miércoles, septiembre 02, 2020

El drama de los insectos (entrevista a José Carlos Otero)

José Carlos Otero

"Cuando Esquilo o Tácito os parezcan demasiado tibios, abrid una Vida de los Insectos -revelación de rabia e inutilidad, infierno que, por suerte para nosotros, no tendrá nunca dramaturgo ni cronista. ¿Qué quedaría de nuestras tragedias si un bicho instruido nos mostrara las suyas?". Emil Cioran. Silogismos de la Amargura. 

Son pocos los cronistas de la vida de los artrópodos. Jean- Henry Fabre (1823-1915) fue uno de ellos, y su pluma era tan diestra describiendo lo que observó en su dilatada carrera como naturalista que no faltaron quienes le propusieran para el Premio Nobel ¡de literatura! 


Los "bichos", según la RAE, son "Animales pequeños, especialmente insectos". Otra acepción del Diccionario se refiere a "personas aviesas, de malas intenciones". Indudablemente si conjugamos ambas acepciones tenemos el nada disimulado desprecio y aversión por los artrópodos (en particular los miriápodos, arácnidos y los insectos) que sentimos los seres humanos. Esta fobia y repugnancia hacia los artrópodos nos hace incluirlos en una categoría general que no hace distingos, los bichos. Lo mismo da que sea un mosquito hembra transmisor de la malaria que un segador (arácnido parecido a primera vista a una araña pero que no muerde ni tiene veneno). Y si vemos a una Típula creemos que es un mosquito gigante venido del cretácico para picarnos y la perseguimos allá donde la veamos hasta aplastarla: aunque sea sólo un insecto que, de comer algo en su etapa de imago, es néctar. 

Es importante saber distinguir mínimamente entre especies de artrópodos. En profundidad es más difícil y probablemente sólo puedan hacerlo especialistas. Se estima que de todas las especies animales clasificadas por el hombre, el 80 % son artrópodos, y dado que se estima que hemos identificado solamente una pequeña parte de todas las especies, y que los artrópodos son generalmente más pequeños y difíciles de encontrar (y clasificar), podría decirse que son decenas de millones las especies que pululan por la biosfera. 


El recientemente fallecido entomólogo Terry Erwin demostró que solamente en las copas de los árboles del Amazonas había una gran cantidad de especies desconocidas hasta entonces por el hombre. Sus estimaciones sobre el número posible de especies ascendía a los 30.000.000. Por supuesto siempre tuvo presente que las copas de los árboles del Amazonas eran lugares propicios para una gran biodiversidad. 

Teniendo presente que han sido clasificadas solamente cerca de 2.000.000 de especies y que las bacterias, arqueas, protozoos etc están con absoluta seguridad infrarrepresentadas, el número de especies que habitan la tierra sería inconmensurable. 

Nuestra reacción generalmente hostil hacia los artrópodos es casi instintiva. Evolutivamente pagan justos por pecadores el daño que sufrimos los humanos por picaduras (la mayor parte de las cuales no representa un peligro para nosotros) e infecciones. Nuestro organismo actúa atacando o huyendo al ver a pequeños animales invertebrados que no le sean familiares y que no entren dentro de la categoría mental de inofensivos (una mariposa, un caracol).

Preferimos matar a un "bicho" que arriesgarnos a que sea peligroso y dejarlo estar o marchar. El conocimiento es pues necesario para contrarrestar al menos en parte nuestra natural tendencia a asegurarnos de no correr peligro. Y así, una leer una buena Historia de los invertebrados, de los artrópodos, de los crustáceos, de los miriápodos.. y quizás especialmente una de los insectos es el mejor modo de aprender a distinguir y comprender a estos animales fundamentales en la biosfera para la supervivencia de la mayor parte de los ecosistemas, de los cuales nosotros, lo sepamos o no, dependemos. 

