Ha habido en los últimos años una serie de producciones
documentales de la BBC muy interesantes en las que se mostraban, de forma
gráfica y dinámica, las más plausibles hipótesis presentes sobre los mundos
pretéritos en los que todavía no había hombres. Las producciones, esta serie de
series, tenían nombres sugestivos tales como Walking with Dinosaurs o Walking
with Monsters. La que más se aproximó a nosotros, en el tiempo y la evolución,
era la que se refería a nuestros ancestros, nuestros predecesores biológicos
más inmediatos.
Es innegable que estas reconstrucciones “forenses” de complejos
organismos y sus amplios e intrincados ecosistemas tienen un componente no
pequeño de ciencia ficción. ¿Tenían plumas los dinosaurios? ¿De qué color era
el pelaje de los dientes de sable? ¿Cuándo comenzaron a usar herramientas
nuestros ancestros? Hay muchas hipótesis por contrastar sobre estas cuestiones,
y muchas que no tienen ni probablemente tendrán contrastación posible. Pero es
científicamente razonable hacer un intento de reconstrucción, que siempre
contendrá una semilla de evidencias científicas, grano de conocimiento en medio
de las pajas mentales de la ignorancia.
Las series documentales tenían, en su traducción castellana,
los títulos de Caminando entre Dinosaurios, Caminando entre Monstruos, Caminando
entre las Bestias y Caminando entre Cavernícolas. Esas son al menos las que
conozco yo. Se pasa del “with” inglés,
al “entre” español, con una implicación semántica que no debe pasar
desapercibida: ya no se camina con los
dinosaurios o las bestias, sino en medio de ellos, uno se sumerge en su mundo,
no los ve en paralelo. Ciertamente estamos lejos de poder sumergirnos en
aquellos mundos perdidos, y las reconstrucciones que puedan hacerse
científicamente pueden fácilmente servir para otras más lúdicas, de la
industria del entretenimiento, como el filme Jurassic World.
Moviéndonos “entre” ficciones, en dicha realidad virtual,
tenemos serias dificultades para mirar hacia delante en lugar de hacia atrás.
Lo pasado deja huella, aunque sea difusa. El futuro, en cambio, es impredecible
en alto grado. Así que cuando se reconstruye el pasado se suele incidir en lo
científico de la reconstrucción, no en la imaginación del creador de esa imagen
múltiple. Pero cuando se mira al futuro desde el conocimiento, esto es, desde
la ciencia, se habla de ciencia ficción, pues se estima que nada de lo que se
diga sobre el futuro es altamente probable que acaezca, y tanto más cuanto más
nos alejemos en el tiempo.
Ha habido documentales sobre eso, también. Futuro salvaje es
un ejemplo curioso. Otro, más cercano a nosotros, pero en el sentido de la
flecha del tiempo, es La vida sin nosotros. El hablar de nosotros, todavía,
implica que hemos abandonado el escenario, así que aún estamos, de alguna
forma, presentes, por los numerosos artefactos que hemos dejado.
Pero lo que de verdad encandila al público es la ciencia
ficción aderezada con un poco de catástrofe y fin de la historia. Que el mundo
se acabe es un deseo secreto de nuestra visión negativa de la Historia y sus
males. La plaga humana desaparecerá de la tierra, ¡asistan al espectáculo!
