El estudio de los animales domesticados desde Charles Darwin (La variación de los animales y las plantas bajo domesticación, 1868) en adelante ha culminado en la conclusión de que el síndrome de domesticación conlleva una serie de cambios que distingue a los animales domesticados de las especies salvajes de las que proceden. Parte de estos cambios afectan al esqueleto:
- cambios en el tamaño corporal, inicialmente hacia más pequeños, con disminución de la robustez esquelética
- reducción de la capacidad craneal
- acortamiento de la parte de la cara del cráneo, incluyendo las mandíbulas, a veces asociado con apiñamiento de los dientes y reducción de su tamaño.
- reducción en el dimorfismo sexual
- mayor diversidad en el tamaño y forma de los cuernos (en ganado, ovejas y cabras).
pero otros cambios afectan a partes blandas, o son de tipo fisiológico o conductual:
- mayor variación en el color de la piel y la estructura del pelo
- mayor acumulación de grasa (subcutánea e intramuscular).
- aumentada ejecución fisiológica, incluyendo la lactación.
- precocidad sexual, más épocas de crianza al año, ciclos reproductivos más rápidos.
- retención de características infantiles en la edad adulta (neotenia)
- camadas mayores y mayor frecuencia de nacimientos múltiples
- reducción de la actividad motora
- reducción en sistemas de adquisición de información
- reducción en la agresividad intraespecie, especialmente en machos
- mayor docilidad y reducida respuesta al entorno.
- reducción de la actividad del eje hipotálamo-hipofisario-adrenal)
- los animales domésticos juegan más y son más prosociales
- cambios cognitivos que se evidencian en pruebas de resolución de problemas comparando animales domésticos y salvajes.
Estos cambios esqueléticos aparecen también en el ser humano desde el Pleistocenos tardío y afectan a todos los grupos humanos durante el Holoceno. Aunque son similares a los de los animales no han sido aceptados como prueba de que el ser humano es un animal domesticado pero diversos autores (Bagehot en 1905, Petger Wilson, Ian Hodder, Franz Boas o Konrad Lorenz), han llamado la atención sobre esta posibilidad. La autora que de una forma más sistemática y definitiva lanzó la propuesta fue Helen Leach en este artículo de Current Anthorpology en 2003.
En cuanto al tamaño corporal, está descrita una disminución de la estatura desde fechas algo anteriores a la agricultura y se ha relacionado con la adopción de la misma. Lo que no hay consenso es en el mecanismo y la causa de esta reducción de estatura (¿dieta?, ¿ variación climatica?…). De la misma manera, un cráneo humano más grácil es también un fenómeno documentado desde el Pleistoceno hasta el presente. La reducción de la capacidad craneal, según los autores, va de un 10 a un 30%. Como comparación, la reducción de la capacidad craneal de los perros con respecto a los lobos es de un 30%, en cerdos un 33,6% y en los caballos un 16%.
Los cambios craneofaciales y dentales en el humano moderno son también parecidos a los de perros y cerdos. La parte de la cara es más corta con respecto a la del cráneo. Esto ocurre también en gatos y menos en cabras u ovejas. Todos estos cambios se han observado también en el experimento de domesticación del zorro plateado de Belyaev.
Muchos de estos cambios resultado del proceso de domesticación no han sido seleccionados por selección artificial (ni los de los animales ni los de los humanos si aceptamos que se dan también en humanos). A este tipo de selección se le ha llamado selección “inconsciente" o “involuntaria” porque resulta de actividades humanas que no implican un deseo deliberado de cambiar un organismo. Otros autores han definido esta selección inconsciente como el resultado de colocar animales y plantas en un ambiente nuevo construido por el hombre.
La etimología de la palabra domesticación (domus: casa) va en esta dirección también. La domesticación en su sentido más amplio sería la aclimatación a vivir en una casa (y su alrededores: jardines, huertas, etc.) y todos los cambios resultantes de vivir en ese ambiente artificial culturalmente modificado. Y esa aclimatación tuvo que ocurrir tanto en los animales como en el ser humano porque nosotros también tuvimos que aclimatarnos a vivir en casas.
