Edward Westermarck |
Edward Westermarck fue un filófoso sueco contemporáneo de Freud que tuvo que vivir en una época desfavorable para sus intereses intelectuales precisamente porque tuvo que competir con las ideas psicoanalíticas que fueron las hegemónicas en la Europa de entreguerras hasta que más tarde cayeron en desgracia. Hoy consideramos a Westermarck un adelantado para su época que intentó trasladar las hipótesis evolucionistas a la psicologia.
Existen al menos cuatro teorías para explicar el fenómeno del tabú del incesto:
1.- La hipótesis de la familiaridad (Eibl-Eibensfeldt,1995): crecer juntos puede fabricar una especie de aversión entre los sujetos que les impida aparearse.
2.- La hipótesis biológica: el incesto haría aflorar alelos recesivos que podrían resultar fatales desde el punto de vista genético cuando se dieran juntos en un mismo individuo.
3.- La hipótesis psicoanalítica: la prohibición del incesto se fundamenta en el crimen ritual de la horda que erige al asesinado como tótem y protector de la misma. De este parricidio surge el tabú del incesto, ambos pues, parricidio e incesto se hallan relacionados simbólicamente (Freud, 1912) y participan de la misma prohibición.
4.- La hipótesis económica: La exogamia favorece los vínculos extrafamiliares al tiempo que favorece el reparto del trabajo comunitario. La madre de un adolescente joven puede verse favorecida por la llegada al núcleo familiar de una hembra joven bien dispuesta para el trabajo. A cambio, ese mismo padre puede “perder” a una hija, porque sabe que tendrá el recambio de una nuera en otro lugar (Levy-Strauss, 1998).
Hoy tendemos a pensar en que la primera y la segunda hipótesis son las mas acertadas y además no se contradicen entre sí. El propósito (la causa última) de la evitación del incesto seria eludir los emparejamientos de alelos letales, alelos que con seguridad compartimos con nuestros parientes y no con los extraños. Dicho de otra forma, la causa del tabú es la evitación de taras genéticas en nuestra especie. La hipótesis de la repugnancia de Eibl-Eibensfeldt no iría en contra sino a favor de este plan de evitación y representaría su causa próxima.
Y además cada vez más pensamos que un tabú no es algo que proceda de una instancia sagrada, teísta, o impuesta por ninguna deidad o plan de un diseño más eficaz de nuestros cuerpos sino una adaptación como es el caso del canibalismo o el homicidio. Un adaptación que se realizó en tiempos ancestrales -como sucede en todas las adaptaciones- y que dio lugar más tarde a códigos, leyes, prescripciones y prohibiciones relacionadas con el matrimonio y la reproducción entre parientes. Precisamente porque es una adaptación no necesitamos estar pensando en ella y aunque el incesto forzado es bastante frecuente (tal y como veremos más abajo) en todas las sociedades lo cierto es que el matrimonio entre hermanos o parientes cosanguíneos de primer orden es bastante escaso, cabe recordar que la adaptación a la que se refiere el tabú no se aplica sobre las relaciones sexuales concretas sino contra los matrimonios con fines reproductivos.
Lo cierto es que los seres humanos tenemos muy poco interés sexual en nuestros padres, madres, hermanos o hermanas y tendemos a buscar parejas fuera del dominio familiar, si bien son frecuentes desde el punto de vista de la psicopatologia ciertas obsesiones con este tema. Para Freud esta sería precisamente la prueba de su teoria: el horror al incesto seria el responsable de que la gente se buscara la vida más allá de la familia , tribu e incluso clan, cuanto más lejos mejor.
El efecto Westermarck niega sin embargo el deseo incestuoso freudiano: no hay tal deseo incestuoso; por el contrario, dice Westermarck, lo que hay es un desinterés por las relaciones incestuosas ya que la reproducción sexual procura la exogamia como estrategia para evitar taras y mantener la variabilidad genética.
¿Quien tiene razón?
