Bert Roberts (foto de Sean Maguire) |
Los patrones de desarrollo y crecimiento de los actuales
seres humanos son distintos de los que poseen nuestros parientes más cercanos
del reino animal, los chimpancés. Nuestro distanciamiento evolutivo de este
grupos, que incluye a chimpancés comunes y chimpancés pigmeos o bonobos
(popularmente conocidos estos últimos por su divertida sexualidad, que nos
recuerda teatralmente a la nuestra) no se derivaron directamente de cambios en
el patrón de desarrollo, aunque estos cambios acaecieron como consecuencia ineludible
de los cambios anatómicos que sufrieron nuestros ancestros australopitecinos en
el este y sur de África al adquirir la postura erguida y bípeda que les distinguió
como género y les hizo caminar de forma distinta hacia nuevos horizontes
evolutivos…dejando sus huellas de este paso impresas en Laetoli, Tanzania
(auténticas huellas de lo que bien podrían ser unos humanos…de unos tres años
de edad).
No hay que engañarse, en cualquier caso, con la imagen
mostrada, que gráficamente podría ilustrar un paso firme hacia el futuro. Nada
más lejos de la realidad, tal como se percibe ahora. Los antepasados del hombre
son difíciles de localizar en el exuberante follaje del árbol evolutivo de los
homínidos, lleno de ramas variadas. Dos de ellas, que parten del mismísimo
tronco, y que dieron origen a numerosos brotes específicos, son muy distintas:
una es robusta, la otra grácil. De la primera surgió un conjunto de brotes
(algunos que se alargaron como ramas laterales de más de 1 millón de años) los
que podríamos denominar, de modo general, parántropos, animales más bien
sedentarios y tranquilos que ante la llegada de los cambio climáticos que redujeron las selvas africanas
a calvas en medio de extensas sabanas y cercanas a desiertos, se especializaron
en comer tubérculos, raíces y en general productos abrasivos de difícil
procesamiento en el aparato masticados y en el digestivo, en las fronteras
entre el poco espeso follaje de las selvas en retirada y la sabana invasora:
vasta y abierta y llena de nuevos retos y peligros. Su robusta rama -apoyada
por la robusta mandíbula y los robustos molares machacadores de duras cáscaras
de sus anchas bocas- prometía mantenerse firme sobre el tronco del árbol. Era
un buen experimento de la evolución: conservador y de bajo riesgo…y sumamente
especilizado. Y como el 99,9 % de esos experimentos está hoy extinguido.
Huellas de Laetoli (Tanzania) |
De la rama grácil y frágil brotaron multitud de especies
de estructura ósea y dientes más gráciles (y frágiles), que no podían
permitirse una estrategia de alimentación basada en el procesamiento lento y de
molino de piedra de sus parientes parántropos trituradores. Los australopitecos, los Homo habilis y los Homo rudolfensis (estos últimos incluidos en el género Homo por muchos
paleoantropólogos, aunque otros paleoantropólogos los consideren simples
variantes australopitecinas), eran de pequeño tamaño (metro y medio los machos
y un metro las hembras, decímetros arriba, decímetros abajo), y se sabe que
algunos de ellos fueron los primeros viajeros fuera de África, saliendo de allí
hace 2 millones de años y llegando, al menos, hasta Dmasini, localidad de la
actual Georgia, en el sur del Cáucaso. Pero allí donde llegaron –no se conocen
los pasos intermedios- eran tan bajitos como los Homos africanos, más/menos, si
bien ya no podía considerárseles de la misma especie que ninguno de ellos,
dadas sus características morfológicas. ¿Qué había pasado? Pues seguramente que
habían evolucionado por el camino, lo cual tiene pleno sentido, pues si la
evolución supone un largo camino también un largo camino también supone una
evolución. Y dadas las evidencias paleantropológicas podríamos unir puntos y
relacionarlos con otros puntos donde han sido hallados restos fósiles de otras
especies.
Algunos sugieren que pudieron los homínidos que recalaron
en Dmasini pudieron partir hacia Europa, convirtiéndose por el camino en el
burgalés Homo antecessor. Parece
plausible, al menos posible. Y una mandíbula terminada de analizar
recientemente en Atapuerca podría ayudar a reforzar esa hipótesis y hacerla
pasar de posible a probable. Por otro lado los homínidos de Georgia –llamados por
sus peculiaridades específicas Homo georgicus-
se dirigieran, además de hacia el Oeste,
en sentido contrario, antes y/o después de llegar a Dmanisi, lo cual podría
haber dado origen a especies tales como el Homo erectus. Sin embargo antecessor y erectus tenían un tamaño mayor,
más parecido al nuestro. ¿Es que todos los caminos homínidos conducían a la
Roma de un desarrollo hacia formas más altas del género? ¿se trataría de una
convergencia evolutiva? No parece fácil, y explico por qué:
Reconstrucción del Niño de Turkana |
Todo comienza con otra ramita del árbol africano no fácil
de ubicar. Es sin duda una ramita del lado grácil, pero no se sabe bien de qué
otra ramita grácil previa proviene. El nombre que se le dio originalmente fue
el de Homo erectus (erecto), por
considerársele parte de la especie que colonizó Asia, pero luego se le
clasificó como Homo ergaster
(trabajador), dándosele la consideración de una especie exclusivamente
africana. Este homínido tenía un andar erecto, ciertamente, y una altura
bastante mayor que la de los anteriores homínidos encontrados en el registro
fósil africano. Un ejemplar muy completo juvenil fue hallado en el lago
Turkana, recibiendo el nombre de El niño
de Turkana. Y no era precisamente un niño del tamaño de un humano de tres
años, como los australopitecos o el habilis ya de adultos. Era un niño al que,
a través de los dientes y huesos se le
ha atribuido una edad de entre once y quince años al morir y que medía
un metro sesenta centímetros, centímetro arriba centímetro abajo. Al no haber
culminado su crecimiento se ha estimado que, con el ritmo del mismo, fácilmente
podría haber alcanzado el metro ochenta en la madurez. Esa ramita salida de
otra ramita grácil era más alta y más esbelta.... Y ese hecho tan aparentemente
irrelevante (¿de qué le servía ser más alto, es qué veía más lejos entre los
hierbajos de la sabana?) explicado en términos de desarrollo biológico tenía
una significación enorme. Ese niño habría probablemente nacido en un relativo
estado de indefensión que habría requerido los cuidados parentales. Ese niño
desarrollaría gran parte de su cerebro de aproximadamente 900 cc de tamaño
fuera del útero materno. Su madre tuvo un parto prematuro y más complicado que
el de sus antecesoras tipo habilis, pues daba a luz un cabezón por una pelvis
estrecha (cuya estrechez se debía a la locomoción bípeda) y tuvo que afrontar
los retos de la sabana con un ser por completo dependiente a cuestas, puesto
que dicho ser, cabezón ya de por sí, todavía tenía que desarrollar un cerebro
más grande –fuera del útero. Pero al desarrollar ese pequeño e indefenso ser un
cerebro más grande, una vez superaba el año, y más aún al superar los tres,
cuando alcanzase más que probablemente el tamaño corporal de los habilis, tendría
una inteligencia mayor derivada de una flexibilidad cognitiva igualmente mayor.
