Es una realidad que hemos subestimado la inteligencia de otros animales. El último libro de Frans de Waal trata precisamente de ello, de cómo hemos medido la inteligencia de una manera antropocéntrica sin tener en cuenta que cada especie tiene sus propios sentidos, su propia historia natural y sus propios problemas ecológicos que resolver. Eso hace que la cognición de cada especie sea diferente y apropiada para el nicho ecológico en el que vive. Estamos viendo una mayor inteligencia de la que pensábamos y no sólo en los simios sino también en aves como los córvidos, en perros y en mamíferos acuáticos como el delfín o la orca. Incluso se empieza a hablar de conductas inteligentes en las plantas.
Pero dejando a un lado estas matizaciones no hay duda de que somos una especie inteligente, según algunos más inteligentes de lo que sería necesario para resolver nuestros problemas ecológicos, y el estudio de la evolución de la inteligencia humana es un campo en el que se han propuesto diversas hipótesis sin que tengamos todavía una explicación definitiva de cuál ha sido el principal motor que ha impulsado la evolución de nuestra inteligencia. En la web de Wikipedia puedes ver algunas de las hipótesis presentadas entre las que destaca la hipótesis del cerebro social de Robin Dunbar. Según este autor, la inteligencia humana no evolucionó para resolver los problemas ecológicos sino para sobrevivir y reproducirnos en grandes y complejos grupos humanos y cita la relación entre el tamaño del neocórtex con el tamaño del grupo social para apoyar su hipótesis. Otras hipótesis buscan ese motor en la caza, en la dieta, en el lenguaje, en la selección sexual, etc., pero no está claro por qué tenemos una inteligencia tan superior a la de los otros primates y por qué tardó tanto en aparecer en la historia de la vida.
El caso es que ahora se acaba de presentar un nueva hipótesis para competir con las existentes: la inteligencia humana evolucionó para cuidar a bebés indefensos. En un artículo publicado en the Proceedings of the National Academy of Sciences Steven Piantadosi y Celeste Kidd proponen que el desarrollo de nuestros altos niveles de inteligencia se debe a las demandas de criar a unos niños que nacen muy indefensos. Lo que estos autores proponen es un loop o feedback, un “circulo virtuoso” que sería el siguiente: los humanos deben nacer antes de lo que requeriría su maduración para que sus grandes cerebros puedan pasar por el canal del parto (dilema obstétrico), pero esto da lugar a unos neonatos absolutamente indefensos; cuidar a estos niños requiere una mayor inteligencia que si fueran más autónomos lo cual lleva a que nuestro cerebro tenga que ser más grande, lo cual lleva a niños más indefensos…y así sucesivamente. Se produciría lo que suele llamarse una “runaway selection” o selección desbocada. En esta situación la inteligencia de padres e hijos queda unida de una manera poco usual. El aumento del tamaño del cerebro ayuda a los padres a cuidar a unos niños my altriciales, muy inmaduros.
El caso es que los autores han desarrollado un modelo matemático muy simple con tres parámetros: el tamaño cerebro/cabeza del adulto, la edad de nacimiento (el periodo de desarrollo intrauterino) y una cuantificación de la inteligencia individual. Dado un punto de inicio adecuado, en concreto empezar con grandes cerebros, el modelo confirma que se produce una selección desbocada. Los autores admiten que nuestra inteligencia es desproporcionada, en el sentido de que muchas de nuestras habilidades no parecen estar relacionadas directamente con la supervivencia, y que ha tenido que existir algún tipo de selección desbocada. Según su hipótesis, muchas de nuestras capacidades serían un subproducto de la capacidad o motor fundamental que sería la del cuidado de los niños.
Pero además de ello, los autores han estudiado el tiempo de destete en los diferentes primates -una medida indirecta de la indefensión de los bebés- y han visto que correlaciona con la inteligencia de una manera más directa que otros tipos de medidas, incluida incluso el tamaño del cerebro. (ver Figura 1). Los autores dicen que su hipótesis explica también por qué la superinteligencia apareció relativamente tarde. Los insectos o reptiles no pudieron desarrollarla porque las especies ovíparas al reproducirse por medio de huevos no tienen el handicap u obstáculo de tener que pasar por un estrecho canal del parto.
Figura 1 |
Es innegable que se necesita una gran inteligencia para criar a un bebé humano, tienes que imaginar lo que necesitan y dárselo y tienes que entender sus objetivos e intenciones antes que lleguen a realizar sus acciones por completo. Por ejemplo, pueden intentar agarrar algo que es peligroso y hay que anticiparse a esas acciones y hay que hacer todo ello sin lenguaje porque la etapa preverbal es larga . En definitiva, hay que tener un componente de nuestra inteligencia que se llama Teoría de la Mente y las madres que no fueran muy hábiles en esta tarea dejaría menos hijos que las que sí lo fueran. Debido a que el cuidado de los niños ha sido tarea femenina está bastante admitido que las mujeres son mejores leyendo la mente de las demás personas (mejores psicólogas) pero no sé si la evidencia al respecto es definitiva. El interés de las mujeres por todo lo relacionado con las relaciones humanas, con las novelas donde se trata ese tema, o incluso la feminización de la carrera de Psicología apoyaría esta idea.
A pesar de ello, no todo el mundo ha recibido con agrado esta hipótesis, entre ellos Robin Dunbar como podéis ver en este comentario del Scientific American sobre el artículo, o el antropólogo Dean Falk que dice que en el registro fósil se ve que la bipedestación vino acompañada de alteraciones en los sistemas motores cerebrales que causaron un aumento de la indefensión millones de años(?) antes de que el cerebro empezara a aumentar de tamaño.
La que sí ha recibido de manera más positiva esta nueva idea es la antropóloga Wenda Trevathan, probablemente la mayor experta en el tema de la evolución del parto en los humanos, que opina que la indefensión de los niños y el largo cuidado parental que requieren sí tuvo un tremendo impacto para explicar lo que somos en la actualidad. Tal vez tener niños “inútiles” -en el sentido de indefensos-, fue lo que nos hizo especiales.
@pitiklinov
Referencia:
1 comentario:
Yo creo que son varios los factores que, actuando conjuntamente, explican la evolución de la inteligencia humana y en todos pudo darse la selección desbocada. Interesante entrada que acabo de recomendar en mi blog,http://memoriasdesoledad.blogspot.com.es/, donde expongo mi opinión con más detalle.
Un saludo
Publicar un comentario