Westermarck a través de su obra construyó una conjetura para entender como se forjan estas “repugnancias” que desactivan el deseo sexual entre parientes. Para Westermarck una madre es aquella persona que nos alimenta, cuida y pasa con nosotros gran parte de nuestro tiempo en la infancia, un hermano es aquel intruso que comparte con nosotros las atenciones de la madre y con el que nos une sobre todo una competencia feroz a lo largo de toda nuestra crianza.
El efecto Westermarck sería pues ese reconocimiento que hacemos de nuestros parientes a traves del contacto repetido y que nos alejaria sexualmente de ellos con independencia de si estamos emparentados genéticamente o no.
Dicho de otro modo, no estamos diseñados para reconocer a nuestros parientes más que a través de los “vínculos” que establecemos con ellos a lo largo de un periodo prolongado que podemos llamar para entendernos “primera infancia” y que además presentan ciertas ventanas plásticas para que se impriman o impregnen ciertos aprendizajes, esos que nos hacen exclamar: ¡este es mi hermano, mi madre o mi padre!
Dos hermanos que fueran separados al nacer y se criaran por separado podrian encontrarse al ser adultos, enamorarse y formar una pareja pero bastaria la noticia fidedigna de que son hermanos para que el deseo se desactive. Tambien se conoce el caso contrario: los niños israelíes que fueron criados en kibutzs desarrollaron vínculos de hermanos (a pesar de no serlo) y al llegar a la edad adulta y a pesar de que eran instigados a formar parejas entre sí, pronto desertaron de hacerlo, simplemente no se sentian interesados. Hay algo pues en la familiaridad que opera como un disuasor sexual y entendemos como familiaridad el contacto continuado entre niños y criadores en la infancia.
Niños en el Kibutz |
Las ideas de Westermarck ponen en evidencia la idea central de Freud de que el niño alberga sentimientos incestuosos hacia su madre y simultáneamente deseos agresivos frente a su padre. Daly y Wilson han señalado que el error de Freud consistió en entender que aunque entre padre e hijo pueda existir rivalidad sexual esta rivalidad no es nunca por la madre, simplemente a los jóvenes no les interesan las mujeres mayores.
Entre los hermanos sin embargo, la rivalidad atraviesa toda la infancia y va dejando sus secuelas para toda la vida, en una u tra forma: es lógico , los hermanos compiten por la comida, la atención y un rol de privilegio en el seno de la familia. La rivalidad entre hermanos (que muy frecuentemente es identificada por los padres como celos) tiene dos objetivos preferenciales:
1.-Obtener de los padres más de lo que los padres están dispuestos a dar.
2.-Arrebatarles a los hermanos su participación en los beneficios.
Hermanos durante una paz armada |
Así cada uno de los hermanos adoptará una estrategia u otra, dependiendo del nicho ecológico que quede libre en la familia a fin de salirse cada uno con la suya. Este es un fenómeno que ha sido observado en toda la escala animal, las crias tratan de prolongar su periodo de dependencia de los padres a traves de diferentes engaños, haciéndose el tonto, no mudando de plumaje, hacerse caca cuando ya deberian controlar esfínteres, negándose a comer, hacerse el débil o el necesitado, a través de berrinches, pataletas y en el caso de los humanos a través de enfermedades coactivas o ciertos retrasos que hacen recaer sobre el niño más atenciones. Cada cual elige una estrategia distinta con arreglo a su patrimonio genético y adopta, construye y modifica su estrategia puliéndola a medida que va creciendo e implementándola con nuevas sofisticaciones.
Dicho de otra forma: las crías compiten por seguir siendo niños y gozar de los bienes que sus padres (y nadie más) les aseguran. Para Westermarck es el destete más que el Edipo la clave de las rivalidades infantiles que en oposición a Freud no son sexuales.
Costes del incesto segun los actores.-
El incesto además tiene distintos costes según quién lo ejerce, no tiene el mismo precio para madres que para padres, hermanos o hermanas. Pero salvo excepciones si respetamos el tabú – la adaptación o la aversión- al incesto es por la razón de evitar las secuelas biológicas de las uniones entre parientes.
