Mi anterior post puede llevar a engaño. Atacar al cientifismo no es atacar a la ciencia. Puede incluso tratarse de una defensa.
La postura cientifista implica extraer conclusiones, a partir de los conocimientos disponibles en un momento dado del tiempo por la ciencia, que van mucho más allá de las que razonablemente pueden extraerse, generalmente –de carácter general, por tanto sumamente especulativas y acientíficas. Pueden parecer conclusiones plausibles, lo que da un aura de autoridad, legitimidad y plena validez a las mismas, y no ser, pese a ello, razonables. La razonabilidad, a diferencia de la racionalidad, responde a la razón por excelencia, la razón natural, la razón última, que es anterior y superior a la Razón de los Ilustrados, y que guía nuestra acción en el mundo por caminos a veces torcidos. Nadie puede arrogarse de conocer mejor que otro esa razón natural, ciertamente, pues esta se expresa instintivamente. De ahí que sea fácil negarla, y refutar a quien hable de su preeminencia y de su prioridad. Se dirá, desde la especulación más grosera, que son todo especulaciones.
El racionalismo de cortas miras se adapta a las modas imperantes en ciencia. Es algo inevitable. Los precursores –esos otros, que a veces son el Doctor Jekill de algún Mister Hyde cientifista- están en la frontera del conocimiento, allá donde linda con lo ignoto y lo incognoscible, allá donde mejor se aprecian sus limites y sus limitaciones. No aprecia el racionalista de cortas miras, parece ser, la fundamental ignorancia que impregna todo conocimiento humano, y si lo hace es para decir: “¡¡pero coronaremos esa cumbre, que será como tantas otras en el pasado!!”. Ningún logro técnico o coherencia teórica nos deben apartar del verdadero escepticismo, que dice, que grita incluso: “¡Eso parece!, pero....”. Y con esa crítica, si lo es en un sentido profundo y no una pura negación basada en alguna otra fe, se abren nuevos campos al saber, fértiles para nuevas hipótesis y conclusiones provisionales, siempre provisionales.
Por otro lado, si hay que derivar acciones concretas de ideas abstractas es preciso tomar aquellas ideas que se demuestren ciertas no en un limbo de racionalidad pura, tantas veces siervo de la pura irracionalidad, sin saberlo, sino en el terreno que pisan los pies, que es el que ha de ser caminado. Y esto vale tanto para “parar los pies” a los ateos como a los creyentes, cuando se extralimitan guiados por farsas con mayor o menor rigor lógico o, especialmente, (socio)lógico.
Así, el “tradicionalismo evolucionista” (admítanme este nuevo título), cree –y justo es decir que “cree”- que el conocimiento ha de evolucionar, e ir sedimentándose en la sociedad humana de forma pacífica y progresiva. Esto es acorde con un planteamiento cultural y biológico evolutivo y político liberal, y, desde luego, está un poco en contradicción, en su apuesta por el avance del conocimiento, con la realidad, dado que incide en el gradualismo y la parsimonia, y lo exige a una convulsa humanidad impaciente y violenta. El conocimiento probablemente avance y mejore a pesar de los lastres que podrían anclarlo en cada momento y lugar, cientifismo incluido, igual que la mejora tecnológica y de bienestar de la sociedad pueden producirse, a largo plazo, a pesar de sus negligentes patricios y necios plebeyos. Nunca, en cualquier caso, debemos caer en la estúpida autocomplacencia de creer que es sumamente improbable el retorno a edades oscuras, porque la dialéctica entre decadentes y valiosos, que se da en la sociedad y dentro de cada uno de nosotros, ese precario equilibrio, puede romperse a favor de la decadencia. Ni tampoco podemos caer en esa otra estúpida complacencia del conocimiento cierto, que es esencialmente contradictoria con la profundización y continuidad del conocimiento.
