miércoles, julio 08, 2020

La fuente envenenada (entrevista a Soledad Barruti)

Soledad Barruti

"All are gone, all but one
No contest, nowhere to run
No more left, only one
This is it, this is the countdown to extinction"
Megadeth. Countdown to Extinction

Supongo que en todo tiempo y lugar el ser humano ha tenido la sensación de  encontrarse en un punto singular de su historia, al menos desde que empezamos a llevar registros y a acumular cultura de forma exponencial, gracias a que esa fluida herramienta cognitiva del lenguaje, llevada a su forma escrita, grababa literalmente en piedra nuestras ideas, representaciones, cálculos y descripciones de modos de proceder frente al ambiente.

La escritura es propia de una sociedad asentada. No nos consta que la hubiera, ni contemplamos que la hubiere, antes de la Revolución Neolítica, cuando nuestra forma de vida fue progresivamente dejando de ser forrajeadora, cazadora-recolectora, oportunista, y sujeta a los cambios ecológicos inmediatos como la abundancia o escasez relativas de alimentos en unas zonas concretas. 

La vida se organizó en espacios limitados en torno a los cultivos de plantas y animales domesticados, espacios que fueron creciendo en extensión, en población y en distribución de las tareas (muchas de la cuales surgieron para cubrir nuevas necesidades de la vida en grupos, algunas verdaderas novedades, fruto de la evolución cultural más que de la natural, y parcialmente superfluas). Y el tiempo se adecuó a las estaciones de modo distinto a como lo había hecho antes, y pasó a ser tabulado, menudeado, "escuchado". También alrededor del tiempo evolucionó la cultura humana.

De los poblados a la ciudades amuralladas y de estas a los Imperios y Civilizaciones se pasó gradual pero inexorablemente con las nuevas dinámicas a las que dio lugar la sedentarización. 

El lenguaje en su forma escrita, como decía, era necesario, y sirvió para codificar leyes, llevar cuentas y anotar y contar la historia...y también para urdir sofisticadas formas de engaño. Y hoy, podemos mirar atrás en la historia gracias a los testimonios, formas de organización y artefactos que nos legaron nuestros antepasados, desde los primeros agricultores y, con esa visión panorámica de las tierras y etapas quemadas, y el punto privilegiado del observador, tenemos la sensación de encontrarnos en el punto más singular de la Historia.

Una nueva concepción del tiempo y el espacio que apenas ha cambiado, sujetas a las necesidades de organización social, y una evolución cultural que no ha reemplazado a la biológica pero tiene palabras y conceptos para una gran cantidad de variaciones sobre el mismo tema, han servido para inculcarnos una creciente sensación de omnipotencia acompañada de una absoluta ignorancia del medio ecológico sobre cuyas cenizas hemos construido nuestro medio social y cultural. 

Quizás, después de todo, si nos encontremos en un momento singular: al creer que la naturaleza estaba ahí para tomar de ella lo necesario, nos olvidamos de que todo en la naturaleza era necesario, pues no es un conjunto de recursos que se puedan coger por separado para agruparlos en grandes extensiones de tierra o en granjas intensivas, sino que se trata de un todo dentro del cual cada parte está íntimamente interrelacionada con las demás.  

Los productores del neolítico se habrían quedado fascinados con nuestro actual sistema de producción, y ciegamente lo habrían abrazado. Pero si se les diese el tiempo necesario para habituarse terminarían por percibir las diferencias. 

En nuestro tiempo se habla del fin del petróleo. No se sabe a ciencia cierta cuando se acabará este recurso energético no renovable, pero sí que es fundamental para mantener en funcionamiento el actual modelo agroindustrial.

Este nuevo sistema, del que puede mejor hablarnos nuestra invitada de hoy, la periodista especializada en temas de nutrición y agricultura Soledad Barruti, es una perversión de nuestra tendencia a apostar todo a una sola carta (o a una mano de cartas en una partida en la que nos jugamos la existencia como especie): creamos grandes monocultivos de escasísimas variedades de plantas, y a los animales los metemos apretujados, con espacio apenas para moverse, en lugares cerrados, dónde los cebamos, los hormonámos y los medicamos.


