Helena Matute |
Acaso pueda resultarnos extraño, y paradójico, pero conforme más vamos "conociendo" cómo "elaboramos" nuestras percepciones y cogniciones tanto más evidente se nos presenta el hecho de que nuestro conocimiento del mundo es, en el mejor de los casos, inexacto. Las vías de entrada y llegada al escenario del "teatro de nuestra consciencia" (Bernard Baars) de lo que es y acaece allá afuera, son las" puertas de la percepción" (Aldoux Huxley) de nuestros sentidos, y el corredor oscuro y laberíntico de los bastidores de nuestro cerebro inconsciente.
Esto tiene
sentido a la luz de la evolución. Si tomamos los dos posibles significados que
ofrece nuestra lengua al término "adaptación", como "acción de
adaptarse" y como "el conjunto de cambios que se realizan a una obra
literaria, musical, etc, para destinarla a un medio distinto para aquel para el
que fue creada", podemos considerar, sin temor a equivocarnos demasiado,
que cada uno de nosotros no es más que
una adaptación biológica, de modo que nuestro medio externo,
tal como lo percibimos e interpretamos, no es más que una adaptación de
la realidad exterior a nosotros, a nuestro medio interno, en forma de
representación, transfigurada con trazo grueso. La segunda adaptación se hace
para mejorar la primera. Dicho de otra manera: contemplamos el mundo como mejor
conviene a nuestra supervivencia diferencial.
Los mecanismos del cerebro humano para hacer "del mundo una representación" (Arthur Schopenhauer) son variados e intrincados, pero confluyen en vías rápidas y lentas, la cuales son como los pasos a nivel y pasos elevados de los ferrocarriles: las rápidas van directas por el camino trillado que ataja (con el consiguiente riesgo al actuar moviéndose por ellas), las segundas dan un rodeo que requiere una planificación y construcción de puentes, pero son más fiables. Podríamos simplificarlo aún más diciendo que las primeras son instintivas y las segundas racionales.
Para el padre de la Psicología americana, William James, que era, además de
psicólogo, un filósofo Pragmatista: "La prueba de toda verdad reside, sencillamente, en su
eficacia".
Desde esta
"óptica" la veracidad de algo depende del cristal con que se mire,
pero las gafas que uno use han de estar bien graduadas para ver lo que mejor
sirva a nuestros fines (próximos y distales). Y nuestro cerebro tiene una
graduación de serie, que se fue ajustando gradualmente en la evolución de
nuestra especie a través de distintos contextos ambientales, sometida a sus
presiones características.
Esta graduación
nos conduce a tomar decisiones "en situaciones de incertidumbre"
(Daniel Kahneman & Amos Tversky) en función de presupuestos o prejuicios
(entendiendo prejuicio en un sentido neutral, como un juicio previo a
consideraciones sobre el objeto juzgado). Estas "decisiones
instintivas" (Gerd Gigerenzer) son conocidas como heurísticos. Los
heurísticos son atajos mentales que existen por su "eficacia"
(William James), y dicho en términos evolucionistas por su fitness, su valor
adaptativo, ya que nos han permitido llegar hasta aquí, como Homo sapiens. Pero
como la evolución es chapucera, tienen dos caras, como una moneda, y tienen su
reverso: los sesgos.
Los sesgos
son los heurísticos cuando nos inducen a cometer errores. Desde la
investigación pionera de Amos Tversky y Daniel Kahneman sobre algunos de ellos,
de los más representativos (como el sesgo de representatividad), los psicólogos
no han dejado de descubrir otros nuevos y cómo estos nos afectan en distintos
contextos.
Los sesgos
son a la cognición lo que las ilusiones a la percepción. Y una de sus
principales características es que, al venirnos de serie, son sistemáticos.
Son, por decirlo de forma perfectamente inteligible, la proverbial piedra en la
que el animal-hombre tropieza siempre dos veces.
Desde la
psicología experimental se están haciendo considerables progresos en la
comprensión de los sesgos, sometiendo a los voluntarios de los experimentos a
todo tipo de experiencias y pruebas "de laboratorio" para observar
cómo reaccionan y responden a ellas. Contrastando cómo actúan los probandos con
cómo se esperaría que actuasen siguiendo los dictados de la mente racional y
lógica, se pueden detectar miriadas de sesgos y tendencias intuitivas muy
arraigadas.
