que se actualizan las posibilidades y se puede encarnar el ideal de la razonabilidad y proyectarse sobre el mundo. Gracias a ese autocontrol podemos enlazar pasado y futuro y constituye el medio más eficaz para el crecimiento y el progreso humano. No lo capa, lo hace posible.
saludos.
Enric, lo que trata el texto de Escohotado y el motivo por el que le cito es otro tipo de espontaneidad. El artículo completo:
ResponderEliminarhttp://www.escohotado.com/articulosdirectos/espontaneidadycomplejidad2.htm
La cita inicial de Hayek ejemplifica muy bien la reticencia liberal a los regímenes monacales.
"el verdadero cambio –el que afecta a nuestra perspectiva- queda siempre postergado a un mañana remoto"
ResponderEliminar¿Cuál es ese "verdadero cambio"?
Me temo que en una discusión acerca de autocontrol o espontaneidad nos estemos perdiendo en vaguedades. Los verdaderos cambios existen, sin duda, y muchos de ellos se producen en "entornos de alta presión", como el adiestramiento militar, los encierros monacales... o los centros de tortura. De hecho, son los mecanismos más efectivos para obtener cambios.¿Eso los hace menos "verdaderos"?
Yo creo que el señor Escohotado se pronuncia contra los cambios que no le gustan, no porque sean o no verdaderos. Aunque muchos (la mayoría) de los cambios que se producen en entornos deliberadamente diseñados son claramente antisociales, parece una insensatez renunciar a sus posibilidades.Hay mucha gente a la que no le gustan los cambios porque contradirían sus personales creencias.
El ejemplo que yo suelo poner, aparte del tema de las conversiones religiosas, es el de la "terapia de los doce pasos" de los Alcohólicos Anónimos. Me gusta especialmente porque fue una invención de "aficionados", no obra de profesionales de la psicología (las conversiones religiosas, de efecto mucho más impactante que el tratamiento psicológico profesional, también son, por supuesto, obra de aficionados). Ésta o cualquier otra terapia de grupo da posibilidades para que el individuo cambie sus "disparadores emocionales" de un objetivo a otro en su conducta, de acuerdo con su elección inicial (quiero dejar de ser alcohólico, quiero perder peso, dejar de fumar, cesar en mi comportamiento violento).
Lo que falta es poder aplicar estos métodos efectivos a la idea de hacer un "mundo mejor", sin venganza y sin que haya necesidad de perdonar a nadie. El motivo por el que no se hace se encuentra en que las personas influyentes, como el mismo Escohotado, están ideológicamente muy felices con el mundo que tenemos y no quieren que la gente cambie (aunque suelen manifestar lo contrario "para quedar bien"). De ahí que busquen pretextos para el conformismo, del tipo de abominar de la "coacción" y alabar la "espontaneidad" o la "libertad", a la espera del "verdadero cambio" que, por supuesto, si de ellos dependiera, nunca se produciría.
En realidad, los "auténticos cambios" incluyen tanto el método como el contenido. No puedes utilizar métodos revolucionarios (un ejemplo es el caso del psicoanálisis) con el fin de perpetuar la sociedad burguesa. Tampoco puedes plantearte fines revolucionarios (como los marxistas) utilizando métodos burgueses o incluso propios de las tiranías neolíticas. Probablemente ése es el motivo de fondo de que el "verdadero cambio" encuentre tantas resistencias.
• La cita inicial de Hayek ejemplifica muy bien la reticencia liberal a los regímenes monacales.
ResponderEliminarPues no entiendo muy bien esa reticencia, que tal vez es causada por una mala comprensión de las reglas y forma de vida monástica.
Parece como si en el régimen monacal la regla consistiese en aplicar un principio general (la regla) a un caso singular (conducta monacal), casi como una operación de deducción meramente lógica. Sin embargo, el proyecto cenobítico no se fundamenta en una relación entre norma y acción de ese estilo, sino en ser búsqueda de una forma de vida voluntaria. En este sentido, la forma de vida monacal, es el conjunto de reglas constitutivas que la definen no axiomáticamente, ya que la forma de vida buscada elabora las reglas, y las reglas conforman la forma de vida que se busca. No veo en ello nada reticente a lo que expresa Hayek.
