domingo, septiembre 04, 2022

Pequeños animales de compañía (entrevista A David G. Jara)

David G. Jara con dos amigos

Casi todas las criaturas de la naturaleza encuentran guaridas, madrigueras, nidos, refugios, lugares en los que no ser vistos por el ojo del halcón o del tigre, o de cualquier otro depredador, donde criar a su progenie a cubierto y disfrutar de las mejores condiciones posibles de temperatura, humedad, etc. Casi todos los seres vivos necesitan un lugar de referencia, un campamento base, desde el que salir a buscarse la vida y al que volver para salvaguardarla. 

Los humanos pasamos en nuestra historia evolutiva de árboles y escondrijos a asentamientos improvisados, semipermanentes y algunos probablemente más duraderos en el pleistoceno -pero en todo caso no pensados como lugar permanente de residencia- para agruparnos después en torno a nuestra fuente de recursos estable tras la revolución neolítica. Los animales y las plantas que habíamos conseguido someter y cultivar, respectivamente, requerían ser cercados y sembrados en un espacio concreto y durante un tiempo determinado por las estaciones y los lugares de pasto. Que a estos animales y plantas ahora se les llame "domésticos" (de Domus, casa, en romano) tiene mucho sentido. Creamos a su alrededor casas, comederos y graneros. En cierto modo algunos de aquellos que se dedicaron a la ganadería escaparon de una sujeción tan fuerte a la tierra y a un enclavamiento permanente en ella, pero en todo cado el pasto para sus reses no era infinito, muchos pueblos nómadas terminaron por comerciar con los sedentarios, al principio, para finalmente tomar al asalto con violencia los nacientes pueblos y ciudades. Al final la evolución cultural hizo de los enclaves permanentes, a pesar de los cambios de titularidad regulares, fuente de progreso y distribución del trabajo, y los ganaderos participaban de ello en mayor o menor medida. Los que no salieron bien parados fueron los antiguos cazadores-recoletores cercanos y cercados por la naciente civilización (del latín cívitas -ciudad). Sólo sobrevivieron con su ancestral modo de vida aquellos que se encontraban en rincones cada vez más recónditos e inaccesibles.

Los humanos no llevamos la casa en la espalda, como los caracoles, pero hemos creado un entorno protector del medio salvaje dentro del cual vivimos encerrados voluntariamente. Hacemos  nuestra vida entre casas y otros habitáculos similares (oficinas, centros comerciales, polideportivos...), -conectados entre sí por corredores hechos con los mismos materiales, muchos de nuestra creación,  con los que construimos nuestras casas en su mayor parte (cemento, plásticos, metales, cristales...).  

Pasar de escondites en la sabana a vivir casi por completo aislados del medio natural, es sin duda uno de los hitos del progreso de la civilización. Ahora los que bien pudieran haber sido nuestros competidores o incluso depredadores en un entorno ancestral, se exhiben en zoológicos como si de exóticas rarezas se tratara (y, lamentablemente es en eso en lo que se están convirtiendo, en exóticas rarezas confinadas en zoos o en ecosistemas menguantes). 

Pero ¿qué les voy a contar que no sepan ya? Hoy, tras una larga y productiva evolución cultural y tecnológica estamos casi todos nosotros en unas condiciones muy distintas a las de aquellos que nos precedieron, habiendo creado un entorno propio hecho a nuestra imagen y semejanza,  y cada vez separado por más intermediarios del contacto con la naturaleza virgen. Hemos llegado a ser incapaces de distinguir unas plantas de otras, y muchos animales de otros, en este último caso especialmente con los artrópodos.


Así que cuando se presenta uno dentro de nuestro aparentemente inaccesibles refugios volando con alas membranosas y un zumbido característico, o caminando sobre varios pares de patas....sabemos que es un maldito bicho, y que puede tener pequeñas mandíbulas o grandes aguijones con los que inyectarnos su veneno. ¡Hay que matarlos! (por si acaso).

Ignoramos, gran parte de nosotros, que desde antes incluso de que construyéramos las primeras casa con adobe y madera, algunos artrópodos vivían con nosotros, bien en nuestra piel, en nuestro pelo, o rondándonos como una parte necesaria en el desarrollo de su ciclo vital. Pero lo que aún más personas ignoran es que algunos de estos artrópodos encontraron acomodo en nuestras casas, que hicieron suyas. Nosotros no somos particularmente importantes en sus vidas, pero nuestras casas si.  

De todos estos artrópodos intrépidos (hay que serlo para vivir con el mayor depredador de la tierra, que además dispara a todo lo que se mueve) nos habla el bioquímico y naturalista David González Jara en uno de sus últimos trabajos de divulgación: Un Zoo en Casa.  