Endogamia -"Real" |
El incesto de madre a hijo. ¿Qué gana una madre con copular con su hijo?. El beneficio es claro: obtendrá un hijo-nieto que llevará el 75.5% de sus genes, casi un clon. El coste es que ese niño será casi seguramente portador de una tara genética o será deforme. El beneficio no supera al coste. Por otra parte tener un hijo con su marido supone diseminar mejor sus genes, ¿por qué tenerlos con un hijo y afrontar esos riesgos? Además hemos de contabilizar el gasto del embarazo , parto y lactancia, una inversión parental que queda en suspenso y que imposibilita a la madre una mejor elección. Por otra parte el hijo aspirará a tener una esposa joven como él y se siente poco atraido por las mujeres mayores. Esta argumentación nos permite predecir que el incesto madre-hijo será rarísimo en la naturaleza. Asi es.
El incesto padre-hija. En este caso y dado que ningun padre puede estar seguro de que sus hijos son sus hijos, la linea roja puede ser cruzada con más facilidad y de hecho asi es en casi todas las sociedades. Se trata del caso más frecuente de incesto y mucho más en el caso de padrastros. Los hombres tienen una menor evidencia de parentalidad y por tanto una repugnancia menor a cohabitar con sus hijas y mucho más si no han convivido con ellas durante ese periodo critico donde se forjan los “vinculos” parentales. Al mismo tiempo que pueden tener hijos con otras mujeres simultáneamente, lo que nos permite predecir que los hombres precisan un mayor aprendizaje social para eludir el incesto que las madres.
El incesto entre hermanos. Junto con el caso anterior suele ser forzado, desde los hermanos a las hermanas y los costes son siempre mayores para las hembras puesto que los varones no dejan de invertir en otras hembras si dejan embarazadas a sus hermanas pero ellas habrán de quedar vinculadas de por vida a hijos deformes que les impedirán una inversión genética eficiente con otros varones externos.
Naturalmente vuelvo a repetir que la selección natural ejerció su presión adaptativa sobre la reproducción y no sobre el sexo, la disociación entre ambos es relativamente reciente aún y aquellas adaptaciones tuvieron lugar en tiempo evolutivo, ancestral.
Significa que la complejidad de las sociedades actuales, me refiero a las sociedades opulentas plantean preguntas que no voy a resolver en articulo, ni en este momento porque lo que ahora me gustaria hacer es volver sobre las ideas de Freud y de Westermarck a fin de dilucidar si la una invalida a la otra. Dejaré tambien mi opinión.
Personalmente creo que los niños no albergan deseos incestuosos con sus madres (ni las niñas con sus padres) sino una especie de “complejo de destete” es decir una sensación de haber recibido poco (en comparación con los hermanos si los hubiera) teñido de exigencias imaginarias o reales frente a sus madres sobre todo. Del mismo modo los varones pueden confrontarse continuamente con un padre primitivo que “castra” a sus hijos con el fin de mantenerlos controlados pues el padre ha de dotar de recursos a los hijos para conseguirles una esposa, asi sucede en todas las sociedades tradicionales, son los hombres los que “pagan” por la esposa, al mismo tiempo que “dotan” a sus hijas para hacerlas más apetecibles.
Dicho de otra manera, no veo forma de deslindar la rivalidad fraternal de la rivalidad sexual con el padre y la sensación de deuda y la conducta de ajuste de cuentas permanentes con las que muchas personas viven su vida en relación con sus parientes. De hecho llamamos celos “infantiles” a aquella rivalidad por la madre y aquellos celos tiñen los celos sexuales que aparecen ya con la maduración sexual. Mi idea es que la rivalidad fraternal (o las privaciones parentales) es el embrión sobre el que crecen los celos adultos o dicho de otra manera ambas emociones están forjadas con los mismos materiales: el odio, el rencor, la desconfianza y el deseo de venganza.
Las mujeres suelen sentirse celosas cuando se sienten desplazadas de una situación de privilegio y los hombres también, pero son mas frecuentes los celos sexuales en los hombres, algo a lo que llamamos celotipia. Con independencia de que ambas emociones tengan origenes distintos mi opinión es que los celos sexuales evolucionaron desde un arcaismo anterior -puesto que todos estuvimos expuestos a esa situación de rivalidades o privaciones infantiles- que podriamos llamar para entendernos “complejo de destete”.