¿Qué es, pues, lo que nos impele a aferrarnos a las ideas más exitosas de nuestro momento y a defenderlas con tanto ahínco y encono con quien discrepa de ellas?. ¿De dónde proviene, por ejemplo, la obsesión cientifista, esto es, la obsesión por ceñirse a la ciencia y al método científico (entendidos en un sentido restringido y excluyente) para explicarlo todo?. Sin duda esta pulsión se articula en la mente del creyente como una buena intención. El cientifista no es ningún coco. Se trata de un ser humano benevolente que cree sinceramente que la ciencia y su método son una panacea, el mayor logro de la humanidad, lo que ha sacado a esta de la barbarie y la oscuridad. Cree que todo debe abordarse con rigor y racionalidad, excepto las fiestas. Al hacer esto cierra el paso a toda especulación fructífera que esté en contradicción (o aparente contradicción) con el cuerpo de ideas imperante y ya asentado en la superficie racional en forma de estructuras lógicas fácilmente manejables, accesibles y contrastables. Asimismo deriva conclusiones últimas de lo que se sabe con razonable verosimilitud (en este caso es correcto hablar de razonabilidad). Ejemplo: si hay cerebros divididos no hay alma. Y esto sin que se sepa aún cómo funciona la mente, ni como son esas redes neuronales de las que tanto se habla que le dan sustrato biológico en el cerebro, ¡y sin que se sepa lo que probablemente nunca se sepa desde el “encierro subjetivo”, desde la “prisión cognitiva” que es cada una de nuestras mentes, que es la realidad de la realidad más allá de nuestras percepciones e ideas!.
Cualquier idea nueva debe ser primero interiorizada, y después contrastada con el cuerpo de ideas que habita en nuestra mente. No debe ser expulsada, sino sometida a un análisis permanente en relación con las otras ideas. Quizás en un futuro la idea resulte ser “cierta”. Y quizás en un futuro alguien la defienda como si fuera definitiva.
La filosofía no va a ser fagocitada por la ciencia. Los mismos científicos especulan a partir de lo que saben y aquello que creen saber. No se trata de la metafísica, como algunos dicen, sino de la metaciencia. Mientras haya un resquicio de ignorancia siempre habrá filosofía, igual que siempre que hay un quebranto en las cuentas, por muy pequeño que este sea, habrá que revisar estas. Y la filosofía es la que tiene la última palabra, una vez la ciencia ha dicho la suya y esta ha sido aceptada y asumida.
La postura cientifista implica extraer conclusiones, a partir de los conocimientos disponibles en un momento dado del tiempo por la ciencia, que van mucho más allá de las que razonablemente pueden extraerse, generalmente –de carácter general, por tanto sumamente especulativas y acientíficas. Pueden parecer conclusiones plausibles, lo que da un aura de autoridad, legitimidad y plena validez a las mismas, y no ser, pese a ello, razonables. La razonabilidad, a diferencia de la racionalidad, responde a la razón por excelencia, la razón natural, la razón última, que es anterior y superior a la Razón de los Ilustrados, y que guía nuestra acción en el mundo por caminos a veces torcidos. Nadie puede arrogarse de conocer mejor que otro esa razón natural, ciertamente, pues esta se expresa instintivamente. De ahí que sea fácil negarla, y refutar a quien hable de su preeminencia y de su prioridad. Se dirá, desde la especulación más grosera, que son todo especulaciones.
El racionalismo de cortas miras se adapta a las modas imperantes en ciencia. Es algo inevitable. Los precursores –esos otros, que a veces son el Doctor Jekill de algún Mister Hyde cientifista- están en la frontera del conocimiento, allá donde linda con lo ignoto y lo incognoscible, allá donde mejor se aprecian sus limites y sus limitaciones. No aprecia el racionalista de cortas miras, parece ser, la fundamental ignorancia que impregna todo conocimiento humano, y si lo hace es para decir: “¡¡pero coronaremos esa cumbre, que será como tantas otras en el pasado!!”. Ningún logro técnico o coherencia teórica nos deben apartar del verdadero escepticismo, que dice, que grita incluso: “¡Eso parece!, pero....”. Y con esa crítica, si lo es en un sentido profundo y no una pura negación basada en alguna otra fe, se abren nuevos campos al saber, fértiles para nuevas hipótesis y conclusiones provisionales, siempre provisionales.
Por otro lado, si hay que derivar acciones concretas de ideas abstractas es preciso tomar aquellas ideas que se demuestren ciertas no en un limbo de racionalidad pura, tantas veces siervo de la pura irracionalidad, sin saberlo, sino en el terreno que pisan los pies, que es el que ha de ser caminado. Y esto vale tanto para “parar los pies” a los ateos como a los creyentes, cuando se extralimitan guiados por farsas con mayor o menor rigor lógico o, especialmente, (socio)lógico.
