En la Nueva Ilustración hemos tenido el placer y el privilegio de recibir sus respuestas a algunas preguntas sobre su labor, sus intereses, sus opiniones y sus conocimientos.
¿Qué es la Psicología Social y cuál es su programa?
La Psicología Social es una disciplina psicológica que estudia la relación entre el individuo y la sociedad o, dicho de otra forma, la influencia de los demás en nuestra forma de pensar, de sentir y de comportarnos. Por supuesto, esa influencia es bidireccional: nosotros también influimos en los demás.
Concretando algo más, los psicólogos sociales estudian esa influencia en diferentes niveles. Por ejemplo, hay procesos que tienen lugar en un nivel que podría llamarse “intrapsíquico”, es decir, dentro de la mente de los individuos. Sería el caso de la cognición social (cómo los demás influyen en la forma en que atendemos, interpretamos, analizamos, recordamos y empleamos la información procedente de otros para elaborar juicios y actuar con respecto a ellos), la percepción social (cómo los demás influyen en el modo en que les vemos y nos formamos impresiones sobre ellos, y cómo intentamos manipular la impresión que los demás se forman de nosotros), la atribución (cómo interpretamos la conducta de los otros, a qué causas la atribuimos), y las actitudes (el valor positivo o negativo con que juzgamos a otras personas, sus ideas, su conducta, o cualquier otro aspecto de la realidad, cómo la influencia de los demás hace que nos formemos determinadas actitudes y que las modifiquemos en un momento dado), por citar sólo algunos.
Otros procesos aparecen cuando dos personas interactúan o se relacionan entre sí de alguna manera. En este nivel interpersonal, los psicólogos sociales han estudiado fenómenos como la atracción y el rechazo hacia otros, las relaciones íntimas y de amistad, la conducta de ayuda, la agresión, el conflicto...
El siguiente nivel sería el grupal. En contra de lo que podría pensarse, cuando las personas están en grupo y se sienten parte de él se producen fenómenos que no ocurrían en el nivel anterior. Por ejemplo, el liderazgo, la identificación con el grupo y la cohesión que resulta de ella, las distintas formas de influencia de la mayoría y de la minoría, el conformismo, la polarización (por qué nuestra postura sobre un tema se afianza y se vuelve más extrema cuando la discutimos en grupo), el pensamiento de grupo (se da en grupos muy cohesivos donde los miembros se esfuerzan más por llegar a la unanimidad que por evaluar objetivamente todas las alternativas posibles, lo que reduce enormemente la eficacia de las decisiones), la “holgazanería” social (por qué cuando estamos en grupo a veces rendimos menos que si estuviéramos solos), las relaciones entre grupos y el conflicto intergrupal, el prejuicio y la discriminación hacia otras personas por ser miembros de determinado grupo...
Por último, los psicólogos sociales estudian fenómenos o procesos que se dan en un nivel más amplio, que se suele llamar “colectivo” o “societal”. Algunos ejemplos serían el comportamiento colectivo y los movimientos sociales, la influencia de la multitud en el individuo, la memoria colectiva, la influencia de los medios de comunicación de masas, la influencia de la cultura en la formación de los valores...
¿Qué es lo que te llevó a decantarte por la PS?
Para empezar, era una de las asignaturas que más me gustaron en la carrera. Me fascinaba esa apariencia de cotidianeidad, de estudio de lo que todos sabemos por experiencia, tras la que se escondían procesos sorprendentes, muchas veces contrarios a la intuición.
Aunque mis inicios en la investigación fueron en otra área, en concreto, la Etología, y con otra especie de primates, no con humanos, en realidad siempre he estado estudiando conducta social. Por eso no me resultó nada difícil la transición a la Psicología Social cuando las circunstancias me llevaron a ella. Bien es verdad que tuve que hacer algunos cambios en mi esquema (en lugar de estudiar la conducta de los papiones en el zoo me dediqué a observar la de los niños en la guardería), pero el tema de estudio siguió siendo el mismo: las relaciones de intercambio social entre dominantes y subordinados dentro del grupo. No creo que otra disciplina dentro la psicología me hubiera permitido integrarme tan fácilmente con el bagaje etológico que tenía.