El drama de los insectos tiene ya cronista, pese al pesimismo de Cioran, para el público lector de habla hispana. El entomólogo José Carlos Otero ha hecho un trabajo divulgativo de gran valor, en ese sentido. Su Vida Secreta de los Insectos es una aproximación para no entomólogos a los insectos y, en todo caso, un relato apasionante para cualquiera que quiera conocer el mundo en el que vivimos, el de verdad, del que hemos salido y dentro del cual nos terminaremos extinguiendo si no media un milagro o lo evitamos con algún ingenio fuera de lo común. 

Es reciente la publicación de un segundo libro divulgativo de José Carlos Otero, que continúa de alguna forma al primero: Los Lugares Secretos de los Insectos. 

El Profesor Otero ha tenido la inmensa amabilidad de responder a unas preguntas para la Nueva Ilustracion Evolucionista. 




 1.- Están por todas partes y su diversidad es inmensa, pero para nosotros, los humanos, que hemos perdido nuestro contacto con el medio ecológico, caen todos en el mismo saco de "bichos" (lo mismo los insectos que los demás artrópodos). ¿Cuántos y cuán variados son los insectos? ¿Cuántos "nichos" ocupan los "bichos" que los hacen buenos para la vida en la tierra? 

Básicamente, esta pregunta, resume la razón por la cual he escrito “La vida secreta de los insectos” y “Los lugares secretos de los insectos”. El comportamiento de desprecio y cuando no agresivo hacia los insectos, no puede ser achacable a los miembros de nuestra sociedad sino, debe ser imputada al sistema de educación que hemos generado y a través del cual no hemos sabido enseñar que los insectos forman parte de integrante de nuestro patrimonio natural y constituyen un componente importante de la gran diversidad genética que tenemos obligación de preservar. Por lo tanto, deseo sumarme, modestamente, al gran esfuerzo realizado desde diversos colectivos por hacer respetar el medio natural ya que todavía es mayoritario el numero de personas que ignoran que la riqueza que constituye el patrimonio florístico y faunístico del planeta es el resultado de millones de años de evolución y que por lo tanto su deterioro y/o perdida no podrá ser nunca reparado. 

Resulta sorprendente, habida cuenta de la interdependencia entre la especie humana y las demás especies que habitan el planeta, que el estudio de la biodiversidad sea tan precario. Además de subestimar mucho la cantidad real de especies que habitan el planeta, la lista de las conocidas es parcial en muchos aspectos, sobre todo porque refleja el natural interés humano por las criaturas cubiertas de pelo o plumas. El sesgo de los biólogos hacia las plantas y los vertebrados, que representan una minoría de los seres vivos, debilita las estimaciones del número de especies, puesto que el 90% de las especies no se conocen. El número total de especies de insectos podría estar entre 5 y 50 millones, dependiendo de las distintas estimaciones. Un cálculo prudente indica que existen sobre la tierra 12 millones de especies. 

En mi opinión, y me atrevo a asegurar que es el sentimiento de la mayoría de los biólogos, como culminación del proceso evolutivo, es que tenemos el deber moral de conocer hasta donde podamos el sinfín de formas con las que compartimos el planeta. Una buena razón es que los insectos están en la tierra desde hace mas de 350 millones de años y han logrado sobrevivir a los cambios de clima y a las causas que han provocado las extinciones en masa, se han adaptado a casi todos los ambientes, terrestres semiacuáticos y acuáticos; han desarrollado diversas estrategias de defensa y de movimiento; tienen hábitos alimenticios y reproductores extremadamente exitosos; sus delicados órganos de los sentidos les permiten buscar alimento, ver el enemigo, encontrar pareja para aparearse, vivir en colonias. El único medio que no han colonizado es el océano. En consecuencia, la especie humana depende del correcto funcionamiento de la biosfera. De ella obtiene alimentos y recursos directos y también una serie de servicios ecológicos sin los cuales estaría irremediablemente condenado a la extinción. En otras palabras, la suerte de la especie humana esta directamente correlacionada con el correcto funcionamiento de los ecosistemas el cual, depende de las biocenosis o conjunto de organismos que lo habitan. Y, el gran valor de los insectos para la especie humana radica en su participación en la ejecución de las funciones ecológicas desarrolladas por los ecosistemas

2.- ¿Qué representamos nosotros, los Homo sapiens, que apenas hemos acabado de llegar, para los insectos, con nuestra acción en el medio para adaptarlo a nuestras necesidades y caprichos primates? 