Helena
Matute es Catedrática de Psicología Experimental en la Universidad de Deusto.
Estudia los variados aspectos de nuestro comportamiento y nuestra cognición, y
ha escrito un libro de divulgación sobre cómo nuestra mente nos engaña.
La
Profesora Matute ha tenido la inmensa amabilidad de respondernos algunas
cuestiones sobre su trabajo y sobre la psicología humana que le hemos planteado
desde la Nueva Ilustración Evolucionista.
1.- ¿Cómo
influyen los estados psicológicos en los fisiológicos, y a la inversa?
Influyen
mucho. El ejemplo que más me gusta es el del Condicionamiento Clásico de
Pavlov. Mucha gente cree que se trata de una anécdota sin importancia, pero es
importantísimo para comprender la relación entre psicología y fisiología.
Pavlov estaba estudiando los procesos digestivos en sus perros (recibió el
premio Nobel por ello en 1904). Lógicamente, para estudiar la digestión, antes
debía dar de comer a los perros y medir después las diferentes secreciones
(salivación etc). Sin embargo, se dio cuenta de que los perros ya entrenados
¡empezaban a salivar ya antes de recibir la comida! Esto era una locura. Para
cualquier otro investigador esto habría sido un problema experimental enorme
que habría que solucionar antes de continuar con la investigación: no puedes
estudiar la digestión si el perro se pone a salivar antes incluso de recibir la
comida. Pero Pavlov se dio cuenta de que este supuesto error de los perros era
sistemático, y por tanto no podía ser un error, algo que hubiera que eliminar
de la ecuación, sino todo lo contrario: algo digno de estudio y de lo más
interesante, además. Empezó a llamar a estas secreciones que ocurrían en
anticipación a la comida, las secreciones psíquicas, para diferenciarlas de las
secreciones fisiológicas que venían provocadas por la ingesta de la comida. A
partir de ahí vinieron los experimentos famosos de la campanilla (que en
realidad no era una campanilla sino un diapasón, pero suele resultar más
grafico contarlo como una campanilla), seguida por comida. Lo que ocurre es
conocido: al cabo de unos cuantos ensayos en los que se empareja la campanilla
con la comida, el perro empieza a salivar nada más escuchar el sonido que
predice la llegada de la comida. (Es decir, el perro aprende a ¡predecir! la
llegada de la comida, y como consecuencia, empieza a preparar su organismo para
recibirla). Predecir lo que ocurrirá a continuación es un proceso que
normalmente consideramos muy complejo, muy cognitivo, muy psicológico, pero
interacciona claramente con procesos tan básicos como el reflejo de salivación.
A partir
de esos primeros experimentos de Pavlov se han hecho muchísimos experimentos
posteriormente en los que se demuestra que es fácil provocar reacciones del
organismo (como la salivación, el frío, el calor, el parpadeo, la tos,
disminución o aumento del dolor, miedo, etc) a partir de estímulos que evocan
en la mente del animal la llegada de otro estímulo, que puede ser comida, o
muchas otras cosas. El ejemplo más investigado es el del perro de Pavlov, pero
el más bonito es el de la magdalena de Proust, donde, en uno de los pasajes más
famosos de la literatura universal, un simple trozo de magdalena mojado en té,
fue capaz de evocar en un momento toda la felicidad de los veranos de la
infancia, en todo su esplendor. Al igual que la campanilla que había sido
condicionada y evocaba en el perro de Pavlov todo el sabor de la comida,
aquella magdalena que tomó el protagonista de la novela de Proust había sido
también condicionada durante los veranos de su infancia en el pueblo y evocaba
las sensaciones de entonces, la felicidad más absoluta.
Este tipo
de experimentos y experiencias nos demuestran que no podemos separar cuerpo y
mente: son una misma cosa. Lo que imaginamos, lo que esperamos, lo que
conocemos, tiene efecto sobre nuestras reacciones fisiológicas, y viceversa, es
todo uno. A la hora de estudiarlo solemos usar la palabra mente como si
fuera algo diferente, yo la primera, pero solo por conveniencia. Tenemos que
separarlo para poder investigarlo, y para poder describirlo y analizarlo por
partes, pero no hay una separación real, son lo mismo.