Ese ser era un niño, no ya un infante. Tenía un período de desarrollo infantil
que ahora llamamos niñez que los demás simios antropomorfos no tienen, ni
tampoco tuvieron sus inmediatos antecesores en la historia evolutiva. Y llegado
el final de dicha niñez, prolongación del desarrollo del cerebro, sufriría una
serie de cambios rápidos que le conducirían a la edad adulta y que
constituirían una segunda etapa del desarrollo adicional no existente en los
anteriores representantes de su género, llamada adolescencia. Durante la
adolescencia se produciría un gran aumento del tamaño corporal (y el desarrollo
de los rasgos sexuales) y el pequeño simio-niño se convertiría en un joven con
un gran cerebro que había entrado de lleno en lo que Steven Pinker denominó
acertadamente “el nicho cognitivo”.
Mientras los parántropos, cual pequeños gorilas,
masticaban duros hierbajos y semillas y tubérculos arenosos, con un cerebro
relativamente grande para ser casi exclusivamente herbívoros, pero con un
aparato digestivo con unos requerimientos energéticos tan grandes que impedían
cualquier desarrollo ulterior del cerebro. Ahora no queda ninguno masticando
ramas en África, pero en su momento fueron un grupo muy diverso y adaptado, y
estuvieron cinco veces más tiempo del que llevamos los sapiens colonizando la
tierra.
Canales de parto de humanos y chimpancés |
Volviendo a lo que decíamos arriba de los que bien
podrían ser nuestros ancestros, el andar bípedo, redujo el canal del parto, mientras
a un tiempo el cerebro crecía en tamaño, y llegado un punto se produjo un
choque aparentemente irresoluble entre ambas tendencias evolutivas (un cerebro
más grande al nacer y un canal del parto cada vez más estrecho). Si no se
hubiese dado algún tipo de compromiso entre ambas tendencias es indudable que
las especies bípedas de primates no habrían llegado a ser cognitivamente tal
relevantes como lo fueron los neandertales o lo hemos sido nosotros. Los partos
hubieran terminado por ser imposibles y la descendencia no habría alcanzado la
salida hacia la vida y la posibilidad de sembrar más vida susceptible de evolucionar. Pero la solución evolutiva de compromiso se
alcanzó, y esta no era otra que la altricialidad (o nacimiento prematuro, que dejase parte del
desarrollo del cerebro al albur de los factores ambientales y de los cuidados
parentales). Ésta elongó la crianza hasta extremos peligrosos. Los bebés que luego serían animales adultos más
listos, y por tanto más adaptables al medio a través de la inteligencia
necesitaban de una madre, ciertamente, pero también de un padre, y de un grupo
en el que se diera eusocialidad, en el que existieran lazos fuertes entre los
miembros. Esto por tanto hizo más sociales a los ya de por sí sociales simios
del pleistoceno africano, y que los padres tuvieran que empezar a colaborar en
la crianza de los niños (mucho antes de que lo hicieran los humanos con los
cambios de pañales y los biberones).
Pero nos hemos ido por las ramas….por la rama que condujo
probablemente a nuestra especie (y a muchas otras) de seres humanos, demasiado humanos.
Dentro de la rama grácil, mayor aún, teníamos a esos
emigrantes de hace 2 millones de años establecidos ni más ni menos que a los
pies del Cáucaso y entre Asia y Europa. ¿Evolucionarían, preguntamos de nuevo,
hacia otras especies más altas? No
parece fácil. Dicha convergencia evolutiva con los ergaster y hacia los
erectus, por un lado, y los antecessor por otro, requería elevarse por encima
de su condición –y su altura- desarrollar un cerebro mayor y una altura mayor a izquierda y derecha del
mapa, a oeste y a este. Y convertir el dilema entre mayor cerebro y bipedismo
en un universal humano que la evolución se encargaría de resolver siempre de
igual manera. ¿Posible? Sin duda. ¿Probable? Difícil de estimar la
probabilidad.
Busque la Isla de Flores |
En todo caso este largo peregrinaje habilis quizás si
llegase a buen puerto en una pequeña isla de Indonesia. ¿Qué hicieron los
habilis que abandonaron África de camino a Dmasini por el camino mismo? Caminante no hay camino, se hace camino al
andar. ¿Pudo haber algún grupo que siguiera hacia el este antes de llegar
tan al norte? ¿Pudieron mantener su pequeña estatura y su pequeño cerebro y
humanizarse de algún otro modo? ¿Pudieron llegar a una lejana isla en
Indonesia, colonizarla y desarrollar en ella no un cuerpo humano alto ni un
cerebro grande sino las mismas o parecidas herramientas que un cuerpo humano
grande y de gran cerebro hubiera hecho en su mismo tiempo? ¿Y podrían haber
sobrevivido a neandertales, hijos de los hijos de los Homo ergaster o de los
Homo georgicus, aislados, y nunca
mejor dicho, en una pequeña isla volcánica?
Parece una hipótesis arriesgada, cuando menos. Muy
probablemente no fuera así, pero lo que está claro es que el enigma fósil que
representan los restos humanos hallados en la lejana isla del sudeste asiático
de Flores debería hacernos reflexionar sobre al menos un par de cuestiones:
1.-¿No era un gran cerebro un prerrequisito para el
desarrollo de una tecnología lítica avanzada? ¿Por qué en Flores se han
encontrado restos de homíninidos con el cerebro del tamaño de un pomelo
asociados a herramientas líticas de una sofisticación equiparable a la de
nuestros ancestros propiamente humanos?
2.-Si fueron una serie de cambios en los patrones de
desarrollo los que condujeron a homíninos más altos (teóricamente), ¿qué clase de
desarrollo tuvieron estos representantes de los homíninos de Flores, cuyo
tamaño físico nos remonta a los predecesores de aquellos que desarrollaron la
niñez y la adolescencia? ¿Tenían niñez o adolescencia y, simplemente, crecían
muy poquito? Pensemos en sus facultades mentales, tratando de hacer abstracción
del tamaño de su cerebro y centrándonos en su tecnología lítica. ¿Era realmente
suya?
Homo Floresiensis (ilustración de Peter Schouten) |
Estos pequeños ejemplares humanos con el tamaño de niños
de tres años pero con por completo adultos encontrados a finales del año 2004
en la Isla de Flores por el arqueólogo Mike Morwood y su equipo son uno de los
hallazgos paleoantropológicos más grandes de la historia. Y en sus reducidas
dimensiones corporales y cerebrales reside su grandeza.
