domingo, febrero 21, 2016

La cultura cambia los genes

Peter Frost y Henry Harpending publicaron el año pasado un artículo donde tratan un fenómeno que bien puede ser un ejemplo del llamado efecto Baldwin. Lo que estos autores plantean es que la tasa de homicidios en Europa ha ido cayendo desde el siglo XIV hasta el siglo XX. A la vez, demuestran que a partir del siglo XI se empezó a implantar la pena de muerte de forma generalizada en los estados europeos y que para finales de la Edad Media se estaba condenando a muerte al 0,5-1% de los hombres de cada generación. La sugerencia de Frost y Harpending es que, además de por razones culturales, esta disminución de la tasa de homicidios se debe a un efecto genético, es decir, la aplicación de la pena de muerte durante unos siglos dio lugar a un cambio en la frecuencia de genes en la población barriendo los genes que predisponen a la agresividad y la violencia. Veamos sus argumentos. Frost y Harpending dividen la historia de Europa en tres etapas:

Primera fase: La edad de la violencia personal (siglos V- XI)

Tras la caída del Imperio Romano y la llegada de los barbaros no hay una entidad que monopolice la violencia (según la definición de Max Weber de estado). Además se consideraba que arreglar las disputas era un asunto - y un derecho- personal. La pena de muerte sólo se aplicaba para delitos como la traición, la deserción o la cobardía en combate, pero no en asuntos privados. El otro centro de autoridad, la Iglesia, también estaba en contra de la pena de muerte. Como mucho, lo que se intentó es que no degeneraran los arreglos de cuentas en vendettas, por lo que la ley Sálica planteaba una indemnización o compensación por matar a alguien. Así que el castigo era monetario. Matar a un niño menor de 10 años implicaba un pago de 24.000 denarios y matar una mujer libre joven embarazada un poco más, 28.000 denarios.

Segunda Fase: La guerra contra los asesinatos (siglos XI-XVIII)

En esta época el fortalecimiento de los reinos occidentales europeos llevó a los juristas a pensar que el rey debía castigar a los malvados para asegurar así que la los buenos pudieran vivir en paz. La Iglesia también cambió y consideró que matar a un hombre era una ofensa al orden de la creación y teólogos como Santo Tomás justificaron la pena de muerte. Este cambio de tendencia tuvo su punto álgido en el siglo XVI cuando los tribunales condenaban a muerte a 1 de cada 10.000 personas. A lo largo de la vida uno o dos de cada 200 hombres eran ejecutados (otros morían en prisión esperando juicio). 

En paralelo con el aumento en la tasa de ejecuciones se va produciendo una disminución en la tasa de homicidios que parece que empieza en el siglo XIV. Al final de la Edad Media se calcula una tasa de homicidios de 20-40 por 100.000 y en el siglo XX  es de 0,5-1 por 100.000. 

Tercera Fase: Declive de la guerra contra los asesinatos (siglos XVIII-XX)

A mediados del siglo XVIII la tasa de ejecuciones cae. Por un lado porque se cometen menos delitos, pero por otro porque tanto los jueces como el público en general empieza a mostrar un rechazo a la pena de muerte, así como a otros actos violentos, como peleas de gallos, maltrato a animales, etc. La realidad es que cada vez se cuelga a menos gente por sus crímenes y, de hecho, a partir del siglo XVIII la pena de muerte empieza a ir desapareciendo de la legislación de varios países (desaparece de los dominios de los Habsburgo en 1787, por ejemplo).

Causas

Hasta aquí los hechos, pero ¿cuáles son las posibles causas? Norbert Elias habla de un condicionamiento cultural y de que la nueva estructura social da lugar a un cambio en la estructura de personalidad. Manuel Eisner habla de que se debe a un mayor control tanto externo (por el estado) como interno (nuevos rasgos de personalidad). Esta hipótesis tiene el problema de que parece que en el siglo XX en las sociedades europeas estos controles tanto internos como externos se han relajado (a los chicos malos se les alaba en el cine, han desaparecido las penas de muerte…) pero esto no ha llevado a un rebrote de la violencia. Es verdad que puede haber habido un pequeño aumento de la violencia entre los jóvenes europeos pero nada comparable con la que había hace un milenio. Es decir, no hemos vuelto al barbarismo previo. Roth plantea que la disminución de violencia es consecuencia de la existencia de un entorno seguro donde se confía en el estado, en las instituciones, y esto hace que no sea necesaria.