¿Podrías comentar algunos aspectos de la PS que te interesan actualmente?
Me interesa todo lo que tiene que ver con la evolución del pensamiento y la conducta social, cómo el ser humano está adaptado a la vida en grupo desde antes de surgir como especie, qué mecanismos y procesos, comunes con otros primates o exclusivos del homo sapiens, nos permiten sacar la máxima ventaja de la interacción y las relaciones con los demás y también colaborar para el beneficio común, y por supuesto, contrarrestar los inconvenientes que supone la convivencia con otros. También me interesa el papel de la cultura en esa evolución.
En un plano más concreto, me interesa la dinámica de las relaciones entre los miembros del grupo, la combinación de mecanismos de cooperación y competición y las estrategias de solución de conflictos, especialmente en grupos infantiles. Actualmente estamos trabajando sobre el papel de las normas del grupo en las conductas de acoso escolar.
¿Qué relaciones tiene la PS con otras ciencias como la sociología y la psicología en general?
Se suele considerar que la Psicología Social está a caballo entre esas dos disciplinas. Por una parte, se trata de una ciencia psicológica, porque se ocupa de los individuos, no de las sociedades ni de estructuras o procesos macrosociales, como ocurre con la Sociología. Esos fenómenos sólo le interesan en tanto en cuanto influyen en la mente y la conducta de las personas. Por otra parte, el interés por esa influencia es lo que la diferencia del resto de la Psicología, más centrada en lo puramente individual, y la acerca a la Sociología. Quizá se vea más claro con un ejemplo. Ante un fenómeno como la delincuencia, la Sociología buscaría explicaciones en la estructura social, o en la situación económica desfavorecida, que fomentan que determinados sectores de la sociedad desarrollen ese tipo de actividad. La Psicología, en cambio, se interesaría por analizar la personalidad del delincuente y sus diferencias con el que no lo es, mientras que la Psicología Social estudia la influencia del aprendizaje de conductas agresivas que realizan individuos que sirven como modelos violentos, o del ambiente familiar y grupal en que se desarrollan las personas, o las relaciones entre agresor y víctima, es decir, analiza la importancia del contexto en que se da la conducta de las personas y sus reacciones a ese contexto.
¿Qué métodos utilizáis en vuestro trabajo?
Los psicólogos sociales recurren a múltiples métodos para llevar a cabo sus investigaciones, aunque los más frecuentes son los experimentos de laboratorio, para desmenuzar los procesos en sus variables más elementales, y los cuestionarios, que permiten recoger datos mucho más numerosos y de forma menos costosa. Otros métodos son los estudios de campo, la observación de la conducta, el análisis documental... Cada método tiene sus ventajas y sus inconvenientes, y cada vez son más los investigadores que recurren a más de un método para estar más seguros de sus resultados.
¿Cómo encaja la psicología evolucionista y en general el evolucionismo en esa disciplina?
La perspectiva evolucionista es un complemento importante para la Psicología Social, porque plantea cuestiones que ésta no puede abordar pero que son muy relevantes para su objeto de estudio. A los psicólogos sociales les interesan las causas del pensamiento y de la conducta social, pero sus métodos y su ámbito de estudio se centran en las causas inmediatas. El enfoque evolucionista va más allá de eso, y busca las causas últimas, pero no en sentido filosófico, sino las que tienen que ver con la función, es decir, la ventaja que ese mecanismo cognitivo o esa tendencia conductual aportaron a nuestros ancestros durante la evolución de nuestra especie.
Además, el enfoque evolucionista permite ampliar el estudio de la influencia del contexto, puesto que no se limita al contexto inmediato, como hacen los psicólogos sociales, sino que indaga acerca del contexto evolutivo, es decir, cómo una determinada tendencia conductual, por ejemplo, ha ido evolucionando a lo largo de la historia de nuestra especie e incluso desde antes. Los estudios comparados de otros animales, especialmente (aunque no sólo) primates, nos aportan aquí una información muy rica.