¿Fueron Homo erectus
miniaturizados por la ausencia de
recursos y depredadores de gran tamaño en aquella remota isla? ¿Fueron Homo
habilis o georgicus también evolucionados hacia una nueva forma pero que no
tuvieron, en la isla de flores, presiones que condujeran a su crecimiento
físico o cerebral? No es fácil decirlo porque los restos encontrados hasta
ahora son pocos. Sin embargo parece descartarse la posibilidad de que fueran
simplemente humanoides microcefálicos o enanos, como apuntaron desde el
principio numerosos paleoantropólogos a los que no les cuadraba un personaje de
la historia de nuestro género tan diminuto y tan cercano en el tiempo a
nosotros. No parece haber en su cráneo ni en su esqueleto postcraneal, a juicio
de la experta en el estudio de endocráneos, Dean Falk, de la Universidad de
Florida (a quién tuvimos ocasión de entrevistar aquí en la Nueva Ilustración
Evolucionista) nada que sugiera un “enanismo” patógeno o un desarrollo cerebral
anómalo, característico de alguien microcefálico. Es probable que un estudio
detallado del desarrollo dentario y óseo puedan contribuir a esclarecer algo sobre
su naturaleza y origen. Pero sea este cual sea, el llamado Homo floresiensis ha resultado ser un
espécimen curioso no ya por su altura, sino por sus supuestas habilidades
manuales y de otros tipos (por ejemplo, y sin duda más importantes, las que les
permitieran llegar hasta una isla tan alejada de la costa asiática) con un
cerebro más bien pequeño.
Cráneo LB1 de Flores (foto de Peter Brown) |
No se sabe si coincidieron en algún momento con los
erectus (siendo o no sus descendientes) o con los humanos anatómicamente
modernos. Es dudoso, pero posible. Sea como fuera se extinguieron y apenas
dejaron de sí y de su cultura y forma de vida una pequeña e insuficiente
muestra para llegar a conclusiones de alcance. El llamado Hobbit, el verdadero
Hobbit, que al creador de la Tierra Media, J.R. Tolkien, le hubiera
entusiasmado como un ejemplo de cómo la realidad, a veces, supera a la ficción,
desapareció hace aproximadamente 13.000 años.
Uno de los arqueólogos implicados en el proyecto de
Morwood, Bert Roberts, también estudió los primeros asentamientos de humanos
modernos en Australia. En dicho continente no parece haber dudas sobre cuál fue
la única especie homínida que lo colonizó. De origen, parece ser, denisovano,
los aborígenes australianos llegaron hace más de 45.000 años a Australia para
quedarse. Bert Roberts aplicó en los años noventa nuevas técnicas de medición
del tiempo (por luminiscencia) a los restos arqueológicos de los humanos que
desembarcaron en Australia y comprobó que la gran isla-continente fue
colonizada mucho antes de lo que hasta entonces se habían atrevido a creer los demás estudiosos del pasado humano en general,
y los del pasado humano en particular. El tiempo ha terminado por darle la
razón sobre el tiempo.
Nos encontramos en un momento de grandes descubrimientos
sobre el pasado de nuestra especie y de todas aquellas parientes cercanas que
se relacionaron con nosotros. Los estudios genéticos que se están
desarrollando a partir de ADN extraído
de restos fósiles con nuevas técnicas de laboratorio están complicando, en el camino de la
clarificación, el cuadro de la evolución humana. Puede que en poco años
tengamos ante nuestros ojos un paisaje más despejado dentro del cual podamos
ubicar con cierta certidumbre cada una de esas piezas del puzle
paleoantropológico que hasta el momento resultaban tan difíciles de unir.
Bert Roberts, que trabaja activamente en esta nueva línea
de investigación interdisciplinar del estudio de nuestro pasado, ha tenido la
amabilidad de responder unas preguntas para nosotros.
En inglés:
1.-
We think that this interview should start with a small tribute to the late
Michael J. Morwood
Mike
Morwood was unquestionably the driving force behind the ‘Hobbit’ project.
Without his doggedness and single-minded focus, the excavations at Liang Bua on
the island of Flores would never have happened. Of course, our Indonesian
collaborators were key participants, too, and we’d have accomplished nothing
without them. But the project needed an archaeologist like Mike, who was
determined to dig deep and not stop until he struck bedrock, to forge ahead
despite the numerous logistical and political obstacles.
2 - What remains of Homo erectus in Asia? Do you think
that anatomically modern humans and erectus interbred? Are
there any genetic data of Homo erectus?
Homo erectus is an intriguing
species, being spread across Asia (depending on how exactly you define the species).
Fossil remains of H. erectus in Java have been studied intensively since Eugene
Dubois in the late 19th century, but there’s still a lot we have yet
to learn – such as whether H. erectus and H. sapiens ever met in island
Southeast Asia. Given our current state of knowledge on the subject, it would
seem that the two species might have missed each other by several tens of
millennia. But that’s a prime example of where a new fossil discovery might
alter the facts in an instant. Insights from ancient DNA of H. erectus or early
H. sapiens in Southeast Asia would be fascinating, not least to see where the
elusive Denisovans might fit into the picture. Warm and wet tropical conditions
are far from ideal for DNA preservation, however, and no genetic traces have
been recovered thus far, but great strides continue to be made year on year and
I’m an optimist by nature, so I live in hope!
3 - How did Homo arrive to Flores island? Where did
they come from? What do you think was
their evolutionary lineage?
Stone tools dating to just over 1
million years have been found a few tens of kilometres east of Liang Bua, in
the volcano-encircled Soa Basin of central Flores. Artefacts were reported from
there in the 1960s by a Dutch catholic priest, Father Theodor Verhoeven, and it
was these unconfirmed reports that drew Mike Morwood to Flores in the mid
1990s. Mike’s confirmation of Verhoeven’s findings inspired him to dig at Liang
Bua, which Verhoeven had also visited. The million-year-old stone tools on
Flores could certainly have been made by ancestors of the late-surviving
Hobbits further west, but no hominin remains have yet been unearthed in the Soa
Basin, despite intensive searching and extensive excavations by Mike and others
here in the Centre for Archaeological Science at the University of Wollongong.
So, it’s too early to conclude that H. floresiensis did or didn’t make these
artefacts. Of course, if H. floresiensis wasn’t the toolmaker, then who
was? H. erectus is the obvious
candidate, but we can’t discount the possibility that they might represent the
handiwork of ancestral Denisovans.
This leads us to the unresolved
issue of the evolutionary lineage of H. floresiensis. After a decade of debate,
acrimonious at times, it’s still not entirely clear what, if any, the
relationship is between H. erectus and H. floresiensis. The latter may, indeed,
represent a dwarfed version of the former, as we originally entertained back in
2004, and this view is still favoured by many. But there are also some very
archaic features more reminiscent of H. habilis and australopithecines. This
mixed set of morphological characteristics makes H. floresiensis hard to place
with any certainty in an evolutionary schema for hominins, which is why the
species is often plotted meandering rather vaguely somewhere off to the side!
We also have a very poor grasp on whether Hobbits might have encountered other
or earlier populations of H. erectus or pioneering modern humans migrating
through island Southeast Asia – perhaps even a population of Denisovans that
might have crossed Wallace’s Line. Again, ancient DNA could be very revealing,
but this requires (among other things) a more comprehensive set of human
fossils across the entire region.
4 - What can we know about the culture and mind
of Homo floresiensis from the archaeological remains that you have studied? To
what extent do they resemble Homo erectus and to what extent do they differ
from Homo erectus ( apart from the size , of course) ?
