martes, septiembre 06, 2022

La decadencia hipermoralista (entrevista a Pablo Malo)

Pablo Malo Ocejo.

 "¡Y guárdate de los buenos y justos! Con gusto crucifican a quienes se inventan una virtud para sí mismos, – odian al solitario.


¡Guárdate también de la santa simplicidad! Para ella no es santo lo que no es simple; también le gusta jugar con el fuego – con el fuego de las hogueras para quemar seres humanos".

Friedrich Nietzsche. Así Habló Zaratustra.


En el Edén bíblico, Dios prohibió a Adán y a Eva probar el fruto del árbol del bien y del mal, constituyendo e instituyendo el pecado original llevárselo a la boca. Al parecer todas nuestras miserias comenzaron, según la Biblia, con un inocente incumplimiento de unas muy pocas y muy explícitas normas. 

Lo que parece claro, desde una perspectiva evolucionista, es que categorizar las cosas, los seres y los sucesos como buenos o malos nos permitió, a lo largo de nuestra historia evolutiva, discriminar en abstracto y de forma un tanto rudimentaria e imperfecta, pero en conjunto acertada, aquello que nos dañaba de aquello que nos favorecía en nuestras vidas en común, como especie social. El baremo a aplicar no era otro que el de la supervivencia de los grupos en los que estábamos integrados. Un mal comportamiento podía ser castigado con el ostracismo, es decir, la expulsión del grupo, lo cual era equivalente a la muerte, en un ambiente ecológico hostil en el que un individuo solitario no podía valerse mucho tiempo por si mismo. 

La moral evolucionó cuando nuestros cerebros capaces de conceptualizar con el lenguaje y la comunicación todas esas categorías, crearon jerarquías y distinciones nítidas, que tomaban la forma de normas de comportamiento sancionadas por el grupo, primero transmitidas por tradición oral y, andado el tiempo, codificadas en leyes escritas. 

Luego llegaría la ética, de corte más abstracto y filosófico, con la que se juzgarían también moralmente, y con el deseo de lograr objetividad e imparcialidad las propias normas morales.

Pero el estudio científico de la moral sólo muy recientemente ha empezado a tomar forma, y comienza a dar grandes resultados. Algunos de ellos nos llevan a plantearnos las contradicciones de la moral, y sus peligros. ¿Cómo, se dirán, puede desprenderse algo malo de aplicar códigos morales testados por la experiencia, basados asimismo en una ampliación del círculo moral de la humanidad y encaminados a la liberación del oprimido y la protección de la víctima frente a sus victimarios?

Mucha de la evolución moral de los últimos milenios ha sido cultural, conforme las civilizaciones crecían y el mundo se globalizaba y se encontraban los distintos grupos humanos (violentamente con guerras o pacíficamente comerciando).  

Hoy hemos llegado a un grado de desarrollo tecnológico y económico sin precedentes en la historia de nuestra especie, pero acaban o se aminoran algunos grandes problemas y llegan otros. Existen nuevas sensibilidades que vienen acompañadas de nuevas morales y el universalismo se resquebraja con las identidades. Grupos formales e informales de todo tipo defienden causas variopintas y se caracterizan por estar ungidos con la verdad autorrevelada. Aplican categorías morales de forma tal que distorsionan los significados de términos antes asumidos y relativamente claros. Y surge lo que podría denominarse como hipermoralismo, que no sería otra cosa que una histeria moral de masas que juzga y sentencia sumariamente por cualquier nimiedad al margen de la auténtica ley y del estado de derecho, garantes de que grupos fanatizados y organizados no se impongan a individuos y pequeños grupos dispersos e indefensos. Pero el hipermoralismo se ha infiltrado en los medios, en las instituciones educativas y políticas y ha terminado con la ley de la mejor forma -convirtiéndose en ley.

Y mientras, la ciencia profundiza cada vez más en el estudio de la moral para lo cual no ha tenido más remedio que analizar la naturaleza moral humana a la luz de la evolución. 

Pablo Malo Ocejo es un Psiquiatra miembro de la Txori-Herri Medical Association. Desde hace años ha estudiado los trastornos psiquiátricos desde una óptica evolucionista, para mejor entender sus causas lejanas (que se encuentran en los origenes y evolución de nuestro cerebro social en diferentes contextos ecológicos) que se distinguen de las cercanas (que residen en nuestro cerebro y nuestro entorno tal y como son aquí y ahora). Estas últimas tenía que abordarlas y tratarlas del mejor modo posible, clínicamente.  

Por otro lado desarrolló un gran interés por la gran paradoja del suicidio. Como psiquiatra admite que es muy difícil predecir qué paciente puede acabar suicidándose y cual no, y eso conociendo bastante bien sus personalidades y comportamientos, creencias y actitudes habituales. Esto le adentró en el estudio científico del suicidio, dentro del cual continúa.

Pero entre su interés por profundizar en la evolución de las enfermedades y perturbaciones de la mente y el que le surgió por el suicidio como acto supremo y final de una vida sufriente, y como objeto científico, una zozobra le consumía. Como científico no terminaba de entender algunos fenómenos sociales nacientes que se aproximaban más a la locura que a la cordura en sus manifestaciones. Él razonablemente consideraba que tras la publicación de la Tabla Rasa de Steven Pinker en el 2002 nadie iba ya a poner en duda nuestra naturaleza, y en estos fenómenos sociales existía una raíz ideológica que negaba la naturaleza humana o, cuando menos la consideraba irrelevante para determinar algunas de nuestras más ancestrales costumbres. ¿Cómo habían cambiado nuestras costumbres y comportamientos como para que fueramos por completo ciegos a su parte biológica y sólo consideráramos nuestro entorno social y sus influencias y nuestra capacidad de elegir libremente según nuestras sensibilidades y las débiles ideas que las justificaban?


