El hombre, en su arrogancia, piensa que es una gran obra digna de la participación de un dios. Más humilde, y yo creo que cierto, es considerarlo creado a partir de los animales.
-Charles Darwin
Darwin era un gran amante de los animales y su teoría de la selección natural provee los argumentos más poderosos para la defensa de los derechos de los animales. Desde Darwin el hombre deja de estar al margen de la naturaleza, un ser creado a imagen de Dios, para ser un producto del mismo proceso ciego que ha originado al resto de los animales. Nuestra separación con los animales pasa a ser una cuestión de grado, no de tipo, y Darwin reconoce en ellos las mismas cualidades que en nosotros, y en particular la capacidad de sufrir.
Pero en esta entrada más que de cuestiones teóricas lo que quería es comentar algunos detalles y anécdotas de su vida personal en relación a los animales y sus derechos. Los sentimientos contra el maltrato a los animales eran muy fuertes en Darwin, sólo comparables a los que sentía por el maltrato a las personas. Su hijo, Francis Darwin, nos cuenta: “ los dos temas que movían a mi padre quizás de manera más fuerte que ningún otro eran la crueldad con los animales y la esclavitud. Detestaba ambos intensamente y su indignación era insuperable en caso de cualquier frivolidad o falta de sentimiento en estas materias”
Hay numerosas anécdotas que ilustran la intensidad de estos sentimientos. Aunque Darwin era un caballero de buenas maneras que evitaba siempre la menor confrontación pública, no podía evitar enfurecerse cuando veía maltratar un animal. Francis nos cuenta:
“volvió un día de su paseo pálido y débil por haber visto maltratar un caballo y por la agitación de reprender al hombre. En otra ocasión vio a un domador de caballos enseñando a su hijo a montar; el chico estaba asustado y el hombre fue muy rudo. Mi padre paró y saltó del carruaje reprendiendo al hombre de forma muy dura.
Puedo mencionar otro pequeño incidente que muestra que su humanidad con los animales era bien conocida por sus vecinos. Un visitante, viniendo de Orpington a Down, le dijo al cochero que fuera más rápido. “¿Por qué?”, dijo el hombre, “si hubiera dado a los caballos los latigazos que les estoy dando ahora llevando a Mr. Darwin, habría salido del carruaje y me habría dado de latigazos él a mí”.
Que la humanidad con los animales es una de las más nobles virtudes del hombre lo dice Darwin en este pasaje del Origen del Hombre que copio a continuación. Es muy interesante este fragmento porque anticipa la idea de círculo moral que luego desarrollaría Peter Singer y la observación de cómo el círculo moral del ser humano se ha ido ampliando hasta abarcar a toda la humanidad y luego al resto de los animales (bueno, estamos en ello, todavía no hemos llegado):
“A medida que el hombre avanza en civilización, y pequeñas tribus se unen en comunidades más grandes, la simple razón dirá a cada individuo que debe extender sus instintos sociales y sus simpatías a todos los miembros de la misma nación, aunque no los conozca personalmente. Una vez alcanzado este punto, sólo hay una barrera artificial para impedir que su simpatía se extienda a todas las naciones y razas. Si, realmente, tales hombres están separados de él por grandes diferencias en el aspecto o las costumbres, la experiencia desgraciadamente nos muestra lo que cuesta verlos como criaturas iguales. La simpatía más allá de los confines del hombre, es decir la humanidad con los animales inferiores, parece ser una de las últimas adquisiciones morales. No parece existir en los salvajes, excepto hacia sus mascotas. Lo poco que la conocían los romanos lo vemos en sus aborrecibles espectáculos de gladiadores. La propia idea de humanidad, por lo que pude observar, era nueva para la mayoría de los gauchos de las Pampas. Esta virtud, una de las más nobles de las que el hombre está dotado, parece surgir del hecho de que nuestras simpatías se van haciendo más sensibles y más amplias, hasta que se extienden a todos los seres sintientes. Tan pronto como esta virtud es honrada y practicada por unos pocos hombres, se extiende por instrucción y ejemplo a los jóvenes y eventualmente a la opinión pública.”
