Robert Foley
es un paleoantropólogo y arqueólogo británico que ha llevado a
cabo investigaciones en muchos aspectos que engloban la evolución
humana, desde los más biológicos hasta los más culturales, desde
los más atómicos a los más globales, pasando por genes, huesos y
hábitats. También ha centrado su interés en aquellos hitos,
saltos, que nos hicieron humanos. ¿Desde cuándo somos humanos? ¿Qué
somos los humanos? Qué fue más importante, más amable, más
humano, menos raro, ¿el bipedismo o el uso del fuego? Ambas y
ninguna de las dos, probablemente. Si tratamos nuestra evolución
como el mosaico que él mismo describe veremos que desde lo más
gradual hasta lo más diferencial describen lo humano de la misma
manera. Quizá no resulte tan espectacular hablar de cambios de
hábitat, nuevas zonas adaptativas, mejoras en los tecnocomplejos y la formación de una
cultura acumulativa gradual humana que de la expansión de la corteza
cerebral o del gen FOXP2 y su importancia en el lenguaje, pero todo
nos hace humanos.
Sus primeros
trabajos se centraron en el Paleolítico Superior del África
Oriental, donde desarrolló métodos e ideas para estudiar las
distribuciones paisajísticas de los restos arquelógicos, dando
lugar al subcampo de la arqueología Fuera-de-Sitio,
en el cual sugiere que las relaciones clave en esta investigación
están formadas por la relación entre el material arqueológico
espacialmente disperso y la geomorfología, y la relación entre el
material arqueológico espacialmente menos disperso y la conducta.
Una de sus premisas básicas es que el descarte de artefactos o
restos arqueológicos proporciona información sobre su uso y la
distribución de la actividad humana en el paisaje de otras eras.
Aunque se emplearan varias actividades en ubicaciones específicas
(sitios), no todas las actividades se limitan a estas ubicaciones
centrales (fuera del sitio). Esta visión implica que las actividades
se extienden a través (y más allá) del paisaje y la naturaleza de
estas actividades provoca la formación de grupos de artefactos
arqueológicos, más o menos, distribuida.
En su trabajo sobre evolución humana ha enfatizado el enfoque ecológico
evolucionista, más contextual, al ver las adaptaciones humanas como
soluciones a los problemas que enfrentan los homínidos en los
entornos en los que vivían. Esta investigación también ha
explorado la relación entre el clima y el cambio en la evolución
del comportamiento social (al que llama Modelo del Espacio Social
Finito), además de los patrones de diversidad comportamental de los
homínidos. Este enfoque lo resumió en dos libros: Another Unique
Species (Longman, 1987) y Humans Before Humanity
(Blackwell Publishers, 1995).
Desde la década de 1990, Foley ha
colaborado con la paleoantropóloga argentina Marta Mirazón Lahr en
investigaciones relacionadas con la evolución de los humanos
anatómicamente modernos y la diversidad de la conducta de estos. Su
trabajo ha defendido la dispersión múltiple de los primeros humanos
fuera de África, y el uso de lo que llaman la "Ruta Sur",
y su enfoque ha enfatizado el papel de los factores geográficos en
la configuración de la evolución humana y un papel central para las
dispersiones como el proceso por el cual evoluciona nuestra
diversidad, la que nos hace humanos. Ha liderado expediciones y
excavaciones arqueológicas con Mirazón Lahr en las Islas Salomón,
el Sahara Central y Kenia, particularmente en la cuenca de Turkana.
Desde el 2001 es el director del Leverhulme Centre for Human
Evolutionary Studies de Cambridge y a lo largo de esta última década
Foley ha estado involucrado en varios aspectos de la psicología
evolucionista, como es la evolución del lenguaje y otros dominios
cognitivos que dieron forma gradualmente a los nichos culturales con los que
interactuamos, además de su uso como mecanismo en la evolución de
la sociedad, la conducta y las fronteras sociales.
Entrevista en castellano:
1.
¿Desde cuándo podemos considerarnos 'humanos'?
Esta es una
de esas preguntas imposibles, porque la continuidad del proceso
evolutivo significa que no hay un solo paso en el que nos convertimos
en humanos, o de hecho, los elefantes se convirtieran en "elefantes".