El Doctor Malo observó que el componente moral de estas nuevas realidades sociales era uno de sus ejes vertebradores. Se trataba de un conjunto de luchas por la libertad en nombre de la justicia social...el planteamiento se había llevado a los extremos y se había planteado un nefando maniqueismo entre los buenos que estaban con la causa y los malos que estaban contra ella (muchos de los cuales solamente dudaban, pero no estaba permitido dudar).

En la medida en la que los autodenominados empoderados iban ganando poder, la hipermoralidad se asentaba: ellos eran los buenos y los justos, y todo aquel que osase hacer una objeción, por pequeña o inocente que fuera, era objeto de escarnio público, de señalamiento, de persecución....¿recuerdan las cazas de brujas? La locura colectiva se había desatado a partir de una moral hipertrofiada, grotesca, que como un cáncer había perdido su conexión con la organización y el orden natural al que servían para ir por libre destruyendo todo a su paso.

Ante esta locura colectiva, como psiquiatra, y centrado en su dimensión moral, como científico, Pablo Malo trabajó en comprender lo que representaba la moral en la cohesión y en el enfrentamiento de los grupos sociales, llegando a una inquietante conclusión: la moralidad puede ser peligrosa si va por libre y se cae en un subjetivismo moral a ultranza. Porque la moral es fundamental para la cooperación. Una sociedad en la que se pierden instituciones y formas saludables de cooperar está condenada a desaparecer.

En su libro Los Peligros de la Moralidad, editado por Deusto, Pablo Malo expone lo que se va sabiendo de la naturaleza moral humana, como una adaptación biológica y cultural, y señala los peligros del mal uso de nuestra moral instintiva, y de cómo estos instintos morales ancestrales mal canalizados pueden llevar a sancionar o censurar comportamientos arbitrariamente, sin aportar un ápice de racionalidad.

Agradecemos todos sus amigos y colaboradores del blog que nos haya respondido unas preguntas difíciles y retorcidas con gran solvencia y claridad. 

1.- Me gustaría empezar hablando de "Progreso". Ya sabes esa frase tópica y manida, y falsa en sus presupuestos básicos, que dice que "¡Parece mentira que en pleno siglo XXI suceda X!". Se da por sentado un Progreso (con mayúsculas mayestáticas) moral, pero se ha observado más claramente un Progreso tecnológico y científico, mientras los fundamentos de nuestra moral residen en mayor grado en nuestra naturaleza. ¿Cómo ha progresado la moralidad, si es que lo ha hecho?

 
Empezamos fuerte…Con este tema del progreso moral tenemos para unas veinte entrevistas :). La respuesta corta sería que no existe el progreso moral, lo que existe es cambio moral. Sería algo similar a preguntarnos ¿existe un progreso estético? ¿Es el cubismo un progreso estético respecto al impresionismo? Hay cambios estéticos y hay cambios morales pero decir que la moral o la estética mejoran o se perfeccionan es muy arriesgado.

Para comparar moralidades o épocas morales hay que establecer un criterio de medida que siempre será arbitrario. No existe una moral ahí fuera que podamos medir. Ahora bien, una vez establecido y aceptado un criterio o un esquema de referencia por un grupo de personas o una comunidad moral, pues sí se puede juzgar si hay progreso.

Si miramos la historia del siglo XX con el Holocausto, el Gulag, la guerra y atrocidades de la antigua Yugoslavia, etc., -y aceptándo los criterios más amenos aceptados de progreso moral-,  el panorama no sugiere un gran progreso. En los países más desarrollados en teoría a todos los niveles (tecnológico, político, educativo, etc.) y con las religiones más avanzadas  (cristianismo de diferentes tipos, islamismo…) con ello y con todo, la gente cometió las mayores barbaridades.

Pero todo es complicado, como suele decir Sapolsky. Frente a este planteamiento inicial que acabo de hacer, mucha gente argumentaría que claro que ha habido un progreso moral y citaría la abolición de la esclavitud o el avance en los derechos de las mujeres y de las minorías para apoyarlo. Cualquiera de nosotros desearía vivir en el Occidente actual y disfrutar de estos derechos y no en la Edad Media o en La Antigüedad, dicen.

El problema es que para hablar de un progreso moral tenemos que hablar de una ciencia de la moral. Tendríamos que tener una definición de moral y un instrumento de medida para comprobar si ha habido un progreso y en determinado momento hay más moral que en otro. No creo que exista tal cosa.

Hay diversas definiciones de progreso moral. Para algunos es cualquier cambio moral deseable. Pero claro, no todas las personas ni todas las comunidades desean lo mismo, por lo que sólo podríamos hablar de progreso moral para una población que tenga unas determinadas normas y deseos morales y con esa vara de medir se puede objetivar si esa población avanza o no en su idea del progreso. Pero otro comunidad puede tener justo la idea contraria de lo que es progreso moral. Tomemos el tema del aborto. Las leyes pro-aborto son un progreso para las personas partidarias del aborto pero son un retroceso para las personas contrarias al aborto.