Studies
of the stone tools are ongoing by the archaeologists in the team that Mike
assembled. It’s worth bearing in mind that we currently know of only a single
site with fossil remains of H. floresiensis – Liang Bua – and a sample size of
n = 1 gives us only one leg to stand on! So, the artefact collection associated
with Hobbits is, similarly, severely restricted, which makes it difficult to
make definitive comparisons with artefact assemblages for other species that
are more widespread and have larger sample sizes. We badly need more sites
containing fossil remains of Hobbits and their tools, so we can start to assess
their geographical and temporal variability. Waving aside all these caveats,
the stone tools attributed to Hobbits at Liang Bua are simple but, nonetheless,
technologically sophisticated compared to the (disappointingly few) artefacts
associated with H. erectus in Java, and they also differ in more subtle ways
from the Holocene-age stone tools used by H. sapiens at Liang Bua (see below).
5.-Is it absolutely sure that the advanced lithic
industry found in Flores island belongs to Homo floresiensis? And, if it’s so,
Is there something that makes this industry
"special", a kind of reflect of the floresiensis
uniqueness as a species?
Regrettably,
I don’t think we can be so species-specific. The most recent account of the
Liang Bua stone artefacts was published in November 2009, in a special issue of
the Journal of Human Evolution that drew together different aspects of the
Hobbit project. In their review, the authors highlighted the similarities and
distinctions between the artefacts made by Hobbits and modern humans. The
general method of tool manufacture appears to be essentially the same for both
species, but the choice of raw material changed slightly with the arrival of H.
sapiens, stone artefacts with smooth, glossy patches (probably created by the
processing of plants) made their first appearance, and heat-damaged tools
became more common. In reality, if we hadn’t found fossil remains of H.
floresiensis in the same layers as the artefacts, the differences in stone tool
technology could quite easily have been interpreted as a shift in H. sapiens
toolmaking at the Pleistocene/Holocene transition. But, of course, new
discoveries at another site or two could change this picture substantially, so
the Hobbit project is still a work in progress.
6.- You argue that Homo floresiensis probably used
language : How did you reach that conclusion ? Do
you believe that erectus also spoke?
Mike Morwood first reached this
conclusion when the stone tools in the Soa Basin turned out to be more than
800,000 years old. Back then, in 1998, no one knew of H. floresiensis, so the
tools were considered to be the handiwork of a troupe of H. erectus who had
managed to cross Wallace’s Line – the biogeographic divide separating Bali from
Lombok and Borneo from Sulawesi – which involves open-water voyages. To make
repeated water crossings requires quite a bit of coordination, including
selecting or building a sea-worthy vessel and then navigating it to the next
island against the strong ocean currents that pass between these Indonesian
islands. In fact, the direction of the prevailing currents makes it more likely
that the first hominins reached Flores from Sulawesi (which lies directly to
its north) than by hopping along the chain of Lesser Sunda Islands, but the
Sulawesi route requires even longer sea crossings.
Whichever path was taken, surely
such a feat requires some form of coherent and efficient communication to
transmit vital information, either via a formal language (as we might define
it) or using something rather less sophisticated but nonetheless sufficient for
the purpose? Indeed, water crossings of this nature were generally thought to
have been the prerogative of H. sapiens, such is the degree of difficulty
involved. Later, after landing on Flores, the ancient mariners had to eke out
an existence alongside carnivorous Komodo dragons and it is likely that they
hunted Stegodon (a now-extinct type of elephant), both of which would have
required good communication skills. But as we still don’t know whether
H.erectus, H. floresiensis or some other hominin made the stone artefacts in
the Soa Basin, it’s a moot point as to which species should be credited with
doing the talking.
7 - What flora and fauna accompanied Homo floresiensis
in his evolutionary adventure? What kind of island was the Flores island
when Homo floresiensis lived there ?
Flores
was something of a ‘lost world’, with giant reptiles, tortoises, birds and
rats, together with Stegodon both large and small. However, the overall
impoverished nature of the fauna indicates the difficulties faced by animals in
first reaching the island and then maintaining a foothold. Giant rats and
reptiles still persist on Flores (or on the adjacent islands), but the others
are now extinct. So, when humans first arrived on the island, they would have
encountered a new fauna – remember, they had just crossed the biogeographic
boundary separating Asia from Australia – including the predatory Komodo
dragon, which they’d never seen before. If these first arrivals were small in
stature – like the 1 metre-tall Hobbits at Liang Bua – then it would have made
for exciting times! Rather less is known about the history of vegetation cover
on the island. But then as now, the landscape and its inhabitants would have
experienced variable amounts of monsoonal rainfall and been subjected to other
climatic fluctuations, in addition to numerous volcanic eruptions on Flores and
the other islands that lie along this sector of the Pacific ‘ring of fire’.
8 - What made the size of these men to be so small ?
Is the "insular " hypothesis of mammal size plausible, considering
the existence of , for example, large rodents ?
Certainly,
island dwarfing remains a viable explanation for the small size of H.
floresiensis, but it may not be the main or only reason. If the ancestors of H.
floresiensis were already on the small side when they arrived on Flores – as
might be the case if their forebears were from H. habilis or australopithecine
stock – then there might not have been a lot of shrinkage required. There is
merit in being energy-efficient on a relatively small and impoverished island,
and the rule of thumb for island dwarfing is that animals larger than a rabbit
get smaller, while those smaller than a rabbit grow bigger – hence, giant
rodents, pygmy elephants and tiny humans.
9.- Was Homo Floresiensis the Ebu Gogo of Flores
Island legend?
Now we
enter the realm of pure fantasy! The short and pragmatic answer to the question
is ‘probably not’. But this still leaves lots of wiggle-room to speculate about
the (admittedly remote) possibility that Hobbits survived until such recent
times that they have entered the local folklore. The legend of Ebu Gogo has
been the subject of serious anthropological study, and it is not inconceivable
that the story has some basis in fact – although whether the human-like
creature in the folk tale has anything to do with remnant populations of H.
floresiensis is anyone’s guess. I’d like to think it was possible, at least,
and reports still occasionally emerge of newly discovered large mammals that
have somehow hitherto evaded detection. So, long live the Hobbit!
10 - What do you think led Homo floresiensis to
extinction ?
Again,
there are more theories about this than there are data to support them. Flores
has a number of active volcanoes, as do many other islands along this
seismically active archipelago. The geological record of volcanic eruptions –
commonly preserved as cemented ash – extends back more than a million years in
the Soa Basin, so it may well be the case that the last group of Hobbits
seeking refuge in Liang Bua was wiped out in the aftermath of a catastrophic
explosion and the destruction of their habitat. The largest volcanic eruption
of the entire Quaternary occurred 74,000 years in northern Sumatra, but there
is no evidence to suggest that the fallout of this Toba eruption landed as far
east as Flores. Also, the Hobbit is thought to have persisted long after the
Toba blast and there are many layers of volcanic ash in the Liang Bua deposits
and exposed in the surrounding landscape, so any volcanic culprit probably lies
closer to home.
Another
possible candidate is a sustained period of climatic deterioration, which might
have adversely affected the supply of resources. But the climate history of
Flores and the adjacent islands is still sketchy, especially with a time
resolution of relevance to the lives of people (years to decades, at most).
