La distinción yo/no-yo es la más básica en biología. Es realmente lo primero que debes tener para no comerte a ti mismo, o para saber que algo es diferente de ti. La necesitas
- Petra Stoerig
Alguien dijo que estamos a 5 Darwins de solucionar el problema de la conciencia. Es decir, que nos faltan todavía conceptos, ideas, referencias, para situar el problema y poder darle una solución. Pero es un tema muy atractivo y mucha gente intenta decir algo sobre él. Un buen sitio para empezar y ver cuál es el problema, cuáles son las preguntas y qué es lo que deberíamos explicar es el libro de Susan Blackmore (aquí la entrevistamos sobre los memes) Conversaciones sobre la Conciencia. Es un libro viejo ya, de 2005 y traducido al castellano en 2010, pero no ha habido grandes descubrimientos desde entonces. En este libro Susan realiza aproximadamente las mismas preguntas a una serie de primeros espadas del mundo de la ciencia y la filosofía: David Chalmers, Patricia y Paul Chuchland, Francis Crick ( al que entrevistó en 2004, poco antes de su muerte) Daniel Dennett, Thomas Metzinger, Roger Penrose, Vilayanur Ramachandran, John Searle, Francisco Varela, Daniel Wegner,y otros.
Las preguntas de Susan Blackmore son que definan para empezar cuál es el problema de la conciencia y por qué es tan diferente la conciencia a otros problemas. Les pregunta a todos por el libre albedrío, a ver si creen que tenemos o no libre albedrío. Les pregunta también por el experimento mental filosófico conocido como el problema del zombi, a ver si creen que es posible que pudiera existir una criatura, un zombi, que actuara exactamente igual que nosotros pero que no tuviera subjetividad, que no hubiera un yo dentro de él que experimentara sensaciones subjetivas. Es decir, si creen que la conciencia es separable de la persona física y sus funciones. Les pregunta por los qualia, que son precisamente esas sensaciones subjetivas. Se suele definir un quale como la cualidad subjetiva de una experiencia sensorial, como la rojez o el dulce olor de una rosa… la sensación subjetiva que experimento cuando veo el color rojo. Y les pregunta también en qué medida el estudio de la conciencia ha cambiado su vida, es decir, si les ha afectado en lo personal, en la manera en que viven su vida.
Lo primero que llama la atención es la disparidad de respuestas, y esto es un poco descorazonador, desde mi punto de vista, ya que indica lo difícil que es ponerse de acuerdo incluso en gente con una sólida formación. Quiero decir que este grupo de científicos e intelectuales manejan la misma bibliografía y cultura, Dennett ha leído a Searle y viceversa, ambos han leído a Ramachandran, todos conocen el experimento de Libet y la principal ciencia detrás del tema que están tratando. Pero, sin embargo, su opinión sobre los temas planteados no es unánime (en unos temas más que en otros). Sobre el tema básico de la conciencia la mayoría coincide en que se trata de explicar la experiencia en primera persona, la subjetividad, es un problema entrelazado con el del Yo, y en el fondo es el mismo problema denominado mente-cuerpo. En este terreno vamos desde David Chalmers, que opina que nunca podremos explicar la conciencia, que la experiencia subjetiva no es reducible a un proceso cerebral, y llega a decir que la conciencia es un componente más del Universo, como el espacio o el tiempo, a los Churchland o Kevin O´Regan, que no aceptan ese dualismo y proponen que las experiencias son lo que el cerebro hace. Para los Churchland los qualia no son más que determinados patrones de activación de las células de procesamiento del área visual V4 o del núcleo geniculado lateral. Francis Crick recuerda que hace siglos también se decía algo parecido a lo que dice Chalmers sobre la vida, se hablaba de un élan vital, de un espíritu vital que no se podía explicar con la física y la química, pero eso lo hemos superado y olvidado. Pasará lo mismo con la conciencia.
Susan Blackmore |
En el tema del libre albedrío la mayoría creen que tenemos libre albedrío, menos Francis Crick, y la propia Susan. Todos se dan cuenta de que el sistema entero formado por el cerebro y el entorno parece causalmente cerrado (en otras palabras que no hay lugar para la intervención de un yo interior o poder consciente) y, sin embargo, les sigue pareciendo terriblemente duro pensar que todo lo que hacen sus cuerpos no es nada más que el producto de acontecimientos previos y sus consecuencias. Como expresó Samuel Johnson: “Toda la teoría niega el libre albedrío, y toda la experiencia lo confirma”.
En cuanto al problema del zombi probablemente son mayoría ( sobre todo los biólogos más que los filósofos) los que creen que no es posible la existencia de ese zombi filosófico, y Francis Crick o Varela no dedicarían ni un minuto a esa idea, pero hay bastantes que si son capaces de concebir estos zombies sin conciencia. Ned Bolck resume el sentir de otros cuando dice que nadie que se tome en serio la base biológica de la conciencia puede creer en este tipo de zombis. La fisiología del cerebro humano determina nuestra fenomenología (experiencias), y por tanto no puede existir semejante criatura, físicamente exacta a nosotros en cada molécula del cerebro, exactamente igual pero sin que haya nadie en casa, sin fenomenología.
