domingo, mayo 31, 2020

La especie desarraigada (entrevista a Graham Rook)

Graham Rook
"Dios dijo: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Domine sobre los peces del mar, las aves del cielo, los ganados, las fieras campestres y los reptiles de la tierra. Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó, macho y hembra los creó. Dios los bendijo y les dijo: sed fecundos y multiplicaos, poblad la tierra y sometedla". Génesis 1, 26-28. 

Queda claro en el fragmento del Génesis que encabeza esta entrada que la tierra fue creada para nuestro uso y disfrute, para que la conquistáramos y la ocupáramos, nosotros, los humanos, sometiendo a las demás especies. Y desde luego es cierto que lo hemos hecho. Como profecía, esas palabras escritas, resultan ser exactas.

Desconocemos el precio a pagar por esta concesión. Con nuestra arrogancia de elegidos hemos alcanzado todos los límites, todos los confines de nuestro planeta, hemos tomado todo lo que encontrábamos y lo hemos usado y muchas veces tirado, y hemos creado una Civilización (del latín civis, ciudadano, de ciudad) con su propia Historia y su diversidad de culturas creadas a partir del mismo molde biológico. Y hasta soñamos con colonizar otros planetas en un futuro no muy lejano (Elon Musk ya ha puesto su proyecto en órbita). 

Pero según avanzábamos dejando nuestra huella impresa en todas las cosas, luna incluida, íbamos alejándonos cada vez más de nuestro lugar de origen y, al hacerlo, nos íbamos dejando partes esenciales de nosotros mismos por el camino. Esta pérdida que hemos ido sufriendo apenas se ha hecho perceptibles mientras nos elevábamos en una apoteosis que sólo podía culminar en la divinidad, o a imagen y semejanza de ella. De hecho todo parecía ser parte de una ganancia y mejora ilimitada, de un Progreso, en una carrera hacia la abundancia, la felicidad y el equilibrio perfectos.

La ciencia, que tanto ha ayudado en nuestro ascenso, también ha descubierto sus límites, sus pérdidas, sus desequilibrios, incertidumbres y peligros. La ciencia nos ha expulsado del centro del universo, del centro de la Creación, del centro mismo de la naturaleza "racional" y espiritual, descubriendo tanto la inteligencia fuera de nuestra especie como la estupidez en ella. 

Lo peligroso nunca fue la idea de Darwin, como sugería irónicamente Daniel Dennett en el título de uno de sus ensayos. Lo peligroso fue haber vivido tanto tiempo a espaldas de ella. Pues la ciencia evolucionista es la única que ayuda a ponernos en contexto. Y fuera de nuestro contexto no somos nada, ni biológica ni socialmente. 

Somos la especie desarraigada, la especie civilizada, constructora de cada vez más y mayores centros urbanos, ciudades, y cultivos para las ciudades, robando el terreno a los ecosistemas finamente ajustados que habían evolucionado a lo largo de miles de millones de años y tomándolo y ocupandolo todo. Hemos despilfarrado recursos e ignorado de qué estábamos hechos. Pero ahora lo sabemos. Nos hemos aislado de nuestra fuente de vida y nos hemos convertido en nómadas de nuestra condición al hacernos sedentarios en nuestro medio.

Y eso lo sentimos y padecemos, aunque todavía no lo suficiente, en forma de nuevos males en forma de enfermedades físicas, mentales e incluso en pandemias y locuras colectivas.

Aunque todavía el Génesis no haya llegado a su conclusión lógica en el Apocalipsis, algunos ya escuchan las trompetas del Juicio Final. Pero como decía antes desconocemos el precio a pagar por esta "concesión". Quizás sea posible seguir avanzando hacia el futuro sin escuchar la cuenta atrás a la extinción. Pero es necesario que nos reconciliemos con nuestra naturaleza, y al hacerlo con la naturaleza en general, de la que formamos parte indisociable.

Estamos colonizados por microorganismos porque de ellos venimos, porque son la substancia de la que está todo lo que esté vivo hecho. Caminamos sobre ellos, rodeados de ellos, ocupados por ellos. De hecho son ellos los dueños de la tierra, bajo el radar de nuestros limitados sentidos. 