El rasgo que se considera clave en el proceso de domesticación es la reducción de la conducta agresiva. El experimento de Belyaev demuestra que seleccionando para mayor docilidad y menos agresividad se producen el resto de cambios anatómicos y fisiológicos, que serían subproductos. Este experimento, así como otros realizados en ratones, sugiere también que el mecanismo último de la domesticación es un cambio en los genes reguladores que afecta a la maduración neuroendocrina. Se produce un retraso en el desarrollo de las conductas sociales (los perros juegan hasta una edad mayor que los lobos , por ejemplo), es decir cambios heterocrónicos en el patrón de la ontogenia. En este sentido podemos decir que la domesticación es una infantilización o juvenilización. Se ha comprobado que los cerebros de zorros y ratas domesticados muestran niveles elevados de serotonina y triptófano-hidroxilasa (una enzima implicada en la síntesis de serotonina). Dado que los niveles de serotonina son más altos habitualmente en cerebros inmaduros, esto sugiere un pedomorfismo en el sistema serotoninérgico. No se sabe por qué la selección para una conducta pedomórfica da lugar a una morfología pedomórfica pero hay mecanismos teóricos suficientes para explicarlo: genes reguladores comunes, interacciones epigenéticas, desequilibrio de ligamiento genético…
Hasta aquí el resumen de las características del Síndrome de domesticación y algunas de las pistas que sugieren su existencia en la especie humana. Otra especie que se ha propuesto que ha sufrido un proceso de autodomesticación es el bonobo, según este artículo de Hare, Wobber y Wrangham, también por un proceso de selección en contra de la agresión. Por supuesto, no todo el mundo apoya estas hipótesis (ni la del bonobo ni la del humano) como podéis ver en los comentarios al artículo de Leach. En cualquier caso es una hipótesis que no conviene echar en saco roto.
@pitiklinov
Referencias:
Terry, de nuevo al quite.
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=vQdjZGaKc4o
ja, ja, he visto los primeros 5 minutos y clava mi entrada :)
ResponderEliminarlo veré con más tiempo, gracias
Se me ocurre que uno de los rasgos del síndrome confirma la sospecha que todos albergábamos. La higiene corporal y el perfume no son factores despreciables en el proceso de pacificación de la sociedad. Al menos para el crimen pasional.
ResponderEliminarPor otro lado, tambien hay que tener en cuenta que el hombre es el único animal que no necesita sentirse agresivo para matar a un congénere. La mano negra gasta perfume a garrafas y llena las fosas comunes. No es personal. Es el negocio.
Un tema que me interesa mucho y del que todavía no he leído nada es el de la domesticación de las mujeres.
ResponderEliminarMe explico: en la sociedad agrícola patriarcal, el hombre dominante elige a sus esposas en mayor medida de lo que podía hacerlo en la de cazadores-recolectores. Lógicamente, el patriarca buscará mujeres dóciles, fieles, trabajadoras y buenas madres. ¿No se habrían acabado transmitiendo estas características?
¿No explicaría eso las diferencias entre el comportamiento masculino y femenino? La psicología experimental parece que demuestra que existen muchas diferencias entre hombres y mujeres en el comportamiento. Buena parte de ellas podrían tener ese origen.
Idea21, si los rasgos del síndrome de domesticación en humanos y en bonobos coinciden, supone un espaldarazo a la hipótesis de Christopher Ryan. Lo más probable es que los grupos de cazadores recolectores fuesen comunas sexuales dirigidas por coaliciones de mujeres y no tendrían noción de paternidad exclusiva. La familia nuclear sería un desarrollo de las sociedades agrícolas y del urbanismo. Respecto a la domesticación de la mujer, ten en cuenta que cualquier rasgo seleccionado para un sexo se contagia al otro en la siguiente generación, sobre todo en especies domesticadas que tienden a desdibujar cualquier dimorfismo sexual. No se puede seleccionar machos agresivos y hembras dóciles para una misma camada. Por aquí resbalo, pero creo que el entrecruzamiento entre cromosomas lo impide.
ResponderEliminarIdea21, yo creo que el más necesitado de domesticación es el hombre, a juzgar por lo que hemos visto con los ultras este fin de semana pasado todavía nos falta un hervor :).
ResponderEliminarEn todas las especies donde las hembras invierten más que los machos en la reproducción los más agresivos son los machos (es al revés en las jacanas y otros animales con inversión parental inversa). Así que creo que más bien nos han domesticado las mujeres a los hombres, yo creo que por medio de la monogamia fundamentalmente, pero el proceso que describes es correcto básicamente.
La agresividad, etc, es mayor cuando hay poliginia que monogamia.
