viernes, junio 05, 2020

La guerra sin fin (entrevista a Antonio Montero)

Antonio Montero
En los años setenta del pasado siglo, el optimismo respecto a la victoria sobre los microorganismos patógenos y las enfermedades infecciosas que provocaban era tal, y tan generalizado, que el Presidente de EEUU, Richard Nixon,  en representación, podría decirse, del sentir general del momento, anunció que había llegado el momento de declararle la guerra al cáncer. Se daban por sentadas dos premisas, que el tiempo ha demostrado que eran erróneas:

1.- Las enfermedades infecciosas estaban derrotadas o en franca retirada.

2.- El abordaje biomédico y sus "armas" terapéuticas podrían ganar una nueva guerra contra un rival tan formidable o más que los propios microorganismos patógenos: el cáncer.

Hoy, con el coronavirus haciendo estragos en ese primer mundo que el propio Nixon representara en su día, y con el cáncer aún presente, podemos decir sin despertar controversias que no hemos pasado de las enfermedades infecciosas a las crónicas, sino que las hemos conjugado en un repertorio más amplio que refleja no sólo la complejidad de la vida, sino su unidad. 

Bacterias que evolucionan para hacerse resistentes a los antibióticos, nuevos virus de origen zoonónotico que surgen de nuestras incursiones en hábitats hasta hace poco vírgenes, enfermedades presuntamente erradicadas que vuelven a emerger y a hacerse epidémicas, y cánceres que resultan ser células que evolucionan al margen del organismo que controlaba su reproducción y su muerte, muchas de las cuales han entrado en rebeldía tras ser infectadas por algún virus o afectadas en su genética por algún factor ambiental de nuestro medio ambiente humano y urbano.

Por otro lado el mundo se ha hecho, pudiera decirse, más pequeño. Lo que antes, en la época del colonialismo, se denominaban enfermedades tropicales, son ahora mucho más susceptibles de afectar a regiones del globo más amplias que las estrictamente tropicales. 

Hoy comprendemos mucho mejor nuestra íntima interconexión con el universo de los microorganismos y las relaciones ecológicas que hacen que algunos resulten parasitarios, dañinos, o bien comensales e incluso beneficiosos....o aún más: necesarios para nuestra salud y nuestra vida.

Pero esta comprensión no ayuda, de momento, a frenar el "inesperado" contragolpe de las enfermedades infecciosas: las de siempre y las de nuevo cuño. Hay que profundizar en el conocimiento ecológico y evolutivo, hay que entender mejor nuestra relación con el medio y el medio mismo, y así lograr una adaptación más exitosa. Las enfermedades, sean crónicas o infecciosas, surgen de la ruptura de un equilibrio precario. 

Antonio Montero es un investigador argentino, Doctor por la Universidad de Buenos Aires y médico Infectólogo. Investigó para el Consejo Nacional de Investigaciones Científica y Técnicas (CONICET-Argentina) y ahora lo hace en el Consejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de Rosario (CIUNR). Es Director Científico del Centro de Medicina Tropical y Enfermedades Infecciosas Emergentes en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario, en Argentina. Ha coordinado y escrito un libro de texto sobre las llamadas Enfermedades Tropicales, en las que detalla cada una de ellas, su epidemiología, su morbilidad y mortalidad, su etiología, sus vectores, su sintomatología y sus tratamientos.

El Doctor Antonio Montero ha tenido la amabilidad de responder unas preguntas para La Nueva Ilustración Evolucionista.

1.- El mundo ha asistido a una Pandemia que ha puesto en jaque a los sistemas sanitarios y a las economías de los países más desarrollados. Esto es algo noticiable. Pero en estos momentos hay otras enfermedades que se extienden por amplias franjas de territorio y numerosos países del mundo que podría decirse que constituyen también Pandemia y no reciben la misma atención. ¿Cuáles son las grandes olvidadas o silenciadas y por qué?

En primer lugar, y por lejos, la tuberculosis. Esta enfermedad infecta actualmente a dos mil millones de personas -casi la tercera parte de la humanidad-  causando 8.000.000 de casos de tuberculosis pulmonar con 2.000.000 de muerte cada año.