Para otros autores, progreso moral significa incluir cada vez más gente (o seres) en el grupo de aquellos cuyos intereses hay que respetar. El círculo moral en Occidente se ha ido ampliando para incluir a las mujeres, las minorías, los primates y cada vez más a todos los seres sintientes. Volvemos al mismo problema. En el Islam no están de acuerdo con esa ampliación del círculo. Nosotros diremos que ellos están más atrasados moralmente. Ellos dirían que nosotros estamos desviándonos y alejándonos  de lo moralmente correcto.

El criterio probablemente más acertado para medir la moral, por lo menos en Occidente, es el dolor y el sufrimiento. No sólo los utilitaristas sino la sociedad en su conjunto se guía por el principio de que lo que aumenta el dolor y el sufrimiento es malo moralmente y lo que lo disminuye es bueno. La moneda o la divisa de la moralidad es el dolor. Pero esto tiene muchos problemas.

Para empezar, el dolor es una adaptación producto de la selección natural. Estamos elevando una adaptación surgida por  selección natural como valor o principio máximo (un caso de falacia naturalista que es algo en lo que se supone no se debe incurrir). Esto es totalmente arbitrario. A un nivel profundo, si fuéramos plantas, o seres derivados de ellas y en nuestra naturaleza estuviera vivir a cuenta de la fotosíntesis, consideraríamos moralmente bueno todo lo que aumentara la fotosíntesis y moralmente malo todo lo que la disminuyera.

También podemos tomar otros valores que no sean el dolor para construir nuestra moral. Podríamos tomar, por ejemplo, el conocimiento. Todo lo que aumente el conocimiento sería bueno y todo lo que lo disminuya sería malo. Es posible incluso que estos dos valores entraran en conflicto. En un futuro hipotético podríamos disponer de una tecnología que eliminara el dolor pero para conseguir ese conocimiento imaginemos que tenemos que hacer experimentos que impliquen un sufrimiento para animales de experimentación…¿qué debemos elegir?

También podemos imaginar un mundo sin dolor que fuera moralmente malo. Un totalitarismo tipo Un Mundo Feliz, donde a la gente le das soma o alguna droga que les haga sentirse felices. ¿Un mundo donde la gente se siente feliz y sin sufrimiento -aunque esté explotada y oprimida- sería un mundo moralmente mejor que otro donde haya libertad pero la gente sufra y muera?

El principio del dolor se está llevando a extremos que algunos podrían considerar exagerados. Por ejemplo, tenemos la corriente anti-natalista representada por David Benatar y otros autores. Según ellos, no traer más gente al mundo sería moralmente bueno porque disminuiría el sufrimiento en el mundo. También hay autores preocupados por el sufrimiento de los animales salvajes. Vivimos en un mundo donde la mayoría de las criaturas sintientes son heterótrofas, es decir, viven a costa de otros seres vivos. Dicho de una manera cruda: vivir es sinónimo de matar. Si eliminamos la vida salvaje, eliminamos sufrimiento. Si llevamos todo esto al extremo, tal vez destruir toda la vida heterótrofa o sintiente sería moralmente bueno. Es más, tal vez mejor destruir toda la vida -incluida la no sintiente- ya que si no hay vida no hay sufrimiento. Y mejor destruirla por completo porque la vida no sintiente puede evolucionar a vida sintiente y regresaría el sufrimiento al mundo.

 
En Los Peligros de la Moralidad cuento que la moralidad desde el punto de vista evolucionista es un instrumento para la cooperación. Podríamos tomar este criterio y decir que hay progreso moral cuando un cambio moral ayuda a que una comunidad coopere mejor. Una manera de medir si esa comunidad coopera mejor sería con el criterio último en evolución: la reproducción. La moral que haga que una población se reproduzca más sería mejor -o un progreso- respecto a la que disminuya la reproducción. Con esta vara de medir, la moral de las grandes religiones (cristianismo, Islam, confucianismo…) ha resultado bastante exitosa. Pero tal vez los últimos cambios morales en Occidente (que nosotros generalmente consideramos como progreso moral)  se están traduciendo en una disminución de la natalidad y es posible que las sociedades occidentales sean desplazadas por otras sociedades que tienen un nivel de progreso moral más bajo que el nuestro (según nuestros criterios).

También es interesante comentar los cambios que estamos viviendo ahora con la transformación de la izquierda tradicional en otra izquierda posmodernista, con una política de identidades, toda esa corriente que se se denomina Justicia Social Crítica o wokismo, de la que hablo en el libro. Se está produciendo una “transmutación de todos los valores” que diría Nietzsche. Donde antes había derechos individuales ahora hay derechos colectivos y se juzga a la gente por el grupo al que pertenece (étnico, sexual, de orientación o identidad sexual); donde antes había universalismo y los valores se consideraban aplicables a todo el mundo ahora tenemos relativismo cultural (y cada cultura tiene sus valores) y la apropiación cultural está mal; donde antes teníamos a la libertad de expresión como piedra angular de las sociedades democráticas, ahora resulta que esa libertad es opresora y de derechas; donde antes teníamos la objetividad y la razón -o la ciencia-, ahora tenemos la subjetividad como criterio de valoración de la realidad…etc, etc. etc. Como digo en el libro, estamos en un proceso de cambio del sistema operativo con el que funcionan nuestras sociedades, del sistema operativo “OS Ilustración” estamos pasando al “OS Posmodernismo” u “OS Wokismo”…pero ¿son los valores del posmodernismo un progreso con respecto a la Ilustración? ¿Es la postura antinatalista un progreso con respecto a la postura pro-natalista? Son preguntas que creo que no tienen respuesta más que desde un esquema de valores determinado y para la gente que comparta esa visión del mundo.