En realidad son muchos los evolucionistas que piensan que estas dos orientaciones se complementan y se necesitan mutuamente, porque abordan el mismo objeto de estudio desde ópticas y con métodos distintos pero convergentes.
¿Crees que la psicología evolucionista va teniendo ya un razonable grado de aceptación en la Universidad española? ¿Se reduce el abismo con los países anglosajones en estas materias y el enfoque que se les da?
Yo no me atrevería a decir tanto. Es cierto que cada vez hay menos rechazo, y que el número de investigadores que empiezan a tener en cuenta la perspectiva evolucionista en la explicación de los fenómenos que estudian va en aumento, pero creo que todavía estamos muy por debajo de lo que yo consideraría razonable y, desde luego, estamos muy lejos de lo que ocurre en países como Inglaterra, Canadá, Estados Unidos u Holanda.
Algunos autores de PS cuyo trabajo has estudiado, tales como Caporael, opinan que la selección natural opera a múltiples niveles. ¿Es la evolución un proceso mucho más complejo y mucho más rico de lo que hasta ahora habíamos creído?
La selección en múltiples niveles no es una opinión, sino un hecho aceptado hoy día en Biología evolucionista. Precisamente, una de la críticas más duras lanzadas contra los defensores de la llamada “Psicología evolucionista sensu stricto” es que se han quedado estancados en el modelo de la eficacia inclusiva de Hamilton, y exageran la importancia de la selección natural al nivel de los genes, sin tener en cuenta otros procesos de evolución descubiertos posteriormente por la Biología evolucionista. Estos hallazgos hacen necesario reemplazar la consideración del gen o el individuo como únicos niveles de significación explicativa por una jerarquía de niveles, desde interacciones entre moléculas de ADN hasta especies y ecosistemas. Desde este punto de vista el contexto adquiere una importancia que en la versión del “gen egoísta” o la “máquina de reproducción” no tenía: en cada nivel, la adaptación al contexto concreto es clave para que un determinado “rasgo” se seleccione. Lo que algunos psicólogos sociales, como Caporael, Brewer, Fiske, Eagly, etc., reivindican es un menor énfasis en el papel de los genes y una mayor atención a mecanismos de adaptación a la vida grupal y social que sin duda tuvieron una importancia crucial para la supervivencia y reproducción de nuestros ancestros.
¿Cómo se podrían vincular la evolución biológica y la cultural?
La relación entre biología y cultura ha sido, y sigue siendo, objeto de controversia en Psicología y en las Ciencias Sociales en general. Los científicos sociales han defendido durante mucho tiempo que el ser humano se ha liberado de las ataduras biológicas desde que se separó del tronco común de los primates como especie distinta, y que todo lo que es y lo que hace se debe a la influencia de la cultura. En este sentido, la evolución, entendida en términos biológicos, se ha detenido para nosotros.
Por supuesto, los científicos evolucionistas no están de acuerdo con este planteamiento, y sostienen que la cultura es un producto más de la evolución, como lo son nuestros rasgos físicos, nuestro funcionamiento mental y nuestras tendencias de comportamiento; no ha surgido de repente cuando aparecieron los seres humanos, sino que ha ido variando a partir de formas presentes en especies ancestrales. Su postura en la polémica es que los procesos culturales son también parte de la evolución humana, y que el aprendizaje en que se basa la transmisión cultural no es sino otro mecanismo más de herencia, muy similar a la transmisión genética, y, por tanto, los principios de la evolución le son igualmente aplicables.
Aunque sigue habiendo defensores y detractores de ambas posturas, cada vez cobra más fuerza la idea de una co-evolución biológico-cultural en el caso de la especie humana. Si bien ambas facetas muestran ritmos evolutivos distintos (la evolución cultural es mucho más rápida que la biológica), las dos deben estar coordinadas para que el proceso sea viable, y sin duda se influyen mutuamente. Como afirma Roy Baumeister, un brillante psicólogo social, en su libro The cultural animal, la cultura nos hace más fácil sobrevivir y reproducirnos (porque nos ayuda a afrontar las demandas del medio físico y el medio social); por otra parte, la evolución nos ha dotado con un cerebro que, más que cualquier otro, hace posible la cultura.