Lo que Frost y Harpending añaden es la posibilidad de un causa genética, que este declive de la violencia tenga que ver con la eliminación de la población de los individuos más propensos a la violencia. Sabemos que la predisposición a la violencia/agresividad tiene una heredabilidad del 40% y sabemos que en los últimos 10.000 años ha cambiado el 7% de nuestro genoma así que la idea tiene sentido. Además, habría que añadir que no es necesaria la eliminación física de los sujetos violentos. El cambio cultural pudo hacer que los sujetos violentos pasaran de ser considerados unos héroes a ser considerados unos parias. Quedarían marginalizados por la sociedad en su conjunto y no tendrían acceso al mercado de parejas al ser rechazados también por las mujeres.

No creo que la correlación que Frost y Harpending presentan sea suficiente para probar su hipótesis pero sí creo que  es verdad que un cambio cultural que se prolonga en el tiempo se convierte en una presión selectiva que puede favorecer unas determinadas configuraciones genéticas en lugar de otras. Esto no supone ninguna violación de los principios evolucionistas sino que es consecuencia lógica de los mismos.

@pitiklinov

Referencia:



4 comentarios:

  1. Masgüel12:41 p. m.

    Estoy de acuerdo. Con lo que no estoy de acuerdo es con la excepcionalidad europea y tardomedieval del fenómeno que defienden Frost y Harpending. Richard Wrangham atribuye la misma función a la pena de muerte, pero extiende su práctica y sus efectos a la mayoría de culturas de cazadores/recolectores al menos desde la revolución cognitiva. Incluso en otras especies que muestran rasgos de autodomesticación, sin llegar a la coordinación compleja que requiere consensuar una sentencia de muerte para un individuo problemático, observamos, por ejemplo, cómo el ostracismo hacia los machos violentos y su control por coaliciones de hembras produce el mismo efecto.

    La propuesta de Frost, aunque verosímil si se entiende como caso particular de un fenómeno que afecta a todas las poblaciones humanas en mayor o menor medida, forma parte de un movimiento ideológico reaccionario que pretende una separación genética entre pueblos civilizados y bárbaros.

    ResponderEliminar
  2. "parece que en el siglo XX en las sociedades europeas estos controles tanto internos como externos se han relajado (a los chicos malos se les alaba en el cine, han desaparecido las penas de muerte…) pero esto no ha llevado a un rebrote de la violencia"

    Algunos observadores, en efecto, prestan atención al fenómeno de que cuanto menos violenta es una sociedad, más cruda aparece la violencia en los espectáculos. Sin embargo, esto no es históricamente tan raro, porque los dramas teatrales ingleses del siglo XVII eran mucho más sangrientos que los equivalentes españoles, y sin embargo en Inglaterra la justicia y la "pacificación" de la vida civil llegaron antes. Parece que la "violencia sistémica" (la injusticia social) busca compensarse con menores manifestaciones de violencia (censura), y que una sociedad más libre y justa puede darse el lujo de que las naturales inclinaciones violentas se expresen de forma inocua. Por otra parte, mostrar la violencia en un contexto explicativo permite tal vez darle una respuesta mejor por el conjunto de la sociedad. Meter la violencia debajo de la alfombra no ayuda a combatirla.

    Por otra parte, parece un tema interesante el de si hasta el siglo XI la pena de muerte no se aplicaba a la "violencia privada". Los romanos, sin embargo sí la perseguían de forma pública. Habrá que informarse. El mensaje de Masgüel en el sentido de que la pena de muerte también la practicaban los cazadores-recolectores parece que va en ese sentido...

    ResponderEliminar
  3. Estoy de acuerdo con Masgüel en que este fenómeno, por supuesto, es global. Creo que la autodomesticación del H sapiens empieza ya en la época de cazadores-recolectores. Y me parece muy interesante la reflexión de idea21 sobre la relación inversa entre la violencia real y la "virtual". Algo de eso puede estar pasando ahora con los videojuegos. La mayoría de estudios no encuentra que la violencia en TV o en videojuegos aumente la violencia real.

    ResponderEliminar
  4. Muy sugerente, y poco concluyente: por ahora una hipótesis

    ResponderEliminar