En resumen, viendo estos aspectos que he tocado -y seguro que se me escapan muchos más- observamos que la cuestión es endiabladamente complicada. Pero, a modo de resumen yo concluiría lo siguiente: nuevas formas de vida -producto muchas veces del progreso tecnológico- van a dar lugar a nuevos problemas de cooperación. Estos nuevos problemas de cooperación van a dar lugar a nuevas normas morales que son formas de resolver esos problemas de cooperación. ¿Es esto progreso? Probablemente no, simplemente lo que requiere la situación. Y algunas sociedades acertarán con sus nuevas moralidades y sobrevivirán y otras sociedades colapsaran. Está por ver lo que va a ocurrir en Occidente. En cualquier caso, lo que sí parece claro es que el cambio moral es inevitable. Juzgar si ese cambio es progreso, a mi modo de ver, implica siempre un componente de subjetividad y arbitrariedad.


2.- La moral sería pues no algo objetivo, sino una adaptación al medio social para la prevalencia y supervivencia del grupo. Esto nos lleva a la "verdad". William James, como filósofo pragmatista, sostenía que era "verdadero" aquello que nos conviniera  fuera tal. Pero al tener la piedra de toque de la realidad, la "verdad", al igual que la conveniencia, en todo su recorrido, y la propia "moralidad" derivada de ellas, se ven limitadas. Con la llamada posverdad se superan esos límites y se entra en un subjetivismo moral absoluto. ¿Qué "mal" entraña el subjetivismo a ultranza?


Nuestros comportamientos morales responden a lo que nosotros creemos que es la realidad. Para que una situación tenga consecuencias morales no es necesario que la situación sea real sino que la gente -especialmente los miembros de nuestro grupo- crea que lo es. No hay manera de saber las intenciones que albergan  nuestros adversarios del grupo exterior rival. Tenemos que leer la mente a nuestros enemigos y actuar de forma coordinada lo antes posible y muchas veces el mejor momento par actuar es cuando parece que es demasiado pronto. Han salido unos estudios realizados en EEUU recientemente donde se pedía a los participantes puntuar cuánto creían ellos que los miembros del parido contrario (republicanos versus demócratas) les odiaban o les gustaban. Lo que han encontrado es que la gente sobreestima el grado en el que son odiados por sus enemigos. También, y simplificando mucho- la izquierda norteamericana cree que hay una conspiración de la derecha de QAnon, trumpistas y supremacistas para dar un golpe de estado. Y la derecha cree que los comunistas quieren imponer un totalitarismo en EEUU. Sobre esta polarización tenemos el problema de la desinformación, las fake news y a unos líderes que pueden alimentar los miedos de su partidarios inflando el peligro que suponen los adversarios. Si pensamos que el enemigo nos va a hacer daño tenemos un caldo de cultivo muy adecuado para que se moralicen conductas y comportamientos dado el problema de cooperación planteado.

No hace falta insistir en el formidable problema que la dificultad de definición de la realidad y la subjetividad suponen para la convivencia. Como digo, nuestra actuación en el mundo, guiada por la moral, es una respuesta a los que creamos que es la realidad, no a la realidad objetiva si es que existe. Si yo creo que los judíos están oprimiendo a los alemanes y llevando Alemania a la ruina, pues me voy a sentir justificado moralmente para actuar contra ellos. Si yo creo que los burgueses impiden la consecución de una utopía socialista donde todo el mundo viva feliz, pues consideraré que su exterminio está justificado moralmente. Los animales ejercen una violencia instrumental, es decir, pelean y matan por algo objetivo: parejas, comida, territorio. Los humanos tenemos el triste privilegio de matar por algo abstracto, unas ideas…y las ideas pueden estar equivocadas.


3.- Mi tercera pregunta versa sobre las fuerzas individualistas/grupalistas que anidan en nuestro interior. Hoy, con la pérdida de señas de identidad los grupos son más (o se perciben más) como una "elección" individual, personal, subjetiva.  ¿Cómo influyen esas tensiones entre las tendencias egoístas e individualistas, y las tendencias a la coordinación, colaboración y cooperación dentro de los grupos, sobre las nuevas identidades surgidas de las caídas de las grandes religiones (sacras o laicas) de nuestro tiempo?

La polarización ideológica y política es un fenómeno que se retroalimenta. Me explico: si los miembros de un grupo artificial o natural denigran o agreden en nombre de su grupo a algunos de los miembros de otro grupo artificial o natural, real o imaginario, este otro "grupo" reaccionará bien tomando conciencia de grupo o agrupándose más, si ya tuviera dicha conciencia grupal, para defenderse, y pasará al contraataque, lo cual incitará al grupo agresor originario a reafirmarse en su identidad y antagonismo, sintiéndose legitimado en su odio al segundo grupo, de modo que, al final, se llega a un punto en el que no se sabe exactamente dónde está el origen del conflicto, pero los grupos están bien formados, cohesionados y enfrentados y entran en una espiral de odio, desprecio y violencia, física o verbal, o al ostracismo mutuo ¿Estamos condenados a no entendernos por nuestra naturaleza grupal y nuestra tendencia (también natural) a luchar por los recursos?