En la contraportada de “Los lugares secretos de los insectos” escribo: ¿Qué sería de nuestras tragedias si un insecto nos presentara las suyas?

Los insectos aparecieron unos 350 mil millones de años antes que nosotros. Los insectos nos han invitado a su casa, nos han invitado a compartir una gran cantidad de servicios ambientales que ellos generan y, a pesar de ello, desde la noche de los tiempos tenemos una guerra declarada al insecto. A pesar de los beneficios que los insectos nos proporcionan gratuitamente, en el comienzo de la era ambiental, la especie humana tiene un efecto devastador sobre los hábitats naturales y, en consecuencia, contribuye a acelerar la extinción de numerosas especies. 

Somos, a pesar de nuestra inteligencia y cultura, una anormalidad ambiental. Estamos arrinconando o echando del planeta, de la casa común a nuestros socios, que son las demás formas de vida. Aún no hemos comprendido que debemos de dejar de usar la superficie del planeta como si fuera exclusivamente nuestra. No lo es: pertenece al conjunto de ecosistemas que prestan servicio a toda la Tierra. Por ello, muchos e ilustres biólogos nos advierten que al destruir hábitats naturales para ganar tierras a los cultivos estamos causando una extinción comparable a la producida hace 65 millones de años. Pero a pesar de todas las advertencias parece que lo único que nos preocupa es el riesgo de cáncer, los residuos de pesticidas en la comida, las guerras, expectativas de vida, enfermedades globales, etc. 

En realidad, nos preocupamos por el mosquito y tragamos el camello.

3.- Nos aterra la llegada de especies nuevas como el avispón asiático o el mosquito tigre. Pero los hemos traído inadvertidamente nosotros, y nos pican. La cuestión es: ¿cómo se ven afectados los ecosistemas con su llegada? 

Es cierto, nos aterra la llegada de esas nuevas especies. Sin embargo, lo paradójico es que cuando la principal especie invasora de la historia – la especie humana- empieza a preocuparse por invasiones producidas por sus actos. Igualmente, es llamativo que solamente nos preocupemos por aquellas invasiones que únicamente afectan a nuestros bienes materiales y a la salud. Los ejemplos que se señalan en la pregunta son una buena muestra de ello. La realidad es que hay un buen número, de otras especies invasoras, de las cuales aun no sabemos los efectos que pueden tener, a largo o medio plazo, sobre nuestros ecosistemas. 

A pesar de las notable controversias que el cambio climático desata, existe un acuerdo general respecto a que el calentamiento global registrado en la segunda mitad del siglo XX tiene causas antropogénicas y esta afectando a la biota del planeta. Las alteraciones climáticas terrestres están proporcionando a las especies de insectos móviles un mayor número de hábitats hospitalarios y, por si fuera poco, el comercio global ha hecho que las oportunidades de colonizar nuevos hábitats aumenten considerablemente. Las especies invasoras (avispón asiático, mosquito tigre, etc.) aumentan su presencia exponencial año tas año, desplazando a las especies autóctonas, transmitiendo enfermedades, destruyendo la biodiversidad y causando estragos en los hábitats y en las infraestructuras. Se trata de especies que rompen el equilibrio natural como quien desatornilla una montaña rusa. Hay quienes las describen como bombas atómicas, una invasión dañina que tiende a ser desatendida en sus inicios y que después es imparable. 

En el caso de la avispa asiática, es una grave amenaza para la apicultura, pero también podría afectar al panorama agrícola si mengua unos de los más importantes insectos polinizadores, la abeja. En el caso del mosquito tigre, como es bien conocido, es responsable de la transmisión del virus Zika, el virus dengue, el virus de la chikunguña y el de la fiebre amarilla. 

