martes, octubre 19, 2021

El no tan extraño incidente del puma en el jardín

 


La caza al depredador se ha convertido en una auténtica cruzada de la especie humana contra todos aquellos animales salvajes potencialmente peligrosos que hacen "incursiones" en nuestras ciudades, pueblos y villas. 

Es "natural" que individuos y comunidades se protejan a sí mismos y a sus animales domesticados (muchos domesticados para su explotación y para su sacrificio) de la mejor manera posible contra los peligros del medio ambiente natural (y, sobra decirlo, el social) en el que viven sus vidas cotidianas. 

Si bien, mirando las cosas desde la óptica de la historia natural y la biogeografía podríamos decir que los seres humanos hemos ocupado tanto espacio como especie, en este planeta lleno de vida, que estamos mermando la biodiversidad con nuestra "destrucción creativa" o, mejor decir, al contrario que Schumpeter "construcción destructiva", de roturación de campos y construcción de paisajes humanos y, dado nuestro desarrollo cultural, urbanos.


Somos el gran depredador. En la mitología griega, el Titán Prometeo fue encadenado y condenado por Zeus a sufrir el ataque de un aguila que le devoró las el hígado, por entregarnos el fuego ("elemento" cuyo control y uso deliberado sin duda es uno de los impulsores de nuestra evolución hacia lo que ahora somos). Y el gran depredador, con la piel del cordero que sacrifica a diario en sus altares, cree justa su cruzada contra los depredadores naturales que no tuvieron la suerte de alcanzar el nicho "cognitivo" pero buscan su supervivencia y la de los suyos con su también aguda inteligencia.

Con todo, cabe colmar de alabanzas a Raquel del Rosario, la cantante de El Sueño de Morfeo, por salir, como cualquier madre entregada, a defender a su hijo de cinco años del ataque de un puma. 

Su hijo había salido a coger una fruta de un árbol en su jardín (muy simbólico, también por la mitología hebrea) cuando fue atacado por un puma. El ser humano, expulsado del Jardín del Edén por tomar la fruta del árbol del conocimiento del bien y del mal, se vengó creando la civilización. 

Como dice Ángel Manuel Sánchez, experto en el lobo, en Twitter:

"Nos instalamos en sus territorios y forzamos los encuentros entre los humanos y la fauna silvestre. Así aparecen los “conflictos”. Los animales no son culpables de obrar según su instinto.

Afortunadamente en este caso, el nene sobrevivió, no así el puma…".


Y como me dice en un mensaje: "El puma que atacó al nene era un cachorro. Los “otros” pumas eran la madre con uno de sus hermanos…Probablemente si hubiese sido un adulto con mas experiencia no hubiese atacado al niño.Y si lo hubiese hecho, no hubiese dado opcion a la “lucha” con la madre porque se lo hubiese llevado en segundos a un lugar tranquilo. Yo lo veo normal… Tanto lo del puma, que esta en expansion en California, con las dificultades y problemas que ello conlleva, ya que es el estado mas habitado de USA, como que una madre o un padre vayan a defender a su hijo sea cual sea el peligro con el que se enfrenten".

Una de las características más destacables de los depredadores es el juego, en la infancia, como preparación para aprender los comportamientos adecuados para su supervivencia en la vida adulta. 

Los cachorros de puma, como los humanos, juegan. La diferencia estriba en que parte del juego del puma y otros felinos y cánidos consiste en atacar presas reales, las maten o no (no tienen una conciencia del daño provocado, sólo juegan). Si un humano hace eso apunta maneras de psicópata. 

Raquel del Rosario

Pero esto fue precisamente lo que salvó al hijo de Raquel del Rosario, junto con su arrojo de madre, perfectamente comprensible. Una cría de un depredador atacó a la cría de otro depredador. Y ganó el más fuerte. El otro fue sacrificado en el altar de la sagrada civilización, frente al que, indudablemente, todos oramos, porque es nuestro fenotipo extendido y el producto más depurado de nuestra propia naturaleza, sin el cual muy probablemente pereceríamos.

Así, el extraño incidente del puma en el jardín, nos enseña una lección, como el extraño incidente del puma paseando por las calles de Santiago de Chile en plena época de aislamiento por la pandemia del covid: somos una parte de la naturaleza que trata de independizarse del resto, pero no puede ni debe hacerlo.

El gesto de Raquel del Rosario al decir que hubiera preferido que no sacrificaran, de acuerdo con las leyes del Estado de California, al puma, demuestra una gran humanidad, la que, como humanos, tenemos por auténtica. 

Pero esta historia no tiene un final feliz, sólo lo tiene en nuestro relato. La realidad es mucho más trágica y ambigua. 


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