jueves, junio 25, 2015

Darwin y el fin del bien y el mal


La moralidad es una ilusión colectiva de los genes. Necesitamos creer en la moralidad y, por tanto, gracias a nuestra biología, creemos en la moralidad. No hay fundamento “ahí fuera” más allá de la naturaleza humana.
-Michael Ruse

Veíamos en una entrada anterior que las consecuencias morales de la selección natural fueron probablemente la causa de que Darwin tardara tanto tiempo en publicar sus ideas. En esta entrada voy a intentar explicar por qué Darwin dinamita nuestra moralidad y supone el fin del mundo tal como lo conocíamos antes de él, el fin de la idea del bien y del mal. Ni Copérnico, que nos desplazó del centro del Universo, ni Freud, que señaló que no éramos los dueños de nuestra propia mente, ni la cosmología, ni la geología, ni ninguna otra rama de la ciencia supone un corte tan profundo en la yugular de la comprensión de nuestra propia naturaleza (ni ponen los pelos de punta a los creacionistas de la misma manera). Nada de eso es comparable a la revolución y el peligro que supone Darwin. Voy a seguir para ello a Steve Stewart- Williams, al que ya entrevistamos aquí,  en el último capítulo de su libro, Darwin, God and the meaning of live.

El problema, la cuestión, es la siguiente: ¿pensamos que ciertas acciones son moralmente buenas porque  son moralmente buenas? ¿O pensamos que son buenas solo porque esa forma de pensar hizo que nuestros ancestros tuvieran más descendencia que los que pensaban de otra manera? ¿El hecho de que nuestras creencias morales tengan un origen evolucionista implica que nuestras creencias morales son falsas? ¿Implica esto que la moralidad es “luz de luna” como decía Adam Sedgwick, o que nuestra moralidad es en vano, como decía Charles Lyell? ¿Quiere decir esto que podemos hacer lo que queramos, que no hay verdades morales?

Hay dos maneras en las que la teoría evolucionista mina la moralidad. La primera sería que conduce a la gente a perder su fe en Dios y en la inmortalidad personal. La segunda es que la selección natural dinamita la idea de que existen unos cimientos objetivos sobre los que apoyar la moralidad. Voy a decir algo sobre la primera parte pero el meollo de la cuestión es el segundo punto. Y la respuesta es que sí, que la teoría de la evolución hace imposible fundar la moralidad sobre bases sólidas objetivas, no hay moralidad ahí fuera, como dice Ruse.

Es un argumento que se repite mucho: que Dios, o la religión, hace buena  a la gente y el ateísmo la hace mala. En primer lugar quiero decir algo sobre el llamado “error de Huxley”, porque fue Thomas Huxley en una famosa conferencia en 1894 el que lo formuló: “el progreso ético…depende…de combatir nuestra naturaleza”. Esta visión supone que la naturaleza del hombre es egoísta, cruel y competitiva y que es la religión, o Dios, la causa de que seamos cooperadores y altruistas. Bien, actualmente hay evidencia de sobra de que todo lo que encontramos moralmente atractivo en la naturaleza humana: el altruismo, el amor, la simpatía, la generosidad, la virtud, etc., son también producto del mismo proceso de selección natural (y este es el meollo del asunto, como luego veremos). No hay ningún problema para que genes egoístas usen individuos nada egoístas para conseguir sus objetivos y en determinado nivel de complejidad y de organización social desde luego que les compensa a los genes hacer que los vehículos que los portan no sean egoístas.

Podríamos decir más cosas sobre si el ateísmo te hace malo (teorías aparte, los datos en cualquier caso no lo apoyan) pero habría también mucho que hablar sobre si la religión te hace bueno. Por un lado, si esto fuera así la policía y las cárceles sólo serían necesarias para los ateos pero parece que este no es el caso. Y, por otro lado, tenemos el tema de la Violencia Virtuosa. Los terroristas suicidas del 11-S creían sinceramente que estaban haciendo algo noble y correcto y todos sabemos las cosas horribles que se han hecho en nombre de la religión : Cruzadas, Inquisición, quema de brujas, guerras religiosas, etc. A lo largo de la historia, y desgraciadamente hoy en día, la gente persigue y mata al prójimo en base a meras supersticiones. La religión vende que hace buena a la gente, pero nuestro sentido moral es innato.