Por poner un ejemplo más de la preocupación de Darwin por los animales mencionaré un artículo que escribió en 1863 en el Gardener´s Chronicle, una revista mensual popular, en contra de las trampas para animales por el gran sufrimiento que producían a los animales ya que podían quedar atrapados en ellas, heridos, durante muchas horas.
Sin embargo, como contraste, voy a explicar la postura de Darwin en el tema de la vivisección, un debate que tuvo lugar en Inglaterra en la década de los años 1870. Hubo reuniones públicas, se debatieron y aprobaron leyes y los científicos se pusieron a la defensiva. Darwin fue implicado inevitablemente en la controversia. Su impulso humanitario entró en conflicto con su deseo de que avanzara la ciencia y Darwin se vio incómodamente atrapado en el mismo. Como muestra de lo que le dolía el tema está este fragmento de una carta escrita en 1871:
“Me pregunta acerca de mi opinión sobre la vivisección. Estoy de acuerdo en que es justificable para investigaciones reales en fisiología; Pero no por mera y detestable curiosidad. Es un tema que me pone enfermo de horror, por lo que no diré una palabra más sobre ello, o no podré dormir esta noche”.
La líder de los anti-viviseccionistas era Francis Power Cobbe, Miss Cobbe, una ardiente feminista desde edad temprana y luego predicadora unitaria. Miss Cobbe había fundado la British Antivivisection Society como alternativa a la más conservadora Royal Society for the Prevention of Cruelty to Animals (RSPCA). La RSPCA era una asociación de las clases altas que sólo se preocupaba de frenar el maltrato a los animales de los trabajadores y clases bajas. La Sociedad Antivivisección iba también contra los científicos y no sólo los trabajadores. Hay que decir que no eran abolicionistas totales de todo tipo de experimentos que implicaran la vivisección. Querían que no se repitieran experimentos innecesarios y que se usara el menor número de animales posible. Pedían que los experimentos con animales vivos se limitaran a investigaciones que prometieran resultados beneficiosos y que se usaran anestésicos siempre que se pudiera. En su autobiografía Miss Cobbe habla muy bien de Darwin al que conoció cuando eran vecinos en el verano de 1869. Como muchos otros, se sorprendió del gran amor por los animales de Darwin:
“Él (Darwin) estaba muy contento de usar un tranquilo y bello pony que mi amigo Geraint había puesto a su disposición. Su gentileza con el animal y sus incesantes esfuerzos para quitarle las moscas de la cabeza, y su amor por su perro Polly…eran rasgos muy agradables en su carácter.”
Pero la relación acabó rompiéndose. Miss Cobbe escribe:
“Este intercambio placentero con un hombre ilustre, como otras muchas cosas placenteras, llega a su fin en 1875 por el comienzo de la cruzada antivivisección. Mr. Darwin llegó a ser el centro de una camarilla de vivisectores que le acosaban incesantemente para que apoyara su práctica hasta que se exhibió el deplorable espectáculo de un hombre que no permitiría que una mosca picara el cuello de su pony, defendiendo ante toda Europa la vivisección.”