Graham Rook, Profesor de Microbiología Médica del University College de Londres (UCL), lleva muchos años estudiando esta realidad, la verdadera realidad biológica que subyace a toda otra en relación con la nuestra, la humana. Defiende la "hipótesis de los viejos amigos" (the old friends hypothesis) una hipótesis evolucionista que explica la relación a lo largo de nuestra evolución como especie con los microorganismos y los equilibrios y desequilibrios de dicha relación vinculados a los estados de salud y enfermedad. 

Hemos tenido el privilegio de poder entrevistarle para la Nueva Ilustración Evolucionista, en una entrevista en la que nos habla de la evolución y los mecanismos biológicos involucrados en los beneficios para la salud del contacto con el medio ambiente natural.



En inglés:

1.- What has been our relationship with microorganisms throughout evolution?

Life on our planet started as microorganisms that evolved approximately 3.8 billion years ago. Then,  about 1.5 billion years ago an endosymbiotic event (one organism started to live inside another one) created the eukaryotic life forms. Thus we evolved from a symbiosis of 2 or more microbes, and it is therefore not surprising that about 65% of human genes originated in Bacteria, Archaea and eukaryotic microbes. This is strikingly true of the genes enabling synthesis of the neurotransmitters that are crucial to the brains of which we are so proud.  So we evolved from microorganisms, and we took most of our genes from them.  But we also carry a vast community of them on and within our bodies, notably in the gut. Our guts contain symbiotic organisms (the microbiota) that are at least as numerous as the human cells in our bodies, and 30% or more of the small molecules in our peripheral blood, many of which have profound effects on our physiology, are products of the metabolism of these microbes.  Early in animal evolution the organisms that inevitably found their way into the gut were separated from the host by a chitin barrier.  Later this barrier was supplemented by a mucin layer. Finally, in mammals, the chitin barrier was lost and symbiotic organisms adhere to, and are nourished by, complex mucus layers.  Moreover these organisms modulate the function of the underlying cells and send molecular signals to the entire host physiology. (It is interesting that this parallels the situation in plants where organisms are attracted and nourished by molecules secreted from the roots, and then take part in symbiotic 2-way signaling and exchange of nutrients). These organisms are no longer kept separate from the host. They have co-evolved crucial physiological roles, and influence the development and function of every organ system.

2.- How do you think our immune system has evolved?

Since the microbiota is a crucial part of our physiology, the immune system has a difficult task.  It must  manage and maintain  (“farm”) the microbiota, while simultaneously excluding pathogens.  These conflicting requirements have driven the evolution of the immune system. 

All eukaryotes have mechanisms that try to detect the presence of  pathogens.  This detection is usually mediated by Pattern Recognition Receptors (PRR) that bind to alien molecules produced by intruders.  These PRR are encoded in the genome of the host, and passed on in the germ line to descendants.  This creates two problems. As the number of potential invaders increases, so must the number of PRR. One solution is gene duplication.  A PRR gene is duplicated, and the copy then evolves a different specificity.  The first problem is that large animals such as humans  evolve slowly, with one generation in about 30 years, whereas many pathogens can replicate in 30 minutes, so an inherited PRR-based system cannot keep up with the evolution of the pathogens. The second problem is that the genome is potentially cluttered with vast numbers of duplicated PRR genes.   

Evolution “solved” these problems by creating the Adaptive Immune System which seems to have evolved in parallel with the complex microbiota.  The adaptive system involves relatively few genes, but uses random mutation, particularly in utero and in early life, to generate a vast repertoire of lymphocytes, each bearing a different specificity.  These then undergo censorship to remove those that recognise self, and so might mediate autoimmunity. They also undergo selection to keep only those that are potentially useful because they recognise molecules or microbes present in the individual’s environment.   Thus with little genetic clutter, the adaptive immune system creates a new repertoire of immune response in each new individual, that can be tailored to the environment into which that individual is born. In this way we can keep up with the rate of evolution of microbial pathogens… most of the time!

3.- Why does our immune system sometimes attack the body it has to defend or non-infectious particles?

As is implicit in the answer to question 2 above, the immune system needs data, microbes and molecules from the natural environment in order to tune the censoring and selection of randomly generated lymphocyte clones.  Above all, these crucial data drive regulation of lymphocyte function, because most of the time the role of the immune system is to not attack.  For example the various microbiotas must be farmed not eliminated, and particles that are not dangerous (like most allergens) should be cleared without inflammation. The system therefore has many complex mechanisms …a kind of military police… to shut off attack responses that should not occur.  It is now clear that most of the data and molecular signals that set up these complex immunoregulatory mechanisms are provided by microorganisms from the natural environment, particularly in early life.  We are in a state of evolved dependence on this contact, and lack of such contact is one reason for the high prevalence of chronic inflammatory disorders (allergies, autoimmunity, inflammatory bowel diseases etc) in modern urban environments.