No creo que hayan cambiado esas tensiones entre lo individual y lo grupal, al contrario, actualmente tenemos tal vez mayor necesidad de pertenencia a un grupo dado nuestro aislamiento, nuestra desconexión, esa situación de anomia de la que hablaba Durkheim.

Nuestra psicología tribal no cambia sea cual sea el mecanismo por el que llegamos a la formación de los grupos. Aunque sea por mecanismo tan triviales como los que descubrió Tajfel en sus estudios -como ser sobreestimadores o subestimadores de los puntos que hay en una pantalla-, una vez que aparecen los grupos tendemos a una fusión de identidad con el grupo. Y esto lo vemos continuamente en la actualidad a nivel político o con las diversas conspiranoias.

Estamos viendo, por ejemplo, que la verdad es tribal. Los humanos somos animales ultrasociales. Somos el tipo de primate que sobrevive formando y manteniendo grupos. Gran parte de nuestra psicología innata tiene que ver con formar un grupo y el cuidado de ese grupo, con el trabajo de mantener la cohesión. Si el grupo sobrevive, nosotros sobrevivimos. Así que muchos de nuestros impulsos, nuestras motivaciones, como la vergüenza, el ridículo, el ostracismo, etc., tienen más que ver con mantener al grupo fuerte que con mantener sano a cualquier miembro, incluidos nosotros mismos. Los seres humanos valoran mucho más ser buenos miembros de sus grupos que tener razón, hasta el punto de que, mientras el grupo satisfaga esas necesidades, elegiremos estar equivocados si eso nos mantiene en buena posición con nuestros compañeros. Lo vemos en la polarización política en la mayoría de países. Si tenemos que elegir entre la verdad o el grupo, elegiremos el grupo.

 
4- Los científicos tratan de dilucidar cuáles son los universales de la naturaleza humana, así como de encontrar sus equivalentes en otras especies para, a la luz de la evolución, dar una explicación lo más omnicomprensiva y clara posible. Respecto a la moral ¿Qué universales se podrían indicar? ¿Qué origen podrían tener y qué extensión en la naturaleza?

 
Parece que la investigación está convergiendo en la idea de que la moralidad es una tecnología biocultural, una herramienta, para promover la cooperación, como antes comentaba: una psicología humana evolucionada con una serie de emociones junto con unas normas que nos ayudan a trabajar juntos, llevarnos bien, mantener la paz y promover el bien común. Y es muy interesante que como ha habido diferentes problemas de colaboración esto habría dado lugar a diferentes tipos de moralidad, es decir, que la moralidad sería múltiple. Jonathan Haidt habla de seis fundamentos de la moralidad pero a mí me gusta especialmente la teoría de Oliver Scott Curry.

Según Oliver Scott Curry y la Teoría de la Moralidad Como Cooperación, hay al menos 7 tipos diferentes de cooperación:

1) La selección de parentesco.

2) El mutualismo.

3) La reciprocidad o cooperación condicional -ayudar a quien te ayuda y perjudicar a quien te perjudica.

4) El  heroísmo.

5) La sumisión a los superiores, admitir con humildad la derrota y someterse a las personas poderosas.

6) La justicia, repartir los recursos de forma equitativa en lugar de intentar monopolizarlos. 

7) respetar la propiedad, reconocer y respetar la posesión previa de los recursos.

Por lo tanto, siete tipos de cooperación explican siete tipos de moral: el amor, la lealtad, la reciprocidad, el heroísmo, la deferencia, la equidad y los derechos de propiedad. Así, según esta teoría, es moralmente bueno en todas las sociedades que ellos han han estudiado (más de 60 de todo el mundo):


1)     Amar a tu familia.

2)     Ser leal a tu grupo.

3)     Devolver favores 

4)     Ser heroico.

5)     Respetar a los superiores.

6)     Ser justo.

7)     Respetar la propiedad.

 

Y es moralmente malo:

 
1)     Descuidar a tu familia.

2)     Traicionar a tu grupo.

3)     Engañar.

4)     Ser cobarde.

5)     Faltar al respeto a la autoridad.

6)     Ser injusto.

7)     Robar.


Es muy interesante que no hay contraejemplos, es decir, en ningún lugar del mundo se consideraba por ejemplo que ser cobarde o descuidar a tu familia es bueno. Y también es muy interesante otra conclusión que podemos sacar de estas teorías (tanto la de Haidt como la de Scott Curry). Si estas teorías evolucionistas  tienen razón, se desprende de ellas una consecuencia muy importante con implicaciones prácticas: la moral es múltiple y consistiría en un racimo de módulos con entradas y salidas diferentes que pueden entrar en conflicto entre ellas, y esto es algo que vemos en la vida real. Estas teorías nos señalan que las decisiones morales humanas son tomadas por diferentes “voces morales” dentro de nosotros o por diferentes mecanismos psicológicos que responden a diferentes tipos de problemas de cooperación y en un momento dado el principio de ayudar a la familia puede chocar con el de la justicia o el de respetar la propiedad. Por ejemplo,  ¿debo robar o perjudicar a otros para salvar a mi amigo, a mi hermano o a un compañero que lo necesita? Tenemos normas y predisposiciones para no robar comida a los otros, pero ¿qué pasa si mi hijo o mi amigo se están muriendo de hambre? Muchas situaciones morales en el mundo real contienen complejas combinaciones de todos estos intereses o preocupaciones y a veces crean dilemas morales muy difíciles de resolver porque chocan en ellos diferentes componentes de nuestra moralidad. Esta visión de la moral como múltiple nos ayuda a entender la existencia de estos dilemas morales.


