Esther Paniagua. Foto cortesía de Miquel González. |
"The show must go on". Freddie Mercury.
«Quien salva una vida, salva a la humanidad». Lema de los Cascos Blancos Sirios.
Era muy joven aún, Freddy Mercury, para morir. Pero el desenlace se presentaba como inevitable. El Síndrome de inmunodeficiencia adquirida, más conocido por su acrónimo (SIDA), había asediado las fortalezas inmunológicas de su organismo para después de tomadas, arrasarlas a sangre y fuego, dejando el campo despejado para que cualquier microorganismo o célula rebelde pudiera quitarle la vida. Corría el año 1991 cuando el genial músico falleció.
Según el Talmud "quien salva una vida salva al universo entero". Una frase parecida, aunque no exactamente igual, es el lema de los cascos blancos sirios, un grupo de voluntarios que durante el conflicto en su país se han jugado el pellejo para poner a salvo a los civiles de la guerra: "Quien salva una vida, salva a la humanidad".
Freddie Mercury sabía que le quedaba poco tiempo, que él, como ser humano, como individuo, iba a desaparecer. Pero escribió una canción de esperanza desesperada, The show must go on (el espectáculo debe continuar).
Y el espectáculo ha continuado, no hay duda: la humanidad permanece. Nada hacía presagiar, poco después de la caída del Muro de Berlín, del telón de acero, cuando Mercury moría, que el espectáculo iba a convertirse en una nueva realidad virtual, en un mundo paralelo sustentado en las TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación), ni que la civilización fuera a sufrir convulsiones y movimientos tectonicos que nos hicieran temer por su mismo fin, con la caída de algún otro telón. El cine distópico y apocalíptico se ha puesto de moda: todos nos ponemos en la piel de los protagonistas del espectáculo...y la pregunta subyacente a nuestras inquietudes no era otra que "¿Y si el show se acabase?".
Pirámide de Maslow |
En estas circunstancias que a todos nos afectan en mayor o menor medida, producida por la revolución tecnológica, cabe preguntarse si podríamos sobrevivir como civilización si el talón de Aquiles del nuevo medio que es internet de comunicarnos, informarnos, hacer negocios y realizar trabajos de cuello azul y hasta de cuello blanco etc etc...fuera alcanzado por la flecha de Paris. Ardería Troya.
El gran apagón pasó de ser algo comentado como muy probable por un grupo muy reducido de científicos y pensadores, a la primera plana de todos los periódicos del mundo hace unas semanas cuando, desde el Ministerio de Defensa austriaco, se alertaba a la población de la posibilidad de una caída eléctrica que se prolongase en el tiempo. ¿Qué íbamos hacer sin electricidad? ¿No está en la base de toda nuestra civilización y de todos los sistemas que la sustentan? El propio James Lovelock, defensor de la idea de Gaia, en su obra "la venganza de la tierra", ya alertaba de que nuestra supervivencia estaría gravemente en peligro si se diese un parón eléctrico prolongado....nos llevaría de vuelta a las cavernas, para las que ya no estamos preparados.
Sin la electricidad, que está en la base maslowiana de necesidades de la civilización, y con ello también de los individuos que la habitan, pues somos animales sociales que no viven aislados ni son autosuficientes, no habría internet. Y sin internet....¿qué haríamos ahora que todo el entramado de relaciones sociales pasa en mayor o menor medida por él? Y eso entra también dentro de la cúspide de la pirámide de Maslow de la autorrealización.
Pero el mayor peligro para la caída de telón de Internet radica no en un más que previsible apagón eléctrico, que según sean las redes afectará local y temporalmente a algunas zonas. Está en la propia configuración de la red de redes, plagada de vulnerabilidades, y en que no se pueden poner puertas al campo virtual, donde los "cibervillanos" operan ya con total impunidad. Un ciberataque podría hacer caer la red o los sistemas a ella conectados, entre los que están, por ejemplo, los eléctricos o los de varios servicios críticos de los hospitales, y también quedaríamos seriamente incomunicados y perderíamos el acceso a la información que almacenamos en la red y la posibilidad de hacer gran parte de las transacciones que mueven la economía global.
En Error 404, Esther Paniagua nos pone al corriente de los peligros de una red en funcionamiento y, naturalmente, dado su título, de la situación que se daría si cayera el telón del gran espectáculo de internet: si la red cayera. Por desgracia lo que relata no es ciencia ficción, sino que representa una espada de Damocles colgada de una crin de caballo viejo.
Esther Paniagua ha tenido la amabilidad de responder unas preguntas para la Nueva Ilustración Evolucionista. Desde aquí se lo agradecemos enormemente.
Ahora voy a ver como se hace una copia de seguridad del blog y a prepararme para pasarlo luego a papel.