Podría ser posible dar una respuesta simple si pensáramos que hubo
un cambio repentino y señorial que nos hiciera humanos. Hasta cierto
punto, esto es lo que algunas personas pensaron cuando se propuso por
primera vez el modelo de origen humano reciente "Fuera de
África". La idea era que los humanos anatómicamente modernos
eran radicalmente diferentes de otros tipos de homínidos (como los
neandertales), y evolucionaron en una especie de revolución humana.
Esto recibe ahora poco apoyo, y parece que convertirse en humano fue
un proceso más gradual.
Esta
perspectiva gradual conduce a una respuesta más sutil: depende de lo
que quieras decir con ser humano. Si piensas simplemente estar en una
línea evolutiva alejada de los grandes simios, entonces la respuesta
es hace más de 5 millones de años. Si crees que se trata de un
caminante erguido de dos patas, la respuesta es hace más de 4
millones de años; si crees que se trata de un fabricante de
herramientas de piedra, posiblemente hace más de 3 millones de
años... y así sucesivamente, hasta cuando nuestros antepasados se
vieron y pensaron exactamente como hacemos nosotros, y luego la
respuesta es hace menos de 200,000 años. Esto todavía signitiva que
fue hace mucho tiempo pero somos, según estándares comparativos,
una especie joven.
2. ¿Hay
hitos importantes en nuestra evolución?
Sin embargo,
si bien las consecuencias son realmente grandes en comparación con
la evolución de la multicelularidad los cambios biológicos
involucrados en convertirse en humanos son relativamente menores, siendo un
hermoso ejemplo de asimetría profunda entre causas y consecuencias
en la evolución, y está claro que no hay una sola transición de simio a humano. Sin embargo, creo que hay una serie de cambios muy
significativos que ocurren a lo largo del camino: los cambios
energéticos involucrados en ser bípedos lo que permite una forma
de alcance completamente nueva al principio de nuestra evolución, es
una; volverse tecnológicamente dependiente, lo que hemos sido como linaje durante dos millones de años o más, es otra (mientras que
otras especies usan herramientas, ninguna es realmente totalmente
dependiente de ella); y la interacción de la cultura y la
cooperación, fuertemente ligada al lenguaje, es otra más. Esta última fue, de hecho, el último salto. La belleza del registro finamente resuelto
de la evolución humana es que podemos ver cómo las transiciones, saltos o hitos principales son, de hecho, el resultado de estas pequeñas
acumulaciones.
3.
También se suele decir que la evolución es un mosaico. ¿Considera
que esto también se puede aplicar a la evolución humana,
especialmente a nuestra capacidad cultural y cognitiva?
Sí, casi
seguro. En la evolución en mosaico diferentes rasgos evolucionan en
diferentes momentos en lugar de como un paquete en conjunto. Toda la
evidencia en evolución humana apunta a la evolución en mosaico como
el modo más probable. Creemos que la "energética de
movilidad", esto es cómo nuestros antepasados se movieron por el
paisaje, fue lo primero y probablemente involucró poco a modo de
cambio conductual y cognitivo. Los cambios en el forrajeo (una mayor
explotación animal, uso de herramientas, etc.) fueron los siguientes
y debieron haber implicado cambios importantes, pero aún están muy
por debajo del "paquete" cultural y cognitivo completo.
Finalmente, en el último medio millón de años estas capacidades
evolucionaron, pero probablemente de manera gradual y en mosaico. Una
razón para pensar esto es que, aunque podemos ver la mayoría de los
elementos modernos hace unos 200,000 años, no es hasta mucho después
que vemos su "fluorescencia" completa, como si todavía
tuvieran que darse muchos ajustes y retroalimentación entre estos
elementos.
4. Desde
Darwin, la evolución por selección natural es vista como el entorno
que configura los patrones evolutivos. ¿De qué manera el entorno ha
dado forma a la evolución humana?
Lo cierto es
que la selección natural, la fuerza más poderosa en la evolución,
trata de cómo un organismo se adapta a su entorno. Pero cómo sucede
esto no es simple.