Así, el “tradicionalismo evolucionista” (admítanme este nuevo título), cree –y justo es decir que “cree”- que el conocimiento ha de evolucionar, e ir sedimentándose en la sociedad humana de forma pacífica y progresiva. Esto es acorde con un planteamiento cultural y biológico evolutivo y político liberal, y, desde luego, está un poco en contradicción, en su apuesta por el avance del conocimiento, con la realidad, dado que incide en el gradualismo y la parsimonia, y lo exige a una convulsa humanidad impaciente y violenta. El conocimiento probablemente avance y mejore a pesar de los lastres que podrían anclarlo en cada momento y lugar, cientifismo incluido, igual que la mejora tecnológica y de bienestar de la sociedad pueden producirse, a largo plazo, a pesar de sus negligentes patricios y necios plebeyos. Nunca, en cualquier caso, debemos caer en la estúpida autocomplacencia de creer que es sumamente improbable el retorno a edades oscuras, porque la dialéctica entre decadentes y valiosos, que se da en la sociedad y dentro de cada uno de nosotros, ese precario equilibrio, puede romperse a favor de la decadencia. Ni tampoco podemos caer en esa otra estúpida complacencia del conocimiento cierto, que es esencialmente contradictoria con la profundización y continuidad del conocimiento.
¿Qué es, pues, lo que nos impele a aferrarnos a las ideas más exitosas de nuestro momento y a defenderlas con tanto ahínco y encono con quien discrepa de ellas?. ¿De dónde proviene, por ejemplo, la obsesión cientifista, esto es, la obsesión por ceñirse a la ciencia y al método científico (entendidos en un sentido restringido y excluyente) para explicarlo todo?. Sin duda esta pulsión se articula en la mente del creyente como una buena intención. El cientifista no es ningún coco. Se trata de un ser humano benevolente que cree sinceramente que la ciencia y su método son una panacea, el mayor logro de la humanidad, lo que ha sacado a esta de la barbarie y la oscuridad. Cree que todo debe abordarse con rigor y racionalidad, excepto las fiestas. Al hacer esto cierra el paso a toda especulación fructífera que esté en contradicción (o aparente contradicción) con el cuerpo de ideas imperante y ya asentado en la superficie racional en forma de estructuras lógicas fácilmente manejables, accesibles y contrastables. Asimismo deriva conclusiones últimas de lo que se sabe con razonable verosimilitud (en este caso es correcto hablar de razonabilidad). Ejemplo: si hay cerebros divididos no hay alma. Y esto sin que se sepa aún cómo funciona la mente, ni como son esas redes neuronales de las que tanto se habla que le dan sustrato biológico en el cerebro, ¡y sin que se sepa lo que probablemente nunca se sepa desde el “encierro subjetivo”, desde la “prisión cognitiva” que es cada una de nuestras mentes, que es la realidad de la realidad más allá de nuestras percepciones e ideas!.
Cualquier idea nueva debe ser primero interiorizada, y después contrastada con el cuerpo de ideas que habita en nuestra mente. No debe ser expulsada, sino sometida a un análisis permanente en relación con las otras ideas. Quizás en un futuro la idea resulte ser “cierta”. Y quizás en un futuro alguien la defienda como si fuera definitiva.
La filosofía no va a ser fagocitada por la ciencia. Los mismos científicos especulan a partir de lo que saben y aquello que creen saber. No se trata de la metafísica, como algunos dicen, sino de la metaciencia. Mientras haya un resquicio de ignorancia siempre habrá filosofía, igual que siempre que hay un quebranto en las cuentas, por muy pequeño que este sea, habrá que revisar estas. Y la filosofía es la que tiene la última palabra, una vez la ciencia ha dicho la suya y esta ha sido aceptada y asumida.
25 comentarios:
Tengo (presumo de tener) un par de amigos físicos. Uno de ellos es incluso "Catedrático de física teórica". Sigo sin entender muxy bien qué hace realmente. Lo que sí te uedo asegurar es que en el terreno de la física moderna, la filosofía y la ciencia se funden en no pocas ocasiones. Los físicos están hoy mucho más cerca de lo inmaterial que de la ley de gravedad. Cuando estoy con ellos, escucho, callo y aprendo.
Una lección ya la he aprendido: el método científico no sirve siempre.
Tengo la sensación, Luis, de que tus amigos son buenos científicos....¡y buenos filósofos!.