4.- How can we achieve a balance between excess hygiene and exposure to pathogens?

Despite our need for contact with microorganisms, the idea that we, and our homes, are too clean for our own good (“hygiene hypothesis”) is usually misunderstood and misquoted because the authors fail to think about it from an evolutionary point of view.  The microbiota of the modern home is not the microbiota with which we evolved, so we don’t need exposure to it.  We evolved in the natural environment, and lived in shelters constructed from components of that environment. Even quite recently our homes were built with natural timber and thatch, and rendered with mud and animal dung.   The modern home, built with biocide-treated timber, plasterboard and plastic, has an alien microbiota, that can, if the house is damp, include organisms that are toxic to us because they were not part of our evolutionary history.  The evidence shows that we should clean our modern homes vigorously.  The microbiota that we do need to encounter, in order to set up the correct regulation and priming of the immune system, is that of the natural environment.  Gardening and walks in nature expose us to the microbiota that our physiology evolved to anticipate. And pets, especially dogs,  are great because they bring the microbiota of the natural environment into the home, and strikingly reduce the prevalence of childhood allergies. 

5.- With the current SARS-COV-2 crisis, don't you think that prolonged confinement can be counterproductive in some cases, especially in children?

I will limit myself to an immunological point of view. The answer depends on the duration and location of the confinement.  There is a critical “window of opportunity” in early life when the microbial exposures, and gut microbiota, are crucial. Living in a tower block without access to the natural environment will be significantly detrimental to the development of essential immunoregulatory mechanisms if it occurs during the critical early months of life.  On the other hand, this should be less of a problem for lucky families with access to a garden.   Confinement will also increase stress, and reduce exercise, vaccinations and vitamin D levels.  The cumulative effects of all these factors on the immune system could be significant and long-lasting. 

6.- Microorganisms evolve and develop new mechanisms to defend against drugs and new structures that make them potentially more virulent. What new approach can be drawn from evolutionary medicine to coexist or fight against them?

As outlined above, the evolution of the adaptive immune system has equipped us rather well to cope with evolving microbes, though the system can only function efficiently if it is given appropriate learning inputs (microbial exposures) in early life.  Perhaps the major problem right now is the disruption of natural ecosystems by agriculture (especially monoculture), urbanisation, agricultural and industrial chemicals,  and man-made climate change.  All these factors are changing the microorganisms to which we are exposed, and by which we are colonised. We do not know how far these exposures can deviate safely from the exposures of our evolutionary past, on which we are in a state of evolved dependence.

I should add a word about SARS-COV-2. The gut microbiota strongly modulates the immune response to viruses in the lungs.  This is relevant because as outlined above, the nature of the microbiota, and the way in which it is regulated and “farmed”,  depend on exposure to microorganisms from the environment.  We must therefore ask ourselves whether the high susceptibility to SARS-COV-2 of black and other ethnic minorities living in Europe or the USA is partly due to deprivation, poor diet and poor housing that result in suboptimal exposures, and suboptimal regulation of the immune system?  These effects would be exacerbated by stress, lack of exercise and lower vitamin D levels in those with pigmented skin.  It will be important to compare susceptibility of such populations with those living in the relevant African and Asian countries.  Meanwhile human-mediated destabilisation of ecosystems mentioned in the previous paragraph, together with intensive high density animal farming, increase the probability that new pathogens will enter the human environment,  evolve and adapt to humans.

7.- What are you working on now? What mystery of evolution would you like to unravel?

I am fascinated by the evidence that changes to human physiology, secondary to urbanisation-induced changes to our exposures to the natural environment and its microbiota, can influence the way our brains work. For example, psychosocial stress activates parts of the immune system, and this in turn modulates the pattern of brain activation induced by the stress.  But this stress-induced activation of the immune system is regulated by the microbiota, and therefore it is not surprising that microbial exposures influence the brain’s stress response.  Findings like this raise fascinating questions. For example, is the rural/urban divide in political voting tendencies partly a consequence of different training of the immune system?  We simply do not know, and ideas like this are of course anathema to many psychologists, but the evidence is growing rapidly, so these questions need to be explored, particularly in an age where certain political extremes seem to be on the increase.  There is also another related evolutionary angle.  It is argued that some gut organisms evolved the ability to manipulate the behaviour of the host in order to influence the diet in ways that nourished the microbial species in question.  If the composition of the gut microbiota modulates brain function, how does the legacy of such evolved behavioural manipulation by microorganisms affect us in the 21st Century? 