En fin…
Saludos
"la forma de vida monacal, es el conjunto de reglas constitutivas que la definen no axiomáticamente, ya que la forma de vida buscada elabora las reglas, y las reglas conforman la forma de vida que se busca"
ResponderEliminarPodría decirse también que las reglas, más que una forma de vida, forman un conjunto de estrategias de ascesis. En el ejemplo de la instrucción militar (tipo "La chaqueta metálica") el hacer veinte veces la cama o recibir un tortazo del sargento sin replicar no sirve de nada frente al enemigo, pero "endurece el carácter" del soldado para que el mando pueda hacer uso de la agresividad y la disciplina de éste. Supuestamente, las reglas monásticas ayudan a que el monje encuentre la virtud, el autocontrol y el recogimiento.
Por lo tanto, las reglas (el método) no equivalen a la forma de vida (el contenido). Un psicólogo aficionado llamado Pablo de Tarso lo explicaba muy bien: "Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha." Las reglas de prodigalidad y mortificación son solo un medio para el cambio mental.
Idea21,
ResponderEliminar·Las reglas de prodigalidad y mortificación son solo un medio para el cambio mental.
Es oportuno traer aquí a Wittgenstein. Como es sabido articulaba una relación entre seguir la regla y lo que exitosamente llamó forma de vida. Su ejemplo predilecto, el ajedrez. El movimiento de una pieza no sólo viene dado por las reglas que lo definen, sino que son las reglas mismas. Son reglas constitutivas, ya que ellas mismas hacen la realidad de aquello que las sigue, lo crea haciendolo participe de un juego de lenguaje, por seguir su nomenclatura. Estas reglas constitutivas, son también, creo yo, las propias del proyecto cenobítico. Que no se limitan a establecer una conducta,que también, como a la pieza de ajedrez un modo de moverse, sino que produce una forma de vida, un identidad, un modo de ser y estar.
Un saludo,
"El movimiento de una pieza no sólo viene dado por las reglas que lo definen, sino que son las reglas mismas. Son reglas constitutivas"
ResponderEliminar"Estas reglas constitutivas, son también, creo yo, las propias del proyecto cenobítico. Que no se limitan a establecer una conducta,que también, como a la pieza de ajedrez un modo de moverse, sino que produce una forma de vida, un identidad, un modo de ser y estar."
Me interesa mucho precisar este punto, porque, para no perder la orientación que se refiere al tema de "la venganza y el perdón", las reglas de comportamiento siempre han sido intuitivamente comprendidas como originadas de una "fuente" emocional que no puede describirse simplemente por la enumeración de algunas o muchas de sus manifestaciones.
Ése es el error de la venganza. Como muy bien explica Pitiklinov, la venganza es una medida disuasoria que practicaban los humanos primitivos, PERO NO ES SOLO ESO como sería si se tratase solo de una conducta, de una regla. La venganza incluye agresividad. Es decir, la función supuestamente prosocial de la venganza encubre la base del comportamiento antisocial. Por eso no existe "el castigo sin venganza". La venganza es placer antisocial tanto como también es el mantenimiento de una regla disuasoria supuestamente prosocial. El texano partidario de la pena de muerte porque dice que es disuasoria de la violencia antisocial es indiferente a las informaciones que recibe de que la pena de muerte no existe en las naciones con menos criminalidad, por lo que no hay relación directa entre la pena (la venganza) y la disuasión (el castigo). Simplemente, el ciudadano texano medio no puede renunciar a complacer su agresividad al defender la pena de muerte. Y esa agresividad, culturalmente compartida, es también la que se manifiesta en la alta criminalidad del conjunto de los ciudadanos de Texas.
El ajedrez son sus reglas, por supuesto, pero ni el "espíritu militar" son las reglas absurdas del campo de instrucción, ni el espíritu monástico son las reglas monásticas. En los casos en que se utilizan reglamentaciones para generar pautas de comportamiento, estas pautas de comportamiento tienen su origen en disposiciones emocionales determinadas del individuo que pueden tratarse como una entidad autónoma. Los cristianos, entre las muchas cosas que inventaron, tuvieron acierto al crear conceptos como "Gracia" o "Espíritu Santo" o "Caridad", indicando las fuentes de las pautas de comportamiento. Otro concepto en el mismo sentido sería el de "Pathos"
Os va a encantar:
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=OmSbdvzbOzY
idea21,
ResponderEliminar•ni el "espíritu militar" son las reglas absurdas del campo de instrucción, ni el espíritu monástico son las reglas monásticas.
La tensión entre regla i vida que la vida monacal instaura, pone incoativamente el espíritu en la regla, y la regla en el espíritu. San Francisco proponía “vivir según la forma del Santo Evangelio”, ese era su precepto. Y tal precepto, es más una “fórmula vitae” que una regla, que también. Es parecido a eso que usted nombra como “fuentes” cuando dice: “Los cristianos, entre las muchas cosas que inventaron, tuvieron acierto al crear conceptos como "Gracia" o "Espíritu Santo" o "Caridad", indicando las fuentes de las pautas de comportamiento” . Pero, en la vida franciscana, ya no se distingue las reglas de “las fuentes”, del mismo modo que no se distingue ser alfil de tener ciertas reglas de movimiento.
Pero, aún más interesante es que la relación vida-regla es parecido al tercer camino que adopta la rígida recta del video que nos enlazó Masgüel; que se alejó de la norma preceptiva inicial de recta que tenía, así como de la anarquía sin forma de la curva caótica, y así se ligó al ansiado punto. Por ejemplo, el caminar descalzo de los franciscanos no suponía sólo una observancia a una regla sino que realizaba una forma de vida con esa regla. No suponía sólo “utilizar reglamentaciones para generar pautas de comportamiento” como dice usted. O con otro ejemplo, es usual que el uso de reglas monacales se haga con un carácter no apropiante, es decir, como un modo de relacionarse apropiativamente desde reglas con el mundo, del cual se quiere precisamente y paradójicamente no apropiarse y sentirse apropiado (a la inversa de cómo entendemos las cosas desde fuera de la óptica monacal, donde el sentido operativo, el objetivo, la utilidad, el placer… es el fundamento sobre el que se sustenta la conducta). Ese modo de apropiarse de conductas regladas que pretenden precisamente no apropiarse de las conductas que no forman parte de la vida buscada, genera un ethos muy diferente al propio de la disciplina militar, y nada que ver el espíritu monacal con el militar. No sólo por lo diferente de los contenidos, sino por la formal manera tan diferente de proyectarse sobre ellos al configurarlo en “seguir una regla”. La ontología que instaura esa forma de vida busca que la distinción entre pautas de comportamiento y espíritu, se haga imposible. La norma encarna el espíritu que se busca, y el espíritu normas para encontrarse.
Otra cosa es que realmente lo consiga.
Un saludo,
"en la vida franciscana, ya no se distingue las reglas de “las fuentes”, del mismo modo que no se distingue ser alfil de tener ciertas reglas de movimiento."
ResponderEliminarSi se quedan en la mera regla, entonces han fracasado en su pretensión.
"Ese modo de apropiarse de conductas regladas que pretenden precisamente no apropiarse de las conductas que no forman parte de la vida buscada, genera un ethos muy diferente al propio de la disciplina militar, y nada que ver el espíritu monacal con el militar. "
Puedo poner un ejemplo mejor: el método Stanislawski de "interiorización del rol", que incluso menciona Jeremy Rifkin como ejemplo en su libro "La edad de la empatía". Mediante una serie de ejercicios se supone que un sujeto logra hacerse cargo de un determinado "espíritu de vida"
Las estrategias psicológicas de la religión funcionan más o menos así. Rituales, liturgias y sacramentos, que en el caso del monasticismo se dan en una forma extrema, pretenden cambiar la esencia de la condición conductual del individuo.