2.- ¿Qué
son la mente y la racionalidad, en este contexto?
Como se
puede ver en los ejemplos anteriores en realidad mente y cuerpo son una misma
cosa. Es cierto que hablamos de la mente como algo distinto, pero es por
necesidad a la hora de investigarlo y de explicarlo. Es decir, al igual que
Pavlov cuando hablaba de secreciones psíquicas, si yo digo que voy a estudiar
algún tipo de reacción fisiológica que venga determinada por una experiencia
previa, las expectativas, las emociones, probablemente diré que estoy
investigando el funcionamiento de la mente… para diferenciarlo de las
investigaciones sobre, por ejemplo, la salivación que se produce como reacción
a la ingesta de comida.
O pongamos
otro ejemplo. Pensemos en una rata que está presionando una palanca en una caja
de Skinner y recibe comida como reforzador (un determinado tipo de pienso de la
marca X, por ejemplo). Si después hago que esa marca de pienso se convierta en
algo aversivo para la rata (a través de un condicionamiento de aversión al
sabor, por ejemplo, de modo que esa marca de pienso le acabe provocando nauseas),
entonces la próxima vez que ponga a la rata delante de esa palanca que ella ya
ha aprendido que produce ese pienso de la marca X, que ahora es nauseabundo,
entonces la rata ya no presionará la palanca, demostrando así que su
comportamiento de presión de palanca no era un comportamiento automático ni
inevitable, sino un comportamiento guiado por una expectativa muy clara de
obtener, no solo alimento, de manera genérica, sino un tipo de comida muy
concreto, de la marca X, que antes le gustaba y ahora le produce nauseas. Es
decir, nos muestra la imbricación entre el cuerpo y lo que llamamos
mente.
No estoy
diciendo, por supuesto, que todo este proceso sea racional. Hay muchísimos
procesos que llamamos mentales que no son racionales. También son irracionales
muchas de las decisiones que tomamos los humanos, está muy comprobado que
muchas veces realizamos una elección, entre comprar un coche u otro, por
ejemplo, y después justificamos racionalmente el por qué. Es decir, la
racionalidad es solo una parte de la mente humana. Uno de los mejores ejemplos
de la irracionalidad humana son los sesgos cognitivos.
3.- Los
sesgos cognitivos son errores que cometemos sistemáticamente. Es indudable que
tienen fuertes raíces evolutivas. ¿Cuál es el componente adaptativo, digamos
positivo, de nuestros errores más comunes?
Sí, hay
sesgos cognitivos que se han demostrado incluso en otras especies animales, a
veces muy alejadas de la nuestra. Por ejemplo, la famosa ilusión cognitiva
según la cual, si tenemos dos círculos del mismo tamaño y uno de ellos está
rodeado de objetos pequeños y el otro de objetos grandes, tenderemos a
interpretar que es más pequeño el círculo que está rodeado de objetos grandes
(o lo que es lo mismo, la ración en plato grande nos parece más pequeña que en
plato pequeño). Este sesgo se ha demostrado incluso en peces, lo cual nos habla
de su alto valor adaptativo, efectivamente. La cuestión es que como no podemos
medir los tamaños de los objetos con precisión a simple vista, nos ayuda
bastante a percibir aproximadamente los tamaños el compararlos con objetos de
su entorno. Los heurísticos (que es como solemos llamar al lado adaptativo de
los sesgos) nos permiten tomar decisiones rápidas sin tener todos los datos y
sin pensar demasiado, lo cual es un enorme ahorro de energía y de tiempo, algo
que en el día a día a menudo puede ser crucial. Así, no necesito sacar la cinta
métrica (ni la hoja de Excel) en todo momento, y puedo fiarme de una
apreciación de las cosas a ojímetro que es muy útil en el día a día, por
supuesto, siempre que no esté midiendo algo importante, como por ejemplo el
piso que me quiero comprar, en cuyo caso, tendría que hacer una excepción,
perder más tiempo, y medirlo con precisión. Es decir, el heurístico nos permite
avanzar muy rápido en la vida, pero está muy sujeto a errores, a sesgos.