El campo pierde diversidad según los ecosistemas son barridos por monocultivos y zonas urbanas. Y nosotros, que aunque lo hayamos intentado, no hemos podido separarnos del todo de él, necesitamos de esos ecosistemas para estar vivos, para el equilibrio de nuestros propios ecosistemas interiores. Pobres ecosistemas fuera llevan, a través de un medio poco diverso, a pobres ecosistemas dentro de nosotros, fundamentalmente a través de la alimentación, y nuestro sistema inmunitario reacciona con vehemencia a la situación, pues evolucionó para hacer frente a una diversidad perdida. Así surgen nuevas enfermedades de etiología desconocida o claramente provocadas por un comportamiento apático o violento de nuestro sistema inmunitario. Somos más débiles frente a nuevos agentes infecciosos y padecemos asma, diabetes o esclerosis múltiple.....y más cáncer. 

Volviendo sobre los animales domesticados, en los ambientes tan terribles que están, son vistos como un recurso siguiendo una impecable lógica económica a corto plazo. Con ellos y su masificación se incuban no sólo huevos (en el caso de las gallinas) sino virus. Gran parte de las enfermedades zoonóticas de nuestro tiempo singular se originan en esas granjas. Asimismo estos animales, bien que sean un recurso, pero nos convienen vivos, por lo que son tratados con antibióticos. De hecho también los antibióticos sirven para su engorde. Y así las bacterias desarrollan resistencia a los antibióticos, de forma tal que se la pasan de unas a otras en un mundo en el que cada vez quedan menos antibióticos para curarnos de algunas viejas enfermedades.


Así que el caldo de cultivo de las zoonosis y sus pandemias víricas, de la resistencia a los antibióticos que están cada vez más extendidas entre las bacterias patógenas, de las enfermedades autoinmunes que se han colado en nuestra vidas por la puerta trasera de una casa muy higiénica, así como la cada vez mayor dependencia de una fuente de energía no renovable como es el petróleo, se encuentra en el campo.

Soledad Barruti comenzó a indagar en profundidad en el proceso de cambio en la producción agropecuaria en Argentina, su lugar de origen pero también el lugar ideal para comprobar lo que realmente estaba sucediendo, puesto que Argentina siempre fue un gran país en lo referente a agricultura y ganadería. Llevó las conclusiones e su investigación a un libro: Mal Comidos. Después, como Michael Pollan, hizo de detective en el supermercado y acabó escribiendo Mala Leche. Ambos libros están íntimamente relacionados, y se pueden ver las dos caras del mismo problema leyéndolos.

La autora ha tenido la amabilidad de responder unas preguntas para La Nueva Ilustración Evolucionista.

1.- En Argentina se ha producido una transformación agropecuaria nefasta que la ha llevado de ser considerada "el granero del mundo" y el productor de las mejores carnes con el ganado de la Pampa, a ser en gran parte un monocultivo de soja y un lugar en el que se practica una ganadería intensiva. ¿Qué ha pasado? ¿Qué proceso se han dado exactamente en Argentina para que se llegue a esta situación, y consecuencias ves tú que sean ya patentes y también de cara al futuro?