Then there’s H. sapiens, who had reached Southeast Asia by about 60,000 years
ago – and possibly even earlier – based on the available archaeological and
genetic evidence. And let’s not forget those peripatetic Denisovans – how far
did they spread into Southeast Asia and when did they do so? If Hobbits had
encountered Denisovans or modern humans, what would have been the outcome? Past
interactions between us and other species have often had dire consequences for
the other parties. We have no evidence to guide us on the question of whether
Hobbits, Denisovans and H. sapiens played nice, or if they passed like ships in
the night. Among other things, we need to establish when H. sapiens reached
Flores and if Denisovans ever made it there, as well as their spatial and
temporal overlap with H. floresiensis. We can’t answer such questions based on
archaeological and fossil finds at a single site, so the search must widen to
encompass new localities – and especially those that could fill some of the
time gap in the Middle Pleistocene (the period between 780,000 and 130,000
years ago), which separates the Soa Basin (Early Pleistocene) from Liang Bua
(Late Pleistocene and Holocene).
11.-. How and when did the genus Homo arrive to
Australia ? How do you think the arrival of humans influenced the
extinción of Australia megafauna?
There is
a growing body of evidence supporting human arrival in Australia more than
50,000 years ago. In the 1990s, radiocarbon dating couldn’t reach this far back
in time, but another dating method -- luminescence dating – had the potential
to do so. So I applied it to a couple of human occupation sites in the top end
of Australia and obtained ages of 50,000–60,000 years. Some archaeologists
thought my ages were too old, but their views have gradually shifted over time,
along with improvements to the accuracy of radiocarbon, luminescence and other
dating methods. Even the most conservative ‘short chronology’ archaeologists
now accept 45,000 years as the youngest possible date for first human landfall,
so the time interval of interest is now fairly well constrained. How quickly
people settled each region of the continent is much harder to say, as there are
still frustratingly few dated sites older than 40,000 years, and the spatial
coverage is very patchy. The oldest-known skeletal remains of humans hail from southwestern New South Wales – from the dunes bordering Lake
Mungo – and these, as with all other human remains discovered on the continent,
are H. sapiens. But the oldest archaeological sites in Australia lie in the far
north, where fossil remains are absent and the Aboriginal language groups are distinctive, diverse and have ancient
origins. So, given the existence of Denisovan DNA in
modern Aboriginal Australians and Melanesians, it might be opportune to ask an
impertinent but important question: who were the first toolmakers to reach
northern Australia?
One
of the first casualties of human arrival on the continent was the ‘megafauna’ –
a term that embraces all of the giant marsupials, reptiles and birds that
weighed more than about 44 kg. The Australian climate has always been fickle,
and the continent has been gradually drying out over the last few hundreds of
millennia. As a result, many of the megafauna had evolved to become supremely
adapted to living in a landscape where food and water could be in short supply.
It’s hard to be sure exactly how many species might have perished even before
humans arrived, because the fossil record is so sparse and poorly dated. It’s
like looking down the wrong end of a time-travelling telescope – the picture
becomes fuzzier the further back you travel, as the evidence declines both in
quantity and quality. At present, we know precious little about what happened
to the megafauna in the Middle Pleistocene, but a high proportion of these
species appear to have survived into the Late Pleistocene. Certainly, the most
common and widespread species – which included giant relatives of modern-day
wombats and kangaroos, as well as giant birds and the largest-ever marsupial
predator – persisted in some regions until about 40,000 years ago. So, what
drove them extinct? It was most likely a combination of factors, but the role
of humans was decisive. A drying climate may have placed some environmental
stress on the megafauna, perhaps forcing them into favourable habitats, but
they would not have gone extinct without humans also exerting pressure. This
might have taken the form of low rates of predation of juvenile megafauna, or
habitat modification through vegetation burning – ‘firestick farming’ – or a
bit of both. The mix of mechanisms probably differed from place to place,
according to the local conditions, as it does with extinctions today, but the
overarching factor was human impact. Just as the first Hobbits to enter Flores
encountered a fauna they’d never seen before, so it was with the first
Australians, too. Within ten to twenty millennia, the giants were gone.
12 - What are you working on now ? What mystery of
human evolution and archeology would you dream to solve?
For the past 25 years, I’ve
been trying to shed some light on when humans arrived in Australia, and when
and why the megafauna went extinct, as well as collaborating on projects
concerning human evolution, dispersal and our ecological footprint in parts of
Africa, Asia and North America. I’ve been very fortunate to have had the
support of the Australian Research Council and they’ve recently funded a new
research project that will allow me to return to some of my favourite topics
and approach them from a new angle. It’ll involve further research into the
human prehistory of Australia, Flores and Sulawesi, as well as exploration of
new scientific territory in mainland Southeast Asia and the Denisovan heartland
of southern Siberia. My focus is on trying to work out which species was where
and when, and what they did while they lived there, deploying the latest
advances in geoarchaeology, luminescence dating and archaeological chemistry.
The project will also provide the impetus to create a national centre for
archaeological science in Australia – a collaborative network of like-minded
individuals and institutes around the country – as many new insights into the
human story can be gained from the targeted application of scientific
techniques and technologies. The national centre was something that Mike
Morwood also hoped would see the light of day, so he was delighted when we
received this news shortly before he passed away. It will be a fitting continuation
of Mike’s passion for discovery and adventure – who knows what further
surprises lie in store?
Aborígen Australiano |
En castellano:
1 - . Pensamos que esta entrevista debería comenzar con
un pequeño homenaje al fallecido
Michael J. Morwood…
Mike Morwood fue sin
ningún género de duda la fuerza impulsora del proyecto ' Hobbit '. Sin su
tenacidad y su decidido enfoque, las excavaciones en Liang Bua, en la isla de
Flores, nunca se habrían realizado. Por
supuesto la participación de nuestros colaboradores indonesios fue también
clave, y no habríamos logrado nada sin ellos. Pero el proyecto necesitaba de un
arqueólogo como Mike, decidido a cavar profundamente y no parar hasta golpear
la roca madre, y a seguir hacia delante a pesar de los numerosos obstáculos
logísticos y políticos existentes.
2 - ¿Qué queda del Homo erectus en Asia? ¿Cree usted que los humanos anatómicamente
modernos y los erectus se cruzaron? ¿Existen datos genéticos del Homo erectus?
Homo erectus es una especie
intrigante, distribuida por toda Asia (dependiendo de cómo definamos la especie
exactamente). Los restos fósiles del H. erectus en Java han sido intensamente
estudiados desde que comenzara con ello Eugene Dubois, a finales del siglo XIX,
pero todavía nos quedan muchas cosas que permanece pendientes de
descubrirse -como por ejemplo, si H. erectus y H. sapiens se reunieron alguna
vez en las islas del Sudeste Asiático. Dado nuestro actual estado de
conocimiento sobre el tema, parecería que las dos especies pudieran no haberse
encontrado por varias decenas de milenios. Pero este sería un buen ejemplo de
cómo un nuevo hallazgo fósil podría alterar los hechos en un instante. El
conocimiento del ADN ancestral del H. erectus o de los primeros H. sapiens en
el sudeste de Asia sería fascinante , sobre todo para ver donde podríamos
encajar en el cuadro a los esquivos homínidos de Denisova. Las condiciones
tropicales cálidas y húmedas están lejos de ser ideales para la preservación
del ADN, sin embargo, a pesar de no haber sido recuperados hasta el momento
rastros genéticos, año tras año se siguen dando grandes pasos y yo, que soy
optimista por naturaleza ¡vivo de esperanzas!