Mycobacterium vaccae. (Christopher Lowry) Esta extraña bacteria parece proteger a su hospedador de los efectos dañinos del estrés. Sin duda una "vieja amiga" para muchos de nosotros. 

En castellano:

1.- ¿Cuál ha sido nuestra relación con los microorganismos a lo largo de la evolución?
La vida en nuestro planeta comenzó con microorganismos que evolucionaron hace aproximadamente 3.800 millones de años. Después, hace aproximadamente 1.500 millones de años, un evento endosimbiótico (un organismo comenzó a vivir dentro de otro) creó las formas de vida eucariotas. Por consiguiente nuestra evolución parte de una simbiosis de dos o más microbios, de modo que no resulta sorprendente que alrededor del 65% de los genes humanos tengan su origenen en bacterias, arqueas y microbios eucariotas. Esto es especialmente cierto para los genes que permiten la síntesis de los neurotransmisores, moléculas cruciales para el funcionamiento del cerebro del que nos sentimos tan orgullosos. En conclusión: evolucionamos a partir de microorganismos, y tomamos la mayoría de nuestros genes de ellos.

Pero también tenemos una vasta comunidad de microorganismos sobre nuestros cuerpos y dentro de ellos, especialmente en el intestino. Nuestros intestinos contienen organismos simbióticos (la microbiota) que son al menos tan numerosos como las células propiamente humanas de nuestros cuerpos, y el 30% o más de las moléculas pequeñas que circulan por nuestra sangre periférica, muchas de las cuales tienen profundos efectos en nuestra fisiología, son productos de el metabolismo de estos microbios. 

En los comienzos de la evolución animal, los organismos que inevitablemente encontraron su camino hacia el intestino de los animales fueron separados de sus  hospedadores por una barrera de quitina. Y más tarde, esta barrera se complementó con una capa de mucina. Finalmente, en los mamíferos, la barrera de quitina se perdió y los organismos simbióticos pasaron a adherirse y a nutrirse con las capas de moco complejas que recubrían la luz del intestino del hospedador. Es más, estos organismos modulan la función de las células subyacentes y envían señales moleculares a toda la fisiología del hospedador (es interesante que se de una situación paralela en las plantas, donde los organismos son atraídos y nutridos por moléculas secretadas por las raíces, participando después en una señalización bidireccional simbiótica y en el intercambio de nutrientes). 

Estos organismos ya nunca se mantendrán separados del hospedador. Han coevolucionado desarrollando roles fisiológicos cruciales e influyen en el desarrollo y el funcionamiento de cada sistema orgánico.

2.- ¿Cómo cree que ha evolucionado nuestro sistema inmunitario?

Dado que la microbiota es una parte crucial de nuestra fisiología, el sistema inmunitario lo tiene complicado, pues debe gestionar y mantener ("cultivar") la microbiota, al tiempo que excluye a los patógenos. Estos objetivos en conflicto han impulsado la evolución del sistema inmune.

Todos los eucariotas tienen mecanismos para tratar de detectar la presencia de patógenos. Esta detección suele estar mediada por receptores de reconocimiento de patrones (PRR), que se unen a moléculas extrañas presentes o expresadas en los intrusos. Estos PRR están ya codificados en el genoma del huésped y se transmiten en la línea germinal a la descendencia. 

Esto genera dos problemas. A medida que aumenta el número de potenciales invasores, también debería aumentar el número de PRR. Una solución sería la duplicación de genes. Se duplica un gen PRR, y la copia evoluciona hacia una especificidad de reconocimiento diferente. 

Así, el primer problema surge de que los animales grandes como los humanos evolucionan lentamente, con una generación cada 30 años aproximadamente, mientras que muchos patógenos pueden replicarse en 30 minutos, por lo que un sistema de herencia basado en PRR no puede mantenerse al día con la evolución de los patógenos. El segundo problema sería que el genoma estaría muy desordenado con tantos genes PRR duplicados.
  
