domingo, febrero 25, 2018

¿Piensan en el futuro los animales?

Los animales no humanos (lo dejamos en adelante en animales) no aprovechan el futuro para dominar su entorno de la misma manera que lo hacen los humanos. La mayoría de científicos y filósofos, como Schopenhauer, ha considerado que los animales están anclados en el presente. Sin embargo, en las últimas décadas algunos psicólogos comparativos han ido poniendo sobre la mesa una serie de datos que documentan conductas que están orientadas hacia el futuro. Como consecuencia de ello, se han formado dos bandos dentro de la literatura: uno que tiende a enfatizar las posibles continuidades entre el pensamiento acerca del futuro de humanos y animales y otro que enfatiza las discontinuidades, las diferencias. 

Esa dicotomía entre continuidad y discontinuidad es un tanto falsa porque hay una serie de cosas en las que ambos grupos están de acuerdo. Por ejemplo, ambos bandos están de acuerdo en que los animales actúan a menudo de forma que aumenta su supervivencia y oportunidades reproductivas sin representar mentalmente el futuro. Las conductas orientadas al futuro no requieren necesariamente planificación y pueden deberse a procesos innatos. También pueden aparecer por aprendizaje asociativo. También ambos bandos están de acuerdo en que pensar en el futuro no es un proceso de todo o nada, una especie de módulo que se tiene o no se tiene. En los humanos los diversos componentes del pensamiento acerca del futuro van apareciendo progresivamente a diferentes edades y hay diferencias individuales entre adultos. Esto que ocurre en la ontogenia podría haber ocurrido en la filogenia. En definitiva, la mayoría de los autores estarían de acuerdo en que hay cierto pensamiento hacia el futuro en animales pero también en que hay diferencias en ese pensamiento sobre el futuro entre los humanos y el resto de los animales, que los animales no tendrían la capacidad de “viajar mentalmente en el tiempo”.

En esta entrada vamos a ver lo que dice una revisión que es un capítulo de un libro  dedicado precisamente a la psicología de pensar en el futuro. Los autores presentan los datos disponibles en seis dominios diferentes: 1) navegación y planes de ruta, 2) elección intertemporal y retraso de la gratificación, 3) preparación para amenazas futuras, 4) adquirir y construir herramientas para solucionar futuros problemas, 5) adquirir, guardar e intercambiar fichas por futuras recompensas y 6) actuar en base a futuros deseos. Como luego veremos, tal vez la prueba definitiva para los investigadores que quieran demostrar el pensamiento sobre el futuro de los animales sería falsificar la hipótesis de Bischof-Köhler que dice que los animales no pueden imaginar y prepararse para futuros deseos que entran en conflicto con sus deseos actuales. Por ejemplo, no podrían imaginar y prepararse para un futuro en que tengan hambre cuando están saciados. Lógicamente, en animales sin lenguaje no podemos observar directamente el pensamiento sobre el futuro lo que complica mucho el tema pero vamos a ver los datos que tenemos.

Navegación y planes de ruta

Estudios clásicos demuestran que ratones, chimpancés, e incluso abejas, utilizan “mapas cognitivos”  para moverse por el entorno. Pero también hay investigaciones recientes muy interesantes que sugieren que los animales pre-experimentan las rutas que van a seguir en su cabeza. Y esto se sabe porque se ha registrado directamente la actividad de ciertas células del hipocampo de ratones y se ha visto que producen patrones similares de encendido justo antes de que los animales tomen un camino y cuando lo toman. Esto podría indicar que los ratones representan mentalmente secuencias específicas de navegación antes de tomarlas pero no indica necesariamente que los ratones incluyan esas representaciones dentro de un contexto de futuro. En humanos, la representación de potenciales futuros eventos es a menudo espontánea y está desconectada de una conciencia de la ubicación temporal de esos eventos (por ejemplo mientras divagamos mentalmente). Si los ratones tienen proceso cognitivos similares es posible que experimenten representaciones de secuencias de navegación como una forma adaptativa de imaginería mental desconectada temporalmente. Algunos modelos computacionales dicen que el disparo de las células del hipocampo de los ratones puede ser generado por actividad al azar de las redes neuronales. 

Hay observaciones en primates que indican también planificación de rutas o actividades futuras. Por ejemplo, chimpancés hembra del bosque de Tai prefieren dormir en madrigueras o lugares cercanos a donde van a desayunar al día siguiente, lugares donde hay fruta rica en calorías. También se ha observado que se van antes del lugar donde han dormido cuando las frutas que van a desayunar están más lejos. Esto podría indicar que los chimpancés tienen una planificación flexible de su sueño y de su partida en busca de comida. 

El problema es que no podemos sacar conclusiones definitivas porque no podemos descartar que estas conductas se deban a predisposiciones innatas, procesos de aprendizaje o una combinación de ambos. Es posible que la selección natural favorezca conductas como dormir cerca del lugar de la comida sin que los individuos tengan mentalmente una representación mental del desayuno del día siguiente. Y lo mismo valdría respecto a levantarse más temprano.

Elección intertemporal y retraso de gratificaciones

Los animales renuncian a veces a una recompensa inmediata para preferir otra más lejana en el tiempo. Sin ir más lejos, cuando una araña construye una telaraña  está renunciando a comer o a oportunidades de emparejarse para conseguir comida en el futuro. Pero está claro que esto no indica que piensen realmente en el futuro. 

En experimentos de laboratorio se ha visto que en general los animales, desde palomas a chimpancés, prefieren la recompensa inmediata. En ciertos paradigmas de investigación los chimpancés han sido capaces de esperar hasta tres minutos por la recompensa, o incluso hasta ocho minutos. Pero hay razones para ser escépticos con estos experimentos porque el procedimiento se repite muchas veces y es posible que los animales actúen por aprendizaje, por asociación, o respondiendo a determinadas pistas y claves del entorno y no por pensar en el futuro.

Evitar amenazas futuras

La respuesta a las amenazas inmediatas es el miedo, pero muchos animales son capaces de responder también a amenazas que no se han materializado o no están presentes todavía. Esta preparación para amenazas que todavía no han ocurrido es una respuesta cognitiva y fisiológica que llamamos ansiedad, la cual implica cambios hormonales, de frecuencia cardíaca, de hipervigilancia, etc. Y los animales pueden manifestar también esta respuesta de ansiedad. El problema vuelve a ser una vez más que esta respuesta de ansiedad puede ser evocada por claves o pistas en el ambiente, como el olor de un depredador, o por encontrarse en un espacio abierto, etc., mecanismos que pueden ser innatos o aprendidos. No podemos deducir por completo que haya una representación del futuro.

En el apartado anterior hemos visto los experimentos de anticipar recompensas futuras y cómo los animales son impacientes y tienden a la recompensa inmediata. Pero sería muy interesante hacer estos mismos experimentos con amenazas futuras en vez de con recompensas futuras ya que las amenazas pueden ser una motivación más fuerte incluso que las recompensas. Sería interesante diseñar algún experimento que mida la preparación para amenazas futuras pero este diseño tendría problemas éticos porque implicaría inducir emociones negativas en los animales, así que habría que basarse necesariamente en estudios observacionales.

Adquirir y construir herramientas para solucionar problemas futuros

Mucha de la evidencia que se cita para apoyar el pensamiento futuro en animales se basa en la utilización de herramientas por primates. En algunos experimentos con bonobos y chimpancés se les entrenaba para utilizar una herramienta para conseguir comida y luego se les dejaba escoger unos objetos para llevarse fuera de la sala cuando la recompensa no estaba disponible. Escogían la herramienta apropiada con más frecuencia y algunos de ellos volvían con la herramienta a la sala para usarla cuando estuviera disponible la recompensa (hasta 14 horas después). Pero volvemos al problema de que hay un entrenamiento y estas conductas pueden deberse a aprendizaje asociativo. Hay otros experimentos más modernos que no vamos a detallar pero el caso es que no consiguen descartar del todo el problema del aprendizaje.

Adquirir, guardar e intercambiar fichas a cambio de recompensas futuras

Hay muchos estudios donde se les enseña a los animales que determinadas fichas u objetos (como una paja de cierto color) pueden ser intercambiado por recompensas. Cuando luego se les da la opción de escoger entre una serie de objetos (tanto las fichas como unos objetos distractores) los animales suelen preferir el objeto intercambiable pero se ha visto que no son capaces de intercambiar la ficha a largo plazo, lo que indica que no se la llevaron para intercambiarla. Volvemos al problema de que la escogerían por una asociación con una recompensa. Parece incluso que se llevan la ficha o el objeto intercambiable en base a su “utilidad pasada” más que porque sean capaces de representar y razonar acerca de un futuro intercambio en el que les sería útil.

Actuar con deseos futuros en mente

Como decíamos más arriba, los investigadores llevan décadas intentando falsificar la hipótesis de Bischof-Köhler que propone que los animales no pueden imaginar y prepararse para un estado motivacional futuro diferente a su estado motivacional actual. Es decir, que no pueden imaginar tener en el futuro otros deseos o impulsos que los que ahora tienen. Y, de momento, no lo han conseguido. Parece que a los animales sólo les motivan las necesidades actuales y que tienen dificultades para imaginar futuros deseos. 

Pero también hay observaciones que ponen en duda esta hipótesis como es el caso del chimpancé Santino. Este chimpancé era capaz de apilar montones de piedras por la mañana y luego se las arrojaba a los visitantes del zoo. Pero también se pone en duda hasta qué punto esta conducta está orientada al futuro. Las piedras las recopilaba en un momento de tranquilidad y luego las lanzaba cuando estaba excitado. Habría que replicar estas observaciones en estudios experimentales.

También hay estudios en córvidos a los que se ha saciado de comida y luego se les sigue dando cacahuetes y éstos los guardan aunque en ese momento ya están saciados. Pero volvemos al eterno problema de la asociación o el aprendizaje.

Conclusiones

La conclusión provisional más segura es que ausencia de evidencia no es lo mismo que evidencia de ausencia. No podemos descartar que los animales no humanos tengan algún tipo de representación y de pensamiento del futuro pero no tenemos pruebas inequívocas de ello. Por un lado, el pensamiento en neurociencias más influyente actualmente considera que los cerebros son “máquinas de predicción”, es decir, que son una especie de simuladores virtuales cuya función principal es anticipar el futuro. Y los cerebros de ratones y sobre todo simios son muy similares a los nuestros.

Por otro lado, hay también una línea de investigación sobre la relación entre los recuerdos y nuestra capacidad de imaginar un futuro según la cual recuerdos e imaginación son dos caras de la misma moneda. Por ejemplo, personas amnésicas, personas con lesiones que les impiden recordar son incapaces también de pensar en el futuro: los recuerdos son la base para imaginar el futuro. Y creo que en lo que no hay ninguna duda es en que los animales tienen memoria y tienen recuerdos así que podrían tener los ladrillos para pensar en el futuro.

Lo que también es necesario es ampliar el número de especies estudiadas que hasta ahora han sido principalmente ratones, chimpancés y córvidos. Sería muy interesante estudiar elefantes, cetáceos, perros y loros, por ejemplo. En definitiva, hace falta más investigación para esclarecer la continuidades y discontinuidades entre los humanos y el resto de animales con respecto a la capacidad de pensar en el futuro. En la tabla tenéis un resumen de todo lo tratado.




@pitiklinov


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sábado, febrero 17, 2018

¿Por qué en la especie humana se hace más énfasis en la belleza femenina?

Hay bastantes datos de que en la especie humana se hace más énfasis en el atractivo físico en el caso de las mujeres. Esto está muy documentado en las sociedades occidentales pero también en estudios trans-culturales se ha observado que los hombres muestran una mayor preferencia por el atractivo físico de sus parejas que las mujeres. Los pocos estudios trans-culturales a gran escala coinciden con los de poblaciones occidentales y en otros se ve que el empleo de la belleza femenina en anuncios está también extendida en todas las culturas. Las mujeres, por ejemplo, muestran más ansiedad acerca de su aspecto físico y sufren más trastornos de alimentación.

Este énfasis en la belleza femenina ha desatado la indignación de las feministas desde el comienzo de este movimiento y ha supuesto un enigma para los evolucionistas. El mismo Darwin se dio cuenta de este problema porque en la selección sexual en el caso de la mayoría de las especies son los machos los que suelen mostrar los adornos y los que utilizan el atractivo físico para atraer a las hembras. El ejemplo clásico es la cola del pavo real. Sin embargo en la especie humana es al revés.  Dawkins también se pregunta en el Gen Egoista cuál puede ser la explicación sin encontrarla:

“Pero de media no hay duda de que en nuestra sociedad el equivalente de la cola del pavo real es exhibido por la mujer y no por el hombre…Enfrentados con estos hechos, un biólogo se vería forzado a sospechar que estamos observando una sociedad en la que las hembras compiten por los machos más que al revés…¿Se ha convertido de verdad el hombre en el sexo más buscado, el que está en demanda, el sexo que puede permitirse ser selectivo? Y si es así, ¿por qué?


Aquí voy a comentar la respuesta que da Jonathan Gottschall en el artículo que cito en la bibliografía. Symons ya dio una primera respuesta a la pregunta de Dawkins cuando planteó que el énfasis en el atractivo físico de las mujeres en todo el mundo reflejaba la gran variabilidad y detectabilidad del valor reproductivo de las mujeres, especialmente aspectos del valor reproductivo de las mujeres que pueden ser evaluados simplemente por la edad. Symons resumió: “el valor reproductivo de una mujer puede ser medido de manera más segura por su aspecto físico que el valor reproductivo de un hombre”.

La solución de Symons es acertada pero no es completa. La solución al puzzle es darse cuenta de que la especie humana es una especie donde hay una reversión parcial de roles. Es decir, nos hemos comparado con las especies equivocadas. El modelo actual entre los biólogos reconoce tres factores básicos que determinan el grado de elección que realiza cada sexo: la inversión parental, la variación en la calidad de la pareja y el coste de elegir. En la mayoría de las especies animales, y especialmente entre los mamíferos, la inversión por defecto de las hembras en la reproducción es mucho mayor que la de los machos y por eso se da el patrón de competición entre machos y elección femenina. Pero ocurren excepciones a esta regla cuando: 1) los machos también invierten mucho en la reproducción, 2) cuando la variación en la calidad de emparejamiento de la hembra es alta y/o 3) cuando los costes de la elección para los machos son muy bajos (estos costes se refieren al aumento de oportunidades, al coste de buscar pareja y a los costes de competir por la pareja). El caso es que estas condiciones dan lugar a un continuo desde especies donde hay una reversión parcial de roles, como la humana, en donde los machos son a la vez selectivos y competitivos, es decir, eligen pero también tienen que competir. Y hay otras especies donde hay una inversión total de roles como los caballitos de mar en las que los machos hacen la mayor inversión en la reproducción y son por tanto los que eligen y las hembras compiten.

Según algunos estudios comparativos, la variación en la calidad femenina puede influenciar la selectividad de los machos a la hora de elegir  tanto como la inversión parental. La selectividad de los machos puede surgir en especies con poca inversión parental siempre que la variación en la calidad femenina sea lo suficientemente alta. Los machos exigentes discriminan en base a los indicadores fenotípicos de fecundidad femenina. Esta preferencia de los machos por indicadores de fecundidad es mayor en especies poligínicas. En sistemas más monógamos la preferencia por fecundidad se balancea con la preferencia por buenos genes. Así que si tenemos todo esto en cuenta el puzzle empieza a no ser tan complicado: los humanos -que tienen una excepcionalmente alta inversión parental y alta variación en la calidad como pareja de la mujer-  representan un ejemplo de especie con una revisión parcial de los roles. Los machos de estas especies son competitivos pero también son más selectivos al elegir pareja. En docenas de especies con rol revertido parcialmente que se conocen -peces, insectos y otros invertebrados- los machos discriminan en base al atractivo físico. Estos machos prefieren hembras con indicadores fenotípicos de fecundidad y, según el grado de monogamia, de buenos genes.

Por lo tanto, el éxito reproductivo del sexo que elige se basa en tres cosas: inversión parental, fertilidad y buenos genes y la teoría predice que la preferencias en cada especie estarán sesgadas hacia aquellos rasgos que muestren la mayor variación y detectabilidad en el sexo contrario. Tenéis el resumen en el gráfico. La predicción fundamental es que los hombres y las mujeres mostrarán fuertes preferencias por los rasgos reproductivos que 1) varían más en el otro sexo y 2) pueden ser detectados de una manera fiable. Vamos a analizarlo.

El éxito reproductivo de la mujer depende mucho de la inversión paterna y hay mucha variación en la capacidad y deseo de los hombres de invertir en los hijos. Por lo tanto, es de esperar una fuerte preferencia de las mujeres por indicadores de capacidad de inversión parental y de voluntad de invertir. Las mujeres ancestrales no pudieron permitirse concentrarse sólo en el atractivo físico de los hombres. Las mujeres que se concentraron sólo en el atractivo físico tuvieron una éxito reproductivo menor que las que balancearon o supeditaron sus deseos de machos atractivos físicamente con sus deseos por machos que proveyeran recursos. En relaciones sexuales a corto plazo sí podemos esperar que las mujeres hagan más énfasis en indicadores de buenos genes. Pero aún así, hay datos de sociedades preindustriales en las que se ve que los hombres elegidos como parejas a corto plazo también proveen recursos y que a veces la relación a corto plazo es un paso hacia una relación a más largo plazo. Todo esto predice que la inversión parental  no es una factor insignificante, ni siquiera en relaciones a corto plazo.

Por otro lado, la variación en fertilidad de los hombres es menor y es difícil valorar por claves externas la fertilidad de los hombres (excepto en los muy jóvenes, muy viejos o muy enfermos) ya que pueden ser fértiles hasta edades muy avanzadas. Por eso, es de esperar que la fertilidad masculina juegue un papel menor en las decisiones de emparejamiento de las mujeres.

En el caso de los hombres ocurre todo lo contrario. La fertilidad de las mujeres varía enormemente y además es predecible en base a claves sencillas como la edad y parece que también la figura y los rasgos de la cara. Sin embargo, hay menos variación en la inversión parental que realizan las mujeres, que es muy alta y relativamente fija (embarazo, lactancia, cuidados los primeros años…). Los hombres ancestrales podían dar por garantizada esa inversión y concentrarse en otros rasgos. La preferencia de los hombres por el atractivo físico ocurre también en relaciones a corto plazo como a largo plazo aunque en las relaciones a largo plazo los hombres balancean las pistas que indican fertilidad con las que indican buenos genes.

El meollo del asunto es este: En contraste con las mujeres ancestrales, que tuvieron que balancear sus preferencias por el atractivo físico de los hombres con sus preferencias por hombres que realizaran inversión paternal, los hombres ancestrales no se vieron obligados a ceder tanto con respecto al atractivo físico. Como podían dar por supuesta la inversión parental de la mujer se pudieron concentrar en indicadores fenotípicos de fertilidad y buenos genes.

En definitiva, en la especie humana se da una situación en la que tanto hombres como mujeres eligen y compiten, seleccionan características del otro sexo que indican un mayor éxito reproductivo pero también tienen que competir con los individuos de su propio sexo por el acceso a las mejores parejas disponibles en el “mercado”. Este aspecto de la competición intrasexual en las mujeres ha sido poco estudiado hasta fechas recientes. Y un aspecto en el que compiten es precisamente el que constituye el tema de esta entrada promocionando su atractivo físico y derogando el de las competidoras.

@pitiklinov

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