El campo en Argentina nunca ha sido justo, nunca ha sido un lugar justo, de hecho Argentina es uno de los países que tienen más extensiones de tierra distribuidas entre menos personas. En Argentina una sola familia puede tener 100.000- 200.000 hectáreas, eso es una cantidad ingente de tierra teniendo en cuenta que, por ejemplo, un horticultor puede cultivar media hectárea, sin que ni siquiera sea suya, sino arrendada. Sobre esa matriz de inequidad, donde grandes terratenientes distribuyen los negocios que son más rentables en el campo durante muchísimos años, lo que se sostuvo en el pasado fue una rotación agrícola y ganadera donde la producción de carne era bastante central. Pero luego esto empezó a transformarse cuando las grandes empresas semilleras empezaron a cotizar en bolsa y comenzó a tratarse la comida como si fuese una moneda de cambio especulativa para las bolsas financieras del mundo, con la aparición de los combos transgénicos que habilitaban la producción en grandes extensiones sin demasiada mano de obra y sin demasiado inversión más allá de este combo compuesto de semillas genéticamente modificadas para resistir a un herbicida y el herbicida, y se empezaron a expandir y ampliar las zonas productivas para granos que empezaban a cotizar cada vez más alto en las vueltas de valores del mundo. Esto tuvo un pico de crecimiento enorme más o menos en 2008 y en 2008 ya fue como la sacudida definitiva para el campo de Argentina que terminó dedicando su campo casi exclusivamente a la soja de producción para exportación: hoy en día el 60% de las tierras cultivables están ocupadas por soja de la que se exporta más del 90%. Esto por supuesto ha provocado la redistribución de las otras producciones y ha modificado la matriz productiva de una manera muy radical: dejo muchas zonas de tierra sin poder ser productivas para distintas variedades y fue nefasto para la mano de obra sin garantías de empleo. Al ser un modelo tecnológico productivo que no requiere mano de obra estamos hablando de grandes extensiones que, de repente, prescindieron de los trabajadores rurales. La utilización de agroquímicos aumentó exponencialmente y eso hizo que por falta de trabajo y por toxicidad muchas extensiones de tierras fueran invivibles, y entonces se produjen migraciones forzadas de al menos 200.000 familias en muy pocos años que terminarn ocupando las periferias pobres de las ciudades.

Se reorganizaron también las dinámicas de la misma materia de la producción: la ganadería, que tenía un espacio central y vital en el tejido anterior a la explosión del agronegocio de las commodities, terminó siendo marginal y derivó hacia los feedlots. Los animales perdieron su lugar en el campo y pasaron a ocupar el lugar de corrales donde engordar intensivamente alimentándose con los granos que producen los nuevos campos. Es por ello que siempre se habla del sistema alimentándose a sí mismo, porque se erigen estos esquemas en donde el negocio solo tiene una lógica que corresponde a ese mismo negocio. Si uno lo mira desde fuera y se sale de esa lógica, contempla la destrucción de las tierras, que no hay trabajo, que no se está produciendo en la tierra algo que sea para la alimentación humana directa y, sin embargo, sigue siendo un buen negocio del que se habla, del que incluso se vanaglorian algunos economistas, por no hablar de los productores ni de quienes defienden y sostienen este modelo.

2.-Desde una perspectiva ecológica podemos observar que se está produciendo una pérdida de diversidaden la naturaleza, en la biosfera y también pues los microbiologos están descubriendo que estamos perdiendo biodiversidad en nuestro microbioma en missing microbes, Martín Blaser, habla precisamente de está pérdida de diversidad microbiana. Esta pérdida general de diversidad hasta qué punto es atribuible a la nueva forma de producción alimentaria humana?

Primero es interesante pensar el correlato que hay entre lo que ocurre en el ecosistema que uno siempre pensó como ecosistema, qué es eso que ocurría ahí afuera entre plantas, animales, insectos y microorganismos, y lo que ocurre dentro de los cuerpos que somos los seres humanos, que según el gran nuevo paradigma que ha traído la profundización de la microbiología en los últimos años, son también un ecosistema, y un ecosistema depende de otro. Nosotros somos un ecosistema diverso poblado de millones de variedades diferentes de bacterias, de microorganismos, de hongos, de parásitos, de virus... de cosas que necesitamos tener en equilibrio tanto adentro como afuera.

La diversidad es fundamental porque es una red compleja que entre otras cosas posibilita que haya un amortiguamiento y un equilibrio entre las distintas especies, no que una lo tome todo. La idea de que una lo tome todo sugiere una plaga, una infección, una bacteriosis: no hay nada saludable alrededor de una cosa tomando el mando. Si pensamos en el campo y en lo que te venía diciendo en la respuesta anterior, que por ejemplo un país enorme como Argentina tiene el 60% de su suelo de su área cultivable ocupada por una sola planta, de una sola variedad, que es la que proponen los laboratorios que diseñan las semillas para que esas plantas crezcan, bueno, ahí tenemos un problema. Y esa planta no se produce sola, sino que se produce con un combo de venenos para convivir con los cuales está transgenizada, en particular el glifosato, y ese combo tóxico se produce en los campos para hacer que la naturaleza no reaccione, para aislar a la naturaleza de si misma, y para expandir y persistir un negocio que es descabellado para cualquier forma de pensamiento biológico.