5.- Se supone que la Civilización progresa, como antes comentábamos. Pero no hay necesariamente un "progreso moral", aunque sí uno "moralista", que es más bien un retroceso. Fenómenos como el postmodernismo o el wokismo no serían, en cierto modo, síntomas agudos de una desconexión con la naturaleza (en este caso tanto ecológica como social) del ser humano?

Hablar de progreso moral es meternos en un campo de minas, como ya comenté antes en la pregunta sobre el particular. Es un terreno en el que no hay un acuerdo entre los autores. Algunos  han tomado el concepto de inclusividad como medida y en ese sentido parece que se van ampliando los círculos morales e incluyendo a más sujetos de derechos: abolición de la esclavitud, derechos de las mujeres, derechos de homosexuales, derechos de los animales…Pero por otro lado tenemos los genocidios y guerras del siglo XX, por ejemplo, que no dejan muy bien la idea de un progreso moral. Desde luego, lo que sí hay es un progreso tecnológico que tiene repercusiones morales, como es el caso de la píldora anticonceptiva y tantos otros.

En cuanto a lo que comentas de la desconexión con la naturaleza creo que la situación es más grave, lo que me parece que existe es una desconexión con la realidad. Son muchos los que han comentado que la situación que vimos en Occidente es similar a la de la caída del Imperio Romano: decadencia, pérdida de valores y de fe en nosotros mismos. Nos encontramos tal vez en una situación parecida a la que cuentan de Constantinopla, tratando el sexo de los ángeles. Y el pronóstico es muy negativo porque están ocurriendo cosas que muchos pensamos que iban a restablecer las prioridades y a hacernos despertar (la pandemia, la guerra de Ucrania, crisis económica…) pero que desafortunadamente no parece que consigan traernos de vuelta a la naturaleza y a la realidad.


6-¿Qué valor adaptativo tiene la moral? ¿Cómo opera en los distintos niveles en la selección? ¿Cúales pudieran ser sus formas más elementales en la naturaleza? 


Bueno, la visión más aceptada, como he dicho, es que la moral sería una herramienta biocultural para favorecer la cooperación de los grupos. Se supone que los grupos que supieron coordinarse y colaborar desplazaron a los que no lo hicieron. Es bastante claro que si no tuviéramos unas normas, una especie de código de circulación, que nos impiden matar al primero que nos cae mal o tener sexo con el primero que nos apetezca, etc. la convivencia humana sería imposible.

Puede ser complicado determinar qué parte de esta herramienta es biológica y qué parte es cultural y aquí podemos debatir bastante. Pero parece claro que existen las dos cosas, una parte que es innata, biológica, con un componente genético y con una emociones innatas; y luego hay una parte donde la racionalidad y la cultura juega un papel importante, una capacidad para el razonamiento moral. Algunos autores han comparado la moralidad con el lenguaje en el sentido de que existiría una predisposición humana a hablar y luego la lengua que se habla depende de la cultura. De la misma manera tendríamos una predisposición a diferenciar entre bien y mal y luego la cultura nos diría qué es el bien y el mal en cada cultura concreta (ya hemos hablado de que hay unos universales). Elementos que apoyan que se trata de una adaptación en el sentido biológico, y que trato en el libro, serían que es universal, que aparece ya en niños antes de socializarse, que lesiones cerebrales la alteran, etc.

En cuanto a las formas más elementales de la moralidad tendríamos la simpatía por el propio grupo y la lealtad al grupo, que son fenómenos que ya vemos en los chimpancés y que son emociones que unen al grupo. Estas emociones habrían sido seleccionadas por la selección de parentesco y el altruismo recíproco. Por encima de este nivel estarían otras emociones como la confianza y el respeto ya exclusivas de los humanos, que son “emociones colaborativas”. Y en otro escalón por encima estarían “emociones reactivas” como la culpa o el resentimiento. Estas emociones y un sentido de la justicia aparecen ya en los niños, como decía. Las normas morales y el razonamiento moral como tal no podrían funcionar sin todo este hardware biológico evolucionado.
 

7.- Uno se pregunta, buscando los fundamentos de la moral, si esta no es, a fin de cuentas, un mecanismo egoísta y etnocéntrico que sirve a la supervivencia dentro del grupo de los individuos, por un lado, y de los grupos en el entorno de diversos grupos que compiten por los recursos, por otro. ¿Tiene la moral en su raíz una forma de hipocresía o autoengaño?

 
Como ya hemos dicho, la moral sería un instrumento para  la cooperación de los grupos y los grupos colaboran normalmente para competir con otros grupos. Si entendiéramos la moral como hacer el bien de forma universal, ser altruista con todo el mundo o algo en ese sentido entonces igual sí podríamos pensar que la moral tiene elementos de hipocresía y autoengaño. Pero si aceptamos la visión evolucionista, entonces creo que no hay lugar para la hipocresía, veremos que hacer lo que favorece la cooperación de un grupo va a ser bueno, aunque sea matar a otros seres humanos ajenos al grupo o a miembros del grupo considerados traidores.


8-¿Cómo explicar el sacrificio por extraños por parte de algunos (algo así como el altruismo puro) o la crueldad extrema con los demás por parte de otros (algo así como el mal absoluto)?