La evolución "resolvió" estos problemas creando el Sistema de Inmunidad Adaptativa, que parece haber evolucionado en paralelo con la complejidad de la microbiota. 

El sistema adaptativo involucra a relativamente pocos genes, pero se basa en mutaciones aleatorias, que se dan sobre todo durante el desarrollo en el útero y en la infancia, para generar un vasto repertorio de linfocitos, cada uno con una especificidad diferente. Estos luego sufren una criba que elimina a aquellos que reconocen las células del propio organismo, que podrían participar en la autoinmunidad. También son sometidos a una selección que conserve sólo aquellos que sean potencialmente útiles porque reconozcan moléculas o microbios presentes en el entorno del individuo. Y así, sin apenas generar desorden genético, el sistema inmunitario adaptativo crea un nuevo repertorio de respuestas inmunes en cada nuevo individuo que puede adaptarse al entorno en el que éste nace. Y de ese modo podemos mantenernos al día con la tasa de evolución de los patógenos microbianos ... ¡la mayoría de las veces!

3.- ¿Por qué nuestro sistema inmunitario a veces ataca al cuerpo que tiene que defender o a partículas no infecciosas?

Como decía antes, el sistema inmune necesita datos, microbios y moléculas del entorno natural para ajustar la criba y selección de los clones de linfocitos generados aleatoriamente. Estos datos cruciales impulsan sobre todo la regulación de la función linfocitaria, puesto que la mayoría de las veces el papel del sistema inmunitario es no atacar. Por ejemplo, las microbiotas diversas deben cultivarse, no eliminarse, y las partículas que no son peligrosas (como la mayoría de los alérgenos) deben eliminarse sin inflamación. El sistema en consecuencia tiene muchos mecanismos complejos ... una especie de policía militar ... para contener respuestas de ataque que no debieran producirse. Ahora se sabe que la mayoría de los datos y las señales moleculares que configuran estos complejos mecanismos inmunorreguladores son proporcionados por microorganismos del entorno natural, y principalmente durante los primeros años de vida. Nos encontramos en un estado de dependencia que ha evolucionado con este contacto, y la falta de dicho contacto es una de las razones de la alta prevalencia de trastornos inflamatorios crónicos (alergias, autoinmunidad, enfermedades inflamatorias intestinales, etc.) en los entornos urbanos modernos.

4.- ¿Cómo podemos lograr un equilibrio entre el exceso de higiene y la exposición a los patógenos?

A pesar de nuestra necesidad de contacto con los microorganismos, la idea de que nosotros y nuestros hogares están demasiado limpios para hacernos bien ("La Hipótesis de la Higiene") generalmente se malinterpreta y se cita erróneamente porque los autores no lo piensan desde un punto de vista evolucionista.

La microbiota del hogar moderno no es la microbiota con la que evolucionamos, por lo que no necesitamos estar expuestos a ella. Evolucionamos en el entorno natural y vivíamos en refugios construidos a partir de materiales de ese entorno. Hasta hace muy poco incluso, nuestras casas eran construidas con madera natural y paja y revestidas con barro y estiércol animal. La casa moderna, construida con madera tratada con biocidas, placas de yeso y plástico, tiene una microbiota alógena que puede, si hay humedad, incluir organismos que nos resultan tóxicos, pues no estuvieron presentes en nuestra historia evolutiva. Todas las evidencias apuntan a que debemos limpiar nuestras casas modernas a conciencia. La microbiota que necesitaríamos encontrar, a fin de establecer la correcta regulación y aprendizaje del sistema inmune, es la del medio ambiente natural. La jardinería y los paseos en la naturaleza nos exponen a la microbiota para cuya anticipación evolucionó nuestra fisiología. Y las mascotas, especialmente los perros, son geniales porque nos traen la microbiota del medio ambiente natural al hogar y reducen notablemente la prevalencia de alergias infantiles.

5.- Con la actual crisis de SARS-COV-2, ¿no cree que el confinamiento prolongado puede ser contraproducente en algunos casos, especialmente en niños?

Me limitaré a responder desde un punto de vista exclusivamente inmunológico. La respuesta depende de la duración y ubicación del confinamiento. Existe una "ventana de oportunidad" crítica en las primeras etapas de la vida en la que las exposiciones microbianas y la formación de la microbiota intestinal son cruciales. Vivir en un bloque de edificios sin acceso al entorno natural es significativamente perjudicial para el desarrollo de mecanismos inmunorreguladores esenciales si ocurre durante los primeros meses críticos de la vida. Por otro lado, este debería ser un problema menor para las familias afortunadas con acceso a un jardín. 