Podemos
imaginarlo en una serie de niveles. En lo más alto, el clima afecta la
evolución, y las oscilaciones de los mundos cálidos a los glaciares
afectan a todas las especies. Los humanos y sus antepasados
evolucionaron en un mundo así, con múltiples cambios climáticos, y
esto tuvo un fuerte efecto, particularmente en términos de geografía
y distribución. Pero las especies no son solo bolas de billar que
están para ser golpeadas por una señal climática. El entorno real
de una especie son las otras especies a su alrededor, y estas están
en constante evolución, cambiando así el nicho ecológico. Los
humanos no evolucionaron de forma aislada, sino en asociación
competitiva con otras especies, y esto a su vez fue parte del proceso
selectivo. Finalmente, el medio ambiente no es solo el natural, sino
también el social, el que está formado por miembros de la misma
especie. Estas interacciones cotidianas, competitivas y cooperativas,
son en última instancia la forma en que los otros dos niveles
realmente afectan a la evolución humana. Por lo tanto, somos el
producto de un nivel de climas en desarrollo de los últimos 5
millones de años, de otro nivel como producto de las especies de
sabanas africanas con las que co-evolucionamos y para quienes somos
nichos ecológicos recíprocos, y el micronivel, las formas en el que
estas relaciones ecológicas se desarrollan entre individuos y grupos
sociales: el entorno social.
5. ¿Somos
una especie oportunista que se ha adaptado muy bien a diferentes
hábitats?
Hasta cierto punto, tenemos
un nivel de plasticidad en nuestra biología para facilitar esto (por
ejemplo, nuestra capacidad de termorregular para el frío y el
calor), pero la forma principal de hacerlo es a través de nuestra
conducta y cultura. Esa conducta puede ser tan simple como mantenerse
a la sombra y descansar cuando hace mucho calor ("...solo los
perros locos y los ingleses salen al sol del mediodía...",
como dice la canción de Noel Coward), o tan complejo como el uso del
fuego, o construyendo refugios y vistiendo ropa. Probablemente hay
dos cosas detrás de eso: una es que, de manera, las poblaciones
humanas han aumentado por lo que existen la presión poblacional y la
necesidad de encontrar un territorio nuevo en el cual vivir, y
tenemos una movilidad apoyada por cultura para hacerlo. El segundo es
que somos una especie experimental, superando los límites por
curiosidad, ya sea inventando un mejor sacacorchos o mirando hacia la
próxima colina para ver qué hay allí.
Sin embargo,
otra cuestión es si todas las especies de homínidos eran tan
oportunistas. Hasta cierto punto, hay un elemento estático en gran
parte del registro arqueológico a largo plazo que sugiere mucho
menos oportunismo, un comportamiento mucho más fijo, y es probable
que esta capacidad haya evolucionado relativamente tarde.
Además de
cómo podemos adaptarnos a cualquier entorno, existe el hecho de que
podemos adaptarnos a un clima. En ese pasado profundo, eso podría
haberse limitado a crear un refugio y por lo tanto un microclima
pero, primero probablemente a través del fuego y luego a través de
la agricultura, los humanos han modificado cada vez más el entorno
para adaptarlo a ellos mismos al menos a corto plazo, como estamos
descubriendo. con el cambio climático antropogénico.
6. ¿Hasta
qué punto podríamos decir que la capacidad de nuestros cerebros
para tener una cultura acumulativa y crear nichos culturales marcaron
la diferencia entre nosotros y otras especies? ¿Se puede aplicar a
otras especies como los neandertales?
Si bien
ahora se cree que muchos animales tienen 'cultura', que es al fin y
al cabo transmitir información de un individuo a otro a través del
aprendizaje social, solo los humanos tienen una cultura acumulativa
funcional, donde la información no tiene que renovarse con cada
interacción, sino que puede basarse en la experiencia previa. En
nuestro caso durante muchas generaciones.
Si bien
pensamos en la cultura como algo separado de nuestra biología, por
supuesto está profundamente arraigada en la forma en que funcionan
nuestros cerebros, particularmente cómo aprendemos, cómo
reaccionamos y cómo recordamos. Como muchos aspectos en la
evolución, es poco probable que esto haya surgido en un solo paso,
sino que evolucionó gradualmente con una retroalimentación
prolongada entre cerebro y conducta. Es muy probable que los
neandertales y otras especies de homínidos tuvieran algún tipo de
cultura acumulativa pero si pensamos en ella como una cadena, siendo
cada eslabón el número de pasos de aprendizaje acumulado, entonces
es probable que estas otras especies tuvieran menos eslabones en su
cadena cultural.
7.
Háblanos sobre el "Modelo del Espacio Social Finito" y su
importancia en la evolución humana.