Magnífico entrada. Quizá se pueda añadir esto:La premisa "coronaremos todas las cimas" funda una fe, no una evidencia.El programa de la razón se funda por tanto en un acto de voluntad. Sólo será una evidencia, y por tanto racional cuando se dominen todos los secretos del hombre, la vida y el mundo.En vez de "sola Scriptura", sóla "ratio", y eso es en sentido estrcito un acto de Fe.Precisamente esa exclusión hace el programa racional contradictorio consigo mismo.
Gracias Dhavar. Además la razón es lenta y en muchas cosas torpe, y sus esfuerzos sólo conseguirá elevar torres de Babel al cielo, condenadas a caer, mientras no se asienten sobre los cimiento sólidos, aunque aparentemente frágiles, de una duda que duda hasta de sí misma, de una duda que declara todo conocimiento como provisional y esencialmente práctico.
Hablando de filosofía, habrá que sacar a relucir el nominalismo. nos encanta ponerle nombre a las cosas, va con nuestra naturaleza. Da igual como se llame (ciencia, filosofía... lo único que las diferencia es que la ciencia suma al razonamiento filosófico la prueba empírica, nada más), el caso es que sea util para avanzar en el inagotable conocimiento.
Los cientifistas suelen ser los no científicos, siguiendo la estela de Comte. Hay mucha gente a la que se le llena la boca con la palabra "ciencia" y la utiliza para sus fines personales, progresistas de las más variadas clases o racionalistas de nuevo cuño a los que soleis aludir en este mismo blog. Pero esto es tan natural como la personalidad de quienes lo hacen, y es inevitable. No hay que temer por la ciencia porque esa gente la utilice
Sin embargo, tampoco hay que engañarse y la ciencia aunque no da respuestas definitivas, si da bastantes apuntes. Decir que no existe el alma tajantemente es insensato, pero si se puede decir que la mayoría de pruebas parecen indicar que así es, aunque esto sea siempre contingente. Vamos que basarse en la parcialidad del conocimiento científico para defender tesis contrarias es un argumento bastante debil, porque al menos el conocimiento científico, aunque parcial, se basa en algo; mientras que otros conocimientos son puramente especulatorios.
¡Pero Nacho!....al decir que la ciencia suma al razonamiento filosófico la prueba empírica estás abarcando la filosofía con la ciencia, y un conjunto que está dentro de otro no puede considerarse otro que el que le engloba, sólo una parte de él.
Es cierto que hay mucho cientifista no científico, en eso estoy contigo, pero a estos les influye notablemente la palabra filosófica del que, siendo científico en su faceta Doctor Jekill, se transforma en filósofo en su faceta Mr. Hyde, pretendiendo explicar cosas que, o bien caen fuera de su ámbito genuino de estudio, o bien están más allá de lo que se sabe en el mismo, haciendo pasar sus conjeturas por verdades casi indibitables (añado el "casi" porque raramente encontrarás un buen científico y filósofo-científico que hable un lenguaje totalmente dogmático -y esa es una parte importante de su canto de sirena, parecen ¡tan moderados y sopesadores!).
¿Quién defiende tesis contrarias a las que defiende la ciencia?...en todo caso a las defendidas por los cientifistas.
Salu2
Germánico:
Lo siento, pero tienes Meme:
http://dhavar.blogspot.com/2008/03/
este-meme-s-que-mola.html
¡Pero Nacho!....al decir que la ciencia suma al razonamiento filosófico la prueba empírica estás abarcando la filosofía con la ciencia, y un conjunto que está dentro de otro no puede considerarse otro que el que le engloba, sólo una parte de él.
Yo es que como digo, me parecen distinciones practicamente artificiales. Es poner puertas al campo. Hay cuestiones las cuales es complicado comprender de una forma exclusivamente "naturalista", y entonces lo que hacemos es intentar razonar a cerca de ellas (filosofar), por ejemplo, en el ámbito de la sociedad y la cultura es imposible no filosofar. Cuando esos razonamientos podemos comprobarlos empiricamente con bastante fiabilidad y hacer predicciones entonces hablamos de ciencia.