También la psicoterapia trabaja con estrategias por el estilo. Y nadie pretende que el aprendizaje se repetir a poder repetir unos cuantos ejercicios, sino que estos ejercicios tienen que generar un resultado más allá de su ejecución.
idea21,
ResponderEliminar· Si se quedan en la mera regla, entonces han fracasado en su pretensión
Precisamente eso es lo que niego. Seguir la regla para un monje no es mera regla, es forma de vida pretendida.
· Mediante una serie de ejercicios se supone que un sujeto logra hacerse cargo de un determinado "espíritu de vida"
Los ejercicios espirituales se parecen a los ejercicos matematicos. Se usan para tener destrezas, para poder participar en el juego de lenguaje propio de la matemática, su naturaleza, su sentido. O a los ejercicos de un músico para poder expresar la "espiritualidad musical" mediante el virtuosismo...Un monje busca ser un virtuoso de su forma de vida, de su fe.
· Las estrategias psicológicas de la religión funcionan más o menos así. Rituales, liturgias y sacramentos, que en el caso del monasticismo se dan en una forma extrema, pretenden cambiar la esencia de la condición conductual del individuo.
NO entiendo bien que quiere usted decir con "cambiar la esencia de la condición conductual". No sé a que esencia se refiere.
Lo de que los rituales... sean "estrategias psicológicas" me parece totalmente gratuito. Tanto como decir que hacer ejercicos matemáticos, o ejercicos musicales son estrategias psicológicas. Son modos necesarios para poder experimentar la matemática, o la música con mayor dimensión. Traer a colación las estrategias psicologicas" me parece configurar un psicologismo que no comparto. No es que niegue la realidad psicológica, es que ésta es insuficiente.
Un divertimento sobre monjes científicos:
ResponderEliminared2k://|file|Stephenson,%20Neal%20-%20Anatema.epub|3256281|54AA4C31283F9711CB03590BEC7D0E20|/
El padre jesuíta Caspar, en "La isla del día de antes", aún mejor.
"NO entiendo bien que quiere usted decir con "cambiar la esencia de la condición conductual". No sé a que esencia se refiere.
ResponderEliminarLo de que los rituales... sean "estrategias psicológicas" me parece totalmente gratuito. Tanto como decir que hacer ejercicos matemáticos, o ejercicos musicales son estrategias psicológicas. Son modos necesarios para poder experimentar la matemática, o la música con mayor dimensión. Traer a colación las estrategias psicologicas" me parece configurar un psicologismo que no comparto. No es que niegue la realidad psicológica, es que ésta es insuficiente."
Lo que he llamado "esencia" (quizá la palabra no está bien elegida) es parecido a la palabra "mente" (que se sigue usando). Por ejemplo, lo de las reglas del ajedrez: un programa informático puede jugar al ajedrez con otro programa informático: ninguno de los dos tiene "mente", pero los dos pueden seguir perfectamente las reglas del ajedrez.
Las estrategias psicológicas de la religión buscan afectar la mente de los creyentes. No se puede decir lo mismo de los ejercicios matemáticos o musicales o los calisténicos. El objetivo de estos ejercicios es simplemente obtener mejores resultados matemáticos, musicales o musculares. El objetivo de las estrategias religiosas es afectar la "mente" del sujeto no para que realice mejor la liturgia, los rituales o los sacramentos, sino para que su comportamiento social "mejore" (en el sentido de la ideología religiosa en particular).
Precisamente, la religión protestante trató de eliminar rituales, sacramentos y liturgias porque temía que se había caído en un excesivo formalismo, y lo que interesaba era afectar la psicología íntima del creyente. Debido al incremento de los recursos abstractos de interactuación (lectura, libros, arte en general) a partir del siglo XVI era ya más fácil hacer "trabajo religioso" desechando buena parte del formalismo ritual.
