El estudio de la naturaleza humana siempre ha estado y estará rodeado de polémica. La teoría de la selección natural de Darwin jamás habría encontrado tanta oposición social si no hubiese sido aplicable (de una forma bellísima en el sentido matemático) a nosotros mismos. Por lo general nos resistimos a aceptar nuestra naturaleza animal, pero esto es especialmente notable en lo que respecta a nuestra mente. Incluso entre los académicos de una sociedad educada en la ciencia encontraremos una seria resistencia ante los últimos descubrimientos acerca de la cognición en otras especies, o ante la ilusión del libre albedrío.
Pero, si queremos tener éxito como sociedad y que nuestra supervivencia dependa en la menor medida de la suerte, necesitamos entender nuestra naturaleza animal.
Junto con el cambio climático, una de las mayores amenazas de nuestra sociedad es la guerra, la más terrible de las representaciones de la violencia intraespecífica. Aunque según algunos autores (con Steven Pinker en cabeza) las grandes guerras están condenadas a la extinción (se argumenta su pérdida de interés económico debido a la globalización), aún no hemos perdido el miedo al caballo rojo del apocalipsis (wiki), y quizás no deberíamos perderlo nunca. El origen de la guerra ha sido objeto de apasionados debates entre los expertos. Al igual que ha ocurrido con todas las características que alguna vez hemos considerado exclusivas del ser humano, la comunidad se divide en dos grupos fáciles de identificar: por un lado están aquellos que consideran a la guerra como un fenómeno moderno, exclusivo de nuestra especie y altamente relacionado con factores culturales, y por otro aquellos que consideran a la guerra como un fenómeno natural entre humanos, con “hermanos filogenéticos” en otras especies.
Pese a que conocemos la existencia de guerras entre los chimpancés (que reúnen muchas de las características de las nuestras), lo cierto es que jamás podremos dar una respuesta clara a estas cuestiones si no diseccionamos el fenómeno y estudiamos sus componentes.
El mejor punto de partida quizás sea conocer cuán natural es para un ser humano acabar con la vida de otro ser humano. Para ello, desde una perspectiva evolucionista, nada mejor que observarnos como a un animal más. Esto es lo que han hecho José María Gómez y su equipo de la Universidad de Granada, han estudiado la violencia letal intraespecífica (matar a un miembro de la propia especie) en un total de 1024 especies de mamíferos.
El trabajo (Nature (2016), doi:10.1038/nature19758), como no podía ser de otro modo, está siendo objeto de gran cantidad de debates en la red, pues no solo es el primer estudio en englobar la violencia letal en los mamíferos, sino también el pionero en predecir la tendencia a matar que nos corresponde como especie.
El análisis de los datos revela una información interesantísima, y en algunos casos quizás inesperada. La violencia letal de cada especie (¡Darwin no se sorprendería de ello!) es predecible por la existente en especies filogenéticamente cercanas entre sí, incluyéndose en este aserto a los humanos. La sorpresa más inmediata es encontrar en los primeros puestos a los suricatos, los pequeños lémures y las ardillas. Los suricatos encabezan la lista con una probabilidad de más del 19% de morir bajo las patitas de un congénere, mientras que para los leones y los osos pardos se obtiene un 13% y un 9%, respectivamente. El Orden de los carnívoros (con felinos, cánidos y úrsidos entre otros) queda en un puesto elevado de la lista, como era esperable, mientras que en otros grupos animales, como cetáceos, murciélagos y lagomorfos (conejos y liebres) apenas se dan casos de violencia letal intraespecífica.
¿Qué hay de nuestra especie? Parece ser que los primates somos especialmente violentos, mientras que la media en mamíferos es solo de un 0,3%, en el antepasado común a los primates es de un 2,3%, y en los grandes simios de un 1,8%, y ahí es donde nos encontramos nosotros. Nuestra violencia letal, como especie, es de un 2% (de cada 100 personas 2 morirían a manos de otras ), pero la cultura ha jugado su papel y este valor ha cambiado a lo largo de la historia. Han existido sociedades en las que hemos sido mucho más violentos de lo que sería esperable para nuestra especie (con un pico del 12% durante la Edad Media) y ahora, en armonía con la tesis Pinker, somos más pacíficos de lo que jamás fuimos. El mismo Steven Pinker ha comentado con entusiasmo cómo el trabajo realizado por Gómez y su equipo supera al suyo propio: "(El trabajo está realizado) con mayor precisión, rigor, y profundidad. Me habría gustado haber dispuesto de este trabajo al escribir mi libro" (link).