Con él podemos conocer a muchos de estos animales pequeños pero ubicuos en nuestros hogares: sus costumbres, cómo se comunican entre si, que zonas de nuestras casas encuentran más seguras y confortables (la casa dentro de la casa).

El Zoo que constituyen no es para una exhibición, pero sin duda es impresionante por su variedad y el ingenio natural de sus criaturas, que han coevolucionado con nosotros y nuestros lugares de pernoctación y vida cotidiana.

Agradecemos a David G. Jara que, nuevamente, nos hable de uno de sus magníficos ensayos, en los que siempre se aprenden cosas increíbles.


David G. Jara sostiene en sus manos una Mantis, una mariposa, un bicho hoja y una chicharra.



1.- Algunos artrópodos nos han acompañado desde siempre, han coevolucionado con nosotros, y ahora constituyen un pequeño zoo en nuestras casas. El etólogo Karl von Frisch hablaba, en su día, de doce pequeños huéspedes, pero el número y la diversidad son mayores. ¿Cuántas especies se estima que puede haber en un hogar común de media? ¿Qué diferencias hay en función de lo urbano que sea el entorno del hogar?

Sabemos que los piojos, las chinches y los mosquitos nos han acompañado casi desde nuestro origen como especie, pero recientemente hemos descubierto que compartimos hogar con entre 32 y 211 especies de artrópodos diferentes. Algunos de estos bichitos se cuelan por casualidad en las casas, pero la mayoría (entre la que destacan varias especies de arañas, escarabajos, ácaros, hormigas, etc.) son residentes a tiempo completo en nuestros hogares.

Tendemos a pensar que en los hogares urbanos la presencia de los artrópodos domésticos es una rareza, al menos si lo comparamos con las casas que se ubican en el campo; pero no es así. Es cierto que viviendo en plena naturaleza habrá muchos animalitos que se cuelen sin querer en nuestra casa, pero existe otra multitud, y es a la que se refiere este libro, que nos necesita para poder vivir, y esos artrópodos nos van a buscar y nos van a acompañar, aunque vivamos en las grandes ciudades ocultos entre cuatro paredes de hormigón. 


2.- Con Rob Dunn hablamos de los ecosistemas que se forman en nuestras viviendas, y ello incluía todo tipo de organismos, en particular microorganismos. Los ecosistemas de este tipo son más pobres que los de la naturaleza virgen, por razones obvias, y ello afecta a nuestra salud de formas que todavía estamos tratando de descifrar. Pero, en estos ecosistemas ¿Qué papel benéfico pueden desempeñar los artrópodos, a todos los cuales muchos miramos horrorizados como a malos bichos intrusos que hay que fulminar?

Entre los artrópodos que conviven con nosotros encontraremos algunos que resultan peligrosos, pues, como los mosquitos, las cucarachas o las garrapatas, actúan como vectores de enfermedades; otros, la mayoría, son inofensivos, aunque en algunos casos pueden resultarnos molestos; pero también existe un grupo nada despreciable de artrópodos que desempeñan un papel beneficioso en el peculiar ecosistema que se configura en nuestro hogar. Por poner un par de ejemplos: las arañas domésticas, entre las que destacan la araña de desván (Pholcus phalangioides) y la araña escupidora (Scytodes thoracica), o el ciempiés doméstico (Scutigera coleoptrata) son eficaces cazadores de moscas y mosquitos, las primeras, y de cucarachas y lepismas, el segundo. La presencia en el hogar de algunos de estos artrópodos permite controlar, sin necesidad de recurrir a los insecticidas, la presencia de algunos bichos que pueden ser peligrosos.


3.- El entorno moldeado por la mano humana en el que los artrópodos están más presentes es en el terreno de frontera del campo, en los cultivos. Al tratar de preservar las plantas cultivadas se fumigan profusamente los campos y esto afecta a un número indeterminado de especies y a los ecosistemas circundantes, que antes lo ocupaban todo, y ahora van menguando, con la consecuente pérdida de biodiversidad en general y de artrópodos en particular. ¿Se puede decir que el zoo doméstico alcanza hasta los mismos límites del campo? ¿Qué especies de artrópodos fenecen y cuáles proliferan con una agricultura cada vez más intensiva, de monocultivo y extendida por una superficie cada vez mayor?

No me cabe ninguna duda de que existe una continuidad entre el zoo que tenemos en casa y los diferentes ecosistemas que encontramos en el campo. De hecho, podríamos decir que el zoo doméstico es simplemente otro ecosistema más dentro de la biosfera. Cierto que se trata de un ecosistema particular (como, por otro lado, lo es cualquier otro de este planeta) modelado en base a las preferencias humanas por configurar y estructurar su hogar. Es más, cada una de las estancias que conforman un hogar humano puede incluso considerarse un ecosistema específico, pues poseen temperaturas, valores de humedad y de luminosidad, presencia o ausencia de ciertos alimentos... que hacen de cada una de ellas un ecosistema ligeramente diferente. Los artrópodos que podemos encontrar en el baño son muy diferentes a los que viven entre los alimentos almacenados en una despensa, a los que esperan agazapados entre las costuras del colchón o se esconden entre las páginas de un libro. 