1.- El reciente comunicado del Ministerio de Defensa austriaco a sus ciudadanos sobre la posibilidad de un apagón generalizado y sobre cómo prepararse para él, no hacía más que trasladar a la ciudadanía, desde instancias gubernamentales, una previsión que ya muchos otros, de entre los cuales gran parte eran expertos en ciberseguridad o científicos y pensadores reputados, habían tenido antes, y tras haberse producido ya casos a pequeña escala en varias localizaciones, que eran perfectamente extrapolables a toda una nación o un territorio muy extenso. ¿Cómo explicar brevemente a nuestros lectores la posibilidad e incluso la probabilidad del apagón y sus consecuencias? ¿Cómo sería un mundo sin internet?
Primero es necesario aclarar que un apagón eléctrico en toda España es, según fuentes oficiales, altamente improbable. Un apagón de internet no lo es tanto. En 2012 Estados Unidos desconectó de internet a Siria por error. El apagón duró tres días. Imaginemos su alcance si hubiera sido un ciberataque intencionado.
Caídas de internet masivas ya se han dado muchas, sin ir más lejos este año. Por ejemplo, en junio de 2021 un error informático en Fastly, un proveedor de servicios de computación en nube, dejó fuera de servicio a miles de webs en todo el mundo. Unos meses antes, un problema con los servidores de Amazon Web Services (AWS) tiró abajo otra multitud de webs e impidió el funcionamiento de todo tipo de dispositivos conectados.
Estos apagones no fueron totales y duraron una hora a lo sumo. Son solo la antesala de lo que podría pasar. No se necesita de una gran infraestructura para cargarse internet. De hecho, la red puede caerse también de forma desintencionada. Por eso, un apagón total podría darse también. Una de las rutas más plausibles para ello es un ciberataque o fallo en el protocolo BGP, que es como las instrucciones GPS que usa la información de internet para ir de un lugar a otro de la forma más eficiente posible (y, al igual que el GPS, se actualiza constantemente). Precisamente un fallo en su actualización fue, supuestamente, lo que hizo que toda la familia de aplicaciones de Facebook (ahora 'Meta') desapareciera de internet durante más de 6 horas el pasado 4 de octubre.
En un escenario de caída total podrían darse situaciones muy caóticas e incluso de lucha por la supervivencia. A nivel operativo, nos quedaríamos prácticamente incomunicados, sufriríamos cortes eléctricos, fallos en servicios críticos (por ejemplo, en hospitales o centros educativos) que estarían inaccesibles, problemas de abastecimiento reales y perceptivos (por miedo, como COVID), servicios básicos interrumpidos, transporte colapsado, cierre de oficinas y fábricas y un largo etcétera de efectos en cascada que conllevaría pérdidas económicas milmillonarias.
2.- Cuanto más complejo es el sistema socioeconómico y el tecnológico subyacente, más dependencia, vulnerabilidad e incertidumbres parecen haber ¿Podría acabar nuestro progreso como el vuelo de Ícaro? ¿Es la complejidad inherentemente generadora de vulnerabilidades, o, como se aprecia en la "antifragilidad" de los ecosistemas naturales, es más bien su acelerado y poco evolucionado diseño la clave de sus debilidades?
Más bien lo último, aunque un poco de ambas. Una de las claves de la vulnerabilidad de internet es precisamente que estamos usando una estructura que no fue creada para soportar todo lo que soporta hoy. Aunque sigue funcionando, no fue diseñada para realizar de forma segura todo ello. Se han ido añadiendo multitud de capas sobre la base de un alfiler. De esa infraestructura depende el funcionamiento del mundo, de todas las actividades de la vida moderna. Esa dependencia e interdependencia (tan compleja que nadie atisba al completo su alcance) nos hace vulnerables a nosotros pero también a internet, porque a medida que se conectan más y más cosas, se suman posibles puertas de entrada para ciberatacantes y nuevas vulnerabilidades, además de añadir piezas a la caída en efecto dominó.
El símil con el vuelo de Ícaro es una forma muy alegórica de expresarlo.
3.- La red nos atrapa como la de una araña. Entrar en ella nos pega a ella (dependencia, adicción) y un depredador (en este caso con muchas cabezas) está al acecho para darnos caza (datos personales, contraseñas bancarias ..etc). Su parón nos perjudicaría, pero su uso es altamente peligroso (tanto más cuanto más inofensivo parece). ¿Qué precauciones elementales debería tener todo usuario?
Primero, no ser presa de la fiebre del "todo conectado". ¿Tiene sentido consumir bombillas, electrodomésticos y hasta masturbadores conectados a internet? Igual no. Igual no compensa jugarse un ciberataque solo para poder cambiar el color de las luces de tu casa con el móvil, o para enviar vibraciones al consolador de tu pareja.
Segundo, tomar decisiones conscientes sobre los servicios que usamos online, en lugar de hacerlo por inercia. ¿Compensa seguir usando el navegador de Google sabiendo que rastrea todos tus movimientos y los comparte con miles terceros, habiendo alternativas que no lo hacen como Mozilla o Duck Duck Go? ¿Compensa usar Gmail porque es gratis y bonito, aunque eso te haga víctima de una violación sistemática de tu privacidad, o mejor pagar un poquito por un servicio respetuoso con tu intimidad como Protonmail? ¿Compensa tener el altavoz de Amazon en tu casa para poner la música usando sólo tu voz, aunque como consecuencia tus conversaciones más íntimas puedan salir a la luz?