3 - ¿Cómo llegó el Homo floresiensis a la isla de Flores? ¿De dónde vino? ¿Cuál cree que
fue su linaje evolutivo?
A unas pocas
decenas de kilómetros al este de Liang Bua , en la cuenca de Soa, rodeada por
un volcán en el centro de Flores, se encontraron unas herramientas de piedra
datadas en algo más de un millón de años.
En la década de los 60 informó sobre aquellos utensilios un sacerdote
católico holandés, el padre Theodor Verhoeven, y fueron estos
informes sin confirmar los que atrajeron a Mike Morwood a Flores a mediados de
1990. Cuando Mike confirmó los hallazgos de Verhoeven
tuvo la inspiración de cavar en Liang Bua, lugar también visitado por
Verhoeven. Las herramientas de piedra de un
millón de años de Flores podrían ciertamente haber sido fabricadas por los
antepasados de los últimos supervivientes Hobbits del lejano oeste, pero no se
han descubierto todavía restos de homíninos en la Cuenca de Soa, pese a la
intensiva búsqueda y las extensas excavaciones realizadas por Mike y otras
personas de aquí, del Centro de Ciencias Arqueológicas de la Universidad de Wollongong
. Así que es demasiado pronto para concluir que H.
floresiensis hiciera o dejara de hacer estos utensilios. Por supuesto, si H.
floresiensis no fue el fabricante de las herramientas , entonces, ¿quién lo
fue? H. erectus es el candidato obvio, pero no podemos descartar la posibilidad
de que estos utensilios pudieran representar el trabajo manual de Denisovanos
ancestrales.
Y esto nos lleva a
la cuestión no resuelta del linaje evolutivo de H. floresiensis. Tras una década de debate, en ocasiones mordaz, todavía no está del todo
claro cuál fue, si la hubo, la relación entre H. erectus y H. floresiensis. Este último podría, de hecho, representar una versión enana del primero,
tal y como consideramos originalmente en
el 2004, y este punto de vista sigue siendo defendido por mucha gente. Pero también tiene algunas características muy
arcaicas más evocadoras del H. habilis y de los australopitecos. Este conjunto mixto de características morfológicas hace difícil colocar
con seguridad al H. floresiensis en ningún esquema evolutivo de los homíninos, ¡por lo que la especie es a menudo
colocada merodeando vagamente por algún lugar fuera de los lados de la
trama! Tenemos además una comprensión muy pobre de si los
Hobbits pudieron haberse encontrado con otras poblaciones, incluso más
antiguas, de H. erectus o con los pioneros humanos modernos que migraron a
través de la islas de Sudeste asiático -tal vez
incluso con una población de denisovanos que pudieran haber cruzado la línea de Wallace. Nuevamente podría ser muy revelador el ADN ancestral,
pero esto requeriría ( entre otras cosas) un conjunto más completo de fósiles
humanos en toda la región.
4 - ¿Qué podemos saber acerca de la cultura y la mente
del Homo floresiensis a partir de los restos arqueológicos que ha estudiado?
¿En qué medida se asemejan y en qué medida se diferencian del Homo erectus (aparte
del tamaño, por supuesto ) ?
Los arqueólogos del
equipo que formó Mike continúan con el estudio de las herramientas de piedra.
Es importante tener presente que a día de hoy solo conocemos un lugar con
restos fósiles de H. floresiensis - Liang Bua -¡y una muestra de tamaño n = 1
solo nos da una pierna en la que apoyarnos! Asimismo la colección de
herramientas asociada a los Hobbits es, igualmente, muy limitada, lo cual
convierte en una muy ardua labor el hacer comparaciones definitivas con otros
conjuntos de utensilios de especies más extendidas, con mayores tamaños de
muestra. Para poder comenzar a evaluar su variabilidad geográfica y
temporalidad necesitamos con urgencia más sitios que contengan restos fósiles
de Hobbits y herramientas asociadas a ellos. Dejando de lado todas estas advertencias,
las herramientas de piedra de Liang Bua atribuidas a los Hobbits son simples ,
pero , no obstante , tecnológicamente sofisticadas en comparación con las (
decepcionantemente pocas) asociados al
H. erectus en Java, siendo también diferentes en aspectos más sutiles de las
herramientas de piedra del Holoceno que usaron los H. sapiens en Liang Bua (de
las que hablo más adelante).
5. – Podemos estar por completo seguros de que la avanzada
industria lítica que se encuentró en la isla de Flores pertenece al Homo floresiensis? Y , si es así, ¿Hay algo
que haga “especial" esta industria, una especie de reflejo de la
singularidad floresiensis como especie?
Por desgracia no creo que podamos ser tan específicos con la especie. El
recuento más reciente de las herramientas de piedra de Liang-Bua fue publicado
en Noviembre del 2009, en un número especial de la revista Journal of Human
Evolution, en el que recogieron diferentes aspectos del Proyecto Hobbit. En su
revisión, los autores destacaron las similitudes y las diferencias entre los
objetos hechos por Hobbits y los hechos por humanos modernos. El método general
de fabricación de las herramientas parece ser esencialmente el mismo para ambas
especies, pero la materia prima elegida cambió ligeramente con la llegada de H.
sapiens , haciendo su primera aparición artefactos líticos con lisos y
brillantes parcheados (creados
probablemente por el procesamiento de plantas), y haciéndose más comunes las
herramientas quemadas. Realmente si no hubiéramos encontrado restos fósiles de
H. florensiensis en las mismas capas que los útiles, las diferencias
tecnológicas podrían haber sido fácilmente interpretadas como un cambio en la
fabricación de herramientas por parte de H. Sapiens en la transición del
Pleistoceno al Holoceno. Pero por supuesto, nuevos descubrimientos en uno o dos
sitios diferentes podrían cambiar este cuadro sustancialmente, así que el
Proyecto Hobbit sigue siendo un trabajo en marcha.
6 - Usted sostiene
que el Homo floresiensis
probablemente utilizara el lenguaje : ¿Cómo llegó a esa conclusión? ¿Cree que
el erectus también hablaba?
Mike Morwood fue el
primero en alcanzar esta conclusión cuando se comprobó que las herramientas de
piedra de la Cuenca de Soa tenían más de 800.000 años de antigüedad. Por aquel
entonces, en 1998, nadie sabía de H. floresiensis, por lo que las herramientas
se consideraban la obra de un grupo de H. erectus que había logrado cruzar la
línea de Wallace - la división biogeográfica que separa Bali de Lombok y Borneo
de Sulawesi –lo que implicaba haber realizado travesías en aguas abiertas .