Se ponen entre entre 30-40 compuestos distintos en unos preparados y con unas recetas magistrales que, cuando uno lo ve, le dan escalofríos. Y cada vez se tiran más venenos y eso hace que los suelos se vayan muriendo, porque esos venenos no solamente liquidan lo que el productor rural quiere liquidar, que es tal vez la planta que va a competir con la planta que quiere producir, sino también todos esos millones de microorganismos, insectos y toda otra forma de vida que no sea esa. Así, mientras creemos que vemos cultivos que están llenos de vida, lo que estamos viendo es muerte. Tan solo estamos declarando una guerra a la naturaleza y estamos permitiendo que nuestra comida se produzca dentro de ese contexto, bajo esa ideología y con ese paradigma suicida. 

Está totalmente comprobado cada vez más que nosotros tenemos cuerpos fuertes mientras podemos mantener esa biodiversidad, mientras nos mantenemos en contacto con la biodiversidad que está fuera y mientras podemos mantener la biodiversidad que está dentro. Por lo que en la medida en la que nos alejamos de la naturaleza vamos perdiendo biodiversidad y nos hacemos cuerpos estanco.  Nuestras bacterias interiores dialogan con lo que ocurre en el medio ambiente y son dependientes de ello en la comida que uno come tanto que si uno está comiendo siempre lo mismo, que es lo que producen esos campos monocultivados, va a alimentar a un tipo de bacteria, y no a todas, a un tipo de microorganismos y no a todos, y va a generar su propio monocultivo, o sea: el monocultivo de afuera está alimentando los monocultivos de adentro que después devienen en enfermedades inflamatorias, en enfermedades cada vez más raras, en enfermedades autoinmunes... estar fuera del contacto de la tierra, de las plantas, de otros animales, nos hace más débiles no nos hacen más fuertes cómo se dijo en un momento en el que pensábamos que aislándonos nos íbamos a hacer más fuertes.

Sólo nos hacemos más debiles si vamos alimentando unos pocos tipos de microorganismos, y nos vamos volviendo frágiles, estando más expuestos, de hecho, a pandemias como la que vemos hoy en día, tan tremenda. Pero esta muestra sobre todo lo deteriorados que están los cuerpos sobre los que se prueba, porque llegamos con la salud tan erosionada como la erosión que estamos provocando en toda la naturaleza. Creo que realmente es algo que hay que empezar a decir de una manera cada vez más ruidosa: no, no somos algo por fuera la naturaleza, somos naturaleza, estamos hechos de naturaleza, dependemos de la naturaleza de su su diversidad para estar sanos.

3.-Como indicas en tu libro Mala Leche, los niños ha pasado de ser malos comedores de comida sana a unos excelentes comerciales y consumidores de comida chatarra podría decirse que no son buenos comedores de comida sana porque quizá últimamente pues han desarrollado mecanismos de rechazo a las verduras y otras comidas que en un entorno evolutivo ancestral podían resultar tóxicas y bueno pues tenían tendencia a desconfiar de ese tipo de comidas y ahora son quizás son grandes consumidores y grandes consumidores de comida chatarra porque están enganchados lo que tienen una adicción. Cómo se ha producido este cambio de niños malos comedores a niños adictos a la comida chatarra?