La respuesta corta sería que no sabemos muchas cosas acerca del altruismo (y del altruismo extremo en concreto) ni tampoco sobre el mal, pero voy a intentar decir algo sobre ello. En lo que respecta al altruismo tenemos explicaciones como el parentesco de grupo o el altruismo recíproco que nos ayudan a entenderlo. La teoría de juegos también explica que en interacciones repetidas las estrategias que triunfan son las de reciprocidad -tit for tat- y que ayudar tiene ventajas a largo plazo.

Un problema distinto es el del altruismo extremo, el caso de gente que ayuda a extraños con alto riesgo para su vida, personas que se tiran a las vías del tren a ayudar a alguien que se ha caído cuando el tren se aproxima, o los casos de donantes de riñón a extraños de forma gratuita y altruista. Puede haber diversas explicaciones. Una de ellas podría ser que estas personas altruistas han sufrido alguna experiencia transformadora en su vida con anterioridad. Hay algunos datos de que cuando alguien ha sobrevivido a un cáncer o a un accidente grave, se hacen menos materialistas, más espirituales y más altruistas. Es como si fueran conscientes de su buena suerte y de que otros tienen menos suerte y quisieran compensarlo. Pero muchas veces cuando se pregunta a personas que se lanzaron a ayudar a otros con grave riesgo para su vida, suelen decir que no pensaron ni calcularon nada sino que simplemente lo hicieron, que les salió así.

Puede ayudar parcialmente a entender este problema una característica de la selección natural que es la diferencia entre el dominio propio de una capacidad o mecanismo psicológico y el dominio real. Me explico. Tenemos un mecanismo psicológico para identificar caras porque somos animales sociales y es necesario identificar con quién actuamos y reconocerles. Y hay gente que tiene problemas con este mecanismo y le cuesta identificar las caras, sufren una prosopagnosia. El dominio propio de esta adaptación son las caras. Pero este mecanismo se nos dispara a veces y vemos caras en las nubes, en un enchufe o en un trozo de pan. Esto ocurre por una asimetría en el coste de los errores desde el punto de vista de la evolución. Si me paso y veo caras en las nubes será divertido y nos hacemos unas risas pero no pasa nada. Pero si no identifico la cara de un enemigo que está agazapado en el bosque, puedo acabar muerto. Por tanto, el dominio real de un mecánismo psicológico evolucionado puede ser más amplio que la razón inicial para la que evolucionó.

El dominio propio del amor materno filial son los bebés humanos pero las crías de otras especies como gatos o perros también despiertan instintos maternales de cuidado y protección. Y en este sentido habría que señalar que el amor materno-filial es el origen de todos los altruismos posteriores. El amor romántico y el amor a amigos y familiares y luego a extraños serían evoluciones posteriores de este primer altruismo.

Pero a donde quería llegar es a que una vez de que tenemos un mecanismo psicológico producto de la selección natural es posible que se dispare por inputs o estímulos para los que no estaba pensado inicialmente. Tenemos el caso del cotilleo de la TV acerca de famosos que en realidad no tienen nada que ver con nuestras vidas. El ser humano es cotilla y le interesa la información social referente a la gente de su tribu o su grupo. Peo ahora ocurre que con la TV tenemos en el salon de nuestra a casa a los famosos (con los que no interactuamos ni conocemos en la vida real) y eso hace que nos interesen sus vidas porque si están en el salon de nuestra casa es como si estuvieran alrededor del fuego en tiempos ancestrales, si están ahí con nosotros es que son de los nuestros, por así decir.

Volviendo al altruismo, una vez que existe el instinto de ayudar a una persona que sufre o está en peligro es posible que se dispare por estímulos más amplios que los que dieron lugar a la adaptación.  Alguien que veo en peligro, aunque sea un extraño, va a ser alguien de mi grupo y alguien que a lo mejor puede ayudarme a mí en el futuro. Soy consciente de que esta explicación se queda corta pero puede tener algún punto de verdad.

Pasando al tema del mal absoluto nos metemos en otro tema fascinante y difícil. Las definiciones del mal o de la maldad nos dicen que la “Maldad” es una etiqueta que la gente aplica a cualquier conducta que percibe como:

-Dañina (que causa un daño).

-Intencionada.

-Injustificable (no se puede justificar por las circunstancias).


El problema de esta definición es la tercera característica, la de que sea injustificable: ¿quién dice si algo es justificable o no? Podemos pensar que el Gulag era injustificable pero Stalin y los suyos pensaron que las medidas que tomaron (contra burgueses, agricultores, etc) estaban justificadas porque buscaban una utopia socialista y un mundo mejor y feliz para todos. Así que nunca nos vamos a poner de acuerdo y dependerá, como venimos diciendo, del grupo al que pertenezcamos. A nosotros no nos va a parecer nunca justificado lo que un grupo rival haga contra nosotros pero probablemente sí lo que nosotros hagamos contra ellos.

Pero la pregunta última sería por qué el ser humano tiene esa capacidad de hacer daño de forma no justificada, gratuita, es decir, no por un beneficio instrumental (comida, dinero o una pareja, etc.) sino por puro placer, por sadismo, por el placer de hacer sufrir y la sensación de poder que ello produce. Hasta donde yo llego sólo veo una explicación desde el punto de vista evolucionista y tiene que ver con el hecho de que somos depredadores que han tenido que cazar y matar presas, por un lado, y guerreros que han tenido que matar a otros miembros de su especie, por el otro. La selección natural suele marcar con placer las cosas que son buenas para nuestra supervivencia como el sexo o la comida para que las llevemos a cabo. Estas actividades disparan nuestros circuitos cerebrales de recompensa. Es plausible suponer que matar una presa o matar a un enemigo  haya podido quedar marcado como algo placentero y lo mismo que podemos comer sin tener realmente hambre, por puro placer, podemos también matar sin que existe la necesidad inmediata de hacerlo, por puro placer también.