Cruzar las aguas repetidas veces requiere
bastante coordinación, lo cual incluye seleccionar o construir una
embarcación aceptable para el mar. Así como navegar de una isla indonesia a
otra contra las fuertes corrientes marinas que pasan entre ellas. De hecho, la
dirección de las corrientes predominantes hace que sea más probable que los
primeros homínidos alcanzaran Flores desde Sulawesi (que está directamente al norte de Flores)
antes que cruzando el mar a lo largo de la cadena de las Islas Menores de
Sunda, pero el recorrido hacia Sulawesi requiere atravesar trechos de mar
todavía más largos. Fuera cual fuera la ruta tomada, no cabe duda de que una
hazaña así requirió de alguna forma de comunicación coherente y eficaz para
transmitir información vital , bien a través de un lenguaje formal ( como
podríamos definirlo ), o ¿haciendo uso de algo bastante menos sofisticado pero,
no obstante, suficiente para dicho propósito? Un cruce de aguas de esta
naturaleza, ciertamente, se pensaba en general que había sido prerrogativa del
H. sapiens, dada su elevada dificultad. Y más tarde, una vez desembarcados en
Flores, los antiguos marineros tuvieron que ganarse la vida junto a los
carnívoros dragones de Komodo, siendo probable que cazaran Stegodon (un tipo ya
extinto de elefante ), y ambas cosas habrían requerido de unas buenas
habilidades de comunicación. Pero como todavía no sabemos si fue H.erectus , H.
floresiensis u otro homínido el que hizo los artefactos de piedra en la cuenca
de Soa , es discutible qué especie debe ser acreditada con la capacidad del
habla.
7 - ¿Qué flora y fauna acompañaron al Homo floresiensis
en su aventura evolutiva? ¿Qué tipo de isla era la isla de Flores , cuando el
Homo floresiensis vivió allí?
Flores era algo así como un “mundo
perdido”, con reptiles gigantes, tortugas, pájaros y ratas , así como Stegodon,
tanto grandes como pequeños. Sin embargo, la naturaleza empobrecida general de
la fauna indica las dificultades que tuvieron los animales para llegar primero,
y luego mantener un equilibrio en la isla. Las ratas gigantes y los reptiles
aún persisten en Flores (o en las islas adyacentes) pero los demás se han extinguido. Así, cuando
los humanos llegaron por vez primera a la isla, se habrían encontrado una fauna
nueva –recuerden que acababan de cruzar la frontera biogeográfica que separa
Asia de Australia- que incluía al depredador dragón de Komodo, al cual jamás
habían visto antes. Si estos primeros colonizadores fueron de baja estatura
–como los Hobbits de un metro de Liang-Bua- entonces ¡les esperaban tiempos
emocionantes! Se sabe bastante menos sobre la historia de la cobertura vegetal
de la isla. Pero entonces, como ahora, tanto el paisaje como sus habitantes
habrían experimentado cantidades variables de lluvia monzónica y se habrían
visto sometidos a otras fluctuaciones climáticas , además de a numerosas
erupciones volcánicas tanto en Flores como en el resto de islas que se
encuentran a lo largo de la zona del “anillo de fuego” del Pacífico.
8 - ¿Qué hizo que el tamaño de estos hombres fuese tan
pequeño? ¿Es la hipótesis de la "insularidad " de los tamaños de los
mamíferos plausible, teniendo presente la existencia de, por ejemplo, enormes
roedores?
Ciertamente, el
enanismo isleño sigue siendo una explicación viable para el pequeño tamaño del
H. floresiensis , pero no puede ser la principal razón ni la única. Si los
ancestros del H. floresiensis ya eran de los pequeños cuando llegaron a Flores
–tal hubiera el caso si esos antepasados
fueran los H. habilis o algún miembro
del grupo australopitecino - entonces tal vez podría no haber sido requerido un
gran empequeñecimiento Tiene mérito ser eficiente energéticamente en una isla
relativamente pequeña y empobrecida, y la regla de oro para el enanismo isleño
es que los animales más grandes que un conejo se hacen más pequeños , mientras
que los más pequeños que un conejo se hacen más grandes - por lo tanto,
tendríamos roedores gigantes, elefantes
pigmeos y humanos pequeños.
9.-¿Era el Homo floresiensis el Ebu Gogo de la leyenda de Flores?
¡Con esto entramos
en el reino de la fantasía pura! La respuesta breve y pragmática a dicha
pregunta sería: "probablemente no”. Pero esto deja todavía muchos espacios
abiertos para la especulación sobre la posibilidad (verdaderamente remota) de que los Hobbits sobrevivieran
hasta una época tan reciente como esa del folclore local. La leyenda de Ebu
Gogo ha sido objeto de serios estudio antropológicos, y no resulta inconcebible
que la historia pueda tener alguna base real – aunque es una incógnita si la
criatura de aspecto humano del cuento popular pudiera tener algo que ver con
poblaciones remanentes de H. floresiensis. Me gustaría
creer que fue posible, al menos, y todavía aparecen informes de nuevos
hallazgos de grandes mamíferos de vez en cuando que, de alguna forma, no había
podido ser detectados hasta nuestros
días. Así que, ¡Larga vida al Hobbit!
10 - ¿Qué cree que condujo a la extinción del Homo
floresiensis?
Nuevamente nos
encontramos con que hay más teorías sobre este asunto que datos que las apoyen. Flores tiene una serie de volcanes activos, al igual que muchas otras islas
a lo largo de este archipiélago sísmicamente activo. El registro geológico de las erupciones volcánicas - generalmente
conservado en forma de cenizas cementadas -se remonta a más de un millón de
años en la depresión de Soa, por lo que bien pudiera ser el caso de que el
último grupo de hobbits que buscaron refugio en Liang Bua fueran aniquilados
como consecuencia de una explosión catastrófica y la consiguiente destrucción
de su hábitat. La más tremenda erupción
volcánica del Cuaternario se produjo hace 74.000 años en el norte de Sumatra, pero no hay prueba alguna que indique que el polvo de esta erupción en Toba
llegase tan al este como Flores. Aparte de que se cree que el Hobbit pervivió
hasta mucho después de la explosión de Toba,
habiendo muchas capas de ceniza volcánica en los depósitos de Liang Bua
así como expuestas en el paisaje de los alrededores, por tanto si hay que
buscar un “culpable” volcánico probablemente haya que hacerlo más cerca de
casa.
Otro posible candidato sería un
período sostenido de deterioro climático, que podría haber afectado
negativamente a la disponibilidad de recursos.
Pero seguimos
teniendo una historia climática incompleta de la isla de Flores y de las
adyacentes, al menos para una resolución temporal representativa de las vidas
de las personas (de años o -a lo sumo- décadas). Luego llegó
el Homo sapiens, que
habría alcanzado el sur asiático oriental hace en
torno a 60.000 años -o incluso antes- si nos basamos en las pruebas arqueológicas y genéticas
disponibles. Y no nos podemos olvidar de
los peripatéticos Denisovanos -¿Hasta dónde se propagaron en el
sudeste asiático y, en tal caso, cuándo
lo hicieron? En caso de que los Hobbits se
hubieran encontrado con los Denisovanos o con los humanos modernos ¿qué habría resultado de ese encuentro? Las pasadas interacciones de nuestra especie con otras de nuestro género
tuvieron a menudo nefastas consecuencias para los otros. No tenemos evidencia alguna que nos guíe en la cuestión de si los Hobbits ,
y los H. sapiens o los Denisovanos
interactuaron bien , o de si se cruzaron como barcos en la noche . Entre otras cosas, tendríamos que establecer cuando se produjo la llegada a
Flores del Homo sapiens, así como si los Denisovanos llegaron a hacerlo alguna
vez, así como su superposición espacial y temporal con
el H. floresiensis. Basándonos en la arqueología y en
los hallazgos fósiles de un solo yacimiento no podemos dar respuesta a estas
preguntas, por lo que debería ampliarse la búsqueda de forma que abarcase
nuevas localizaciones -y muy especialmente aquellas que pudieran servirnos para
rellenar algunos de los vacíos temporales
del Pleistoceno Medio (período comprendido entre hace 780.000 y 130.000
años ) , que separan los yacimientos de la depresión Soa (del Pleistoceno Inferior ) del de Liang Bua ( correspondiente al Pleistoceno
tardío y el Holoceno ).