Aquí hay mucho para hablar. Por un lado, si bien es cierto que evolutivamente hay una ventana dentro del desarrollo de una persona en donde tiende a rechazar algunos alimentos por su potencial toxicidad (ciertas plantas amargas), no pasa lo mismo con toda la comida. Si así fuera tendríamos que pensar que evolucionamos para preferir la comida chatarra. Pero nosotros no dejamos de desear la comida de verdad, lo que pasa es que dentro de la comida de verdad tendemos a tener ciertas preferencias biológicas por aquella que en el pasado evolutivo nos ofrecía más energía. Ahí es donde podríamos hablar de lo que ocurre con la preferencia por la grasa y la preferencia por ciertos sabores azucarados. La cuestión es que estas preferencias, en un contexto natural en donde los alimentos no son un problema, devienen en personas más fuertes, en personas que desean lo que de alguna manera les hace bien, porque luego va a escasear. Pero nosotros cambiamos completamente el contexto alimentario y en este nuevo contexto, lo que antes eran pulsiones hacia ciertos estímulos que proponían ciertos beneficios para nuestros organismos, son detonadas en pos de elegir aquellas cosas que la industria ofrece, destacando y aislando de la matriz original en donde esos nutrientes se encontraban, solamente los nutrientes que resuenan en nuestro cerebro. Entonces, por ejemplo, el azúcar ha pasado a ser consumido entre quince y veinte veces más de lo que se podría encontrar de forma natural en las frutas. También la grasa en la naturaleza se encuentra en alimentos variados y en alimentos frescos, ahora si uno la pone en una de estas papas fritas de paquete, en una hamburguesa de McDonald's, en unas papas fritas de McDonald's, bueno, ahí va a haber un crecimiento exponencial de la grasa, de lo que se puede ofrecer en forma de grasa, y además de acuerdo al diseño con artefactos que están muy lejos de poder ser emulados por la naturaleza, como por ejemplo esas papas fritas de paquete o, no sé, unas M&M, unos Emanemt, unas galletitas Oreo.....nuestro cerebro va a buscar eso, lo va a buscar en los niños y lo va a buscar también en los adultos. Lo que pasa es que los adultos tenemos más desarrollada la racionalidad y cierta forma de la voluntad (algunos, no todos), y entonces podemos decir "bueno, voy a tratar de no comer esto, voy a moderarme". Ahora, un niño, que tiene realmente una pulsión más instintiva y que tiene ese "deseo", "quiero", "me da placer", expuesto a esta sobreoferta, encima con ese engaño al que nos han inducido que nos han llevado a creer que eso es comida de niños, termina siendo arrastrado a una serie de estímulos sensoriales muy poderosos que despiertan de una manera violenta áreas del cerebro, señales neurales y reacciones hormonales, toda la química del cuerpo relacionada con el placer. Es tal la expectativa de recompensa que terminan volviéndose adictos a eso. No hay forma de que un un plato de brócoli con un pescado les proporcione el mismo estímulo.

Ahora, por ejemplo, yo tengo una hija de dos años que nunca en su vida probó ningún producto industrializado ultraprocesado y disfruta y ama la comida de verdad, con algunas cosas que le gustan más y otras menos. Está empezando obviamente en su etapa de mayor selectividad, y uno ve qué cosas se sirven en el plato y le parecen sospechosas, que prefiere no comerlas, pero no es una persona que muera de inanición o que solamente pueda comer cosas que tiendan al dulce: disfruta de una variedad de sabores enorme. Nuestra capacidad sensorial esta es tan vasta y tan alucinante que justamente no hay nada más lindo que ver comer un niño que está acostumbrado a comer comida de verdad, a comer bien.

El problema está en que nosotros, como adultos gobernados por un sistema que ha indicado durante años subrayados por publicidad que la comida para niños es de una determinada manera, hemos sido inducidos al peor de los errores y a una de las peores violencias que se está ejerciendo sobre la infancia, que es cambiarle los alimentos y en vez de darles alimentos darles comestibles que los enferman.

4.- En un mundo superpoblado y globalizado con las multinacionales oligopolísticas de alimentación que tienen más poder que los estados cómo podemos hacer para alimentar de una forma sana y saludable a tantos miles de millones de personas, vamos a llegar a ser 10.000 millones en el 2050 se calcula. Cómo lograr una población bien alimentada a nivel global sin que se empobrezca de manera lamentable la alimentación?