Hemos querido profundizar un poco más en el trabajo de Gómez, Verdú, Gonzalez-Megías y Méndez, y les hemos preguntado por el alcance y las implicaciones de su apasionante trabajo. Nos han respondido amable y rápidamente.
1.- Las implicaciones de su estudio y su espectacular éxito no solo se deben a la metodología usada, sino a que toca (directa o indirectamente) un tema de vital importancia en nuestra sociedad; la guerra. ¿Podemos estudiar la guerra en términos biológicos? ¿Cuál es su origen? ¿Qué papel ha jugado en la evolución humana?
Es importante destacar que nuestro estudio no trata sobre la guerra, sino sobre la violencia letal en humanos. Por ello hay que tener en cuenta dos cosas importantes:
Primero, violencia letal no es lo mismo que violencia, en abstracto. Es una variable cuantitativa, que expresa el porcentaje de muertes debido a la acción de individuos conespecíficos, y que de alguna forma mide el nivel de expresión de la violencia. Es decir, que el hecho de tener un valor de cero no indica que la especie de mamífero en cuestión o la sociedad humana concreta sean no violentas. Sólo indica que no se producen muertes por esa violencia.
En segundo lugar, hay que saber que nuestra estima de violencia letal incluye no sólo mortalidad por guerras sino también por otras fuentes de mortalidad intraspecíficas, como canibalismo o infanticidio entre otras. Por tanto, las cifras que damos en nuestro estudio no pueden identificarse directamente con mortalidad en guerras.
Dicho esto, la guerra puede estudiarse en términos biológicos, utilizando argumentos de coste-beneficio, pero no ha sido el objetivo de nuestro estudio. De nuestro estudio no se puede deducir cuál es el origen de la guerra ni su papel en la evolución humana. De hecho, la guerra es muy reciente y aparece como tal una vez la especie humana ya ha evolucionado.
2.- Hemos visto como las especies cercanamente emparentadas tienen niveles similares de violencia letal. Aunque la violencia letal sea predecible filogenéticamente, en dichas especies también son cercanos los modos de vida (frecuencia de interacción, territorialidad, existencia o no de jerarquías, etc.). Probablemente muchas especies que aparecen con valores bajos de violencia lo son porque en su modo de vida no tienen oportunidad de serlo. ¿Hasta dónde podemos asegurar que estas diferencias sean o no genéticas?
No lo podemos asegurar ni es nuestra intención que se deduzca de nuestro estudio que existe ningún tipo de "determinismo genético" en la conducta. Como bien señalas, la herencia filogenética implica algo más complejo que una mera herencia genética. Como bien afirmas, es imposible saber si las especies que presentan nivel bajos de violencia letal intraspecífica lo hacen porque están genéticamente determinadas para ser pacíficas, o por contra no expresan la violencia por causas ambientales. La violencia, como casi todos los caracteres conductuales, es plástica, y el nivel que se expresa —nuestro concepto de violencia letal— depende en muchas ocasiones de condicionantes ambientes en sentido amplio (ecológicos, sociales, poblacionales, culturales, etc.).
3.- Alguien ha dicho que somos descendientes de asesinos. Si nos remontamos en la genealogía de cualquier persona vamos a descubrir enseguida algún ancestro que participó bien en guerras, o en otro tipo de actos violentos. En España sufrimos una cruenta guerra civil, en Europa y en otros países dos guerras mundiales y múltiples conflictos se suceden año tras año,la guerra de Siria en estos momentos etc. Casi todo el mundo desciende de alguien que luchó en guerras años o siglos atrás.. Si esto es verdad como parece, y puede indicar una selección de "gente violenta", ¿cómo lo podemos conciliar con que la violencia esté disminuyendo?
En primer lugar, no vemos claro que haya habido una selección de gente violenta. Es decir, es verdad que muchos de nuestros ancestros han participado en actos violentos. Pero remontándonos atrás en la genealogía de cualquier humano, también encontraríamos ancestros que han participado en actos ‘pacíficos’ en sentido amplio. De hecho, podemos encontrar cualquier tipo de comportamiento o rasgo en cualquiera de nuestros ancestros simplemente remontándonos el tiempo necesario, ya que el número de ancestros aumenta exponencialmente en cada generación pasada.
