Me he enterado por el correo de Alvaro Cortina, organizador del grupo de tertulias Unamuno-Prim, del fallecimiento de Lynn Margulis y del de Monserrat Figueras, dos mujeres a quienes me vinculaba un afecto diferente. Las dos intepretaron el pasado, una científicamente el lejano y todavía no humano, pero que encerraba ya el potencial que se desplegaría en la biosfera, o, como ella prefería decir, el Planeta simbiótico o, siguiendo a Lovelock, Gaia, y otra musicalmente el más cercano y humano, el de las formas musicales del fin del medievo que explotaron en la polifonía renacentista.
El pasado de Margulis era el que precedió y sucedió inmediatamente a una transición fundamental, un renacimiento mismo de la vida a través de la simbiósis, en la célula eucariota, de varios microorganismos; un mundo gobernado por bacterias y arqueas, un Microcosmos, como ella lo definiría. El de Monserrat el que precedió y sucedió a otra transición fundamental, el Renacimiento histórico y cultural -humano en definitiva- a partir del llamado medievo, un mundo este último gobernado por el Feudalismo, en el que el conocimiento era celosamente guardado (y salvaguardado) por la Iglesia y la ausencia de comunicaciones hacía imposible cualquier tipo de divulgación. Desde las profundidades oscuras un medievo más antigüo, donde musicalmente se practicaba la monodia surgieron la música profana y la polifonía.
Y como detrás de una gran mujer en ocasiones hay un gran hombre, dentrás de estas dos grandes mujeres hubo casualmente (o no por casualidad) dos grandes hombres. Margulis estuvo casada con el famoso astrobiólogo y divulgador de la ciencia Carl Sagan, que nos introdujo en los misterios el Cosmos (en este caso no el micro sino el macro, del que pronto tendremos ocasión de hablar en una entrevista a un Físico de la NASA -y Padre de la Iglesia). Figueras fue hasta su misma muerte la mujer de Jordi Savall, junto con quien realizó una gran labor de divulgación de la música antigüa.
Y como detrás de una gran mujer en ocasiones hay un gran hombre, dentrás de estas dos grandes mujeres hubo casualmente (o no por casualidad) dos grandes hombres. Margulis estuvo casada con el famoso astrobiólogo y divulgador de la ciencia Carl Sagan, que nos introdujo en los misterios el Cosmos (en este caso no el micro sino el macro, del que pronto tendremos ocasión de hablar en una entrevista a un Físico de la NASA -y Padre de la Iglesia). Figueras fue hasta su misma muerte la mujer de Jordi Savall, junto con quien realizó una gran labor de divulgación de la música antigüa.
En fin, ambas han dejado descendencia que, de seguro, continuará su labor. El pasado permanecerá presente, en los libros de texto de biología y en los manuscritos medievales y renacentistas que seguirán siendo interpretados, unos a la luz de la evolución, y los otros con el bello y seductor sonido de la música. La cultura y la vida humanas siguen su camino, por el momento.
2 comentarios:
Gracias.. gran aporte, como bien dices, uno a la luz de la evolución y otro con el bello y seductor sonido de la música... Gran perdida de dos grandes mujeres.. nos queda la luz de lo que entregaron..
Buen día
La endosimbiosis la propuso un ruso olvidado pero al que sacó del olvido Margulis (bueno, no del mío, que ahora no recuerdo ni su apellido). Luego Margulis trabajó a fondo en esa línea y nos mostró lo íntimamente imbricados que están los ecosistemas y el gran número de simbiosis que existen, mostrando esto que el mecanismo de la simbiosis ha sido muy habitual y de decisiva importancia en la evolución de nuestro planeta.
Yo descubrí hace un año la música medieval y renacentista gracias precisamente a la interpretada por Figueras y Savall. Desde entonces la escucho a menudo, sobre todo cuando quiero relajarme de este mundo acelerado. Pongo esa música y me imagino en un pasado idealizado dónde el estrés resultaría inexplicable. Me sumo en "la lentitud" de Kundera.
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