En realidad lo que hay son muchas muchas teorías que dicen que el mundo, si no fuese por ese sistema alimentario agroindustrial, pasaría hambre, pero eso está respondido por muchísimos estudios de campo y de investigación, desde distintas perspectivas, que están publicados en distintas agencias de Naciones Unidas como la FAO, la OPS donde demuestran que lo que hay que hacer es modificar justamente esta matriz productiva e incorporar a quienes hoy padecen más hambre en el mundo que son, irónica o perversamente, las personas que viven en áreas rurales que el campo mega productivo no alimentan ni emplea, es decir, reincorporar a esas personas a la matriz productiva pensando en un esquema de redistribución de tierras, de modificación de la producción para darle más lugar a la agricultura familiar y campesina y por supuesto volver a sistemas de producción y a culturas alimentarias locales.  Cuando Graziano da Silva llegó a la FAO, hablaba muy bien de la agroindustria, pero cuando salió dijo que ésta pasó ya su etapa de promesas y que era preciso modificar las cosas y devolverle a la agricultura familiar y campesina su lugar preponderante para que nos salve de los problemas de hambre y de los problemas de malnutrición de hoy, problemas que nunca fueron tan graves antes: nunca hubo dos mil millones de personas en el mundo con problemas de malnutrición como hay ahora, y esto tiene que ver directamente con esta industria alimentaria.

Hay que coger todos los informes de los últimos años hechos por los especialistas en alimentación adecuada de las Naciones Unidas y revisarlos, porque ahí hay muchísima información que no está siendo atendida. Al no disponer de espacio publicitario, lamentablemente, también pierden su espacio de divulgación en los medios. Pero en ellos está expuesto de una manera muy clara que la única manera de darle de comer bien al mundo es adoptando un sistema de producción agroecológica que reincorpore a la producción a quienes hoy fueron expulsados y que devuelva el derecho a la alimentación no desde una óptica de la seguridad alimentaria, que es que las personas puedan acceder a cierta cantidad de calorías y nutrientes, sino desde una perspectiva de alimentación con justicia social con justicia ambiental, que de acceso a la comida sana, limpia y justa como premisa. Porque hoy en día hay muchas personas cuyo problema de hambre parecía  solucionado están comiendo comida social, que no son más que es rellenos que uno no le daría ni a los animales de una granja.

5.-Desde que se produjo la revolución neolítica hace unos 10.000 años, cuando el hombre comenzó a cultivar plantas y a domesticar animales, hemos ido evolucionando con estos otros seres vivos y modificándolos es lo que Charles Darwin llamó selección artificial. Seleccionamos las variedades que más nos gustaban y las cruzábamos entre sí de tal forma que creábamos variedades nuevas mejores, en algún sentido, pero ahora, con la ingeniería genética, quizá estemos jugando a ser dioses, porque estamos creando variedades que no están debidamente testadas por la selección. La llamada Revolución Verde, que se produjo en el pasado siglo, obedecía realmente a una necesidad de alimentar a grandes cantidades de población que estaba pasando hambre y tuvo su lado positivo, pero también un reverso tenebroso, con efectos claramente perturbadores que son poco sostenibles a largo plazo, como los pesticidas o la propia ingeniera genética que no está debidamente testada por la selección ¿No es así?

Creo que aquí es clave esto que planteaste de para que se hacen las cosas, el para que de la Revolución Verde lo podemos discutir, pero sin dudas, en algunos casos, género una productividad que al menos atendió la causa más urgente de escasez de alimento en algunos contextos. Digo que podemos discutirlo porque la revolución verde tiene realmente muchísimas aristas que terminan conduciendo hacia el hambre a gran cantidad de personas, ya que cambió la disposición de quiénes eran los dueños de los recursos: ahora pasaron a ser quienes poseían las semillas de laboratorio patentadas, dependientes y adictas a combos de agroquímicos y fertilizantes y de maquinarias  para su producción. Esto desplazó del esquema productivo a muchísimas personas que tenían sus parcelas y vendían y comían de ahí. Nunca iban a ser grandes productores acaudalados, pero pasaron de sobrevivir a ser directamente pobres y marginados. Es hacer esta lectura de la Revolución Verde porque es sobre la que luego se asienta la segunda revolución, la segunda revolución que es la revolución biotecnológica. En el tema de la biotecnología y la transgénesis si bien nunca termina de estar claro el debate, porque también la evidencia que se pone sobre la mesa está financiada y está manipulada favorablemente por los intereses de quienes quieren vender esas esas supuestas mejoras...es parte de lo mismo... ¿para que se hace? ¿para que se hizo?...para que se diseñen estas plantas superproductivas que obligan a comprar los productos que vienen asociados. La planta de soja transgénica que se produce en Argentina se desarrolló para vender el herbicida que era el que producía realmente la empresa que lo desarrolló: querían vender glifosato y produjeron una planta resistente a es herbicida. Es tremendo, si bien nunca termina de ser probado qué daño hacen, si hacen un daño, si hay que estar alerta. Ese debate es bastante endeble aún, no lo es en cambio el que muestra con contundencia que esas esas variedades sobre las que hasta ahora se logró exitosamente la transgénesis no hicieron más que aumentar el consumo de agrotóxicos que aumentar las extensiones monocultivadas, que aumentan la inequidad en el campo y que en consecuencia no hicieron favor alguno a la producción alimentaria. Lo demás son todo promesas que vienen haciendo desde hace años y que nunca se cumplen: que van a traer más nutrientes, que van a tener más cosas...son puras promesas. Cuando rascas lo que hay son más problemas que otra cosa y lo que vienen a tapar también esas promesas son iniquidades del mismo sistema alimentario que generan las empresas. Un ejemplo sería el arroz con agregado de vitamina A. 