En cuanto a la repercusión personal de los estudios sobre la conciencia en los expertos la mayoría no hablan de que les haya cambiado la vida. Algunos sí practican la meditación o comentan cambios en su vida pero parece que la mayoría no. Es interesante también la postura en el tema de la posible existencia de conciencia en los animales. No es una pregunta directa pero sale en algunas entrevistas, y aquí también tenemos a unos como Ramachandran que la niega, mientras que otros admiten una conciencia en animales aunque, por supuesto, no exactamente igual a la nuestra.
Pero esta es una web de ciencia que gira en torno al tema de la evolución. ¿Hablan los expertos de evolución? Pues salen a lo largo del libro referencias a que la conciencia ha sido diseñada por la evolución y se especula ligeramente acerca de cuál ha podido ser la presión selectiva que llevara a la existencia de la conciencia (y del yo, temas muy relacionados). Pero pocos entran por ese camino. Uno de ellos es Thoma Metzinger y, para concluir esta entrada, voy a transcribir una parte de su entrevista porque nos va a servir de introducción a la próxima entrada sobre este tema donde expondremos una posible solución al tema de la conciencia, la que plantea Nicholas Humphrey, psicólogo que no aparece en el libro de Susan:
Susan: Pareces estar diciendo algo bastante raro: en primer lugar, que en realidad no existe nada semejante al yo tal y como mucha gente lo concibe, y, en segundo lugar, que construir esa ilusión les ha resultado biológicamente útil a los genes. ¿Puedes explicar eso?
Thomas: Un modo de lo más sobrio y antirromántico de ver el contenido de la autoconciencia es como el contenido de un modelo transparente de sí mismo, como diría un filósofo. Hay una imagen interna de ti mismo que no puedes reconocer como imagen mientras está ahí, y el antirromanticismo consiste en considerarla un arma que emergió en el curso de la carrera armamentística de capacidades cognitivas. Durante millones de años hubo una competición constante entre los organismos de este planeta, cruel y sin compasión, y el desarrollo de cosas como la memoria, el pensamiento y mejores percepciones; fue tan importante como el de mejores piernas, mejores hígados o corazones. Me gusta ver el modelo del yo humano como un arma neurocomputacional, cierta estructura de datos que el cerebro puede activar de tiempo en tiempo, como cuando tienes que levantarte por la mañana e integrar tus percepciones sensibles con tu conducta motora. La máquina del ego simplemente se vuelve hacia su yo fenoménico, y ése es el momento en que tú apareces.
Tener un buen modelo de sí mismo significa tener éxito en un entorno determinado. Empieza con propiedades muy simples: necesitas saber hasta dónde puedes saltar, qué puede hacer tu cuerpo, lo grande que eres y dónde están tus límites, de modo que no te empieces a comer tus propias piernas, como de hecho hacían algunos animales primitivos, o como hacen ciertas personas con trastornos psiquiátricos. La pregunta es qué es lo que hace que un modelo del yo sea bueno. Puede que sea eficaz para tener un montón de hijos y nietos, o apropiado en relación con determinado entorno social
@pitiklinov
Referencia
3 comentarios:
Buscando info por otras cosas, me encuentro con este link: http://www.eldinamo.cl/2013/05/29/sindrome-de-cotard-la-extrana-enfermedad-hace-creerse-zombies-a-la-gente/
El afectado tiene el síndrome de Cotard, creyendo que es un muerto en vida. Me llama en exceso la atención esto:
“Su condición surgió después de que el hombre, que sufría de depresión severa, intentara suicidarse. Ocho meses más tarde, le dijo a los médicos que su cerebro había muerto o por lo menos, que le faltaba. Perdió el interés en fumar, dejó de hablar y se negó a comer ya que no tenía sentido “porque ya estaba muerto”.
“No sentía placer por nada. (…) Perdí mi sentido del olfato y del gusto. No tenía sentido comer porque estaba muerto. Era una pérdida de tiempo hablar porque nunca tenía nada que decir”, afirmó Graham.”
¿Una persona sin qualia? ¿Es posible que las versiones severas de Cotard nos ofrezcan realmente a los zombies teóricos de la filosofía?
"Lo primero que llama la atención es la disparidad de respuestas, y esto es un poco descorazonador, desde mi punto de vista, ya que indica lo difícil que es ponerse de acuerdo incluso en gente con una sólida formación."
A mí, por el contrario, me parece fascinante la riqueza y complejidad que promete la discusión de tales desacuerdos precisamente cuando se da entre "gente con una sólida formación". He pasado el fin de semana escuchando otra coral muy interesante sobre conciencia, libre albedrío, reduccionismo y demás enredos. "Moving naturalism forward" son quince horas de charla entre Sean Carroll, Jerry Coyne, Richard Dawkins, Terrence Deacon, Simon DeDeo, Daniel Dennett, Owen Flangan, Rebecca Goldstein, Janna Levin, David Poeppel, Massimo Pigliucci, Alex Rosenberg, Don Ross y Steven Weinberg. Todavía estoy babeando de placer. Resulta clarificador observar cómo, cuando ya no se trata de criticar la religión, sino de debatir sobre naturalismo entre naturalistas de diverso pelaje, vocingleros como Dawkins o Coyne, de pronto, ni saben, ni contestan. Dejo enlace por si alguien no tiene otra cosa mejor que hacer:
https://www.youtube.com/playlist?list=PLrxfgDEc2NxYQuZ5T6CSdS8uafdh0kmDL
Muy interesante tu observación y tu reflexión, Jose, creo que muy acertada.
A ver cuándo puedo ver ese vídeo, gracias por el enlace, Masgüel
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