¿Qué dirías a los estudiantes para embarcarlos en la Psicología social?
Les diría que si quieren entender un poco mejor por qué la gente piensa, siente y se comporta como lo hace (y en el término “gente” pueden incluirse a sí mismos), la Psicología social les dará respuestas a muchas de sus preguntas, porque no somos fácilmente explicables si no es por referencia a los demás. Al fin y al cabo, el ser humano es un animal social.
15 comentarios:
¿Se le puede preguntar a Elena Gaviria su opinión acerca del libro de Judith Rich Harris (para mi "fundacional") "El mitio de la educación"? Me sosprende que se mencione tan poco y "siga" corriendose sobre estas cosas "tan incorrectas" un tupido y silencioso velo.
Claro Carlos, queda formulada tu pregunta en tu comentario. Ya le pediré que pase por aquí para echar un vistazo.
Un abrazo.
Muchas gracias. ¿Y tú, lo has añadido ya a tu pila de libros para leer, nunca quemar y, en casos de crisis extrema incluso robar?
Pues no lo tengo añadido, pero debería. Ya me lo han recomendado un tal Pinker y un tal Suchowolski.
Total ná.
¡No te haces una idea de lo bien que me caes! (Y cuando lo hayas leído... ni te cuento...)
Es mutuo. ¡¡¡Y cuando lo hay leído ni te cuento!!!
En fin... la señora estará muy ocupada. Me hace pensar, lo siento si me equivoco demasiado, en Feyerabend.
Siempre que leo algo sobre biología y cultura me entra cierta zozobra por comprobar cómo sigue pendiente, en la época del encantamiento genómico, una reflexión a fondo desde los ámbitos que sean precisos sobre la enculturación del organismo. La Medicina, dada la inacción de neurólogos y psiquiatras en esta cuestión, necesita la presencia de psico-un-poco-de-todo.
La escolarización del organismo por una nube confusa de "expertos" necesita urgentemente un proceso de saneamiento.
No sólo el individuo sino su vehículo, el organismo, disfruta y sufre su condición social que sigue sin ser evaluada debidamente.
En el ámbito de la educación hay que estar siempre alerta contra las tentaciones adoctrinadoras.
Muy particularmente debe tenerse presente que una concepción errónea de lo social es especialmente nociva en lo educativo. Hay, además, también, y más en este ámbito de confluencia de lo social y lo educativo, expertos de la nada, a fin de cuentas -supervivientes del cuento.
El adoctrinamiento ya está ahí y disfruta de buena salud, a costa de la de de los adoctrinados.
Se trata, en realidad, de un proceso de desadoctrinamiento. Simplemente hacerles ver a los ciudadanos los peligros de las opiniones expertas.
Quizás, Arturo, sobre ese particular de los expertos te interese lo que dice Dan Agin, nuestro último entrevistado.
¡Hay que cuidarse de nuestros salvadores! Lleven estos la máscara de políticos, científicos o alguna otra. Pero hay que cuidarse....con mucho cuidado.
Conozco el libro de Dan Agin. Mis reflexiones pretenden precisamente eso: alertar respecto a los autodefinidos como "comunidad científica internacional" que, en ocasiones no son sino intermediarios de la industria farmacéutica.
En ocasiones intermediarios de la industria farmacéutica y también en ocasiones agoreros del calentamiento global. En eso el propio Agin no se salva....
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"Regresar a las raíces"
Be simple.
Se puede ser simple? desde las raíces?
Dejaríamos de ser filósofos, científicos y expertos.
Menudo reto.
Avanti Germánico!
Muy interesante entrevista en verdad. También el enfoque sistémico que nutre a la terapia de pareja y familiar es un gran gran abordaje para entender el comportamiento de los individuos, desde la interacción familiar y de pareja a lo largo de nuestra historia de vida. Nos interesa el comportamiento humano desde sus diferentes ámbitos, entre ellos no solo como la sociedad influye a las personas, sino también las familias y las parejas.
Saludos desde México.
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