La postura final de Darwin la tenemos en una carta a su hija - que era contraria a la misma- y que le había estado presionando:
“Tu carta me ha llevado a pensar sobre la vivisección (me gustaría que se inventara otra palabra como anaes-sección) durante horas, y te contaré mis conclusiones, que te van a parecer insatisfactorias. Siempre he pensado que la Fisiología es una de las ciencias más importantes y que más pronto o más tarde será de gran beneficio para la Humanidad; pero, a juzgar por lo que ocurre en otra ciencias, los beneficios procederán indirectamente de la búsqueda de una verdad abstracta. Es cierto que la Fisiología puede progresar solamente por experimentos con animales vivos. Por lo tanto, la propuesta de limitar la investigación a temas en los que ahora podemos predecir los beneficios con respecto a la salud, etc., me parece pueril. Al principio pensé que sería bueno limitar la vivisección a laboratorios públicos; pero sólo he oído de los de Londres y Cambridge , y creo que Oxford, pero probablemente puede haber otros. Por lo tanto sólo hombres viviendo en unas pocas ciudades podrían investigar y esto lo considero un gran mal. Y si , a nivel privado, se permitiera a otros hombres trabajar en sus propias casas, por medio de una licencia, no veo quién puede determinar qué hombre concreto debe recibir una. Son los hombres jóvenes los que con mayor probabilidad van a hacer un buen trabajo. Con gusto castigaría gravemente a cualquiera que opere en un animal sin anestesia si el experimento lo permitiera, pero aquí, de nuevo, no veo cómo un magistrado o jurado puede determinar eso. Por tanto concluyo que si (como es probable) algunos experimentos se han repetido demasiado, o no se han usado anestésicos cuando era posible, la solución debe ser una mejora de los sentimientos humanitarios. Bajo este punto de vista, me he alegrado de la presente agitación. Si se aprueban leyes duras - y esto es probable viendo lo poco científica que es la Cámara de los Comunes, y lo humanos que son los caballeros de Inglaterra, siempre y cuando no afecte a sus deportes, que conllevan miles de veces más sufrimiento que los experimentos de los fisiólogos-, si tales leyes se aprueban, el resultado seguramente será que la Fisiología, que ya se encuentra estancada en Inglaterra en los últimos años, languidecerá y desaparecerá. Se practicará solamente en el Continente; y habrá muchos menos trabajadores en este tema y yo lo lamentaría.”
Esta carta de Darwin es enormemente jugosa y plantea cantidad de temas interesantes en relación a la ciencia y también a la moral. Uno de ellos es, por ejemplo, la posibilidad de que se pueda hacer verdaderamente peer review en ciencia dado que las ideas rompedoras (las que traen los jóvenes) van a ser rechazadas por el establishment científico, como así ha ocurrido múltiples veces a lo largo de la historia. Si los científicos establecidos juzgan el valor de los que llegan con nuevas ideas permitirían sólo una continuidad y no un verdadero avance en las ciencias.
También suelta una puya contra el deporte de la caza del zorro, pero yendo al tema que nos ocupa. ¿Qué drama se desarrolla en la mente de Darwin? ¿Cómo podemos conciliar su indudable amor por los animales con su defensa de los experimentos con animales vivos? Mi interpretación es que hay un choque entre dos principios morales y la solución de Darwin es utilitarista. Darwin cree que los beneficios a largo plazo derivados del conocimiento científico a todos los niveles compensan el dolor causado a los animales de experimentación. Para llegar a esa conclusión Darwin tiene que sobreponerse a lo que le dicen sus tripas y eso lo vemos en que le resulta difícil hasta pensar en el tema, se pone enfermo sólo imaginando el sufrimiento de los animales. Pero por encima de esos sentimientos saca la calculadora utilitarista y defiende la ciencia. Podríamos decir que la decisión de Darwin es como si en los famosos dilemas de los tranvías hubiera decidido tirar a la vía al gordo que está en el puente(la solución de Darwin sería de psicópata desde este punto de vista) Los defensores de los animales pensarán que Darwin se queda corto, que debería haber llegado más lejos con sus sentimientos humanitarios, pero creo que la postura de Darwin tiene mérito. Desde una visión utilitarista lo importante son las consecuencias de las acciones. Pero no siempre es posible determinar el alcance de esas consecuencias. En los ejemplos de los tranvías las consecuencias son claras: o muere uno o mueren cinco. Pero en muchas otras cosas en la vida, y este caso puede ser un ejemplo, no llegamos a ver el final del camino al que llevan cada una de las decisiones. ¿Quién puede decir las vidas y el sufrimiento, tanto humano como animal, que se pueden salvar o aliviar como consecuencia de los conocimientos anatómicos, fisiológicos, bioquímicos, etc., derivados de la investigación?
