

El Profesor García Leal ha tenido la cortesía de responder al breve cuestionario que le hemos enviado:

En buena medida sí. Lo que es indiscutible es que el sexo acelera la evolución al alimentar a la selección natural con una variabilidad suplementaria (otra cosa es que ésa sea su principal razón de ser, cosa que ha sido puesta en duda por algunos biólogos que no ven claras las presuntas ventajas adaptativas del sexo).
La selección sexual es la responsable del dimorfismo sexual humano, leve pero significativo. Como ocurre en la gran mayoría de especies, la selectividad femenina y la competencia masculina por los apareamientos han conformado los cuerpos masculinos. Lo que ya no es tan corriente es que también los cuerpos femeninos son en parte el resultado de una selección sexual significativa, que en este caso se explica por nuestro sistema de apareamiento esencialmente monógamo. Por supuesto, la selección sexual sigue operando, aunque nuestro descubrimiento de la conexión entre sexo y procreación la ha menoscabado un tanto, simplemente porque los padres quieren asegurarse de que los hijos que crían son realmente suyos y no de un donjuán.
3) Violencia de género, violencia machista, violencia doméstica... ¿Cómo llamar al fenómeno, ateniéndonos a lo que enseñan la biología y la historia evolutiva?

Lo más adecuado quizá sea «violencia machista», porque éste es un fenómeno social estrechamente ligado a la subordinación femenina, y altamente «antidarwiniano» en su versión más lesiva (porque matar o incapacitar a las hembras fecundables no contribuye en nada al éxito reproductivo masculino), lo que invita a pensar que es un producto de la evolución cultural humana y no la expresión de instintos favorecidos por la selección natural.
Las conductas homosexuales están muy extendidas entre los primates sociales y suelen tener una función apaciguadora. Puesto que nosotros somos primates sociales, es razonable pensar que la vena homosexual humana tiene el mismo origen evolutivo. Pero una cosa es la homosexualidad como conducta (propia de individuos por lo demás heterosexuales) y otra la homosexualidad como condición (es decir, una «inversión» de la orientación sexual). Puesto que ser homosexual contribuye bien poco al éxito reproductivo, esta condición difícilmente puede ser un resultado de la evolución biológica. Por eso pienso que la homosexualidad (en el sentido usual de condición, subrayo, no en el de conducta) no es más «natural» que el celibato de los sacerdotes.

No es más que la versión humana del vínculo de pareja que ha evolucionado en muchas otras especies monógamas, desde los gibones hasta los escarabajos enterradores. Por supuesto, a nosotros nos gusta elevarlo a la categoría de sentimiento, por encima del simple instinto, pero lo cierto es que, a efectos de aptitud darwiniana, nuestro vínculo de pareja es comparable al de cualquier otra especie monógama.


La sociobiología de los ochenta se basaba en una concepción radicalmente individualista de la selección natural y ponía el énfasis en los conflictos de intereses entre agentes agoístas. Esta visión ha sido criticada por numerosos autores que desde hace tiempo han venido señalando lo que los sociobiólogos de la vieja escuela presentan ahora (con bastante caradura por su parte, todo hay que decirlo) como una propuesta de su propia cosecha: la necesidad de considerar niveles de selección por encima del organismo individual. Esta revisión afecta en particular al problema del sexo. De hecho, la tesis central de mi segundo libro, El sexo de las lagartijas, es que las paradojas que plantea la reproducción sexual para la teoría darwiniana sólo pueden resolverse considerándola como un caso de selección de grupo (en particular, el grupo mínimo constituido por una pareja de progenitores) no reducible a una selección individual clásica. Desde esta nueva perspectiva, la reproducción sexual es esencialmente una empresa cooperativa y las estrategias de apareamiento no son resultado de ninguna «guerra de sexos», sino de la confluencia de los intereses masculinos y femeninos.
8) ¿Podría contarnos muy brevemente su recorrido personal y científico, con sus hitos, así como sus investigaciones presentes y proyectos para el futuro?
Comencé mi carrera en el campo de la ecología teórica, en particular el contexto ecológico de la evolución, lo que me llevó a interesarme por el aspecto termodinámico del proceso evolutivo. Pero mi auténtica vocación siempre ha sido la de pensador, así que finalmente me he dedicado a la filosofía de la biología, con atención preferente a los problemas que plantea la sexualidad para la teoría darwiniana de la evolución. El foco de mis intereses científicos siempre ha sido la evolución, y así seguirá siendo en el futuro, porque mi próximo proyecto de investigación es la elaboración de un modelo teórico que dé cuenta del progreso evolutivo desde las formas simples hasta las más complejas.

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1 comentario:
Hola¡ Nos queda la duda de si la especie humana es monogama como otras especies? Nosotros pensamos que más bien no lo es, pero los condicionamientos históricos y culturales, pueden dar esa impresión.
Saludos¡
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