El objetivo de la religión cristiana sería convertir al individuo en más virtuoso, más semejante a la supuesta pureza espiritual de Cristo ("Imitación de Cristo"... un librito que inspiró fundamentalmente a los jesuitas, por cierto). El excesivo formalismo de ciertas religiones conllevaba siempre herejías más psicológicas, menos formalistas. Pasó con el hinduismo y también con el catolicismo.
Además, insisto en el ejemplo del "método Stanislawski": la asunción del rol implica un "cambio psicológico profundo" para que el actor "se sienta" Macbeth o Romeo (aunque sea transitoriamente). Stanislawski también puntualizaba que era difícil para un actor, por muy bueno que fuese, el que se identificase con personajes muy diferentes a su propia psicología. Nadie imagina, por ejemplo, a John Wayne interpretando a un intelectual homosexual atormentado. Ese papel se lo hubieran dado a Montgomery Clift.
El objetivo de la religión es cambiar el comportamiento social de las personas, es "ingeniería cultural"... aunque nunca se ha reconocido explícitamente así. Eso es lo que falta que se haga. Y ya estamos en el siglo XXI...
idea21,
ResponderEliminar•Las estrategias psicológicas de la religión buscan afectar la mente de los creyentes
¡¡ Obviamente !!. Y una obra de arte, y una novela, y un tratado de filosofía, y una propaganda y la psicoterapia, y…
• El objetivo de estos ejercicios es simplemente obtener mejores resultados matemáticos, musicales o musculares .
No sé los calistenicos, que no conozco. Pero los artísticos (musicales) y los matemáticos, no cumplen la función de obtener sólo resultados, sino que muestran y dan sentido a la realidad matemática y musical. Los ejercicios espirituales también muestran y dan sentido de realidad religiosa. Ser matemático (hacer matemática) es hacerte pieza del juego de las matemáticas, es vaciarte mientras lo haces de todo aquello que no sea matemática. Los ejercicios son habitudes necesarias para entender y poder estar en la realidad de lo matemático, no simples modos de obtener resultados.
• Además, insisto en el ejemplo del "método Stanislawski" …
No conozco ese método, lo siento. Disculpe mi ignorancia.
Por lo que dice, parece una forma de sentirse el personaje que se representa de manera radical, lo más parecido a ser el personaje mismo. Yo creo que el hombre interactúa con el mundo y los demás desde un proyectarse ficticio siempre. El hombre está siempre en una realidad sobre la que se proyecta y una realidad (ficción) desde y con la que se proyecta. Instaurar en uno, de manera constitutiva los modos “irreales” propios del personaje que se representa, debe hacer muy eficaz la representación, supongo.
Pero la vida monacal no está dentro de esa lógica, creo yo. Pretende todo lo contrario más bien. No pretende subrogar a Cristo en ti, sino a ií en Cristo. No eres tú el que va hacía ÉL, no se busca ser un “buen actor” representador de la vida de Cristo, sino de tu vida una buena representación de la de Cristo. No se trata de buscar a Cristo dentro de ti ficcionándolo representativamente, sino de encontrarte a ti en Cristo afirmando unas conductas y negando otras. Es anulación desde la aprehensión EXTERIOR a ti de Cristo de eso que usted llama “intima psicología” .
un saludo.
"Las estrategias psicológicas de la religión buscan afectar la mente de los creyentes "
ResponderEliminar"¡¡ Obviamente !!. Y una obra de arte, y una novela, y un tratado de filosofía, y una propaganda y la psicoterapia, y…"
No es tan obvia la equiparación que hace Enric. Una obra de arte no espera afectar la mente del espectador más allá de obtener su atención y sembrar una inquietud indeterminada (normalmente inefable). La psicoterapia y la religión (y la propaganda) buscan obtener resultados concretos. El resultado que busca la religión es reducir la conflictividad grupal. Por eso hasta el pueblo cazador-recolector más primitivo tiene su religión. Las religiones doctrinales de tipo compasivo (como el cristianismo y el budismo) son las que han ido más lejos (hasta ahora) en sus pretensiones de mejorar el comportamiento cooperativo.