En segundo lugar, como indicamos arriba, no puede equipararse directamente comportamiento violento con "genes para la violencia". Probablemente este comportamiento es muy plástico e incluso un individuo pacífico, si se dan condiciones extremas, pueda reaccionar violentamente. Que la violencia haya disminuido en los siglos recientes probablemente tiene que ver más con cambios en el contexto social, ecológico y económico que con un filtrado de genotipos más o menos violentos. Pero realmente nuestro estudio no puede concluir nada con respecto a esta posibilidad, más allá de haber encontrado una correlación significativa entre el tipo de sociedad y el nivel de violencia de los humanos. Nosotros nos inclinamos por una interpretación en términos culturales de ese resultado, no por una interpretación en términos de cambio evolutivo reciente.
4.- Si nuestra cultura está jugando un papel determinante en la reducción del nivel de violencia esperable en nuestra especie ¿Qué hay de otras especies culturales (elefantes, o ciertos primates, cetáceos o aves)? ¿Se aprecian diferencias respecto a especies cercanas menos sociales? (Comparando orangutanes con otros grandes simios, por ejemplo)
En general, las especies sociales y/o territoriales son más propensas a tener mayores niveles de violencia letal. Llamar "culturales" a otras especies no humanas nos lleva a terreno resbaladizo (equiparar sociabilidad con cultura no es algo evidente) y queda fuera del ámbito de nuestro estudio. Habría que disponer de una métrica de "culturalidad" para poder asociar dicha culturalidad con la violencia letal.
5.- Recientemente, se ha producido un largo debate acerca de las implicaciones de un trabajo que apuntaba al posible origen adaptativo de las agresiones letales en chimpancés y bonobos. Algunos autores de renombre (como S. Pinker, E. Wilson y M. Shermer) no han tardado en establecer las esperables comparaciones con nuestros enfrentamientos violentos, mientras que otros (encabezados por John Horgan) se han apresurado a rechazar cualquier conclusión que ligue la violencia en grandes simios con las guerras humanas. ¿Qué opinión tienen al respecto?
No es lo mismo "enfrentamiento violento" que "guerra". Probablemente, parte del acaloramiento del debate se debe a esa confusión de términos. Lo que podemos comparar entre humanos y otras especies son enfrentamientos violentos o, más sencillamente, número de muertos debidos a violencia intraespecífica. Es imposible comparar la violencia letal en especies no humanas con la guerra humana porque, sencillamente, no existe la guerra en casi la totalidad de las especies no humanas. Para algunos autores, las guerras sólo ocurren en sociedades humanas con cierto grado de complejidad, así que incluso dentro de los humanos no todos los enfrentamientos violentos podrían compararse en términos de "guerra".
6.- La mayor parte de la violencia que ejercemos los humanos es generada por personas que creen que están haciendo el bien, se debe a creencias, y se denomina violencia moralista (ver "La violencia moralista"). ¿Qué podemos hacer contra ella? violencia? ¿Ha disminuido también?
Una vez más, es una visión muy "guerrocéntrica" de la violencia letal. Lo que probablemente sí es cierto es que la gente que incurre en actos violentos piensa que es algo que le va a beneficiar a corto o medio plazo. Habría que desglosar las distintas fuentes de mortalidad intraespecífica para ver si realmente esa "violencia moralista" es dominante o no, pero no tenemos datos al respecto.
7.- ¿Cuál es el siguiente paso en esta investigación? ¿En qué estáis trabajando ahora?
Estamos ahora explorando cómo ha evolucionado en los mamíferos no humanos cada tipo específico de violencia (infanticidio, agresión entre machos territoriales, canibalismo…), y explorando además el patrón evolutivo de factores conductuales y ecológicos que determinan el nivel de agresividad , como son la territorialidad y el comportamiento social.
5 comentarios:
"Nuestra violencia letal, como especie, es de un 2% (de cada 100 personas 2 morirían a manos de otras ), pero la cultura ha jugado su papel y este valor ha cambiado a lo largo de la historia. Han existido sociedades en las que hemos sido mucho más violentos de lo que sería esperable para nuestra especie (con un pico del 12% durante la Edad Media) "
No lo entiendo. ¿Un 2% de muertes violentas "como especie"? "Como especie" entiendo que se están refiriendo a los cazadores-recolectores, que es la forma de vida propia de nuestra especie (la vida civilizada es algo reciente y apenas ha implicado cambios genéticos). Steven Pinker, en su libro ("Los ángeles que llevamos dentro"), que se menciona mucho en el artículo escribe:
"El índice de muertes violentas en los yacimientos arqueológicos desde hace 14,000 años hasta el siglo XVIII da un porcentaje promedio del 15 %. (…) En las sociedades de caza y recolección que sobreviven, el porcentaje es muy parecido.(...) En el imperio precolombino de Mexico se llegaba a la cifra del 5 %, la más alta en las civilizaciones avanzadas."