9-En psicología social se han realizado estudios transculturales sobre el modo de percibir la realidad social de las personas: hay culturas más individualistas y otras más colectivistas. También se ha investigado la soledad, como falta de conexión humana, como una enfermedad o detonante de enfermedad (más habitual en sociedades individualistas) y la conformidad y el pensamiento grupal y la alienación como problemas (más probables en sociedades colectivistas). Todo esto tiene enormes implicaciones políticas, sociales, económicas y....morales....de hecho se suele hablar de moral individualista vs moral colectivista. ¿Qué hay de moral en las diferencias en la orientación del individuo frente a la comunidad?


La moral va en el fondo de someter los deseos e intereses egoístas de los individuos al bien común, al bien del grupo. Se trata de una “aplicación” instalada en nuestro polo frontal para que el sujeto no siga sus impulsos egoístas y ponga en peligro al grupo, aplicación dicho sea de paso que los psicópatas no tienen.


Evidentemente hay diferencias entre culturas en la concepción y manejo de esta tensión individuo-grupo y esto puede generar matices morales diferentes en cada cultura. En las sociedades colectivistas a los individuos no se les concibe como sujetos o agentes separados sino como miembros de su familia, de su tribu o de su clan que son los verdaderos agentes. Por eso, por ejemplo, en las rencillas entre familias se mata a un miembro de una familia rival que ha matado a uno de los nuestros aunque ese sujeto no sea el autor del crimen. El responsable no es solo el sujeto individual sino toda la familia. Pero, como digo, en todas partes, en todas las sociedades, el grupo está por encima del individuo. Y al manejo de la pandemia me remito para ilustrar este punto. En una sociedad como la nuestra (tremendamente individualista) hemos visto cómo han ido cayendo uno tras otro todos los derechos y libertades individuales ( la libertad de movimiento, la libertad de decidir sobre tu propio cuerpo, etc.) porque se entendía que esas libertades ponían en peligro al grupo y el grupo tiene prioridad. Podemos maquillarlo y presumir de derechos individuales en el día a día pero no hemos podido mantener ese decorado en una situación de “emergencia” o de crisis. Hemos convertido de hecho la emergencia sanitaria en una emergencia moral, en un problema de buenos y malos (los buenos los que se vacunan y llevan mascarillas, etc.). Se ha moralizado la respuesta a la pandemia porque la pandemia suponía un problema de cooperación y la moral es una herramienta para la cooperación, como hemos repetido sin cesar en esta entrevista.

De manera que hay diferencias entre culturas pero, a mi modo de ver, el núcleo fundamental de todo lo que estamos tratando en esta conversación se aplica en lo esencial en todas partes.

10- Sobre el suicidio como cuestión moral, desde la perspectiva de la sociedad y del suicida ¿qué sugieren los estudios?


La posición mayoritaria actualmente -que no comparto- es que el suicidio es un trastorno mental, pero históricamente se ha considerado un delito y un pecado. Es por tanto evidente que se ha juzgado como algo malo desde el punto de vista moral. Lo cual tiene su lógica desde esa tensión grupo-individuo que comentábamos: el grupo que tenga un alto número de suicidios se va a ver desplazado por grupos que tengan menos suicidios. Así que la mayoría de sociedades han puesto barreras culturales, religiosas y legales frente al suicidio. La nueva concepción del suicidio como trastorno mental supone levantar estas barreras y estamos viendo la aparición de políticas de eutanasia y de suicidio, aunque acompañadas también de una gran preocupación por el suicidio y por la creación de planes nacionales de prevención del suicidio. Estamos en el proceso de definir como sociedad cómo enfrentarnos a este problema del suicidio con posturas a veces contradictorias y habrá que ver cómo sedimenta moralmente este problema.

 11- ¿Qué proyectos futuros tienes? ¿Qué misterio te gustaría resolver?


El misterio que me gustaría resolver es cómo podemos entendernos personas que pensamos de forma diferente, cómo podemos convivir personas que tenemos creencias diferentes. Me parece un problema más acuciante que el del cambio climático porque, igual exagero, pero creo que nos puede llevar incluso a la extinción. Convivir es la cosa más difícil del mundo, que dos personas o un grupo de personas, o las naciones, puedan convivir es incomparablemente más difícil que poner un ser humano en Marte.

En cuanto a proyectos estoy contemplando la posibilidad de escribir algo sobre el suicidio. Como decía en la pregunta anterior, me parece que la prevención del suicidio tal como se concibe actualmente se apoya en unos principios que son simplistas y parcialmente erróneos. Por no alargar todavía más la entrevista, podéis ver a lo que me refiero leyendo la última entrada en mi blog. Así que si escribo algún otro libro en el futuro probablemente sea sobre el suicidio.

2 comentarios:

  1. Anónimo2:31 a. m.

    Bravo!👏👏

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  2. Anónimo9:12 a. m.

    Leyendo tan extensa entrevista, me doy cuenta de mi ignorancia. Buen trabajo, compañeros.

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