Una de las
ideas persistentes en la forma en que los científicos sociales
piensan acerca de los humanos es que hay una variedad infinita en su
comportamiento, especialmente su comportamiento social, y que esta
variedad puede darse sin un patrón. Si este es el caso, entonces se
vuelve prácticamente imposible pensar siquiera en reconstruir la
evolución social humana. Esto sería lamentable, ya que ser social
es clave no solo para la evolución humana, sino para los primates en
general. El enfoque que tomamos fue mostrar que, en realidad, el
rango de comportamiento social era finito y que cuando se restringía
de esta manera (pensando simplemente en cómo las personas
interactúan con miembros de su propio sexo y miembros del sexo
opuesto) había relativamente pocas formas. Y, quizás, lo más
importante, podríamos pensar cómo los homínidos y otras especies
evolucionaron siguiendo una ruta a través de estas posibilidades
finitas.
El Modelo
del Espacio Social Finito
no abarca la totalidad de la evolución social humana, pero captura
los elementos principales y, cuando se combina con un enfoque
filogenético, puede mostrar la importancia de, por ejemplo, las
alianzas masculinas entre los grandes simios africanos. Quizás lo
más importante es que muestra la importancia de no dejarse intimidar
por la diversidad del comportamiento humano: profundizae en la
estructura y surgirán las simplicidades y regularidades.
8. ¿En
qué estás trabajando ahora? ¿Cuál es el misterio de la evolución
humana que te gustaría desvelar?
Hay dos
elementos de trabajo principales en este momento. Uno, dirigido por
Marta Mirazón Lahr, es nuestro trabajo en Lago Turkana, en África
Oriental. Este es un proyecto basado en el trabajo de campo,
trabajando la idea bien aceptada de que los humanos evolucionaron en
África y trata de identificar no solo el momento en que se dio esto,
sino también las condiciones ambientales en África Oriental.
Descubrir fósiles sigue siendo la forma principal de avanzar en
nuestro conocimiento de la evolución humana, incluso si está
respaldado cada vez más por tecnologías y métodos avanzados.
El segundo
se basa en un principio, a muy largo plazo, en toda mi investigación
sobre la evolución humana, es decir, para comprenderlo debemos
ubicarlo en un contexto comparativo, ubicarlo en el campo más amplio
de la biología evolutiva. Con demasiada frecuencia, el
excepcionalismo humano también significa el aislamiento de la
evolución humana del resto de la biología. Con un grupo de
estudiantes muy talentosos estoy explorando los patrones
fundamentales de su evolución, como las tasas de especiación y
extinción, y pensando cómo funcionan entre nuestros antepasados.
En cierto
modo, estos dos elementos representan los misterios: uno es el
problema clásico de señalar con mayor precisión cuándo y dónde
evolucionamos, y responder así a la pregunta fundamental darwiniana,
en qué condiciones evolucionaron y por qué existen los humanos. Y
el segundo, también uno de los favoritos de Darwin y Wallace, cuál
es nuestro lugar en la naturaleza, no tanto filogenéticamente, como
creemos que lo sabemos razonablemente bien, sino en términos de
mecanismos que produjeron una especie tan extraordinaria y especial:
cómo es que existen los seres humanos.
English/Original Version:
1. When can we consider ourselves 'human'?
This is one of those impossible questions,
because the continuity of the evolutionary process means that there is no
single point when we became human – or indeed, elephants became ‘elephant’. It
might be possible to give a simple answer if we thought there was a sudden,
manor change that made us human. To some extent this is what some people
thought when the ‘recent out of Africa’ model of human origins was first
proposed. The idea was that ‘modern humans’ were radically different from other
types of hominin (such as Neanderthals), and evolved in a sort of human
revolution’ There is little support now for this, and it looks as if becoming
human was a more gradual process.
This gradual perspective leads to a more
subtle answer – it depends what you mean by being human. If you think simply
being on a line away from apes, then the answer is in excess of 5 million years
ago. If you think it is being an upright, two-legged walker, then the answer is
over 4 million years ago; if you think it is being a stone toolmaker, then
possibly over 3 million years ago…. And so on, down to when our ancestors
looked and thought exactly like us, and then the answer is less than 200,000
years ago. This is still a long time ago, but we are, by comparative standards,
a young species.
2.
Are there major transitions in
our evolution?
There is a famous book by John Maynard
Smith and Eors Szathmary called ‘Major Transitions in Evolution’. They argue at
amid the myriad of evolutionary changes that have occurred, there are a few
major transitions – the evolution of multicellularity, the evolution of sexual
reproduction, the evolution of sociality, and so on. The idea of a major
transition was that it was a change that altered the way evolution worked (the
rules of the game, as it were), and had major consequences for life on earth.