Eso sería un 15 y no un 2% "como especie". Y de lo del "pico" de la Edad Media no dice nada. Señala a los mexicas como la civilización avanzada más violenta (5%)
Hola Idea21
El 2% hace referencia a la predicción filogenética resultante del método que el equipo de J.M Gómez ha usado. Lo tienes explicado en el mismo abstract del artículo (no hace falta tener acceso a la revista, lo tienes insertado en el texto).
A parte de eso, ese 2% se ha visto modificado con el paso de la historia y la influencia de los distintos tipos de sociedad. Hay que tener en cuenta que han dividido las sociedades humanas en 4 tipos, y en esos 3 de esos 4 tipos el nivel de violencia ha variado mucho en función de si son sociedades antiguas o modernas (más violentas ahora, de ahí el comentario de Pinker que transcribes). Pero hay una excepción, los llamados "estados", sean antiguos o modernos en ellos siempre el nivel ha sido menor del esperado.
Lo tienes representado aquí http://go.nature.com/2dZnMfP
Además el mismo Pinker se ha pronunciado para dejar patente que los métodos usados aquí son mucho mejores que los suyos. Ten en cuenta que esos porcentajes pueden variar enormemente en función del tamaño de muestra. Es más, en este trabajo se está contabilizando todo tipo de muerte intraespecífica, incluye infanticidio por ejemplo, no se si Pinker contabilizaba eso.
"El 2% hace referencia a la predicción filogenética resultante del método que el equipo de J.M Gómez ha usado. Lo tienes explicado en el mismo abstract del artículo (no hace falta tener acceso a la revista, lo tienes insertado en el texto)."
Ahora sí que no entiendo nada de nada. ¿Qué es lo que tengo explicado y dónde lo tengo explicado? El texto dice:
"Nuestra violencia letal, como especie, es de un 2% (de cada 100 personas 2 morirían a manos de otras ), pero la cultura ha jugado su papel y este valor ha cambiado a lo largo de la historia"
¿Dónde se explica el método utilizado? Los datos de Pinker parece que los sacó de este autor https://en.wikipedia.org/wiki/War_Before_Civilization que supuestamente estudió los cazadores-recolectores conocidos hoy, más datos arqueológicos (Pinker también menciona a este otro autor http://eldar.cz/cognition/bowles_ulam_lectures_2008/warfare.htm )
Si lo que quieres decir es que el estudio del profesor Gómez es mejor que los anteriores, pues sería interesante conocer cuál es ese método. La diferencia de "2 %" a "15 %" (en ambos casos "personas que morirían a manos de otras") es tan grande que bien merece un poco de detalle.
Hola Idea21
Me preguntabas que de donde venía ese 2%. Te decía que lo tienes explicado en el abstract del artículo, y el artículo lo tienes enlazado en el texto. Lo que dice en ese abstract al que me remito es que el 2% es una predicción. Una predicción de la violencia letal que nos corresponde como especie, basada en la violencia de las especies cercanas.
Para entender la magnitud del estudio, que es básicamente analizar estadisticamente miles de casos (cientos y cientos de trabajos científicos, en humanos creo que son 600 poblaciones analizadas), deberías echar un vistazo al material suplementario del artículo original en Nature. Si no tienes acceso dame una dirección donde enviártelo.
Gracias, Tay, por tus pacientes explicaciones sobre la organización del texto.
Ahora veo con más detalle que la violencia prehistórica según este mismo trabajo no era el 2% sino un poco más (rates of lethal violence originally ranged from 3.4 to 3.9 percent during Paleolithic times), pero, de todas formas, muy por debajo de la cifra que Pinker dio por buena en su libro (15%). El artículo de Wikipedia https://en.wikipedia.org/wiki/Prehistoric_warfare también va en el mismo sentido de que las bandas de cazadores-recolectores prehistóricas no practicaban mucho la guerra. Aparentemente, los antropólogos se equivocan cuando suponen que los cazadores-recolectores que subsistían en tiempos históricos tenían (y tienen) comportamientos parecidos a los del hombre prehistórico...
Me sigue sorprendiendo la discrepancia sobre el hombre prehistórico porque se supone que se parte de las evidencias de los restos óseos. Voy a ver si leo algún libro más sobre el asunto.
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