Esta teoría de que la moralidad se sustenta en Dios técnicamente se llama la Teoría del Mandato Divino y parece implicar , como dijo Dostoyewsky, que si Dios no existe, todo está permitido. Pero la falsedad esta teoría ya la dejó sentada Platón hace más de 2.000 años en el dilema de Eutifrón: ¿Son las cosas que Dios manda buenas porque Dios lo manda o Dios las manda porque son buenas? Si decimos que las cosas son buenas porque Dios las manda eso implica que si Dios dijera que hay que torturar niños entonces esa conducta sería buena y justa, lo cual es contrario a nuestra intuición moral. Los creyentes pueden argumentar que Dios no va a mandar esas cosas terribles porque Dios es bueno y sólo va a mandar cosas buenas. Pero esa salida asume que hay un estándar de lo que es bueno y malo que es independiente de Dios. Dios ya no sería el fundamento de la moralidad porque esas cosas serían buenas aunque Dios no las mandara.

Y llegamos así al núcleo del asunto, al nihilismo moral que supone la teoría de la selección natural. Filósofos como Michael Ruse o Richard Joyce señalan que nuestras creencias morales son ilusiones y las tenemos no porque sean ciertas sino porque son útiles para regular nuestra vida social. Entender esto es muy contraintuitivo y mucha gente encuentra difícil aceptar que la capacidad humana para hacer el bien es producto del mismo proceso “estúpido” y “brutal” de la selección natural. Randolph Nesse expresa muy bien el “choque” que se siente cuando uno se da cuenta de esto:

“El descubrimiento de que las tendencias para el altruismo están modeladas por nuestros genes es uno de los hechos más perturbadores de la historia de la ciencia. Cuando lo comprendí por primera vez dormí muy mal durante muchas noches intentando encontrar alguna alternativa que no supusiera un desafío tan grave para mi sentido del bien y el mal”

La cuestión es que si nuestra naturaleza y nuestra historia filogenética y el estilo de vida de la especie fuera diferente, nuestras creencias morales serían diferentes. Lo mismo que a nosotros nos resultan repelentes las heces pero a las moscas les atrae, lo mismo podría haber ocurrido con la prohibición de matar o con cualquier otra norma moral. Si matar o cualquier cosa que ahora consideramos mala hubiera aumentado el número de descendencia de nuestros ancestros ahora sería considerada buena. El propio Darwin se dio perfecta cuenta de esto y escribió:

“Yo no quiero mantener que cualquier animal estrictamente social, si sus facultades intelectuales llegaran a ser tan activas y elevadas como las del hombre, adquiriría el mismo sentido moral que nosotros. De la misma manera que diversos animales tienen su propio sentido de la belleza, aunque admiran objetos muy diferentes, así tendrían un sentido del bien y el mal, pero les llevaría a tomar diferentes líneas de conducta. Si, por ejemplo, para tomar un caso extremo, los seres humanos fueran criados en las mismas condiciones que las abejas, no habría duda de que nuestras mujeres solteras, al igual que las abejas obreras, creerían que es un deber sagrado matar a sus hermanos y las madres intentarían matar a sus hijas fértiles; y a nadie se le ocurriría interferir. No obstante, la abeja, o cualquier otro animal social, ganaría en este supuesto caso, tal como me parece a mí, un sentimiento del bien y el mal, o una conciencia.”

Es decir, que intentos como los de Kant u otros filósofos de que la moralidad se puede deducir a partir de la nada por pura deducción lógica no tienen ningún sentido. La razón nos puede permitir deducir nuevos principios morales, o nuevas conclusiones, pero siempre después de que hayamos establecido un principio ético fundamental. Y ese principio ético fundamental no tenemos donde apoyarlo. Podemos imaginarnos que decidimos que un Universo con menos sufrimiento es preferible a un Universo con más sufrimiento. A partir de esta premisa yo deduzco que como los animales no-humanos sufren también debemos hacer todo lo posible para reducir su sufrimiento. La razón nos llevará a aceptar esas conclusiones morales pero después de haber aceptado el principio fundamental. La razón no nos puede decir cuál es ese principio fundamental. Debemos empezar en algún sitio, sin ninguna justificación. Nuestro punto de partida es siempre una disposición, una intuición, un sentimiento de que algo es deseable moralmente. Pero no hay una justificación última para ello.