Una vez hemos decidido dónde queremos estar y dónde no, qué consumir y qué no, cuáles plataformas y aplicaciones queremos usar y cuáles no, es importante ser conscientes de que lo que compartamos en ellas puede usarse en nuestra contra. No estoy animando a la autocensura sino a la prudencia a la hora de difundir parcelas de la vida privada, especialmente si hay otras personas involucradas.
Si hablamos de ciberseguridad, las recomendaciones básicas son las que ya conocemos: guardar copias de seguridad y cambiar las contraseñas de los servicios más críticos con asiduidad, y hacer copias de nuestros contactos, en la medida de lo posible. Nunca es tarde para empezar a crear tu propia base de contactos offline.
4.- ¿En qué medida dirías que está internet en el origen de las crisis económicas, particularmente por lo que al empleo estable y de calidad se refiere?
Internet no es el problema, lo somos los humanos. Por eso es peligroso hablar de "humanizar la tecnología". ¿Humanizarla para hacerla más perversa y prejuiciosa, o para hacerla más justa y empática? Son dos caras de la misma moneda. Siempre ha habido y siempre habrá pícaros, aprovechados y personas y organizaciones que quieran hacerse de oro a costa de otros. Muchos de ellos usan internet como vehículo para ahorrar costes, llegando a personas que necesitan ingresos de forma desesperada, aunque sea por realizar tareas alienantes y mal pagadas. La combinación de la conectividad y la "algoritmización del trabajo" ha dado lugar a toda una serie de trabajos mediados únicamente por software, donde no hay jefes humanos sino órdenes informatizadas que llegan a través de esas aplicaciones y no admiten explicaciones. Además, son a menudo perversas: el resultado de una fórmula matemática de optimización diseñada para maximizar la eficiencia y las ganancias de la empresa, y no el bienestar de los trabajadores.
5.- ¿Y en qué medida dirías que la red facilita la desinformación y la pérdida de calidad de la misma, con la generación de todo un universo de engaños y posverdades paralelamente a su aparente naturaleza de Enciclopedia de acceso instantáneo?
Esas dos realidades coexisten en internet, donde la sobreabundancia de información se convierte también en un problema. En multitud de redes sociales y plataformas es más fácil acceder a la desinformación y a teorías de la conspiración que a hechos empíricos o a explicaciones científicas. Hay una perversión de las herramientas de producción de conocimiento, donde se explotan los vacíos de datos o el funcionamiento de esas plataformas para posicionar en los primeros resultados de búsqueda contenidos extremos o, cuando menos, desinformativos.
Además, más allá de filtros burbuja y de cámaras de eco, lo que sabemos es que en estos espacios nos exponernos a una mayor diversidad de contenido más opuesto a nuestras opiniones, más polarizado y radicalizado, lo que refuerza más nuestra visión y acaba polarizándola también, Esto impide que accedamos a visiones plurales de la realidad y no tengamos una realidad compartida común. Lo cual a su vez provoca la fragmentación de acceso al conocimiento.
6.- Si la red fuera segura tanto para los usuarios como en su diseño, de modo que su colapso se tornara extraordinariamente improbable, algo que a día de hoy parece utopía, con el desarrollo de IoT, la IA, el Blockchain...¿Qué clase de mundo y de vida en él podríamos concebir?
En un mundo ideal con una internet ideal, explotaríamos únicamente lo que hoy consideramos "tecnología para el bien", aquellos usos de la red con impacto social positivo que resuelven problemas sociales, eliminan barreras, cierran brechas, acaban con la injusticia y la discriminación, mejoran las condiciones para todos (y eso especialmente para los más vulnerables y marginados) y traen una prosperidad compartida que permite un verdadero florecimiento humano. Claro está que siempre habrá gente que quiera sacar tajada, acumular poder o causar daño, por lo que el mundo perfecto nunca existirá. Pero no por ello debemos dejar de ser ambiciosos en nuestros objetivos. El margen de mejora es muy amplio, y solo con el listón alto conseguiremos mejorar la situación de forma significativa.
7.- ¿En qué estás trabajando ahora? ¿Qué grandes áreas de conocimiento científico planeas explorar?
Soy curiosa por naturaleza y hay pocas cosas que no me interesen. Sigo muy enfocada en el impacto social de la tecnología y en la innovación tecnológica. En relación a lo primero, una de mis grandes preocupaciones actuales es el ya 'manoseado' metaverso, que por el momento no es sino pura distracción. En lugar de pensar en llevar el mundo virtual que conocemos a un siguiente nivel, reproduciendo y perpetuando sus lacras, debemos centrarnos en arreglarlo primero. En Error 404 propongo casi 80 medidas para ello.
En relación a lo segundo, me interesan especialmente las aplicaciones de inteligencia artificial, la criptografía y la computación cuántica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario