viernes, enero 31, 2014

El Dios de cada cual


Por otro lado, el problema de la alucinación tiene que ver en gran manera con el hecho de que concibamos culturalmente, o no, una “instancia externa” supranatural con la que pueda existir un intercambio bi o unidireccional, según cómo y cuando. Si es desde uno a la instancia se ora, si es desde la instancia a uno hay revelación. Si no hay nada y hay deprivación sensorial por exceso o por defecto, entonces se alucina en un bucle interno intracerebral reverberante sin instancia interna o externa a la que proyectar. Si hay las dos cosas, oración y revelación, entonces entramos en lo místico. (Francisco Orengo)



Escribo este post animado por varias circunstancias que se han unido estos dias en mi inconsciente narrativo. Una de ellas es este post que escribí en mi otro blog y del que éste es una apoyatura o tratará de serlo. La otra es la noticia leída hoy en un periódico de tirada nacional acerca de la publicación por parte de Francisco Mora (pinchar sobre el nombre para ver una entrevista en TV3) de un nuevo libro sobre neuroteología que se titula "El Dios de cada uno". En él, Mora pasa revista a la idea en clave evolutiva de que la "religiosidad" es adaptativa y ha servido a los fines de la supervivencia -muy popular en ciertos ambientes neurocientíficos- y vinculada a la idea de que la pulsión religiosa es algo así como un hecho biológico, una especie de rasgo de personalidad innato que en términos vulgares puede ser traducido (esto es lo que la gente entiende) que el sentimiento religioso anida en algun gen de nuestro patrimonio genético, que Dios vive entre nuestras neuronas o algo así.


Ni que decir tiene que estoy en contra de esta teoría, tal y como ya comenté en varios posts anteriores. Lo cierto es que el sentimiento religioso es un subproducto social, es decir un rastro de nuestras habilidades sociales (sociabilidad) que están determinadas genéticamente como corresponde a toda especie gregaria, si hemos sobrevidido ha sido efectivamente gracias a nuestra capacidad de establecer vínculos significativos con los otros. La religiosidad es inseparable de ciertos rasgos biológicos como son el apego, la necesidad de pertenencia o la afiliación. Dicho de otra manera estamos diseñados para el etnocentrismo, para la adherencia a un clan, a una ciudad, una patria, una bandera, a un himno, a un campanario y a una religión. Ese es precisamente nuestro drama como especie y el cuello de botella que aplasta nuestra evolución hacia otros niveles de conciencia más abarcativos o universales.


Ignoro la razón por la que el que inventó a Dios lo puso en el cielo en lugar de meterlo en nuestro interior, en el centro de la mente. Lo cierto es que lo puso en un lugar inalcanzable y aun más: la comunicación entre El y el hombre pasó a ser imposible directamente y sometida al escrutinio de una casta iniciática especializada en su traducción: curas, sacerdotes, iniciados, santos, místicos, pastorcillos, mártires y herejes. Meter a Dios fuera del horizonte de la mente humana individual y meterlo además en un lugar inhóspito ha traido ciertas consecuencias sobre el desarrollo del psíquismo humano.


La primera consecuencia es que el hombre, al fiarlo todo en el afuera, es un completo analfabeto sobre lo que tiene dentro y a pesar de los grandes maestros que han insistido en no buscar afuera lo que podemos encontrar en nosotros mismos es posible afirmar que la mayor parte de la población -aun sin creer en Dios- sitúa en el afuera, es decir en el no-Yo las cosas que le suceden sin sentido o no puede comprender tal y como hicieron nuestros ancestros en el paleolítico, bien sea para adorar una fuerza natural, un tótem, un ídolo, un Dios o el culto a las personas concretas.


Lo de afuera es lo ajeno, lo inconmensurable: le llamamos lo sobrenatural y ahí depositamos la causalidad de lo que nos sucede aquí cuando esa causalidad carece de explicación razonable: "Dios lo quiso así" ha sido el argumento tranquilizador para gran parte de la población sometida a las adversidades de la vida, es una explicación poderosa puesto que los designios de Dios son imposibles de adivinar y desde luego son tranquilizadores porque al menos apelan a un cierto sentido, a un orden (aunque inescrutable) de las cosas. Siempre es mejor atribuir al designio divino una calamidad que pensarlo desde el lado del sin sentido. A fin de cuentas a nosotros los sapiens lo que nos interesa no es la verdad sino el sentido de las cosas.

Pero la idea de un Dios alejado viviendo en algún lugar inaccesible del Cosmos ha tenido más consecuencias a largo plazo: ha dotado de explicaciones esotéricas a fenómenos bien conocidos aunque mal explicados por la ciencia. Pongo el ejemplo de la alucinación de la que hablé en este post y donde apuntaba hacia la posibilidad de que el fenómeno alucinatorio andaba de la mano junto a la predisposición de los humanos a obtener explicaciones sobrenaturales sobre fenómenos que en realidad -como los sueños- nos están representando a nosotros mismos y nos aluden o apelan en lo más íntimo. No quiero decir con eso que la alucinación como fenómeno neurobiológico proceda del hecho de creer en un Dios inalcanzable que está en el cielo, lo que quiero decir es que usualmente las explicaciones que los alucinadores dan a su alucinación son sobrenaturales, tanto los alucinadores patológicos (psicóticos) como aquellos heautoscópicos que han tenido experiencias cercanas a la muerte.


Se encuentra ciertamente difundida -por parte de ese fenómeno religioso que llamamos new age- la idea de que en realidad los alucinados ven cosas que nosotros somos incapaces de ver, y volvemos así al concepto griego de "enfermedad sagrada". No se trata en esta concepción del fenómeno que el cerebro del alucinado se halle distorsionado de una u otra forma sino que somos nosotros -los que no alucinamos espontáneamente- los que padecemos de algún extraño déficit corregible con ciertas experiencias con drogas o a través de ciertas practicas espirituales. Es verdad que intoxicados por ciertas drogas somos capaces de tener experiencias visionarias de lo más interesantes pero esta experiencia no representa de ningún modo una conexión con lo sobrenatural ni con Dios sino con las posibilidades de nuestra conciencia expandida inexploradas.

"No hay que buscar afuera lo que tienes dentro", le dijo fray Pedro de Alcántara a Santa Teresa de Jesús cuando está le consultó a propósito de sus desgarros interiores motivados por sus alucinaciones continuas que ella interpretaba como favores de Dios. Esta sencilla prescripción del franciscano fue suficiente para invertir el rumbo de la vida espiritual de Teresa desde la contemplación pasiva y torturante de fenómenos alucinatorios constantes hacia una vida social de reforma y viajes. Pedro de Alcántara la curó de sus alucinaciones invirtiendo el sentido de su experiencia y haciéndole ver otra misión para sí misma, encontrándole un lugar en lo simbólico. A partir de entonces Teresa ya no fue una alucinada sino una fundadora.

Efectivamente el viaje interior es el más eficaz de todos los viajes, volver el rumbo hacia nosotros mismos en lugar de prestarle atención a los designios divinos tiene consecuencias psicológicas importantes sobre la salud de las personas. En realidad, la alucinación sólo es patológica cuando uno trata de explicársela a partir de narraciones extraordinarias y fuera de la realidad que incluyen distorsiones importantes por sí mismas. Para una persona del siglo XVI que aspiraba a la santidad la alucinación no tiene la misma trascendencia que para un sujeto laico y contemporáneo nuestro que carece de intereses religiosos y que no ha alcanzado el suficiente nivel de conciencia para integrar su experiencia -sea la que fuere- en su narración vital. Es así como se comienza a delirar y todo delirio construye por sí mismo irrealidades que alejan cada vez más al alucinado de su posición de salida, es por eso que decimos que la experiencia alucinatoria es enloquecedora por sí misma.


La psicosis, por cierto no es sólo una enfermedad alucinatoria o una ocurrencia extravagante sino una alucinación a la que no se encontró sentido y que se transvistió en delirio y que una vez establecido se hizo fuerte en las creencias individuales modificando para siempre la experiencia consensuada, hay algo en la psicosis que el sujeto se niega a abandonar. ¿Qué? Pues su concepción del mundo tal y como por cierto hacemos nosotros, adheridos siempre a nuestras viejas y a veces insostenibles ideas.

De manera que lo que caracteriza a la psicosis no es la alucinación (incluso hay psicosis sin alucinaciones) sino la convicción en defender el delirio que interpretará a las alucinaciones y su adherencia ulterior al pensamiento no consensual que caracteriza la psicosis.

Lo cierto es que todo el sistema atributivo de una alucinación se modificaría si Dios en lugar de haberse ubicado en el cielo hubiera sido puesto en medio de nuestra mente como un contenido mental más. Si tuviéramos la convicción de que en nosotros hay una chispa divina en lugar de poner todo el fuego en lo celestial, la alucinación hubiera cambiado su color y no sería posible aludir a lo sobrenatural como explicación de experiencias no consensuadas de conciencia.

Pero el asunto se complicó más porque el que inventó a Dios y lo situó en lo alto enseguida encontró a otro que inventó al demonio y lo situó en el abajo.

Y de ahí se nutren la mayor parte de las alucinaciones y de los delirios y tiene su explicación en ese orden inventado en el que alguien decidiera que la comunicación con Dios era imposible pero no así con el demonio que andaba con nosotros, tan cerca que incluso a veces podía poseernos (como sostenían los teólogos de la Edad media) y hacernos sentir cosas que no estaban en nuestra naturaleza, una explicación de la causalidad que una vez más ponía la causa en el afuera, esta vez en el abajo. El demonio y el Mal fueron así dispuestos como más cercanos y accesibles a lo humano que el propio Dios que se mantenía mudo y a distancia.

No es de extrañar pues que la mayor parte de las alucinaciones contengan imaginería torturante, órdenes, influjos malévolos, espionajes, persecuciones, delaciones, traiciones, imprecaciones, insultos, comentarios humillantes, infidelidades, envenenamientos, transmisión mágica de enfermedades, localizaciones de vacíos inconcretos, ondas controladoras, robos del pensamiento, difusión de la identidad, enamorados perseguidores, fragmentación del mundo, hilo directo con extraterrestres, Dioses y diablos de cualquier naturaleza y todas las versiones de lo apocalíptico según el nivel narrativo de cada cual.


Una minoría, sin embargo es capaz de alucinar con cosas agradables, otros viven en una especie de megalomanía subproducto de un narcisismo mal resuelto, los maníacos que creen ser millonarios, omnipotentes o genios, inventores, profetas, adivinos, hijos o hijas de Dios o ser señalados por el dedo de la divinidad en una especie de implosión de hybris que de cualquier forma sitúa al alucinado fuera de la realidad.


Efectivamente, Dios de ser alguna cosa es un lugar, pero yo creo que habita entre nosotros y está en mí. Hay una chispa divina en cada uno de nosotros lo que sucede es que nos hemos conformado con acceder a ese Dios inalcanzable que está en los cielos y con el que no podemos relacionarnos más que a través del delirio o la alucinación sucedáneos de otras posibilidades de nuestra conciencia expandida.




Dios no es una alucinación como propone Dawkins es simplemente una idea indemostrable, o más que una idea es un lugar, un dedo que debió señalar en el centro de la frente de los humanos y nunca al azul del cielo.

miércoles, enero 29, 2014

¿Por qué no hay más “control sexual mental” en la naturaleza?

Un tema absolutamente fascinante en Biología es el de los parásitos que alteran o controlan la conducta de sus huéspedes de manera que los convierten en auténticos zombies a su servicio. Tienes una pequeña revisión de este interesante tema de la Neuroparasitología aquí. Algunos autores proponen incluso que los parásitos podrían influir en la evolución de la personalidad de los animales. Siguiendo la lógica de este tipo de manipulaciones podríamos pensar que a un parásito que se transmite por vía sexual podría interesarle aumentar la libido, o la frecuencia de las relaciones sexuales, del huésped para así aumentar su difusión. Este podría ser el caso del virus VIH. Lo mismo que otros virus provocan estornudos el VIH podría alterar algún parámetro del huésped que aumentara su probabilidad de tener relaciones sexuales. Sin embargo, parece que no hay ejemplos , o son muy raros, de este fenómeno en la naturaleza y un reciente estudio ayuda a aclarar la causa.

El trabajo en cuestión es una simulación matemática con dos cepas de una especie hipotética de parásito: un ancestro que no hace que sus huéspedes tengan más sexo y un mutante que sí (probaron diferentes cepas de mutantes con creciente manipulación de la conducta sexual) . Se les suelta y se mira cómo compiten. El resultado es que, en la mayoría de las simulaciones, los mutantes no evolucionaron hacia hacer que sus huéspedes tuvieran más sexo. O bien perdían la capacidad de manipular la conducta sexual del huésped o bien morían.

Los investigadores especulan con que tal vez el control mental sexual resulta muy costoso energéticamente para el parásito, causa demasiado daño al huésped, o ambas cosas a la vez. Por ejemplo, el huésped podría focalizarse demasiado en el sexo y no dedicar tiempo a buscar comida o bebida. O tal vez para alterar la conducta sexual del huésped tendría que segregar un montón de feromonas o productos que debilitarían al parásito a la larga.

Esto es lo que dice el estudio pero a mí me sigue pareciendo extraño la ausencia de este tipo de manipulación en la naturaleza. No sé si es que casos de este tipo son raros o que todavía no hemos sido capaces de descubrirlos. Habrá que esperar acontecimientos.



@pitiklinov

martes, enero 28, 2014

Buscando a nuestros predecesores europeos (entrevista a Antonio Rosas)


Antonio Rosas en el yacimiento de la Boella

Antecessor significa, en latín, dos cosas: explorador, aquel que va de avanzadilla en el ejército, por ejemplo (pocos ejemplos más tendremos en aquella época fuera del omnipresente y omnipotente ejército), y, también ancestro. El término lo propuso el sabio Eudald Carbonell, el mismo que, con su intuición basada en años de experiencia en excavaciones arqueológicas y paleontológicas, decidió “explorar” un determinado nivel estratigráfico en la zona del yacimiento de Atapuerca conocida como Gran Dolina. Se hizo una prospección allí dónde se esperaba encontrar algo. Y se encontró. En aquel momento, a finales del pasado siglo, una mujer llamada Aurora, encontró restos de un homínino cuya antigüedad y morfología permitía sin duda afirmar que era una especie distinta y anterior a todas las halladas con anterioridad en Europa, y con un singular parecido a nosotros en la forma de la cara. El equipo de científicos de Atapuerca, uno de cuyos directores era nuestro entrevistado de hoy, Antonio Rosas, hizo público el descubrimiento del Homo antecessor en Nature y, desde entonces, la Historia de Europa (si incluimos dentro de Historia todo lo acaecido antes y después de los registros escritos) ya no fue la misma.

Desde entonces ha llovido mucho. Los grandes avances en genética y en técnicas para extraer genes de fósiles nos han traído descubrimientos tan nuevos y sorprendentes como en su momento fueron los de Atapuerca (tanto de la Gran Dolina como de la Sima de los Huesos).  Y lo último ha sido ni más ni menos que el encuentro entre ambos campos y descubrimientos en la estracción del ADN mitocondrial de un hueso de…¡¡la sima de los huesos!! El Homo heildelbergensis, que supuestamente hizo algo parecido a un enterramiento de congéneres allí, en aquella profunda sima en lo igualmente profundo de una cueva, nos ha dado un preciado tesoro molecular que en manos del equipo de Mathias Meyer, del Instituto Max Planck de Alemania, aporta información relevante y ¡desconcertante! sobre no ya la evolución humana en Europa, sino de la evolución humana en su conjunto. Dicho ADM mitocondrial relacionaba a los H.heildelbergensis con otros homíninos recientemente descubiertos y cuyo ADM mitocondrial ha podido también ser extraído, los Denisovanos. Todo el mundo creía (bueno, en ciencia eso significa casi todo el mundo) que los H.heildelbergensis eran los antepasados directos de los H.neanderthalensis. ¿Es qué ahora quedaba huérfano el más fascinante europeo, el neandertal? Extraño. Pero los científicos siguen investigando, y aunque ya Svante Pääbo, también del Max Planck alemán y Ed Green, un americano intrépido de la Universidad de California, habían extraído el ADN ¡nuclear!del neandertal y lo habían secuenciado, la variabilidad en esta especie permite seguir secuenciando y secuenciando siempre y cuando se encuentren los suficientes restos en condiciones adecuadas. Y sí, los hay. El llamado Proyecto Genoma Neandertal cuenta con la colaboración de nuestro entrevistado, Antonio Rosas, ahora Director de la Sección de Paleoantropología del Museo Nacional de Ciencias Naturales y estudioso de campo infatigable que estudia un yacimiento en El Sidrón, Asturias, dónde se han encontrado algunos ejemplares bastante bien conservados, de los que se ha podido extraer ADN para su estudio. Por supuesto el ADN casi es lo de menos porque el yacimiento ofrece muchas cosas interesantes e iluminadoras sobre los Neandertales que, afortunadamente, cuentan con un buen intérprete, que ha realizado, en su carrera científica hasta la fecha, el largo recorrido del “primer europeo” al último que genuinamente puede denominarse así, y de los huesos al ADN que se encuentra dentro de ellos aun misteriosamente preservado. 


El Profesor Rosas, sin duda una de las personalidades más destacadas del campo de la paleoantropología de nuestro país, aunque por otra parte bastante discreto y por ello menos conocido que algunos de sus ilustres colegas, ha tenido la inmensa amabilidad de responder unas preguntas para la nueva Ilustración Evolucionista. 



Fósiles del Yacimiento de El Sidrón y su reconstrucción virtual
 


1.-Cuando el equipo del que usted formaba parte descubrió y puso nombre al Homo antecessor en Atapuerca, pensaron que éste podría ser el antepasado común de humanos y neandertales. ¿Sigue a  día de hoy manteniendo esa hipótesis? 


Cuando descubrimos los primeros restos humanos en el nivel TD6 de Gran Dolina no sabíamos a que especie pertenecían. Era algo completamente nuevo y estuvimos estudiando intensamente estos restos durante meses. Al principio pensábamos que podría tratarse de una forma antigua de Homo heidelbergensis. Después aparecieron nuevos restos, más informativos, y se planteó formalmente la hipótesis de que se trataba de una nueva especie humana. La anatomía de estos nuevos fósiles encajaba perfectamente con lo que cabría esperar en la forma del antepasado común de Homo sapiens y H. neanderthalensis. Y así se publicó en la revista Science en el año 1997.

El debate sobre el antepasado común de estas dos especies humanas esta hoy en día mas vivo que nunca. Los datos genéticos señalan una antigüedad para la divergencia en torno a los 400.000 años. Homo antecesor tiene alrededor de 900.000 años de antigüedad. Miembros del equipo de Atapuerca han propuesto posteriormente una afinidad Euroasiática, desvinculada de un origen africano de esta nueva especie. Desde luego la situación no está aún resuelta. No obstante, personalmente sigo pensado que el modelo propuesto en el momento de la publicación sigue siendo válido. Pienso que Homo antecessor este my cerca de la raíz común de neandertales y humanos modernos.


2.-¿Cree que Atapuerca nos va a proporcionar muchas más sorpresas, por ejemplo, en la Sima del Elefante?

¡Sin duda alguna! De hecho, acabos de ver publicado hace unas horas la extracción de ADN mitocondrial en restos de la Sima de los Huesos, de una antigüedad muy superior a la del ADN humano más antiguo previamente recuperado. ¡Otro umbral sobrepasado! La Sima del Elefante (TE) seguirá proporcionando datos de gran relevancia para entender las ocupaciones más antiguas de Europa. Y no solo eso, de los niveles superiores de TE vendrán datos sobre la transición al Paleolítico medio y a la anatomía neandertal clásica. Y así sucesivamente. Atapuerca es literalmente inagotable.

3.-En la actualidad dirige un equipo que  investiga a 13 individuos neandertales hallados en El Sidrón, en Asturias. ¿Qué información están aportando sobre ésta especie?

El yacimiento de El Sidrón es excepcional en su género. Nos esta aportando una imagen mucho más fina y actualizada de los neandertales, aportando información de muy diferentes niveles de la organizan biológica y cultural de esta especie, desde la estructura del ADN al comportamiento simbólico. Nos complementa menormente el conocimiento sobre la variación poblacional y nos ha abierto la puerta para comprender sus relaciones sociobiológicas y comportamiento reproductivo. En resumen, un tesoro de la prehistoria española y mundial.


 4.-Como participante en el Proyecto Genoma Neandertal,¿ podría contarnos  de qué forma han contribuido su equipo y usted, y lo que han podido leer  todos los participantes hasta la fecha en el material genético recuperado de los neandertales? ¿Cuán hermanos, cuán padres son nuestros?

El proyecto genoma neandertal ha sido una de las grandes aventuras profesionales en las que he participado. En primer lugar, nosotros aportamos material óseo de referencia fundamental para el proyecto. Unos restos óseos extraídos en unas condiciones de control óptimas y diseñadas específicamente para el proyecto. Además, participamos activamente en las discusiones y en las estrategias de actuación que iban surgiendo en las diferentes fases del proyecto.

Hablar de los resultados de proyecto genoma neandertal exigirían una larga extensión. Podemos resumirlo al decir que está proporcionando una herramienta al servicio de diferentes ámbitos de la ciencia, básica y aplicada. Además, e igual de importante que lo anterior, una base de datos pública que está siendo analizada por decenas de investigadores de todo el mundo. Cualquier escolar bien dirigido podría estudiar algo original del genoma neandertal. Este es el gran aporte de este proyecto.

 5.-¿Qué nuevas técnicas están empleando para la localización, extracción y estudio de los restos arqueológicos y paleoantropológicos de nuestros lejanos antepasados?

Actualmente, en el ámbito de la paleontología humana se están implementando un gran número de nuevas tecnologías, de una gran variedad de bases materiales y conceptuales.  Entre estas técnicas se encuentran la de extracción y secuenciación de ADN antiguo. Para que este sofisticado ejercicio científico tenga éxito, las técnicas deben abarcar desde el trabajo de campo hasta el laboratorio, con el fin de mantener una cadena de limpieza y control del origen de las muestras.

En el trabajo de campo hemos implementado una nuevo método que denominamos excavación limpia. Se trata de realizar la excavación de restos fósiles evitando en la medida de lo posible cualquier contacto físico del excavador con los fósiles. La razón de ello es evitar la transferencia de ADN de humano moderno a los fósiles.

6.-¿Podría contarnos brevemente la labor que desarrolla en el Museo Nacional de Ciencias Naturales?

En esencia mi trabajo consiste en una labor investigadora. Se trata de dar respuesta a una serie de preguntas concretas sobre aspectos de la evolución humana. Para ello interrogamos a los fósiles y este dialogo se establece a través de diferentes métodos para obtener y organizar la información. Hay una serie de labores previas muy importantes encaminadas a la limpieza, ordenación y clasificación de los restos óseos. Después describimos y comparamos los restos de El Sidrón con los de otros yacimientos, de diferentes edades y lugares, con el fin de determinar que rasgos de la anatomía han cambiado cuáles no. Estas comparaciones suelen ser métricas y para ello usamos técnicas de morfometría clásicas y geométrica. Una vez detectados los cambios,  tratamos de ordenar los fósiles y los restos de especies actuales en un esquema arborescente con el fin de reconstruir las relaciones evolutivas. Además, nos preguntamos cuales son las causas de esos cambios para lo que necesitamos realizar observaciones mas especializadas con la ayuda de la microscopia óptica y electrónica, tomografía computerizada, análisis químicos de isótopos, análisis genéticos (ya comentados),y un largo etcétera.

Y otro conjunto de preguntas se relacionan con la paleobiología de los neandertales y sus hábitos de vida. Para averiguarlo, igualmente nos valemos de diferentes técnicas analíticas al servicio de su comparación con muestras de referencia.


  7.-¿Qué está investigando en estos momentos? ¿Qué misterio de nuestra historia evolutiva desearía por encima de cualquier otro desentrañar?

Actualmente estamos investigado con especial atención los patrones de crecimiento y desarrollo postnatal en neandertales. Hemos recuperado restos de diferentes individuos inmaduros, muy en especial, un esqueleto razonablemente completo. Queremos saber si este niño crecía según el patrón humano actual o había diferencias claras entre estos dos grupos humanos. La forma de crecer de los seres humanos actuales es muy particular, biológicamente muy especializada. Un ejercicio científico relevante es averiguar cuando y como evolucionó nuestra particular manera de crecer y desarrollarnos a lo largo de la infancia. Averiguar cómo crecían los neandertales es una manera muy directa de contestar algunas de estas cuestiones.

En paralelo, un tema que para mí ha sido siempre del máximo interés es el comprender cómo se formo la cara de los neandertales. Se trata de un esqueleto facial muy singular, con un fuerte prognatismo medio-facial. Me gustaría especialmente comprender los mecanismos ontogenéticos y los procesos filogenéticos que dieron lugar a tan singular fenómeno de la naturaleza.

lunes, enero 27, 2014

La genialidad de los perros

¿Estamos solos en el Universo? No, por supuesto que no. Los seres humanos no estamos solos ni biológica, ni social, ni culturalmente.

 No me estoy refiriendo a alienigenas reptilianos ni cosas similares sino a otras especies con las que convivimos. Compartimos el planeta con otros organismos en las "tres dimensiones" descritas, y si hoy se nos olvida es por lo artificial de nuestro entorno reciente y las carencias culturales que conlleva. Nuestra biología depende enteramente de la existencia de otros organismos, compartimos nuestra sociedad con otras especies, e incluso nuestra cultura ha llegado a chocar (e interactuar) con culturas de otras especies animales.

 De entre todas las especies, sin duda son los perros los que mejor integrados están en nuestra sociedad. El “mejor amigo del hombre” tiene grandes motivos para ser llamado así, llevan muchísimo tiempo con nosotros y se comportan con nosotros como casi ningún otro ser vivo sería capaz, literalmente están más interesados en nosotros que en sí mismos.

 En Israel encontraron un esqueleto humano de 12.000 años, se encontraba bajo un bloque de caliza, una mano estaba colocada bajo su cabeza, la otra agarrando otro esqueleto, el de un cachorro de perro. El ser humano era un natufiense, una sociedad de cazadores recolectores afincados en la zona. En su cultura los cadáveres se enterraban con mucho cuidado, adornados con collares, pulseras, cuentas de colores, y por primera vez acompañados de perros. En algún momento desde el desarrollo del ser humano moderno (43.000 años) y ese enterramiento los lobos cambiaron y algunos se convirtieron en perros. ¿Cómo ocurrió esto? Nadie lo sabe a ciencia cierta, pero todo apunta a que no lo hicimos nosotros, o no directamente. Algunos lobos se acostumbraron a comer carroña de nuestras basuras, siendo solo los menos asustadizos aquellos capaces de resistir la presión. Con el paso de unas pocas generaciones los lobos se habían convertido en perros, y los perros (inmediatamente) ya eran capaces de comunicarse con nosotros de esa forma tan única que les caracteriza.

 Hoy en día continuamos descubriendo cuan alucinantes pueden llegar a ser los perros. Si ya sabíamos que el movimiento de la cola está asociado a los estados de ánimo del animal, desde noviembre de 2013 sabemos que gracias a esto los perros pueden predecir el estado de ánimo de otros perros (lo hacen observando si mueven la cola con tendencia zurda o diestra). Por si esto fuera poco sorprendente, en diciembre de 2013, investigadores de la República Checa descubrían que los perros al hacer sus deposiciones se orientan con respecto al campo geomagnético. El origen y la finalidad de este comportamiento es un absoluto misterio, así como la forma en la que los perros puedan detectarlo. Somos probablemente los primeros responsables de la existencia de los perros, llevamos al menos 12.000 años (quizás mucho más) conviviendo con ellos, y solo hemos comenzado a descubrir sus misterios.
Dmitri Belyaev

 Acabo de terminar “Genios, los perros son más inteligentes de lo que pensamos” de Brian Hare y Vanessa Woods, y puedo decir alegremente (y sin que nadie me pague nada por ello) que me ha encantado. El libro hace un repaso exhaustivo por el conocimiento que tenemos de la cognición canina, referenciando en todo momento hasta el más mínimo comentario de los autores. Es probable que muchos de los experimentos y descubrimientos relatados en el libro sean de sobra conocidos por los interesados en el tema (como por ejemplo los zorros de Belyaev), pero están fantásticamente expuestos, y se hace realmente fácil de seguir. La tradición cultural nos dice que los animales domesticados son estúpidos, de hecho sus cerebros son más pequeños que los de sus “versiones salvajes”. Esto, junto con el éxito (ya casi extinto) del conductismo, puede ser el motivo por el cual se ha retrasado tanto el estudio de la cognición canina. ¡Entre 1950 y 1995 solo se llevaron a cabo dos experimentos para evaluar la inteligencia de los perros! Eso ha cambiado y ahora comenzamos a desvelar tanto aquello de lo que son capaces, como aquello de lo que no, cosa que el libro expone muy bien.

 “Preguntar si un delfín es más inteligente que un cuervo es como preguntar si un martillo es mejor que una sierra
Genios. Brian Hare y Vanessa Woods

 Los perros han demostrado ser capaces de “leer” nuestras intenciones en los gestos que realizamos, ser conscientes de la posición nuestros ojos o incluso de lo que somos capaces de oír. También nos han asombrado con su capacidad para aprender mediante “fast mapping” (realizando inferencias entre objetos), y con su habilidad para aprender palabras extrayéndolas de nuestras conversaciones. También conocemos algunas de sus debilidades cognitivas, como son los enormes problemas que poseen a la hora de entender la física de los objetos (motivo por el cual, al sacarlos de paseo, la correa se enrolla en todas partes). 

Izquierda y centro, los zorros del experimento de Belyaev con su característico pelaje manchado. A la derecha una ilustración de un border collie

Conocemos las diferencias cognitivas (debidas a la domesticación) entre perros y lobos, y hemos visto como los zorros pueden adquirir esas diferencias en el paso de unas pocas generaciones. Partiendo de esta premisa el libro plantea algunas preguntas inquietantes ¿Qué otros ejemplos hay en la naturaleza? Los bonobos cumplen con estas características, pero no solo ellos, ¿y si nosotros también fuésemos animales domesticados? (Hay incluso quien cree que fueron los perros quienes nos domesticaron a nosotros).

 En definitiva, un tema interesantísimo y un libro que lo recoge perfectamente, que recomiendo abiertamente, y del que extraigo algunas ideas muy interesantes.


Para ver como un border collie aprende mediante fast mapping, este vídeo del famoso perro Chaser, o este otro grabado para NewScientist.
Sobre nuestro posible origen domesticado este enlace. Acerca de nuestra domesticación a manos (o patas) de los perros, Colin Graves.
Aprovecho para recomendar el documental de la serie Brilliant Beasts de National Geographic, Dogs Genius, disponible en este enlace.

sábado, enero 25, 2014

Dormir en el Paleolítico, dormir ahora

El norteamericano medio pasa cada noche 7,5 horas en la cama pero sólo duerme 6,1 horas, lo cual es una hora menos que en 1970 y entre dos y tres horas menos que en 1900. Además, los norteamericanos no suelen dar cabezadas o dormir la siesta. La mayoría de nosotros dormimos solos, o con un solo compañero/a, en camas blandas, elevadas sobre el suelo y forzamos a los niños y bebes a dormir como adultos en sus habitaciones aislados, o casi aislados, con muy pocos estímulos sensoriales: poca o ninguna luz, sin ruidos, sin olores y sin actividad social.


Somos libres de preferir estas costumbres, pero desde un punto de vista histórico y evolucionista son costumbres modernas, y extrañas, si las comparamos con la forma en que se ha dormido en el pasado en el mundo e incluso en la actualidad en la mayor parte del planeta. Una recopilación de estudios acerca de cómo dormían los cazadores recolectores, los pueblos de pastores e incluso los agricultores de subsistencia, sugiere que, hasta tiempos muy recientes, los humanos rara vez dormían solos, en condiciones de aislamiento, sin compartir la cama con niños y otros miembros de la familia; la gente pegaba cabezadas durante el día, y, normalmente, dormían más de lo que lo hacemos nosotros.

Un cazador recolector Hazda típico se levanta al amanecer (siempre entre las 6:30 y las 7:00 en el ecuador), disfruta de una cabezada (o más bien siesta) de 1-2 horas al mediodía y se va a la cama a las 21:00. Además, esta gente no suele dormir de un golpe toda la noche, sino que consideran normal despertarse a mitad de la noche y dormir luego un “segundo sueño”. En las culturas tradicionales las camas suelen ser duras y la ropa de cama es mínima, para evitar piojos, pulgas y demás. Estos pueblos también están acostumbrados a dormir en un ambiente mucho más complejo sensorialmente, normalmente con un fuego cerca, escuchando los sonidos del mundo exterior, y tolerando los ruidos que hacen los demás, sus movimientos, y ocasionalmente las actividades sexuales de los mismos.

Hay muchas razones que dan cuenta de la razón de que nosotros durmamos de una manera tan diferente. Una de ellas es que la Revolución Industrial nos trajo cosas como la luz eléctrica, la radio, televisión y otras fuentes de entretenimiento, que nos entretienen y estimulan más allá de la hora evolucionistamente normal de acostarse. Por primera vez en millones de años, buena parte del mundo puede quedarse despierta hasta tarde y sufrir en mayor o menor medida deprivación de sueño. Además de esto, mucha gente sufre insomnio porque experimenta estrés por una mezcla de razones físicas y psicológicas: demasiado alcohol, malas dietas, falta de ejercicio, ansiedad, depresión y preocupaciones diversas. Es posible incluso que el inusual ambiente libre de estímulos en el que nos gusta dormir promueva el insomnio.

Dormirnos es un proceso gradual en el que el cuerpo pasa por varios estadíos de sueño ligero y el cerebro se va haciendo progresivamente menos consciente de los estímulos exteriores entrando por fin en un sueño profundo en el que ya no somos conscientes del mundo exterior. Durante la mayor parte de la evolución humana, este lento proceso puede haber sido una adaptación para evitar caer de golpe en un sueño profundo en circunstancias peligrosas, tales como que hubiera leones en la proximidad. Tener un primer sueño y un segundo sueño puede también haber sido adaptativo. Quizás el insomnio ocurra a veces porque al aislarnos en dormitorios individuales no oímos ruidos que han sido normales desde el punto de vista evolucionista, como el crepitar del fuego, la respiración y voces de otra gente, las hienas aullando en la distancia, ruidos que aseguraban a nuestro cerebro subconsciente que todo marchaba bien (igual es por esto que a mucha gente le gusta quedarse dormido con la televisión o la radio, que proporcionan una mayor riqueza sensorial con voces de gente, etc. y simularían ese mundo exterior de la sabana).

Sea como sea, la realidad es que cada vez dormimos menos, y menos bien, que nuestros ancestros, y al menos un 10% de la población padece de insomnio. La falta de sueño no nos va a matar pero una deprivación continuada de sueño impide al cerebro trabajar de forma apropiada y no es buena para la salud. Algunos estudios sugieren incluso que el efecto de una deprivación crónica de sueño es similar a la del envejecimiento. Durante el sueño el organismo secreta hormona del crecimiento, que estimula el crecimiento global, la reparación celular y la función inmune. La deprivación de sueño impide este aumento de hormona del crecimiento y promueve, por contra, la secreción de cortisol, que es la hormona del estrés y pone al organismo en un estado de alerta. Los niveles crónicamente elevados de cortisol deprimen la inmunidad, interfieren con el crecimiento, y aumentan el riesgo de diabetes de tipo II. La falta crónica de sueño también promueve la obesidad. Durante el sueño normal los niveles de la hormona leptina suben y los de otra, la ghrelina bajan. La leptina suprime el apetito y la ghrelina lo estimula, de manera que estos cambios evitan que tengas hambre mientras duermes. Sin embargo, cuando no duermes de forma persistente, la leptina cae y la ghrelina sube señalando un estado de hambre al cerebro, independientemente de lo bien alimentado que estés. La gente con falta de sueño tiene más apetencia por comidas, especialmente carbohidratos.

También puede influir que en el mundo occidental hemos ido adoptando progresivamente una visión más individualista del ser humano. Con la invención de las paredes y la vida privada nos hemos ido encerrando cada uno en cápsulas ambientales individuales, olvidándonos de nuestra naturaleza social y grupal. Y esta visión del mundo es la que trasmitimos a nuestros bebés enseñándoles a dormir solos desde tempranas edades. Evidentemente, no podemos negar que la vida moderna tiene sus ventajas, pero tal vez también sus inconvenientes, y la calidad del sueño puede ser uno de ellos.

@pitiklinov

Referencia



sábado, enero 18, 2014

¿Qué es una emoción animal?

Voy a imitar aquí a nuestro compañero Anibal Monasterio que ya se ha preguntado, siguiendo la senda iniciada por William James, qué es una emoción. En esta entrada voy a comentar un artículo de Frans de Waal que se titula precisamente "¿qué es una emoción animal?". Es un artículo largo e interesante del que voy a extraer algunas ideas que nos pueden servir para entender tanto las emociones animales como las nuestras.

La primera cuestión es que el estudio de las emociones ha sido la cenicienta en biología y psicología aunque el mismo Darwin abrió el fuego en este campo. James dice, acertadamente, en su clásico artículo que las emociones son un sistema de respuestas no aprendidas, lo cual es precisamente la causa de que las emociones se olvidaran durante el siglo XX. El conductismo, que fue la corriente predominante en psicología el siglo pasado, intentó explicar todas las  conductas basándose en el condicionamiento operante y, por tanto, no le venía nada bien eso de predisposiciones no adquiridas. Pero la Etología también evitó el tema para no caer en el sentimentalismo y que la confundieran con la “psicología animal” de su tiempo. De Waal cuenta que a él le obligaban a hablar de “reuniones post-conflicto con contacto boca-boca” en vez de reconciliación, porque eso era caer en el antropomorfismo. 

La realidad es que los animales (no solo primates sino también otros mamíferos como delfines, hienas y cabras) son capaces de sustituir la hostilidad por una actitud amigable. A eso los humanos le atribuimos la compleja emoción del perdón. ¿Perdonan también los animales? Evidentemente eso es un hecho que no podemos probar, pero la postura más razonable científicamente es asumir una continuidad entre las emociones animales y las nuestras. A fin de cuentas  somos especies relacionadas, nuestras estructuras cerebrales son muy similares y la estimulación de las mismas produce la misma respuesta. Estimular la amígdala en ratas y personas produce una misma respuesta que llamamos miedo en humanos y parece lógico llamarla también miedo en animales.

Una idea clave del artículo es que las emociones sirven para potenciar la acción. Las emociones son estados corporales y mentales que potencian una conducta apropiada a los desafíos del ambiente. La antigüedad filogenética de las emociones apunta  a que tienen un alto valor adaptativo. Algunos estudios sitúan su origen entre los anfibios y los reptiles. Si se manipula a una serie de animales se observa que los reptiles muestran aumento de temperatura y taquicardia (fiebre emocional) pero anfibios como las ranas no (por supuesto, estos experimentos no son una prueba definitiva pero sí orientativos). Aunque las emociones ocurren dentro del individuo, se disparan por estímulos del ambiente y preparan o mueven a la acción. Las emociones son una interface entre los desafíos ambientales y las respuesta conductuales óptimas a ellos y evolucionaron para el beneficio del organismo (puedes leer más sobre la evolución de las emociones aquí).Los organismos han sido seleccionados para entrar en un determinado estado mental y corporal bajo ciertas circunstancias. Los que entraron en este estado dejaron más descendencia que los que no. Como dicen Lazarus y Lazarus, las reacciones emocionales reflejan “ la sabiduría de las Eras”.

En línea con lo anterior, De Waal nos da su definición de emoción: “Una emoción es un estado temporal inducido por estímulos externos biológicamente relevantes, sean aversivos o atractivos. La emoción viene marcada por cambios específicos en la mente y cuerpo del organismo - cerebro, hormonas, músculos, vísceras, corazón, etc. Qué emoción es disparada es a menudo predecible por la situación en la que se encuentra el organismo, y se puede deducir después por los cambios conductuales y las señales comunicativas evolucionadas. No existe sin embargo una relación uno-a-uno entre una emoción y la conducta subsiguiente. Las emociones se combinan con la experiencia individual y con la valoración cognitiva de la situación para preparar al organismo para una respuesta óptima”.

Otro aspecto que aborda De Waal es el del control emocional. Solemos pensar que sólo los humanos tenemos ese control y que los animales actúan en acto reflejo y en cortocircuito. Esto tiene relación con la clásica división entre cognición y emoción en la que los humanos siempre hemos dado más valor a la cognición ya que, a fin de cuentas, somos animales racionales,¿no? Precisamente el rol especial de las emociones, como decíamos, consiste en ser una interface inteligente que media entre el input y el output sobre la base de lo que es más importante para el organismo en un momento determinado. Esta separación entre estímulo y respuesta es muy adaptativa en las sociedades jerárquicas de los primates. Un macho puede estar visiblemente excitado sexualmente por una hembra receptiva pero no va directamente a copular con ella, porque el macho alfa podría castigarle. Con la cooperación de la hembra, espera la ocasión apropiada, o utiliza tácticas evasivas. Otro ejemplo sería el de un macho alfa que ha recibido un desafío de un macho aspirante y no entra en pelea directamente. Primero hace una ronda despiojando a todos sus aliados, para asegurarse su apoyo, y luego lanza el contraataque. O una hembra ve que otra más joven le ha secuestrado su bebé y no va a darle caza saltando de árbol en árbol,peleando directamente. A menudo, la madre atacará a la secuestradora, pero sólo después de haber recuperado el bebé. Los ejemplos que da De Waal en sus libros son muy numerosos. 

La inhibición emocional, incluso el camuflaje emocional, es típico de las complejas sociedades de los primates. Pero que estos animales son capaces de control de impulsos está demostrado no sólo por observaciones de campo sino vía experimental. Tanto monos como grandes simios son capaces de ignorar una recompensa inmediata para conseguir una recompensa diferida. Los estudios muestran que los simios pueden vencer un impulso para actuar de forma inmediata en favor de necesidades futuras. Parece, por tanto, que la misma relación entre cognición y emoción que sucede en humanos es aplicable también a nuestros parientes primates, incluyendo el control efectivo sobre las emociones.

De Waal trata otras cuestiones como el contagio emocional y la empatía así como la capacidad de los animales de identificar las emociones de sus congéneres. Todo ello constituye el cemento que une las sociedades animales y hace que la acción de todos los individuos del grupo sea armoniosa y todos puedan disfrutar de las ventajas de la vida social. Debido al efecto que tienen en los demás, las emociones unen a los individuos al hacer converger sus estados emocionales internos, tales como miedo, hambre, juego o sueño.

Aunque de Waal trata otros asuntos, voy a concluir con la objeción más típica puesta al estudio de las emociones en animales: “que no podemos saber lo que sienten”. Esto es evidentemente verdad, pero también es aplicable a los niños e incluso a los adultos humanos. La mayoría de las veces confiamos en que los demás sienten de manera similar a nosotros bajo similares circunstancias, una confianza basada en nuestra similitud con ellos, pero no deja de ser una suposición. Es difícil comprobar esa suposición a menos que confiemos en las verbalizaciones de los sentimientos, lo cual descansa sobre otra suposición: que los humanos percibimos fielmente nuestras emociones. Pankseep señala que los animales buscan las mismas recompensas y drogas que nosotros, los sistemas subcorticales son sorprendentemente homólogos entre humanos y otros mamíferos, los neurotransmisores y demás implicados son los mismos, la estimulación de las estructuras cerebrales profundas da lugar a conductas similares en todas las especies, incluida el hombre…es decir, que no hay a priori razón para asumir sustanciales diferencias en la experiencia emocional de humanos y otros primates.

Si una hembra de mandril vuelve una semana después a un lugar donde desapareció su bebé y sube a un árbol, y observa el entorno mientras emite gritos de llamada en estado de agitación, y repite esto  siempre que su grupo pasa por el mismo lugar…es difícil no asumir que muestra algún tipo de duelo. Sabemos también, por el análisis fecal, que los primates que han perdido un familiar muestran elevación del cortisol que es un signo de estrés. Las observaciones conductuales y las medidas fisiológicas son elocuentes y sugieren que sienten emociones. Los humanos nos rascamos la cabeza en situaciones de conflicto o de excitación emocional, y lo mismo hacen los chimpancés. Parece lógico concluir que la conducta autodirigida sirve como un índice externo de la ansiedad que se experimenta internamente. 

La vergüenza humana surge de la violación de las normas sociales y se caracteriza por un deseo de invisibilidad. Se expresa por un encogimiento del cuerpo, una mirada hacia el suelo y todo ello recuerda a las señales de sumisión de los primates. De forma similar, la culpa refleja el lamento por una conducta que ha herido a otro, pero que también ha dañado la relación que hay entre el actor y el receptor. La culpa ayuda así a regular las relaciones de reciprocidad. Sabemos que los animales muestran ansiedad después de haber actuado agresivamente, porque eso puede minar sus relaciones sociales, y lo lamentan más cuanto más valiosa es la relación. Los bonobos, por ejemplo, se acercan a interesarse por la víctima y lamen sus heridas. Si no podemos descartar una continuidad en la vergüenza o la culpa, mucho menos lo podemos hacer en otras emociones como miedo, ira, curiosidad o afecto.

Hay muchos ejemplos, como hemos visto, de que los primates responden de forma conductual y fisiológica de manera muy similar a los humanos. Es muy difícil negar que sus respuestas sean emocionalmente y experiencialmente similares a las nuestras. Pero, obviamente, debemos dejarlo ahí, es decir, podemos asumir unos sentimientos similares, pero la experiencia real de los animales, evidentemente, sigue siendo inaccesible para nosotros.

@pitiklinov

Referencia