El confinamiento también aumenta el estrés y reduce el ejercicio, las vacunaciones y los niveles de vitamina D. Los efectos acumulativos de todos estos factores en el sistema inmune podrían ser significativos y de largo plazo.

6.- Los microorganismos evolucionan y desarrollan nuevos mecanismos para defenderse contra los medicamentos y nuevas estructuras que los hacen potencialmente más virulentos ¿Qué nuevo enfoque podemos obtener de la medicina evolucionista para coexistir o luchar contra ellos?

Como decíamos antes, la evolución del sistema inmunitario adaptativo nos ha equipado bastante bien para hacer frente a los microbios en evolución, aunque el sistema solo puede funcionar de manera eficiente si se le proporciona material de aprendizaje apropiado (exposiciones microbianas) en la vida temprana.

Quizás el principal problema en este momento es la quiebra de los ecosistemas naturales con la agricultura (especialmente el monocultivo), la urbanización, los productos químicos agrícolas e industriales y el cambio climático provocado por el hombre. 

Todos estos factores están cambiando los microorganismos a los que estamos expuestos y por los cuales estamos siendo colonizados. No sabemos hasta qué punto estas exposiciones podrían estar desviándose de forma razonablemente segura de aquellas que tuvimos en nuestro pasado evolutivo, con las cuales nos encontramos en un estado de dependencia evolutiva.

Debo añadir algo sobre SARS-COV-2. La microbiota intestinal modula fuertemente la respuesta inmune a los virus en los pulmones. Esto es relevante ya que, como decíamos antes, la naturaleza de la microbiota y la forma en que está regulada y "cultivada" dependen de la exposición a los microorganismos del medio ambiente. 

Por tanto, debemos preguntarnos si la alta susceptibilidad al SARS-COV-2 de las minorías negras y otras minorías étnicas que viven en Europa o los EE.UU. ¿se deben en parte a las privaciones, a dietas deficientes y a malas viviendas que dan como resultado exposiciones insuficientes al medio natural y una regulación subóptima del sistema inmune? Estos efectos podrían verse exacerbados por el estrés, la falta de ejercicio y los niveles más bajos de vitamina D en las personas con piel pigmentada. Será importante comparar la susceptibilidad de tales poblaciones con las que vivan en los países africanos y asiáticos relevantes. 

Mientras tanto, la desestabilización de los ecosistemas provocada por el hombre mencionada arriba, junto con la cría intensiva y en masa de animales, aumenta la probabilidad de que nuevos patógenos entren en nuestro ambiente, evolucionen y se adapten a nosotros. 

7.- ¿En qué está trabajando ahora? ¿Qué misterio de la evolución le gustaría desentrañar?

Estoy fascinado por las pruebas que apuntan a que los cambios en la fisiología humana, secundarios a los cambios inducidos por la urbanización en nuestras exposiciones al medio ambiente natural y su microbiota, pueden influir en la forma en que funcionan nuestros cerebros. Por ejemplo, el estrés psicosocial activa partes del sistema inmune, y este a su vez modula el patrón de activación cerebral inducido por el estrés. Pero esta activación del sistema inmune inducida por el estrés está regulada por la microbiota, por lo que no es sorprendente que las exposiciones microbianas influyan en la respuesta al estrés del cerebro. 

Hallazgos como este suscitan cuestiones fascinantes. Por ejemplo, ¿está la división rural/urbana existente en las tendencias de voto político en parte condicionada por el entrenamiento diferente del sistema inmune? Simplemente no lo sabemos, e ideas como esta son, por supuesto, anatema para muchos psicólogos, pero las evidencias se están acumulando muy rápido, por lo que estas cuestiones deben ser exploradas, particularmente en una época en la que ciertos extremos políticos parecen estar yendo a más. 

También hay otra perspectiva evolutiva relacionada con estos cambios fisiológicos inducidos. Se considera que algunos organismos intestinales microbianos han desarrollado la capacidad de manipular el comportamiento del hospedador para influir en su dieta de manera que los alimentara. Si la composición de la microbiota intestinal modula la función cerebral, ¿cómo nos afectará el legado de esta manipulación conductual evolucionada inducida por microorganismos en el siglo XXI?



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