Lo que debería plantearnos es porque una gran cantidad de población no accede a una vitamina tan sencilla, y es porque no acceden a los alimentos. Entonces, ponerle que el único alimento que comen las personas va además a tranquilizarnos por tener todas las vitaminas disponibles es una locura pero, aún así, pongámosle que nosotros aceptamos esa locura y nos decimos:  "bueno, pero hay un montón de niños que no se van  a quedar ciegos", pero no, no lo lograron y no lo van a lograr tampoco porque es una idea mala y es una idea que justamente desde cualquier lado que se mire se puede arribar porque apunta la idea de que se puede controlar la evolución misma de las especies, que se puede hacer un salto cuántico en la evolución de ciertas plantas, en la modificación de distintos aspectos elegidos a dedo de animales... este despropósito enorme alcanzó su paroxismo en un momento que expongo en Mala Leche sobre las vacas que iban a producir leche humana. Aparte de la ciencia ficción que tiene eso, lo absurdo que tiene eso, la tortura de animales que implica que eso alguna vez ocurra, no ocurrió, ni va a ocurrir jamás, porque la vaca no va a ser nunca una mujer que pueda dar leche humana. Lo malo es que existe un problema de omnipotencia, de narcisismo y de enamoramiento de un sistema que también es adictivo así como los productos que produce lo son, el sistema en sí mismo lo es. Como toda adicción nos vuelve más estúpidos, entonces si hay ya personas que encima de volverse más estúpidas ocupan espacios de poder tenemos la peor combinación del mundo: hombres estúpidos en espacios de poder. Ellos son los que van a terminar destruyendo la biodiversidad, destruyéndonos a nosotros como especie y destruyendo un planeta que es hermoso y que solo necesitaba que tuviéramos un poco más de contemplacion, admiración y sabiduría y menos de atropello, violencia y destrucción.

6.-¿En qué estás trabajando ahora? 

Hemos estado trabajando con unos colegas de la región en  un sitio donde podamos mostrar cómo las corporaciones están actuando igual en todos nuestros países, Bocado, y con ello generando un desastre a varios niveles: porque están cambiando las culturas alimentarias tradicionales, ricas y diversas -que sostienen no solamente las mesas de una manera saludable sino también el campo de una manera igualmente saludable- para darnos en su lugar Coca-Cola con galletitas Oreo y sus sucedáneos para personas con menos dinero. 

Hemos abierto pues este espacio para multiplicar las investigaciones que denuncien estos abusos y que cuenten a la gente que tenemos varias posibilidades mucho mejores en el mundo que las que nos ofrecen desde la industria alimentaria. Venimos trabajando en ello desde hace un año y medio con mucha ilusión, y en estos días nuestro proyecto vio el sol. 

Respecto a nuevos libros espero poder retomar pronto la escritura con alguno de los proyectos que tengo aquí dando vueltas. Lo que sucede es que tardo bastante en escribir, así que creo que no será hasta dentro algunos años que publique algo nuevo. 


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