Pero no dejan de ser límites artificiales, igual que no existen diferentes ciencias: hay una continuidad. Esos limites artificiales los establecemos por cuestiones prácticas (para poder abordar las diferentes areas del conocimiento y especialziarse), nada más. Entre la filosofía y la ciencia hay una diferencia más respecto al método y ahí si es más sensible la diferencia, pero en cualquier caso ninguna engloba a otra, utilizando el lenguaje matemático son conjuntos diferentes que quizá comparten elementos pero no son lo mismo. Existe una intersección entre el conjunto de la ciencia y el de la filosofía, pero ambas pertencen al conjunto más amplio del conocimiento. La diferencia entre una y otra quizá radique en la fiabilidad, ya que ambas tratan sobre cuestiones físicas no sobre cuestiones ideales ni formales (como las matemáticas), y la que tiene más apoyo físico en la ciencia.
Personalmente tengo otra visión de donde la filosofía puede ser más útil o a donde le corresponde actuar, pero esda cuestión es una que se sale ya del artículo.
¿Quién defiende tesis contrarias a las que defiende la ciencia?...en todo caso a las defendidas por los cientifistas.
Era una observación. Sin embargo, hay que tener cuidado, porque basandose en argumentos científicos tergiversados bastante endebles he visto yo defender la religión, por ejemplo.
Nacho, filosofía y ciencia mala la hacen religiosos y no religiosos. La guerra que muchos hacen contra la religión, supuestamente en nombre de la ciencia, es cientifismo puro. La ciencia no tendría que pronunciarse sobre esas cuestiones porque, sencillamente, no se sabe lo suficiente. Cada científico en privado puede pensar lo que quiera, pero si se manifiestan contra la religión o las creencias en público, deliberadamente en público, están haciendo política, no ciencia, y están cientifiqueando. No nos dejemos engañar.
Zapatero a tus zapatos (ay, esta frase me da grima desde hace unos años). Haced ciencia y, si especulais, no pretendáis que es ciencia vuestra especulación, que gustosos le concederemos un lugar (a veces de honor) en la filosofía.
Germánico, dejo aquí un enlace muy relacionado con este post, creo que te interesará.
Gracias, Nacho.
Hola Germánico,
Podrías poner algún ejemplo (mejor más de uno)de texto "cientifista"?
Ojo, no es un pregunta retórica, es que me gustaría echarles un vistazo.
Un saludo
El cientifismo es un enfoque Pablo, que impregna muchas obras, y no encontrarás ninguna apología del cientifismo ni ninguna obra que se proclame cientifista o que represente en sí, como tal obra, el cientifismo. Ya que me pides un ejemplo te invito a leer el por otro lado excelente libro de Dawkins "El Espejismo de Dios".
Anda, si eres el excelente Palenzuela. Jejeje, seguro que discrepas conmigo seriamente. ¿No estarás ironizando?...
Por cierto, el cientifismo no tiene nada que ver con los gamusinos.
Uf, Pablo, perdona que te dedique cuatro comentarios tan seguidos, que me pedías más de un ejemplo (a ser posible). Bien, volviendo a lo que te decía en un principio, de que se trata de un enfoque, diría más, de unas anteojeras ateístas, que más responden a valoraciones y finalidades políticas del autor, creo que ya sabrás a qué literatura encaminar tus lecturas de cientifismo. Claro que, doy por mucho más que por supuesto que has leído ya gran parte de esa literatura, o de esa filosofía, si lo prefieres. Releyendo entre las líneas quizás encuentres algo de lo que digo. Quizás no. Insisto nuevamente: no son gamusinos. Es un mono valorador, el supremo cientifista, con o sin ciencia, cuyas conclusiones morales están muchas veces por delante de sus análisis.
Y me callo ya.
Puesto que "cientificista" se ha convertido en una palabra peyorativa, es lógico que nadie se denominé así a sí mismo. Pero yo me he atrevido con "positivista" (soy lo que llamo "un positivista sensato") http://abordodelottoneurath.blogspot.com/2007/10/el-positivismo-es-un-humanismo-1.html.
La "sensatez" no proviene, naturalmente, de un "exceso en el poder de la razón", sino más bien del reconocimiento de que, sobre aquello de lo que no podemos tener "conocimiento científico", no podemos tener en realidad ningún tipo de conocimiento. Todo lo que no es ciencia (incluída la filosofía) es opinión, en el sentido de que no hay razones para afirmar una tesis más que la contraria (y si la hay, es que es ciencia, aunque sea "ciencia de andar por casa").
Hola Germánico,
No estaba ironizando, sino que realmente tengo interés por leer algo que pudiera considerarse genuinamente "cientifista". El caso es que he leído más alegatos contra el cientifismo que los de la otra parte. TAmpoco estoy seguro de que estemos en desacuerdo. En Ciencia las cosas siempre son cuestionables y evidentemente, como señala Jesús, hay cuestiones que no son abordables experimentalmente.