They thought that human evolution was one such transition, as the rules were
changed by the evolution of language, and the consequences for life – as we
sadly know – were massive.
However, while the consequences are indeed
massive, compared to the evolution of multicellularity, the biological changes
involved in becoming human are relatively minor – a lovely example of deep
asymmetry between causes and consequences in evolution, and it is clear that
there is not a single transition from ape to human. There are, though I think a
number of very significant changes that occur along the route – the energetic
changes involved in being bipedal, allowing an entirely new way of ranging
(early in our evolution is one); becoming technologically dependent, which we
have been as a lineage for two million years or more, is another (while other
species use tools, none is really entirely dependent upon it); and the
interaction of culture and co-operation, strongly linked to language is
another. This last was indeed the last. The beauty of the finely resolved record
of human evolution is that we can see how major transitions are in fact the
result of cumulative small ones.
3.
Evolution is also often said to
be a mosaic. Do you consider that this can also be applied to human evolution,
especially our cultural and cognitive capacity
Yes, almost certainly. In mosaic evolution,
different traits evolve at different times, rather than as a package together.
All the evidence in human evolution points to mosaic evolution as the most
likely mode. We think the energetics of mobility – how our ancestors moved
around the landscape was first, and probably involved little by way of
behavioural and cognitive change. Changes in foraging – greater exploitation
animals, use of tools – was next, and must have involved major changes, but
still falling well short of the full cultural and cognitive package. Finally,
in the last half million years these capacities evolved, but probably in a
gradual and mosaic way itself. One reason for thinking this is that although we
can see most of the elements of modernity by around 200,000 years ago, it is
not until substantially later that we see their full fluorescence, as if there
was still a lot of tinkering and feedback between elements going on.
4.
Ever since Darwin, evolution by
natural selection is seen as the environment shaping evolutionary patterns. In
what way has the environment shaped human evolution?
Certainly natural selection, the most
powerful force in evolution, is about how an organism comes to be adapted to
its environment. But how this happens is not simple. We can think of it at a series
of levels. At the highest, the climate affects evolution, and oscillations from
warm to glacial worlds affects all species. Humans and their ancestors evolved
in such a world, with multiple climate changes, and this had a strong effect,
particularly in terms of geography and distribution. But species are not just
snooker balls to be knocked around by a climatic cue. The real environment of a
species is the other species around them, and these are themselves constantly
evolving, thus changing the ecological niche. Humans did not evolve in
isolation, but in competitive partnership with other species, and this in turn
was a part of the selective process. Finally, the environment is not just the
natural one, but also the social one, the one made up of members of the same
species. These day to day interactions, competitive and co-operative – are
ultimately the way in which the two other levels actually come to affect human
evolution. So we are the product of at one level the developing climates of the
last 5 million years, at another level the product of the African savanna
species with which we co-evolved and for whom we are reciprocal ecological
niches, and the microlevel, the ways in which these ecological relationships
play out among individuals and social groups, the social environment.
5.
Are we an opportunistic species
that has adapted to different habitats very well?
I think humans are extremely opportunistic
as a species. At the most blatant level, there is not a part or habitat of the
planet in which we do not live, even if it is quite ephemeral. To some extent we have a level of plasticity
in our biology to facilitate this (for example, our ability to thermoregulate
for hot and cold), but the primary way in which we do this is through our
behavioural and cultural capacity. That behavioural capacity may be as simple
as keeping in the shade and resting when it is very hot (only mad dogs and
Englishmen go out in the midday sun, as the Noel Coward song goes), or as
complex as the use of fire, or building shelters and wearing clothes. There are
probably two things that lie behind that: one is that, certainly recently,
human populations have increased, and so there is population pressure and the
need to find new, indeed any, territory in which to live, and we have the
mobility backed by culture to do so. The second is that we are an experimental
species, pushing the boundaries by curiosity, whether that is inventing a better
corkscrew or looking over the next hill to see what is there.
However, it is another question as to
whether all hominin species were as opportunistic. To some extent there is a
static element to much of the long-term archaeological record that suggests
much less opportunism, a much more fixed behaviour, and it is likely that this
capacity evolved relatively late.
Apart from how we can adapt to any
environment, there is the fact that we can adapt an environment to us. In the
deep past that might have been limited to creating a shelter and so a
microclimate, but first probably through fire, and then through agriculture,
humans have increasingly modified the environment to suit themselves – at least
in the short term, as we are discovering with anthropogenic climate change.