El destete y el Edipo podrian ser aspectos evolutivos del mismo conflicto y que pone en marcha constelaciones emocionales similares indistingibles en el adulto puesto que tal y como comenté en este post ¿De quién se tienen celos cuando se tienen celos?
Westermarck y los replicantes egoistas.-
Para Freud es precisamente la existencia del tabú la que señala en la dirección de que mantener relaciones sexuales con miembros de nuestra familia sería atractivo. Pero Westermarck por el contrario, arguye que los niños no se sienten en absoluto atraídos por los adultos de su familia y llama al postulado de Freud “el gran error del psicoanálisis”. El complejo de Edipo seria pues un mito.
Pero las cosas distan mucho de haber sido resueltas y aqui en este post de la “revolución naturalista” que dirige Eduardo Zugasti nos aportan algunas pruebas que vienen a indicar que Freud tenia razón.
¿Pero la tenia?
Es muy posible que ambos tuvieran parte de razón, nombraré algunos hechos indiscutibles para que el lector navege por los datos contradictorios de que disponemos:
1.-El incesto evita combinaciones letales entre alelos recesivos peligrosos para la descendencia.
2.-Tendemos a emparejarnos con personas que nos recuerdan vagamente a nuestro amado o temido progenitor o bien tendemos a buscarnos parejas que para nada nos lo recuerden (si la relación fue mala).
3.-Es indudable que existe una impronta precoz de caras, gestos, actitudes, prosodias, caracteres y costumbres familiares que tendemos a reproducir. Si esta impronta existiera -la busqueda y reencuentro con lo familiar” deberiamos admitir que aquello que se grabó lleva consigo patrones de deseo sexual.
4.-El incesto consumado tiene consecuencias psicológicas devastadoras para aquellos que lo han sufrido.
5.-Un gen A puede “soñar” con encontrar otro similar a fin de optimizar la configuración de la descendencia (por ejemplo los genes que regulan el CI o la inteligencia tienden a emparejarse) y preparar cerebros que a su vez busquen “su media naranja” y elijan como parejas preferibles a aquellas con las que comparten genes o determinados alelos.
6.-El conocimiento de que nuestra pareja está fuertemente emparentada con nosotros desata una tormenta de repugnancia de tal modo que incluso parejas estables pueden romperse al tener el conocimiento de que son hermanos.
7.-La estimulación precoz o sexualización de los niños pequeños genera consecuencias psicológicas impredecibles no tan graves como el incesto consumado pero significativas.
Se trata de datos contradictorios, unos apuntan al hecho de que hay algo “impreso” que nos lleva a la homogamia y algo cultural “el tabú del incesto” que nos impulsa hacia el rechazo. La psicología social ha documentado que algunos de los predictores más importantes de atracción sexual coinciden justamente con aquellos rasgos que las perspectivas neo-Westmarckianas consideraban que inhibían el deseo: familiaridad, proximidad y una historia de experiencias comunes.
Dicho de otro modo: que la atracción y el rechazo se encuentran en los mismos gustos.
Dos psicólogos sociales, Chris Fraley y Michael J. Marks (2010) (comentado también en Research Digest Blog) han puesto a prueba la hipótesis neo-Westmarckiana con dos fascinantes experimentos que son difícilmente compatibles con la sugerencia de un “mecanismo” natural diseñado para evitar el incesto.
Lo que nos lleva de nuevo a echar mano de la psicologia evolucionista y a indagar entre las diferencias que se encuentran plegadas y codificadas en los genes y en la cultura. Efectivamente no existe un mecanismo natural para rechazar los escarceos con la parentela (y el incesto), antes al contrario: los niños aceptan el placer proceda de donde proceda (decía Freud que el niño es un perverso polimorfo) siempre y cuando no haya además de eso maltrato o violencia. ¿Para qué tendría que tomarse la evolución el trabajo de construir un rechazo en los individuos con sus progenitores o sus parientes, teniendo en cuenta de que todos procedemos de pequeños grupos emparentados entre sí?