Estas
decisiones rápidas, automatizadas, heurísticas, a menudo son correctas, o
aproximadamente correctas, lo que significa, adaptativamente correctas. Quizá
si contáramos con todos los datos podríamos dar una respuesta mejor, pero dada
la situación y los datos que tenemos en un momento dado, la respuesta por
defecto suele ser adaptativa. El problema viene cuando la situación cambia,
deja de ser como suele ser por defecto, pero nosotros hemos aplicado el
heurístico, el atajo del pensamiento que en otra situación funciona muy bien.
En esta situación, que es diferente, ya no funciona, supone un error, y puede
ser muy grave. Eso son los heurísticos y los sesgos, las dos caras opuestas de
la misma moneda. Por ese motivo los sesgos son errores sistemáticos que se dan
en todas las personas y que podemos predecir cuándo y en qué dirección se van a
cometer: porque si sabemos cuál es la respuesta por defecto en una situación, y
cambiamos la situación, sabemos hacia qué lado se equivocarán la mayoría de las
personas. Por eso somos también muy manipulables.
4.-
¿Cuánto hay de construcción en nuestras percepciones de la "realidad"
circundante?
Es difícil
saber cuánto, ni siquiera sé si la mente humana está preparada para conocer la
realidad. En cualquier caso, sí podemos hacer, y se han hecho, muchos
experimentos que muestran que estamos constantemente construyendo la realidad y
que muchas veces nos equivocamos. Los sentidos envían información que es muy
importante para que podamos dar forma a lo que nos llega del exterior, pero
nuestros conocimientos y experiencias previas, así como nuestras expectativas,
guían también (top-down) lo que realmente percibimos. Hay mucha investigación
sobre esto, y es muy necesario también este proceso para poder dar sentido al
mundo, aunque lógicamente nos juega malas pasadas en ocasiones y nos hace
percibir cosas que no existen realmente (como cuando vemos caras en las nubes o
cacos en las sombras de la noche; o como cuando creemos escuchar un chisme o un
complot en la oficina, pero únicamente hemos oído unas pocas palabras y nos
hemos imaginado el resto).
Lograr un
buen equilibrio entre lo que realmente detectan los sensores de nuestros
sentidos y lo que nos imaginamos a partir de ello para poder avanzar más rápido
en nuestra construcción del mundo es fundamental, ya que un exceso de
construcción nos puede llevar a la alucinación, pero quedarnos cortos nos puede
llevar a una parálisis extrema, a dudar en exceso, a no poder avanzar ni
integrar el nuevo conocimiento sobre nuestro conocimiento previo. Esta parte es
también muy importante porque lo nuevo que aprendemos lo organizamos de función
de lo que ya sabemos, lo cual tiene enormes ventajas… aunque también dificulta
a veces la creatividad. Está muy demostrado también que a menudo solo
percibimos lo que estamos buscando, aun cuando tengamos un gorila delante de
los ojos.
En fin,
podríamos hablar sin parar de todo esto. Es una temática preciosa con montones
de ramificaciones en líneas de investigación muy diversas dentro de lo que es
la investigación básica en psicología. Hay una cantidad enorme de
investigaciones relevantes sobre el funcionamiento de la atención, percepción,
memoria, aprendizaje, pensamiento, creencias… y todas ellas resultan altamente
relacionadas y apasionantes. Recomiendo a todo el que pueda que se
adentre a conocer mejor el funcionamiento de la mente humana. A mí no deja de
sorprenderme y maravillarme.
5.- ¿Cómo
funciona la psicología experimental?
Lo que
caracteriza sobre todo a la psicología experimental es el método de trabajo.
Hacemos experimentos. Lo demás (la temática, las preguntas, etc) puede ser muy
variado. Las preguntas de investigación pueden ser absolutamente diversas. En
principio nos interesa cualquier tema que tenga que ver con la mente y la
conducta humana y animal (y a mí personalmente también la artificial)… si se
estudia experimentalmente. Si no, no es psicología experimental.
A menudo
lo que investigamos en psicología experimental son preguntas muy básicas
(generales) sobre cognición y conducta, quizá porque es esa investigación más
básica la que más se ha beneficiado históricamente del enfoque experimental.