¿Y dónde nos deja esto? ¿Cuál es la salida? Pues no la hay, así que sálvese quien pueda. Os puedo contar la salida de Stewart-Williams, que es una salida utilitarista. Stewart-Williams reconoce que nuestras decisiones están influenciadas por nuestra naturaleza evolucionada y que nuestros códigos éticos nunca pueden trascender o escapar de estos orígenes evolucionistas. Steve elige precisamente el camino que acabo de señalar de disminuir el sufrimiento en el Universo pero reconoce que no puede justificarlo ni apoyarlo en nada (y que en el fondo está siguiendo un dictado de la naturaleza, o sea que está cayendo en la falacia naturalista…). ¿Cómo podemos justificar que el utilitarismo es una buena filosofía moral y que debemos adoptarla? Pues reconoce que no puede. Simplemente, aunque el Universo no tenga sentido, él prefiere una felicidad sin sentido a un sufrimiento sin sentido. El sistema de valores utilitarista será aceptado por aquellos que decidan que  su elección se basa en esa preferencia de evitar el sufrimiento y aumentar la felicidad, pero que no es justificable de manera última. Lo reconoce así y no lo intenta justificar.

¿Supone esta salida una base suficiente para un sistema moral o ético? Pues depende. Para Steve y otros sí, pero para muchos otros no. El hecho es que supone una base más sólida que la idea de que Dios creó las normas morales del mundo, por la sencilla razón de que eso no es cierto. Para mucha gente lo que dice Steve representa el fin de la moralidad pero para Steve representa una moralidad despojada de superstición.

Una visión darwiniana de la moralidad como la que defiende Stewart-Williams implica aceptar que probablemente no existe Dios, que no hay otra vida, ni almas, que no hay una base objetiva para la moralidad ni un propósito para nuestro sufrimiento; que somos insignificantes en un cosmos vasto e impersonal, que nuestra existencia no tiene sentido ni significado, y que los efectos de nuestras acciones desaparecerán sin dejar rastro. Y, a pesar de todas estas duras verdades, esforzarse como si la vida tuviera sentido y luchar por un mundo mejor, sin promesas de una recompensa eterna ni de la victoria final. 

@pitiklinov

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9 comentarios:

  1. Ya lo dijo Goethe: el sentido de la vida está en la vida misma.

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  2. Muchas gracias a Pitiklinov por traernos la respuesta a la pregunta que se le hizo en una entrada anterior acerca de cómo influyó el darwinismo en la concepción ética universal.

    "Stewart-Williams reconoce que nuestras decisiones están influenciadas por nuestra naturaleza evolucionada y que nuestros códigos éticos nunca pueden trascender o escapar de estos orígenes evolucionistas. Steve elige precisamente el camino que acabo de señalar de disminuir el sufrimiento en el Universo pero reconoce que no puede justificarlo ni apoyarlo en nada (y que en el fondo está siguiendo un dictado de la naturaleza, o sea que está cayendo en la falacia naturalista…). ¿Cómo podemos justificar que el utilitarismo es una buena filosofía moral y que debemos adoptarla? Pues reconoce que no puede. Simplemente, aunque el Universo no tenga sentido, él prefiere una felicidad sin sentido a un sufrimiento sin sentido. "

    Una cosa interesante es considerar la conexión entre el altruismo y el progreso cooperativo. A más altruismo, más avances económicos porque el altruismo genera confianza y la confianza es la condición primordial para la cooperación. Y para generar altruismo, nada como un sistema ético bien arraigado en nuestro comportamiento. Aquí parece que hay acuerdo entre naturaleza y ética.

    Ahora bien, sucede que "la felicidad" es un referente del todo vago. Cualquiera puede ser feliz. Un chico con síndrome de Down puede ser feliz, y un psicópata puede ser feliz y el tipo más ignorante y grosero del mundo puede ser feliz.

    Así que la pauta ética tiene que ser idear sistemas de comportamiento humano que hagan felices a los altruistas. Si los altruistas son más felices que los egoístas entonces el utilitarismo tiene todo el sentido del mundo.

    "intentos como los de Kant u otros filósofos de que la moralidad se puede deducir a partir de la nada por pura deducción lógica no tienen ningún sentido. La razón nos puede permitir deducir nuevos principios morales, o nuevas conclusiones, pero siempre después de que hayamos establecido un principio ético fundamental. Y ese principio ético fundamental no tenemos donde apoyarlo. "

    Un "principio ético fundamental" puede ser que el altruismo es superior al egoísmo: ¿por qué? porque puede generar tanta felicidad como el egoísmo y porque genera mucho más poder económico que el egoísmo.