4.- Las especies eusociales como hormigas, termitas, abejas, forman sociedades, con división del trabajo, se comunican de formas sofisticadas, construyen auténticas ciudades de bella y funcional arquitectura...¿Qué nos enseñan sobre la naturaleza de las sociedades, que llevó al mirmecólogo Edward O. Wilson a fundar la Sociobiología? 

Los insectos eusociales están gobernados por el rígido instinto y seguirán así por siempre. Durante más de 100 millones de años los rígidos instintos sociales le han permitido adaptarse armoniosamente al entorno viviente. En las hormigas y en otros insectos tenemos el privilegio de observar la forma en como evolucionaron otras sociedades complejas independientemente de los seres humanos, con una modalidad sensorial muy distinta, en su mayor parte química en lugar de audiovisual. En ellos podemos advertir la relación existente entre los sistemas sociales avanzados y las fuerzas de la selección natural que les dieron origen y les confirieron la forma que tienen ahora. Las primeras especies de los insectos eusociales, eran escasas y se caracterizaban por preadaptaciones insólitas. Estos grupos de insectos lograron un éxito ecológico sin igual y consiguieron desalojar a las especies no sociales que competían con ellos. Por lo tanto, los insectos sociales nos enseñan que, deben ese éxito al comportamiento cooperativo y a la división del trabajo y, naturalmente como lo hacen. 

5.- La biomímesis busca en los diseños de la naturaleza inspiración para los ingenios humanos. ¿Qué tienen los diseños de los insectos que ahora nos percatamos no tenían los artefactos humanos? 

La naturaleza lleva más de 3,800 millones de años de experiencia creando formas de vida que se adaptan a todos los ambientes, así que debiéramos preguntarle al planeta si queremos alguna solución eficiente. En lugar de utilizar la ciencia para explotar de la naturaleza a favor de nuestro beneficio material, ¿por qué no destinar el rigor de la investigación científica para copiar los comportamientos de la naturaleza para resolver algunos de nuestros problemas? En la vida secreta de los insectos, pongo de relieve alguna de la obras maestras de la naturaleza. Como podemos aprender de la construcción de los nidos de las termitas para construir nuestros edificios más sostenibles y eficientes; como hemos diseñado los leds a partir de los que nos enseña el sistema de iluminación de las luciérnagas; como las alas de los insectos inspiran turbinas eólicas más eficientes o, como, por ejemplo, la estructura de las de las mariposas mejoran la tecnología de los paneles solares. Además, las redes cooperativas de individuos que forman los insectos sociales han inspirado nuevos diseños en el campo de la computación y han aclarado los mecanismos de interacción neuronal que podrían haber dado origen a la mente. 

6.- Se puede decir que insectos y plantas han coevolucionado y son viejos conocidos. ¿Qué relaciones existen entre estos organismos de distintos Reinos? 

La coevolución de plantas e insectos es un tema apasionante y al que numerosos biólogos han, y siguen, dedicando muchos esfuerzos de investigación. Tanto es así que, la importancia de la polinización como proceso eficaz para la obtención de especies vegetales concretas no es un hecho de conocimiento reciente. En la antigua Asiria, entre los bajorrelieves se describen escenas cotidianas y hay uno en el que aparece un sacerdote del templo polinizando el árbol de la vida. La asociación del hombre con la abeja de la miel se remonta a la prehistoria, incluso quizá antes de que nuestros antepasados fueran humanos. El valor de los insectos en la polinización de plantas silvestres y cultivadas es incalculable. Es imposible evaluar los beneficios de esta acción polinizadora sobre plantas silvestres. Desde un punto de vista evolutivo, la historia evolutiva de las plantas no puede entenderse sin considerar el papel polinizador de los insectos. La mayor parte de las flores son como son debido a la presión selectiva ejercida por la polinización de los insectos; en otras palabras, la forma, el color, el olor y el néctar de la flores serian muy diferentes (e incluso no existirían) de no cumplir un papel fundamental como atractivo o recompensa para los insectos polinizadores. En consecuencia, los insectos polinizadores contribuyen de modo decisivo a la creación, mantenimiento y transformación del paisaje, dado su papel fundamental en la reproducción vegetal. 

