domingo, agosto 03, 2014

La nariz de Darwin

La suerte juega un papel esencial en determinar el curso de la vida de una persona. Darwin cuenta en su autobiografía cómo todo su futuro dependió en cierto momento de unas circunstancias caprichosas y triviales:

“El viaje del Beagle ha sido de lejos el suceso más importante de mi vida, y ha determinado toda mi carrera; pero dependió de una circunstancia tan pequeña como que mi tío me ofreciera llevarme 30 millas a Shrewsbury, cosa que pocos tíos habrían hecho, y de tal nimiedad como la forma de mi nariz”

Robert FitzRoy, el capitán del HMS Beagle, el barco en el que Darwin pasó cinco años, no bromeaba del todo cuando consideró rechazar a Darwin porque pensaba que la forma de su nariz indicaba falta de determinación. Como muchas otras personas de su tiempo, el capitán Fitzroy  creía apasionadamente en la Frenología, una pseudociencia popular en el siglo XIX, que decía que las facultades y características psicológicas de una persona se revelaban en los contornos del cráneo. También tenía confianza en un sistema similar a la Frenología que afirmaba poder juzgar el carácter de una persona por sus rasgos faciales. Los rasgos anchos y plácidos de Darwin parecían indicar una falta de resolución interna y una energía insuficiente. Pero, a pesar de sus reservas con la nariz de Darwin, Fitzroy quería sobre todo un compañero para su largo viaje que fuera a sus ojos un caballero, un hombre de su misma clase social. El primer encuentro entre los dos fue un éxito y Fizroy decidió que, con la nariz equivocada o sin ella, Dawin era una persona adecuada para unirse a él en el viaje del Beagle. Sin este viaje es dudoso que Darwin hubiera llegado a la idea de la selección natural y hubiera escrito el Origen de las Especies.

Fitzroy era un aristócrata con inquietudes científicas, pero era profundamente religioso. Tras el regreso del Beagle ganó mucha fama. Publicó un libro en dos tomos sobre el viaje y luego fue gobernador de Nueva Zelanda y encargado del primer Servicio de Meteorología británico, dedicado a ayudar a la navegación de los barcos. Le nombraron miembro de la Royal Society con el apoyo de sus trece miembros, incluído Darwin (su trabajo en Hidrografía fue muy reconocido). Pero la publicación del Origen de las Especies fue un duro golpe para él. Fitzroy estuvo en el debate de Oxford de 1860 en el que participaron varios científicos y filósofos y se cuenta que se levantó en el medio de la sala con una biblia pidiendo a los presentes que creyeran en Dios y no en el hombre.

Fitzroy tuvo la desgracia de sufrir el fallecimiento de su mujer y de una hija ( tuvo tres hijas y un hijo) y se casó en segundas nupcias  con Maria Isabella Smyth con quien tuvo otra hija, pero sufría en sus últimos años de mala salud, de depresión y de dificultades económicas. El 30 de Abril de 1865 cometió suicidio cortándose la garganta con una navaja (curiosamente, el capitán anterior del Beagle, Pringle Stokes, también se suicidó). Como se había gastado toda su fortuna personal en asuntos públicos se pidió para su viuda una pensión vitalicia, que le fue concedida, y la reina Victoria la permitió vivir en Hampton Court hasta su muerte.

@pitiklinov

Referencias




1 comentario:

Miquel dijo...

Contaba el zoólogo Desmond Morris en su autobiografía: “Con Napoleón empezó todo. Si no fuese por él, no estaría aquí escribiendo estas palabras, ya que fue una de sus balas de cañón, disparadas en la guerra peninsular, la que arrancó el brazo a mi tatarabuelo, James Morris, alterando así el curso de la historia de mi familia”.

Algunos segundos parecen determinantes para provocar cambios drásticos en nuestras vidas, pero ¿tienen más importancia unos segundos que otros en el devenir de los acontecimientos? ¿Por qué?

Claro, existen casualidades. Pero hay algún momento en tu vida que no esté marcado por la casualidad. Nada de lo que estás haciendo ahora hubiera ocurrido si el número agraciado con el gordo de la lotería en las últimas navidades hubiera sido el tuyo. ¿Por qué nuestras vidas dependen tantas veces de lo que ocurre con el azar?

¿De qué depende todo? ¿Está todo ligado al azar? ¿O, simplemente, no existe?