Pero en psicología experimental caben cuestiones de psicología clínica, evolutiva,
social, educativa, forense, deportiva, etc, cabe toda la psicología, cualquier
corriente, cualquier pregunta, siempre que se investigue de manera
experimental. Probablemente ha sido más difícil y ha llevado más tiempo el ir
incorporando el enfoque experimental a las diferentes áreas aplicadas de la
psicología, pero cada vez se suman también más investigadores de las diversas
ramas de la psicología aplicada al enfoque experimental propio, al menos
inicialmente, de la psicología básica. Creo que el motivo es que los pasos que
damos en experimental, aunque son más pequeños y tenemos que tener mucho
cuidado con generalizar en exceso, son más firmes (siempre que los experimentos
estén bien hechos y pueden replicarse) que cuando el enfoque es de otro tipo. En
todo caso, probablemente la mayor ventaja de trabajar experimentalmente es que
siempre podemos corregir los errores que se van detectando, ya que eso es
precisamente lo que permite el método experimental: la acumulación de
evidencia, por un lado, y la corrección de los errores cuando se observa que un
resultado no es reproducible. Y eso es lo más bonito de la psicología
experimental, la mejora continua, incluso en tiempos de crisis como el momento
actual estamos viendo qué resultados son sólidos y cuáles no. Yo al menos
siento que avanzamos y eso es bonito. Despacio, pero avanzamos.
6. - ¿En
qué proyectos de investigación está ahora involucrada? ¿Cuál es su ámbito
recóndito dentro de su campo investigador al que le dedica más atención?
Llevo
básicamente 2 grandes líneas de investigación, aunque dependiendo de con qué
nivel de detalle se miren, pueden ser (o parecer) muchas más.
La primera
y más fundamental en mi laboratorio desde hace muchos años es el estudio del
aprendizaje, y más concretamente el aprendizaje predictivo y el aprendizaje
causal (cómo aprendemos a asociar sucesos predictores con estímulos predichos;
y cómo aprendemos a asociar causas y efectos). A partir de aquí tenemos varias
líneas, como por ejemplo, el estudio de la interferencia en memoria y en los
procesos de aprendizaje predictivo. Tenemos también otra gran línea, que se
deriva directamente de la anterior, y que es el estudio de la ilusión causal, o
sesgo de causalidad, que en realidad es la consecuencia de ese aprendizaje
causal cuando lo aplicamos a situaciones en las que la relación causal no
existe. Las personas tenemos mucha necesidad de detectar las relaciones
causales (es crucial para nuestra supervivencia). Por ello, cuando dos sucesos,
A y B, ocurren juntos, aunque sea por mero azar, tendemos a asumir que A causa
B, es decir, tendemos a atribuir relaciones de causa-efecto incluso cuando no
existen. Dentro de esto estudiamos también la ilusión de control, que es un
caso especial de la ilusión o sesgo de causalidad, en el cual la posible causa,
A, es la conducta del individuo. Es decir, la ilusión causal ocurre cuando
detectamos una relación de causa-efecto que no existe realmente entre A y B… y
la ilusión de control ocurre cuando A es mi propia conducta, cuando creo que yo
estoy controlando lo que ocurre a mi alrededor, pero en realidad no es
cierto.
Esta línea
es muy bonita porque en principio estos sesgos de causa-efecto funcionan igual
que el aprendizaje normal (adaptativo) de causa-efecto. Es decir, no se trata
de que tengamos en nuestra mente un procedimiento de aprendizaje correcto y
otro averiado que nos lleve al sesgo o error, sino que las mismas claves que
usamos en el día a día para detectar causalidad de manera rápida (sobre todo la
contigüidad temporal), suelen ser útiles y acertadas, pero nos llevan a error
cuando la situación cambia y, por ejemplo, a pesar de que exista la contigüidad
temporal entre A y B esto no implica que exista una relación causal (pero nos
da la impresión de que sí existe esa relación). En esta línea he trabajado
básicamente desde que hice la tesis doctoral y sigo trabajando en ella después
de muchos años, con desvíos e interrupciones cada cierto tiempo hacia otros
temas interesantes, pero siempre vuelvo a esto. Es un tema que me
apasiona.