Sí, ley el libro Dawkins (incluso le dediquè un post). Discrepo bastante del "seleccionismo irredento" de Dawkins (al igual que la mayoría de los biólogos evolutivos).
Saludos
Hola Pablo,
Es normal que se lean más alegatos contra el cientifismo que en defensa del mismo, porque en realidad no hay nada que defender como tal. Para el cientifista el cientifismo será un fantasma creado por la imaginación de enemigos de la ciencia y de la razón. Vamos, que verá con toda nitidez la paja en el ojo ajeno. Y no puede negarse que, en algunos casos, tendrá -razón. Porque según de quién venga la crítica y los matices que encierre podrá tratarse de un simple hombre "de paja" (en el ojo ajeno) o de un acertado análisis de los excesos inconscientes en los que incurren algunas personas en su uso de la razón, y de las creencias ocultas tras aparentes objetividades.
Me alegro de que tu postura no sea la de cerrar filas con los científicos -por otra parte muy loables- que pecan de cientifistas. Ese corporativismo es nefasto, ya se sabe, y más en la ciencia, que es, como bien señalas, ámbito de cuestiones y cuestionamientos.
Por cierto, tengo que leerme tu libro. ¿Me lo recomiendas?...jejejejeje
Espero que sea fácil de conseguir en la Casa del Libro.
Hola germánico,
Mi libro se encuentra con bastante dificultad (posiblemente lo más fácil es pedirlo directamente a la editorial a través del link de mi blog). Quizá te resulte demasiado simple (aunque siempre puedes añadirlo a tu hoguera).
Un saludo
vyNo, no creo que sea pasto de las llamas. Ya te he leído en el blog y sé además el tema del libro. Me apetece leerlo.
Quizás tarde porque tengo una oposición por medio de un tema que nada tiene que ver, y su estudio me absorbe bastante (a la par que me aburre). En la Casa del libro y el El Corte de Goya mis emisarios no lo han encontrado, pero lo van a pedir a la editorial. En cuanto lo lea lo comento en tu blog (y que carajo en el mío -que ya no es este).
Salu2
Germánico, extraordinario tu post. Para algunos, la ciencia no es un método racional para buscar la verdad de forma progresiva a través de la experimentación y la razón, sino una ideología. En este punto, no distan mucho de cualquier otra ideología no científica (en el sentido de poseer ingredientes similares: dogmatismo, ganas de imponer el punto de vista propio, falta de autocrítica, ignorancia de las propias limitaciones, perseucición del disidente, etc.)
Ya que mencionas el libro de Dawkins, me gustaría señalar este artículo crítico sobre dicho libro:
http://www.tendencias21.net/El-espejismo-de-Dawkins_a1526.html
Para mí la ciencia no es un fin en sí mismo, sino un instrumento intelectual (altamente sofisticado, aunque no perfecto) para descubrir la verdad del mundo. Lógicamente, existen aspectos que en sí mismo no se reducen a la ciencia, sino que pertenecen a otra esfera humana (ej: el arte, el amor al prójimo, etc.).
Saludos y felicitaciones por un blog tan bueno.
La ciencia es, en efecto, un instrumento intelectual imperfecto, aunque en muchos sentidos sea el más perfecto que tenemos. Pero la ciencia misma cambia, evoluciona, con lo que lo que ahora pasan por verdades incontrovertibles derivadas de ella, resultan ser, pasado el tiempo, motivo de burla o de benevolente conmiseración por los defensores de los nuevos dogmas y de las muevas verdades, probablemente más depuradas. La ciencia no es pues algo monolítico e imperturbable, sino una dinámica hecha, como decía Pablo, de cuestiones y cuestionamientos permanentes.
A mi me parece bien que se intente explicar todo desde la ciencia, siempre y cuando se reconozcan sus limitaciones y se diga, tras el intento fallido: "bien, hasta aquí hemos llegado, y ahora vamos a especular un poco, a jugar con las palabras y las ideas construyendo entramados aparentemente lógicos".
Gracias a ti por tus comentarios Zetetic. Yo estaré de ahora en adelante en otro blog, Lidiando con la Fatalidad. Pásate y toma algo.
Aquí también hicimos una pequeña crítica al libro de Dawkins.
A ver si ahora enlaza.
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