Pues bien, una de esas ficciones delirantes es The Walking
Dead. Ahora comienza otra serie paralela, en vista del éxito de la primera, que
se llama Fear The Walking Dead y que, básicamente, va de lo mismo. De repente
una extraña epidemia se expande y se convierte en pandemia a la que ningún
humano parece ser inmune. Esto ya de por sí es un poco increíble, por que
siempre habrá alguien con algún alelo de un gen que le haga sobrevivir a
infecciones que matan como moscas a centenares de millones de personas. La
coevolución de los virus, bacterias y parásitos y los organismos pluricelulares
nos hace creer que nadie podrá ganar fácilmente la guerra perpetua de la vida,
la enfermedad y la muerte, ni siquiera nosotros con nuestros artefactos
diversos. No creo que ningún virus afecte a toda la humanidad. Pero en fin, no
lo sé, partamos de que sí. Y ahí viene lo otro, más sorprendente aún: el virus,
si no provoca la muerte de forma inmediata, permanece latente. El caso es que
cuando uno muere, sea por la infección primaria, sea por el ataque de otros, o
por cualquier otro motivo, el virus activa una parte indeterminada del cerebro
y mantiene al muerto en un estado de vitalidad peculiar que le permite ir por
ahí arrastrándose y comiéndose a todo bicho viviente, empezando por los propios
seres humanos que aún no han tenido la suerte de morir. Esto es delirante al
cien por cien. Contradice no ya lo que se sabe de biología, sino lo que se sabe
de termodinámica. Son demasiados los errores científicos para señalarlos. Pero
un botón de muestra: sólo mueren de forma definitiva los muertos no muertos con
un impacto brutal en la cabeza, sea éste un balazo, un martillazo u otra
modalidad de golpe. Así, los protagonistas, que son los pobres que aún viven,
huyendo de los muertos que les quieren devorar, se libran de estos si logran
escapar a sus mordiscos y romper sus cráneos. Ergo, los muertos vivientes
tienen cráneos más bien frágiles y mandíbulas poderosas. Anatómicamente
increíble. ¿Y de dónde sacan la energía para tan infatigable actividad? No
todos podrían encontrar comida así es que…pero es que además si su cuerpo está
arrasado, como es el caso de mucho de esos muertos, no pueden metabolizar nada.
Etc etc….
Sí, insisto, la serie es una fantasía delirante pero….¡esperen!
¿qué estoy diciendo? ¡Pero si es cojonuda! Si yo soy un fan fan fan fan
fanático de esta fan fan fantasía delirante. Yo también deliro. Ya he visto
extasiado las cinco primeras temporadas. ¿Cómo he podido engancharme a
semejante despropósito de serie televisiva? Voy a tener que explicarme, y con
ello pasaré del futuro al pasado, y todo quedará parcialmente aclarado.
Al margen de los delirios delirantes y alucinantes de la
serie, paralelamente a ellos, quizás caminando “con” ellos o “entre” ellos hay
una caracterización de los personajes de la trama que nos sugiere cómo
podríamos quizás comportarnos en una situación límite, rodeados de predadores y
con gran escasez de recursos y precariedad…..los humanos que siguen siendo eso,
humanos, forman grupos para sobrevivir en medio de los zombies, a los que
denominan “caminantes” por eso de que, sorprendentemente ¡caminan, como Lázaro!
Y esos humanos son una proyección de nosotros en un contexto de fin de mundo
ficticio, sí, pero también pueden reflejar un pasado en el que las condiciones
de vida eran sumamente parecidas: peligro por predadores, pocos recursos…..Lo
que me lleva a mi extraña conclusión: los guionistas de la serie tienen que
haberse imbuido un poco de psicología evolucionista, o bien su sentido común y
algunos conocimientos de las ciencias de
la conducta, que no necesariamente de biología molecular, ejem, les ha llevado
a reconstruir una mente humana social expuesta a grandes presiones de
supervivencia tanto por el entorno como por parte de las otras mentes humanas
con las que debe entenderse.
En fin, que The Walking Dead me gusta, porque igual que me
gustó caminar entre dinosaurios, bestias, monstruos y cavernícolas, que reconstruyen a partir de los restos de los muertos cómo fueron los vivos, también me
resulta interesante caminar entre caminantes, porque a partir de los restos de los muertos que se arrastran con una pizca de vida puedo ver cómo podría ser estar vivo, antes y después de la Civilización.
1 comentario:
Los únicos "zombies" no patafísicos , que además no eran muertos vivientes propiamente sino infectados por una mutación del virus de la rabia , son los de la saga de Danny Boyle. Sólo el brevísimo periodo de incubación del virus me pareció increible. Pero a mi me pasa lo que a usted, me encantan los zombies, aunque contradigan las leyes de la termodinámica.
Karl
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