7.- ¿En el flujo de la energía a través de la biosfera, qué papel ocupan los insectos? ¿Son los insectos los grandes recicladores de la biosfera? 

En cualquier medio natural o seminatural existen básicamente tres tipos de organismos: productores, consumidores y descomponedores, y de su adecuada interacción y actuación dependerá el buen funcionamiento del ecosistema. Una buena parte de los insectos son descomponedores. Un hecho importante es que los descomponedores actúan a todos los niveles y de este modo, toda la energía no utilizada por los consumidores y productores, así como la acumulada en los productos de desecho como las heces será utilizada por los descomponedores que la reciclaran en el ecosistema. Todo este proceso constituye el ciclo de energía del que depende el buen funcionamiento y subsistencia de los ecosistemas. 

Elfectivamente, lo son. Este grupo de animales presenta una alta diversidad de hábitos tróficos, pudiendo ser fitófagos, saprófagos, descomponedores, depredadores o parasitoides, lo que les hace ser los principales responsables del reciclaje de más del 20% de la biomasa vegetal terrestre. En “La vida secreta de los insectos”, pongo algunos ejemplos de esa función que realizan los insectos. Cualquier persona que pasee por nuestros campos puede observar que los rebaños dispersos por nuestros campos producen grandes cantidades de heces, pero, sin embargo, sobre el suelo no se percibe mucho estiércol y tampoco cadáveres de micromamíferos o invertebrados. Arboles viejos, enfermos y muertos sufren el ataque de multitud de organismos y, entre ellos, de los insectos fitófagos, defoliadores, perforadores y otros xilófagos. 

 8.- ¿En qué trabaja ahora? ¿Qué insectos han sido objeto preferente de su observación científica? ¿Podría adelantarnos algo de su nuevo libro?

Al igual que cualquier otro profesor universitario, tengo obligaciones docentes y de investigación. Sobre la ultima, investigo acerca de la biodiversidad de varias familias de pequeños coleópteros en todas la regiones biogeográficas. No puedo pensar en otro problema científico (en mi campo de estudio) y por lo expuesto anteriormente, que tenga mayor importancia. Los biólogos encontramos dificultades (como ya he dicho) en llegar a una estimación incluso aproximada sobre la biodiversidad existente. Recientemente, y en revistas especializadas, se acaban de publicar varios artículos sobre la fauna de la región Afrotropical y Japón y antes, en monografías y artículos lo hice sobre la región paleártica. Actualmente, estoy ultimando un artículo sobre la fauna entomológica de China. Sobre la primera de las actividades, además de impartir la docencia correspondiente, estoy ultimando un libro sobre biogeografía. Se trata de un libro dirigido a biólogos, docentes y estudiantes de biología, gestores y conservadores del medio natural, así como a todos aquellos interesados en la naturaleza que quieran iniciarse en esta ciencia dedicada a entender el porqué de la distribución de los seres vivos. 

Por otra parte, se acaba de publicar, por parte del Servicio de Publicaciones de la Universidad de Santiago de Compostela un nuevo libro " Los lugares Secretos de los Insectos". Tanto en el libro precedente como en este, he tratado de acercarme al mundo de los insectos, a su extraordinaria diversidad, a sus asombrosas adaptaciones y a la necesidad de preservar los ecosistemas, es decir los lugares en donde viven y sobre el hecho de que estamos perdiendo biodiversidad a un ritmo alarmante. Muchos ilustres biólogos nos advierten de que al destruir hábitats para ganar tierras a los cultivos estamos causando una extinción comparable a la producida hace 65 millones de años. Por lo tanto, en ambos libros, pretendo, modestamente, dar a conocer el micromundo de estos pequeños grandes seres y sumarme a las alarmantes advertencias que la comunidad científica nos está haciendo. Si actuamos ahora, tenemos la posibilidad de salvar dos especies por cada una que ya está condenada. Si seguimos igual que siempre con toda probabilidad tres de cada cinco especies ya no seguirán con nosotros en el alba del próximo siglo.

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