La otra
gran línea en la que también estoy trabajando mucho ahora tiene que ver con la
inteligencia artificial, la tecnología, y sobre todo cómo nos relacionamos las
personas con la tecnología, y qué efectos tiene esto en nosotros. Al principio
de mi carrera trabajé unos años en el desarrollo de inteligencia artificial, IA
(y sobre todo aprendizaje artificial), y lo que pretendía entonces era sobre
todo poder usar la IA como modelo computacional del aprendizaje natural (humano
y animal). Estábamos estudiando cómo aprenden humanos y animales a asociar
causas y efectos; o cómo asocian ejemplos y categorías, y tenía todo el sentido
del mundo intentar aplicar los modelos de aprendizaje natural con los que
trabajábamos al desarrollo de aprendizaje artificial, un área en la que también
se estaba intentando desarrollar entonces el aprendizaje por ejemplos. La idea
básica era que, si nuestros modelos del aprendizaje natural eran buenos, la IA
debería aprender como lo aprendíamos humanos y animales (para lo bueno y para
lo malo). Es decir, si aprendía igual que los participantes de nuestros
experimentos, deberíamos observar también los mismos errores y sesgos, si
hacíamos que la IA pasara por los mismos experimentos que estábamos haciendo
con humanos y animales.
Toda
aquella línea empezó a flojear al cabo de un tiempo, en parte porque la IA, y
sobre todo el aprendizaje artificial, dejaron de tener éxito a nivel global, y
lo que se empezó a vender como IA fueron sistemas mucho más prácticos de ingeniería,
que resolvían problemas concretos, pero no aprendían nada (o simplemente no se
requería que aprendieran como los seres naturales). En cualquier caso, el
aprendizaje artificial quedó bastante parado durante bastantes años a nivel
global, y en mi caso particular lo abandoné en aquel momento por una decisión
muy consciente: debía profundizar mucho más en el conocimiento del aprendizaje
natural antes de intentar simularlo en una máquina. Volví a la psicología más
propiamente dicha, y de forma más concreta al estudio del aprendizaje
predictivo y causal en humanos y otros animales. A partir de ahí, enlacé con lo
que os contaba hace un momento sobre cómo todo esto derivó en el aprendizaje de
sesgos cognitivos e ilusiones de causalidad, que es el tema al que siempre
vuelvo.
Pero
después de muchos años de no tocar el tema de la IA, empecé a ver en los
últimos años que el aprendizaje artificial se ha desarrollado muchísimo, y no
solo eso, sino que se está utilizando a través de Internet para que esas
máquinas aprendan de las personas, a partir de ejemplos y más ejemplos, para
poder interactuar con las personas, y para influir en las decisiones que
tomamos las personas. Esto ya es un tema que me preocupa enormemente, pues se
escapa del ámbito científico propiamente dicho y se adentra de lleno en
cuestiones éticas, que lógicamente sientan muy mal a alguien que lleva toda la
vida investigando el funcionamiento de la mente humana y la relación con la
tecnología, y publicando, como tantos colegas, todo lo que vamos aprendiendo, y
de pronto empezamos a ver que el conocimiento científico sobre la mente humana
se está usando para el peor de los usos que podría dársele: Para manipular
humanos cual ratas de laboratorio a través de Internet. Es una situación muy
frustrante. Estos últimos años estamos desviando hacia esta línea otra vez
buena parte de nuestro esfuerzo de investigación en nuestro laboratorio, pero
por mucha prisa que nos demos los investigadores académicos, estamos a años luz
de las investigaciones que están haciendo las grandes multinacionales
tecnológicas, con medios que ni siquiera soñamos nosotros, y con millones de
humanos cada día en el gran laboratorio que es Internet, haciendo experimentos
para ellos, y sin ser siquiera conscientes de que están siendo utilizados y
manipulados, pues ni siquiera se molestan estas empresas en pedir el
consentimiento informado a quien participa en esos experimentos sin saberlo.
Prueban, por ejemplo, unos mensajes con unos cientos o miles de personas, y
otros mensajes con otras personas. Así saben qué mensajes se viralizan mejor,
por ejemplo, entre personas de este o este otro tipo. Me parece terrible. Es un
uso demasiado perverso del conocimiento psicológico. Creo que los gobiernos
deberían hacer mucho más por evitarlo, porque es importante.
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