Continuando con la lista, el virus HIV constituye otra gran pandemia, habiendo infectado a unas 40.000.000 de personas a comienzos de 2019, con unas 1.7 millones de nuevas infecciones anuales y habiendo causado 32.000.000 de muertes.
El cólera es el gran olvidado de la lista, siendo una enfermedad que ha causado siete grandes pandemias globales y estamos actualmente en la octava, con cientos de miles de casos en América caribeña (Haití, especialmente), África y Asia, y casos esporádicos en todo el planeta.

Chikungunya y Zika son dos virosis transmitidas por mosquitos que han mostrado una rápida diseminación global, respetando sólo las latitudes extremas de ambos hemisferios donde el vector no puede vivir. 

Las infecciones de transmisión sexual, como sífilis, gonococcia e infecciones por herpes – papiloma virus se han vuelto endémicas, pero constituyen ciertamente una endemia global. 


2.- ¿Qué tiene de tropical una enfermedad tropical?

Muy poco, en realidad. 

Medicina Tropical es un eufemismo que encubre una mentalidad colonial. Esta especialidad es fruto de la medicina colonial francesa, de la época en que su imperio se extendía por todo el orbe, y un puñado de enfermedades infecciosas prevalentes en sus colonias. 

La designación ¨enfermedades tropicales¨ tiene en sus orígenes una connotación colonialista e incluso peyorativa: Claramente hacía referencia a aquellas enfermedades exóticas, propias de las latitudes tropicales, que prevalecían en las zonas remotas y empobrecidas de las posesiones europeas de ultramar. En sus orígenes, estas enfermedades –como la fiebre amarilla durante la guerra de Cuba- causaban más bajas a los ejércitos coloniales que las armas de los países enemigos. Luego recibió diferentes denominaciones, como “Medicina de las colonias”, “Medicina de Expatriados”, hasta recibir su nombre actual a fines de los 70.

Además de su interés científico, la Medicina Tropical del siglo XIX y XX tenía también claros intereses militares y estratégicos: Baste con recordar que durante la guerra de Cuba, por ejemplo, la fiebre amarilla causó más bajas entre las tropas norteamericanas que las balas del ejército español.

En las postrimerías del siglo XX se llegó a considerar a la medicina tropical y a la infectología en general como un área fósil de la medicina, ante la creencia prevalente de que las enfermedades transmisibles serían pronto erradicadas de la faz de la tierra, o fácilmente controladas mediante el uso de antibióticos.

La naturaleza sin embargo tenía otro plan, y fue así como pronto se puso en evidencia la faz siempre cambiante de las enfermedades infecciosas, incluyendo naturalmente a aquellas consideradas patrimonio de la medicina tropical: La colonización de nuevos espacios, la destrucción de ecosistemas y la exposición de un número creciente de humanos a nuevos hábitats pronto ocasionó la aparición de nuevas epidemias, o la reaparición de enfermedades ya controladas.

La aparición de la epidemia de SIDA, a fines de los ´70 parece marcar el punto de inflexión. El surgimiento de esta enfermedad, seguido pronto de la aparición de alarmantes epidemias como las del SARS, Nipah, Hendra, Ebola, Chikungunya y Marburgo, así como la re-emergencia del dengue y la fiebre amarilla en el mundo subdesarrollado, y la extensión del Chagas como problema sanitario de los países ¨desarrollados¨ demostraron sin duda y de modo dramático la perenne vigencia de la infectología y de la Medicina Tropical. 

En la actualidad se acepta que la Medicina Tropical constituye un área de especialización multidisciplinaria dedicada al estudio de las enfermedades transmisibles específicas de las regiones tropicales, o que proliferan como consecuencia de la falta de sanitación o de la degradación de las condiciones higiénicas de las regiones templadas.

3.- ¿Qué papel ha desarrollado la globalización en la salud global de nuestra especie y en la salud ecológica global?

No influye tanto la globalización en la diseminación de enfermedades como la suma de otros factores, entre ellos, la masificación del transporte aéreo, la destrucción de ecosistemas, que permite que los humanos se internen en áreas silvestres y contacten con microorganismos desconocidos, la moda del turismo aventura que causa el mismo efecto. 