"No se trata de buscar a Cristo dentro de ti ficcionándolo representativamente, sino de encontrarte a ti en Cristo afirmando unas conductas y negando otras. Es anulación desde la aprehensión EXTERIOR a ti de Cristo de eso que usted llama “intima psicología” ."
No entiendo mucho este juicio acerca de los objetivos del comportamiento monástico cristiano. La "imitación de Cristo" es un interesante librito escrito en el siglo XIV (mirar wikipedia, si acaso) que inspiró poderosamente a los jesuitas. Se trata de una especie de manual de autoayuda para el "lavado de cerebro". Se trata de una estrategia para generar estados de ánimo en un sentido determinado. Se afirman unas conductas, como la humildad, la mortificación, el abandono, con el objetivo no de reproducir estas conductas propiamente sino de que estas te lleven a lo que entonces se denominaba un "estado espiritual" que sería supuestamente próximo a la elevación mística. Desde un punto de vista actual, parece claro que el objetivo era más bien una pacificación de los instintos para beneficio de aquellos que conviven con el sujeto.
Supongamos (experimento mental) que queremos hacer una "religión pura", sin tradiciones, sin misticismos, sin irracionalismos, cuyo único objetivo sea generar "comportamientos de extrema confianza que posibiliten una extrema cooperación", llamaremos a este monasterio racionalista "Centro de Alto Rendimiento para la Mejora de la Conducta". Los sujetos serían primero seleccionados de entre aquellos individuos que se consideren más propensos a alcanzar tales estados de "comportamientos de extrema confianza" (es decir, personas muy poco conflictivas, inteligentes, empáticas y mentalmente sanas... la mayoría serían mujeres, probablemente). Después pasamos a motivarlos específicamente (les hablamos de hacer un mundo mejor y esas cosas). Después de eso es cuando entran las "estrategias religiosas": adoctrinamiento, sesiones individualizadas de psicoterapia, adiestramiento conductual (control del lenguaje y la gestualidad... como los actores), sesiones formativas de terapia de grupo (como los "Alcohólicos Anónimos")... y añade lo que quieras, porque estas cosas funcionan siempre mediante "prueba y error".
El objetivo final sería generar individuos que, a cambio de una serie de compensaciones emocionales (de costo económico ínfimo, probablemente de tipo afectivo) tendrían un comportamiento extremadamente fiable (nunca mentirían, ni engañarían, se mostrarían amables, atentos, etc) y, por tanto, serían las personas con quienes mejor se podrían cooperar social y económicamente.
Ya has salvado el mundo. Eso, pero de forma intuitiva y sujeta a tradiciones históricas, es para lo que sirve la religión.
Por supuesto, la religión "pura", racional, aún no ha llegado a surgir. Pero te haces ya una idea.
"Centro de Alto Rendimiento para la Mejora de la Conducta."
ResponderEliminar¿Ya le has puesto nombre a la secta?. :)
"¿Ya le has puesto nombre a la secta?"
ResponderEliminarUna persona intelectualmente bien preparada debe saber definir los términos que usa. ¿Cuál es tu definición de "secta"?
Según wikipedia: "Una secta es el conjunto de seguidores de una doctrina religiosa o ideológica concreta."
Según esto, el sistema de enseñanza católico (o nacionalista) hoy en día perfectamente estándar se adapta a la definición: hay ideología y diferencias con respecto a otros grupos sociales.
Es lo que digo acerca de los muchos prejuicios que todavía existen... y cómo se hace uso de ellos para eludir cuestiones que nos presenta el mismo racionalismo que se pretende defender.