Lo que vemos en este caso es algo habitual en todos los dilemas morales: el choque entre dos principios. Es muy difícil tomar un principio y seguir con él hasta el final. Por ejemplo, no hay que mentir…vale, ¿pero si tengo un judío escondido en casa y viene un nazi y me pregunta si tengo un judío escondido en casa? No hay que matar…vale, ¿pero si hubieras tenido la posibilidad de matar a Hitler lo habrías matado? No hay que torturar…vale, ¿pero si la confesión de un terrorista puede salvar miles de vidas? Y si los principios tienen problemas también los tiene el utilitarismo.
Hasta aquí la lucha interna de Darwin entre el amor a los animales y su amor a la ciencia. Cada uno de nosotros juzgará su decisión de una manera.
@pitiklinov
Referencia:
Buen post.
ResponderEliminarEn mi opinión, cuanto más desarrollada tiene la empatía un individuo (o la compasión, para ser más exactos, pues hay quien dice que la capacidad para ponerse en el lugar del otro puede usarse para bien y para mal), más difícil le resulta defender la experimentación con animales no humanos y otras actividades justificadas tradicionalmente desde el utilitarismo y la idea de progreso.
Saludos.
estoy de acuerdo,
ResponderEliminarpero, como dices, la empatía tiene sus problemas (Paul Bloom insiste en ello: http://evolucionyneurociencias.blogspot.com.es/2014/08/contra-la-empatia.html)
a veces la empatía te centra en los árboles y no te deja ver el bosque que hay detrás.
Para ayudar o hacer el bien a veces hay que hacer fríos cálculos y no dejarte llevar por la emoción del momento.
Fantástica entrada.
ResponderEliminarDarwin era un adelantado a su tiempo y al nuestro.
Me alegra verte por aquí Hugo
Reconozco que soy más de árboles que de bosques, je... Como solemos decir los de mi calaña, hágase justicia aunque perezca el mundo :P
ResponderEliminarUn abrazo a los dos.
Hay un comentario sobre esta cuestión escrito por el propio Darwin que me parece importante mencionar. Dice así:
ResponderEliminar«A los animales a quienes hemos convertido en nuestros esclavos, no nos gusta considerarlos como nuestros iguales.»
http://darwin-online.org.uk/content/frameset?viewtype=text&itemID=F1582&pageseq=1
Si partimos de la base, del prejuicio, de que las vidas de los otros animales son menos valiosas que las nuestras, o directamente no tienen valor moral, entonces está claro que siempre saldrán perdiendo frente a cualquier interés que nosotros tengamos respecto de sacrificar sus vidas para nuestro beneficio. Así que, antes de nada, deberíamos cuestionarnos por qué pensamos que sus vidas tienen menos valor por el solo hecho no pertenecer a la especie humana. Los otros animales también desean continuar existiendo y proteger su vida frente al daño, no veo por qué razón habría que ignorar o despreciar esos intereses en beneficio de los intereses humanos.
Ahora, llamar ética al utilitarismo me parece una asunción bastante atrevida. A mi modo de ver, una filosofía que permite sacrificar a unos individuos en beneficio de otros se sale completamente del ámbito moral. Una moral mínimamente racional debería asumir el principio de igualdad y el principio de igualdad no justifica que los intereses de unos individuos sean sacrificados en beneficio de los de otros. Si son los mismos intereses, aunque se den en individuos diferentes, ¿por qué unos pesan más respecto de otros?
Para una crítica al utilitarismo de acuerdo al principio ético de igualdad recomienda la lectura de Gary Francione:
https://edoc.site/introduccion-a-los-derechos-animales-84a4d26477b8541a5245860f8a274abc.html