6.
To what extent could we say
that the ability of our brains to have cumulative culture and create cultural
niches that made the difference between us and other species? Can it be applied
to other species like Neanderthals?
While many animals are now thought to have
‘culture’ that is to transmit information from one individual to another via
social learning – only humans have cumulative culture, where the information
does not have to be renewed with each interaction, but can build on previous
experience – in our case over many generations. While we think of culture as
something separate from our biology, it is of course deeply embedded in the way
in which our brains work, particularly how we learn, how we react, and how we
remember. Like so much in evolution, this is unlikely to have arisen in one
step, but evolved gradually, and prolonged feedback between brain and
behaviour. It is very likely that Neanderthals and other hominin species had
some form of cumulative culture, but if we think of cumulative culture as a
chain, with each link being the number of steps of accumulated learning, then
it is likely that these other species had fewer links in their cultural chain.
7.
Tell us about the ‘finite
social space model’ and its importance in human evolution.
One of the persistent ideas in the way
social scientists think about humans is that there is infinite variety in their
behaviour, especially their social behaviour, and that this variety can be
unpatterned. If this is the case, then it becomes virtually impossible to even
think about reconstructing human social evolution. This would be regrettable,
as being social is key not just to human evolution, but that of the primates
more generally. The approach we took was instead to show that actually the
range of social behaviour was finite, and that when constrained in this way (by
thinking simply about how individuals interact with members of their own sex
and members of the opposite sex) there were relatively few forms. And, perhaps,
more importantly, we could think how hominins and other species evolution
tracked a route through these finite possibilities.
The finite social space model doesn’t
encompass the totality of human social evolution, but it captures the main
elements, and when combined with a phylogenetic approach, can show the
importance of, for instance, male kin-based alliances among the African apes. Perhaps
more importantly, it shows the importance of not being overawed by human
behavioural diversity – dig deep into t the structure, and the simplicities and
regularities will emerge.
8.
What are you working on now? What is the mystery of human evolution you
would like to unveil?
There are two major elements of work at the
moment. One, led by Marta Mirazón Lahr, is our work in Turkana in East Africa.
This is a field-based project, building on the well accepted idea that humans
evolved in Africa, and trying to pinpoint not just the timing of this, but also
the environmental conditions in East Africa. Discovering fossils still remains
the core way of advancing our knowledge of human evolution, even if it is
underpinned more and more by advanced technologies and methods.
The second builds on a very long-term
principle in all my research on human evolution, namely that to understand it,
we need to place it into a comparative context, place it into the broader field
of evolutionary biology. Too often, human exceptionalism also means the
isolation of human evolution from the rest of biology. With a group of very talented
students I am exploring fundamental patterns of evolution, such as rates of
speciation and extinction, and thinking about how they work amongst our
ancestors.
In a way, these two elements represent the
mysteries – one is the classic problem of pin-pointing more precisely when and
where we evolved, and so answering the fundamental Darwinian question – under
what conditions did humans evolve, and so why there are humans. And the
second, also a Darwin and Wallace favourite, what is our place in nature – not
so much phylogenetically, as we think we know that reasonably well, but in
terms of the mechanisms that produced such an extraordinary and special species
– how there are humans.
Referencias/references:
Foley, R.A. (2005). Species diversity in human evolution: challenges and opportunities. Trans. R. Soc. S. Afr. 60, 67–72.
Foley, R.A. (2013). Comparative evolutionary models and the ‘australopithecine radiations’. En Paleobiology of Australopithecus (eds Reed K, Fleagle J, Leakey RE), pp. 163–174. Dordrecht, The Netherlands: Springer.
Foley, R. A. (2016). Mosaic evolution and the pattern of transitions in the hominin lineage. Philosophical Transactions of the Royal Society B: Biological Sciences, 371(1698), 20150244.
Foley, R. A., Martin, L., Mirazón Lahr, M., & Stringer, C. (2016). Major transitions in human evolution. Philosophical Transactions of the Royal Society B: Biological Sciences, 371(1698), 20150229.
Maynard Smith, J., Szathmáry, E. (1997). Major transitions in evolution. Oxford, UK: Oxford University Press.
*Agradezco
a Pablo y a Javier la oportunidad de poder realizar mi primera
entrevista en esta casa, además del profesor Foley por su
disposición para participar en ella.
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