    Por supuesto, este principio puede ser desafiado por los "dilemas éticos" por el estilo de "dos náufragos con un solo salvavidas"... Pero entonces resulta que, como bien explica Pitiklinov, la idea de "Dios" también ha sido siempre vulnerable a los dilemas éticos ("¿cómo puede Dios permitir el mal?"), por lo que la ética teísta no es superior tampoco a una ética laica. Darwin no habría estropeado nada.

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  3. Y...

    "Hay dos maneras en las que la teoría evolucionista mina la moralidad. La primera sería que conduce a la gente a perder su fe en Dios y en la inmortalidad personal. La segunda es que la selección natural dinamita la idea de que existen unos cimientos objetivos sobre los que apoyar la moralidad."

    En cuanto al asunto de la "inmortalidad personal", recordemos que es solo un truco relativamente reciente del teísmo. Ni los griegos que combatieron en Troya ni los judíos que siguieron a Moisés creían mucho en esas cosas. Los egipcios sí parece que inventaron esa solución y Platón (y Pitágoras) la hicieron suya. Tal truco, por cierto, es algo más que un truco, pues parece relacionarse con la empatía y el desarrollo de la personalidad individual, no es mera tanatofobia (que se puede combatir de muchas otras maneras); pero, siendo en todo caso, un "truco", yo (o cualquiera) puedo proponer otro que funciona igual de bien que el que promueve el Vaticano o los Testigos de Jehová: si una sociedad cada vez más altruista es una sociedad cada vez más cooperativa, es lógico tener la esperanza de que allá por el año 5.000 la humanidad altruista futura habrá alcanzado la sabiduría y el poder de los dioses (inteligencia artificial ilimitada y control de todas las fuentes de energía del Universo: lean a los transhumanistas por el estilo de Ray Kurzweil)... y que por lo tanto tendrán el poder de resucitarnos a todos... por puro altruismo (igual que nosotros nos preocupamos por el bienestar de los animales...). Al primero que se le ocurrió este truco fue a un ruso llamado Nikolai Fyodorov https://en.wikipedia.org/wiki/Nikolai_Fyodorovich_Fyodorov

    Pero, trucos de inmortalidad aparte, la mejor forma de arraigar un sistema de creencias éticas es mediante los procesos de interiorización psicológica llamados "religiones" que permiten que las creencias éticas se conviertan en intuiciones emocionalmente gratificantes en tanto que secundan el sentido de lo sagrado ("ser altruista es bueno", "venero el comportamiento bondadoso"). Eso también es un truco, pero un truco evolutivo, perfectamente natural en el comportamiento humano, de modo que naturaleza y ética vuelven a coincidir...

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  4. Su página web es muy fresco, sin duda requiere una gran cantidad de tiempo en su desarrollo, también son sin duda necesita de conocimientos especializados en la

    apariencia. He aprendido mucho de su página web, gracias

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  5. La vida no es fácil, pero no hay dificultades que no tienen una salida. Centrémonos en la difícil, pero en el que tenemos que hacerlo mejor, y pronto.

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  6. leer un interesante artículo, gracias por compartir información, puede siempre dar una información cálido y útil para el lector

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  7. Si usted quiere tener éxito, saber lo que está haciendo, Ama lo que haces, y mantener su fe en lo que está haciendo

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  8. .

    Saludos Pitiklinov. Saludos Germánico. Saludos LNIE.

    La moralidad es un sesgo humano. Pienso:

    El humano, y sus sesgos; que lo hacen humano.
    ¿Seríamos menos humanos, sin sesgos?
    ¿Las máquinas inteligentes (y sus algoritmos) están exentas de sesgos?

    Sigo pensando...
    .

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  9. Lo de la religión no es realmente moral, solo es un chantaje, una amenaza ... hay puniciones y premios asociados ... Decía Margherita Hack que nosotros, los ateos, no necesitamos la promesa de una recompensa para ser buenos ...

    Mucho de lo que es “moral” atañe el dolor y el sufrimiento, y no estoy seguro de que esto tenga que ver con evolución y adaptaciones. Entendemos el dolor y el sufrimiento porque tenemos la capacidad de evaluar la relación causa-consecuencia, porque tenemos capacidad empática y porque tenemos capacidad de inhibición de los instintos. Estas tres cosas son características cruciales de nuestra especie, y cabe la posibilidad de que la moral sea solo una consecuencia de poner estos tres factores juntos.

    Los que tienen los tres factores non necesitan la recompensa para ser buenos. Los otros sí.

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