Si yo fuera un neo-westermarckiano diría que para evitar descendientes enfermos o con poca perspectiva vital, ¿pero cómo sabían esto en entornos ancestrales nuestros precursores? Evidentemente no sabian nada de genética, ni de alelos incompatibles, ellos no podian saber que la sexualidad entre parientes podia ser letal para los niños nacidos de tales emparejamientos. Es tambien muy dudoso que acumularan la suficiente información para poder transmitir ese peligro a sus vecinos. Pero es obvio que fueron los grupos humanos los que inventaron el tabú del incesto, algo pues cultural, es decir impuesto por el grupo al individuo concreto.
Ahora bien, si el tabú del incesto no se impuso para optimizar la inversión parental en forma de una descendencia viable, ¿qué objeto tenia la prohibición?
Pues asegurar un reparto justo de las mujeres, claro está. Todas las prohibiciones sexuales tienden a regular la posesión y acaparamiento de varias mujeres por un sólo hombre, lo cual resultaria en un conflicto grupal tarde o temprano. Asegurar que los grupos fueran cohesionados, laboriosos y cooperativos requirió recortar y regular el acceso a las hembras y asegurar una sanción, un castigo a los disidentes. Restricción y castigo van pues de la mano.
Dicho de otro modo, el tabú del incesto se inventó para regular cosas bien distintas a las que hoy creemos: las niñas, nuestras hermanas, o nuestras madres, tías y el resto de la parentela no son accesibles para mi, pero pueden serlo para otros que a cambio pueden disponer de una esposa para mi hijo y una nuera para mi familia (Levi-Strauss 1981).
Ahora bien, ¿entonces en qué quedamos, tenia razón Freud o la tenia Westermarck? ¿Se sienten atraidos los niños por sus madres?
Sigmund Freud |
Esos replicantes egoistas que son los genes no atienden más que a sí mismos, de modo que un gen siempre buscará emparejarse con un gen homólogo, al tiempo que el cerebro del individuo (el organismo total que es más inteligente que el gen) impondrá su propia Ley. Y la ley es la ley del grupo, la que prohibe toda la sexualidad y la hece recaer y equivaler a la sustracción de recursos para otros y castigos para los infractores (¿castración?). Esta diferencia de recursos sexuales explica porque las mujeres se reproducen más que los hombres (tenemos mas ascendientes femeninos que masculinos), lo que es lo mismo que decir que el éxito de las mujeres es superior al de los hombres. En esta desigualdad está basada la cultura humana.
¿Hubiera sido mejor evolucionar en un entorno donde todos tuvieramos acceso a todas?
Piense el lector en esa utopía y contéstese a sí mismo.
Bibliografía.-
Fraley RC, & Marks MJ (2010).
Aquí hay una buena monografia en pdf sobre el efecto Westermarck desde una perspectiva evolucionista.
Steven Pinker. Cómo funciona la mente. Destino. Barcelona. 1997
2 comentarios:
Leyendo sobre este tema a mí también me ha parecido a veces notar dos tendencias contradictorias: por un lado está claro que hay una evitación del incesto en animales y plantas, pero , por otro lado, también hay muchos datos de lo que se llama homofilia: la gente prefiere escoger como pareja a gente similar o parecida a uno mismo ( por ejemplo asiáticos prefieren a asiáticos, etc). Según eso, ¿ qué más similar que la propia familia?
Es decir parece haber, a la vez, una búsqueda de lo diferente y de lo similar.
Mi conclusión es que lo ideal para el organismo a la hora de buscar una pareja con la que intercambiar genes parece ser un punto medio: que sea diferente, pero no demasiado diferente...
Si es muy igual, caemos en el riesgo de endogamia
Si es muy diferente, podemos caer en que sea de una especie diferente( y perdamos la inversión en tiempo y esfuerzo), o de que se diluyan nuestros genes...
No lo sé...es mi manera de integrar esas dos tendencias contradictorias
Es exactamente lo que yo pienso, dicen que la clave está en la similitud del complejo HLA, pero tengo mis dudas de que los anovulatorios no hayn extinguido esa tendencia de reconocimiento por el olor.
Publicar un comentario