Masgüel, en la especie humana y en otras sí hay machos agresivos y hembras más dóciles o menos agresivas. Pero me suena ese fenómeno que describes, aunque ahora mismo no recuerdo su nombre. Creo que te puedes referir a lo siguiente: los genes viajan de un sexo a otro, es decir, los genes que en esta generación están en un hombre en la siguiente pueden estar en una mujer, eso hace que no se pueda seleccionar lo mejor para cada uno y haya que llegar a un equilibrio. Por ejemplo, imaginemos los genes que hacen el hueso de la cadera. Cuando están en una mujer les interesaría hacer una cadera ancha, pero eso sería un inconveniente para los hombres en la siguiente generación. Por eso se da un equilibrio sin llegar a extremos. Igual te referías a eso. He leído algo pero no sé donde :(
Me refiero a que si no es un rasgo directamente asociado a los cromosomas sexuales, seleccionarlo para un sexo es seleccionarlo para el otro. El nivel de testosterona es muy importante para la agresividad y está relacionado con el dimorfismo sexual, pero si la hipótesis de Tecumseh Fitch (tercera charla del primer enlace) es cierta y el síndrome de domesticación es resultado de un cambio en ritmo de desarrollo de la cresta neural, no se puede domesticar un sexo sin domesticar al otro, y sus diferencias se diluyen, porque ambos adquieren rasgos de cachorro. Probablemente estoy metiendo la pata en todos los charcos.
ResponderEliminar"Respecto a la domesticación de la mujer, ten en cuenta que cualquier rasgo seleccionado para un sexo se contagia al otro en la siguiente generación, sobre todo en especies domesticadas que tienden a desdibujar cualquier dimorfismo sexual. No se puede seleccionar machos agresivos y hembras dóciles para una misma camada. "
ResponderEliminarRecuerdo haber leído que buena parte del desarrollo civilizatorio ha tenido que ver con el hecho de que mientras los "macho alfa" agresivos predominaban, por fortuna, los macho alfa no elegían a sus esposas en base al mismo criterio (agresividad, impulsividad, ambición) por el que ellos mismos ganaban ventaja reproductiva. Así que, por lo menos, esa opinión de que la docilidad de las madres influía también a los hijos varones ya ha sido considerada.
"en la especie humana y en otras sí hay machos agresivos y hembras más dóciles o menos agresivas"
Con todo, podría seguir existiendo desigualdad en alguna medida.
"La agresividad, etc, es mayor cuando hay poliginia que monogamia."
Yo también leí el libro de Ryan y Jettá, que tan poco le gustó a Pitiklinov. Fue entonces cuando se me ocurrió que podía ser un error comparar el comportamiento "natural" de las mujeres cazadores-recolectoras (incluso aunque fuesen como en los bonobos) con las mujeres actuales, porque era probable que en cinco o diez mil años de patriarcado agrícola el comportamiento femenino ya habría sido modificado.
Por cierto, puesto que el sexo femenino es pasivo (no hace falta mucho deseo para que la mujer quede encinta: la violación es reproductivamente eficaz) y puesto que el patriarca quiere que la mujer le sea fiel y no desee a otros hombres, ¿no explicaría eso las tendencias bisexuales de muchas mujeres de hoy? Una lesbiana puede ser la más fiel de las esposas. Con ella la estirpe del macho está a salvo más que con una esposa que se siente atraída por otros machos que andan por ahí...
Pitiklinov, fíjate lo ocurre cuando las alteraciones en el desarrollo de la cresta neural se pasan de frenada en nuestra especie: http://www.pediatria.gob.mx/asmedica_1.html
ResponderEliminarLa pista es buena. NO he encontrado referencia a cambios en el temperamento.
¿Y los licaones?. Es el cánido con estructura social más compleja, tiene el hocico corto, colmillos pequeños, cuerpo ligero, orejas grandes, piel y pelo irregularmente pigmentados y sin embargo su eficacia deperedadora deja a los lobos en bragas. No se dejan domesticar, pero apostaría a que también lo han hecho parcialmente ellos solos. Y sorpresa, su sociedad es matrialcal, las peleas entre machos son rarísimas y todos se desviven por atender a todos los cachorros del grupo sin distinción. Es casi una especie eusocial.
También me jugaría un maravedí a que un proceso similar se dió mucho antes en la evolución de los solitarios basilosaurios a todas las especies de cetáceos sociales.
ResponderEliminarHola.
ResponderEliminarPues yo de esto ni idea. Así que tratando de informarme... no sé si tiene algo que ver con los mamíferos.
http://www.tendencias21.net/El-altruismo-de-los-organismos-eusociales-es-en-realidad-producto-de-una-manipulacion_a22887.html