La pérdida de diversidad en los cultivos conlleva una directa y drástica disminución en la variabilidad de especies de artrópodos, y serán aquellas especializadas en un tipo de alimentación quienes se verán especialmente afectadas. Su nicho se verá ocupado por otras especies más generalistas y adaptables, por lo que es probable que la homogenización de las especies de plantas cultivables conduzca a una pérdida global de biodiversidad y a un empobrecimiento de los ecosistemas.   


4.- ¿Cómo viven nuestros huéspedes domésticos, en términos generales? 

Entre nuestros huéspedes domésticos, como dentro de cualquier ecosistema, se crea una red de relaciones más o menos compleja. Algunos de ellos, como los mosquitos o las chinches, vienen buscando la sangre humana; mientras que otros, como las cucarachas, las hormigas o los gorgojos, son atraídos por nuestros alimentos o por los desperdicios que generamos. Detrás de ellos llegan los cazadores que se alimentan de estos parásitos: arañas, avispas o ciempiés. Pero además de estas relaciones interespecíficas se crean otras entre los individuos de la misma especie que llevan asociadas complejos mecanismos de comunicación y reconocimiento, de búsqueda de la pareja y reproducción, etc. En realidad, la forma en la que viven nuestros huéspedes es similar a la que observaríamos en cualquier otro ecosistema, con la peculiaridad de que en el centro de todas estas relaciones se encuentra el ser humano y el hogar que lo cobija.


5.- ¿Haciendo una clasificación de artrópodos por sus clases, tenemos cuatro, con representantes más o menos presentes según el entorno. ¿Para qué clase de artrópodos resulta más acogedora una casa humana que el exterior, y de entre estas para que especies? 

No creo que haya una clase dentro del filo de los artrópodos que se adapte especialmente mejor que otras al ecosistema de nuestros hogares: hay multitud de especies de insectos, arácnidos, miriápodos y crustáceos que viven estupendamente entre las cuatro paredes de un hogar humano. Mas si tuviera que particularizar en alguna de ellas, diría que los insectos parásitos, como los mosquitos o las chinches, los insectos que se alimentan con nuestros desperdicios, como la mosca doméstica y varias especies de cucarachas, y las arañas domésticas (algunas de las cuales solo pueden vivir dentro de nuestros hogares) parecen encontrarse especialmente bien en nuestras casas.   


6.- ¿Del zoo de nuestras casas con qué "bichos" debemos tener precaución y cuáles son inofensivos o apenas dañinos para nosotros? ¿Cuáles son mutualistas? ¿Cuáles comensales? ¿Cuáles...depredadores o bien armados para la lucha contra nosotros? 

Incidiendo sobre la idea de que nuestro hogar constituye un peculiar ecosistema, es cierto que podemos encontrar múltiples relaciones interespecíficas que se establecen entre los artrópodos domésticos y el ser humano que, voluntariamente o no, los cobija. Así, existen artrópodos que desempeñan el papel de parásitos del hombre, como los mosquitos, los piojos, las pulgas, las chinches o las garrapatas, al que muchos de ellos añaden además otro factor negativo como es el de transmitir enfermedades. Estos son los bichos de los que deberíamos librarnos, y, por suerte, para ello podemos recurrir a otros artrópodos que conviven con nosotros estableciendo, siempre que los dejemos vivir, una relación mutualista. Las arañas domésticas, algunos tipos de pequeñas avispas parásitas, ciertas especies de ácaros y algún ciempiés colaboran con nosotros manteniendo a raya las poblaciones de artrópodos indeseables. Finalmente, también conviven con nosotros muchos tipos de artrópodos que apenas interaccionan con el ser humano, pero cuya presencia con frecuencia nos resulta molesta.


7.- ¿En qué proyectos andas metido, como colaborador técnico o de campo, investigador, maestro y escritor de ensayos de ciencia, etc.?

Mi principal proyecto, que por otro lado es mi trabajo y mi gran pasión, sigue siendo la docencia. De modo que la preparación de clases y la enseñanza a pie de aula (y de campo) seguirá siendo la actividad que más tiempo e interés me ocupe. Sin embargo, también espero poder sacar algo de tiempo para dedicarlo a algunos pequeños proyectos de investigación de campo en los que estoy comprometido (como la monitorización de pequeños y medianos carnívoros en la provincia de Ávila), y a terminar algunos ensayos que todavía tengo a medio concluir.




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