Un factor muy importante pero poco considerado es la implementación de políticas neoliberales que deja enormes masas de población viviendo en una economía de subsistencia. Como respuesta, esta legión de desocupados se desplazan hacia la periferia de grandes ciudades donde se hacinan en urbanizaciones tan precarias como miserables que sirven de caldo de cultivo para toda clase de infecciones. La rápida extensión del dengue en América en los últimos decenios está claramente ligada al crecimiento de urbanizaciones irracionales (Chabolas, villas miseria, favelas, o como quiera llamarlas) en la periferia de las grandes ciudades. En estos sitios, la acumulación de cacharros y neumáticos usados, junto con la falta de agua potable y la proliferación de basurales clandestinos crean las condiciones ideales para la proliferación de mosquitos.

4.- Muchas de las enfermedades conocidas como tropicales son transmitidas por vectores artrópodos (principalmente por insectos y arácnidos). ¿Quiénes son esos "pequeños huéspedes", como los denominó el etólogo y Premio Nobel Karl Frisch, que nos enferman y cuáles sus respectivas enfermedades?

Fundamentalmente insectos y arácnidos hematófagos, como mosquitos, jejenes y garrapatas. El mosquito es el animal que más humanos mata todos los años, contándose por millones los decesos causados por la transmisión de enfermedades como paludismo, dengue, fiebre amarilla y otras cuya enumeración sería excesivamente larga y tediosa. Los jejenes, por su parte son los vectores de la leishmaniasis, enfermedad cuya prevalencia está en aumento.  
Las garrapatas transmiten un buen número de enfermedades. Y es muy de mencionar en América la acción de insectos hematófagos de la familia de los reduvídeos, vectores de la enfermedad de Chagas-Mazza que causa millones de muertes cada año e impone una pesada carga a las economías saqueadas de la región.

5.- ¿Qué microorganismos y parásitos son los más transmitibles por vectores (virus, bacterias, protozoos, gusanos...) y por qué esa especificidad de un vector-microorganismo que hace que cada vector transmita un número muy limitado de enfermedades (muchos una no más)?

El listado de microorganismos sería interminable y tedioso. Pero no vaya a creer que los vectores son tan específicos en cuanto a las enfermedades que pueden transmitir. El mosquito Aedes albopictus (conocido como mosquito tigre, en España) y su primo Aedes aegypti, por ejemplo, son verdaderas máquinas de transmitir infecciones como Fiebre amarilla, dengue, chikungunya, zika, y numerosas fiebres hemorrágicas o neurotrópicas latinoamericanas, africanas y asiáticas. 


6.- Ahora llega con el Sars-Cov-2 el terror a las enfermedades zoonóticas emergentes, de las que se conocen ya algunas verdaderamente preocupantes de Asia y África. Usted que conoce mejor el Cono Sur americano, y las zonas un poco más al norte del Continente, ¿qué zoonosis cree que tienen en vilo a los epidemiólogos que intentan impedir brotes pandémicos con origen en América?

En realidad son muy pocas si alguna las enfermedades sur o norteamericanas con potencial para causar una pandemia. Hasta ahora las nuevas pandemias se han originado en Africa (Zika, Chikungunya) y sin ser pandemias, poseen un gran potencial para serlo la fiebre de Lassa y el Ébola, o se han originado en Asia donde el enorme numero de habitantes en contacto con animales silvestres crea el entorno perfecto para el salto de infecciones entre especies (SARS, SARS-CoV-2, Hendra, Marburgo, Nipah, etc. 

7.- ¿En qué está trabajando e investigando ahora? Qué misterio de las enfermedades infecciosas le gustaría desvelar?

En este momento estamos prestando atención a dos infecciones virales transmitidas por mosquitos, descubiertas en Trinidad a comienzos de los ´50 y que se han extendido por todo el continente americano, las fiebres Mayaró y Oropuche. Poco conocidas y que causan numerosos casos en Brasil y la amazonia peruana.

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