11.-¿Cómo y cuándo llegó el género Homo a Australia?
¿Cómo cree que la llegada del ser humano pudo influir en la extinción de la
megafauna Australiana?
La llegada de los humanos a
Australia hace más de 50.000 años está sustentada por un creciente conjunto de pruebas.
En la década de los 90, no era posible llegar a mediciones tan lejanas en el
tiempo a través de la datación por radiocarbono, pero existía otro método de
datación -la datación por luminiscencia – que sí tenía el potencial para
hacerlo. De modo que apliqué dicho método en un par de lugares de ocupación
humana del extremo superior de Australia y obtuve edades de entre 50.000 y
60.000 años. Algunos arqueólogos consideraron las edades de mis mediciones como
demasiado antigüas, pero sus pareceres han cambiado gradualmente con el tiempo,
según mejoraba la precisión de las mediciones tanto de radiocarbono y de
luminiscencia como de otros métodos de datación. Incluso los arqueólogos más conservadores con la
idea de una cronología corta, aceptan hoy
45.000 años como la posiblemente más temprana fecha para el primer
desembarco humano en Australia, de modo que el intervalo de
tiempo objeto de interés está ahora bastante bien ajustado. La velocidad a la que ésta gente se asentó por las distintas regiones del
continente resulta mucho más difícil de
precisar, dado que, para nuestra
frustración, disponemos de pocos lugares fechados más allá de los 40.000 años,
siendo su distribución espacial muy irregular. Los restos esqueléticos conocidos más antiguos de
seres humanos provienen de sudoeste de Nueva Gales del Sur- de las dunas que
bordean el Lago Mungo - y éstos, al igual que el resto de
los restos humanos descubiertos en el continente, son de H. sapiens. Pero los yacimientos
arqueológicos más antiguos de Australia se encuentran en el extremo norte,
donde no hay presencia de restos fósiles, y los grupos
lingüísticos aborígenes son diversos, diferenciados, y poseen unos
orígenes muy antiguos. Con esto, y dada la existencia de ADN Denisovano
en los modernos australianos aborígenes y en los melanesios , sería
oportuno hacer una pregunta impertinente
pero fundamental: ¿quiénes fueron los primeros fabricantes de herramientas que
alcanzaron el norte de Australia?
La “megafauna” -un
término que abarca a todos los marsupiales gigantes, y reptiles y aves que
pesaran más de unos 44 kg- fue una de las primeras víctimas de la llegada de
los seres humanos al continente. El clima en Australia ha sido siempre
variable, secándose gradualmente el continente a lo largo de los últimos
cientos de miles de años. Como resultado de ello, mucha de la megafauna había
evolucionado hacia formas perfectamente adaptadas a vivir en parajes en los que
la comida y el agua podían escasear. Resulta bastante difícil determinar
cuántas especias podrían haber perecido incluso antes de que llegaran los
humanos, porque el registro fósil es bastante escaso y de datación incierta -es
como mirar por el lado equivocado de un telescopio que mirase a través del
tiempo - la imagen se vuelve
tanto más borrosa cuanto más atrás se viaja, mientras las evidencias se reducen
tanto en cantidad como en calidad. A día de hoy, tenemos un escasísimo
conocimiento sobre lo que pasó con la megafauna del Pleistoceno medio, pero parece
que una gran proporción de las especies de dicha megafauna habrían sobrevivido
hasta el Pleistoceno superior. No cabe duda de que las especies más comunes y
extendidas - que incluían parientes gigantes delos vombátidos y canguros actuales, así como aves gigantes y el mayor depredador
marsupial jamás conocido - pervivieron en algunas regiones hasta hace unos
40.000 años. Entonces ¿qué les hizo extinguirse? Lo más probable es que fuera
una combinación de factores, pero el papel que jugaron los seres humanos fue
decisivo. Un clima cada vez más seco pudo haber generado algo de estrés
ambiental a la megafauna, acaso desplazándola hacia hábitats más favorables.,
pero ésta no se hubiera extinguido sin que
los humanos ejercieran una presión adicional, que podría haber tomado la
forma de un bajo nivel de depredación de
individuos juveniles de la megafauna , o de la modificación de hábitats
a través de la quema de vegetación – “agricultura de la quema" – o de un
poco de ambas cosas.
De un lugar a otro
probablemente diferiría, de acuerdo con las condiciones locales, la combinación
de mecanismos, como sucede con las extinciones de hoy, pero el impacto humano
fue el factor primordial. Al igual que los primeros Hobbits que desembarcaron
en Flores se encontraron con un fauna que jamás habían visto con anterioridad,
sucedió también con los primeros australianos. Y los gigantes desaparecieron en
un período de entre diez y veinte mil años .
12 - ¿En qué está trabajando ahora? ¿Qué misterio de la
evolución humana y de la arqueología sueña con resolver?
He pasado los últimos 25 años tratando de arrojar algo de luz sobre el
momento en que los humanos llegaron a Australia, y sobre cuándo y por qué la
megafauna australiana se extinguió, además de colaborar en proyectos
relacionados con la evolución humana, su dispersión y la huella ecológica que
dejamos en ciertas zonas de África, Asia y América del Norte. Y he sido muy
afortunado de haber contado con el apoyo del Consejo de Investigación Australiano que recientemente ha financiado un nuevo
proyecto de investigación que me permitirá volver a algunos de mis temas
favoritos y acercarme a ellos desde una nueva perspectiva. Esto conllevará nuevas investigaciones sobre la prehistoria
humana de Australia, Flores y Sulawesi, permitiendo asimismo explorar nuevos territorios
para la ciencia en el sudeste asiático continental y en el núcleo mismo de los
Denisovanos del sur de Siberia. Estoy centrado en tratar de averiguar la
especie que era, así como dónde y cuándo estuvieron, y lo que hicieron mientras
vivieron allí, aplicando los últimos avances en geoarqueología, datación por
luminiscencia y química arqueológica. Este proyecto también proporcionará el
impulso necesario para crear un centro nacional para la ciencia arqueológica en
Australia-una red de colaboración de individuos e instituciones afines de todo
el país –mientras multitud de nuevos conocimientos de la historia humana pueden
obtenerse a través de la aplicación específica de las tecnologías y técnicas de
la ciencia. Además el centro nacional era algo que Mike Morwood esperaba que
algún día viera la luz, de modo que estuvo encantado cuando nos llegaron esas
noticias poco antes de su fallecimiento. Será una perfecta continuación de la
pasión de Mike por los descubrimientos y las aventuras - ¿Quién sabe que nuevas
sorpresas nos deparará el futuro?
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