Es un hecho bastante aceptado la gran importancia del fuego y de la cocina en la evolución humana, pero Daniel Lieberman sugiere que la aparentemente banal acción de cortar la carne ha sido mucho más importante en nuestra evolución de lo que parece. Los chimpancés se pasan unas 6 horas al día masticando. Lieberman propone que la aparición de herramientas de piedra que permitieron cortar la carne y machacar las raíces disminuyó el tiempo de masticación necesario al día y que evolucionaran así otras características que eran necesarias para hablar.
La razón por la que los humanos pasan menos tiempo masticando que los chimpancés es que comemos una dieta de más calidad nutritiva. Los chimpancés comen principalmente fruta (y algo de carne cuando cazan, pero no es muy habitual) mientras que los humanos comen más carne. Hoy en día la cocina hace que la carne sea fácil de comer y digerir pero nuestros ancestros empezaron a comer carne mucho antes de que pudieran asarla. Hay pruebas de que los homininos comían carne desde hace unos 2,5 millones de años mientras que cocinar alimentos no ocurrió hasta hace unos 500.000 años. Y Lieberman se preguntaba qué hicieron nuestros ancestros mientras tanto.
La respuesta está en una innovación que surge aproximadamente en la misma época que el cambio de dieta a comer carne: las herramientas de piedra. Lieberman se unió a la antropóloga evolucionista Katherine Zink para investigar cómo afectaban estas herramientas al tipo de alimentos que los homininos podían comer. Compararon vegetales machacados y carne cortada en trozos con carne cruda y vegetales (batatas, remolachas…) enteros. Escogieron voluntarios y les pusieron electrodos por toda la cara y comprobaron la cantidad de tiempo y de fuerza que era necesaria para comer los alimentos.
La primera cosa que descubrieron es que la carne cruda es casi imposible de comer con dientes humanos. Las vacas modernas han sido seleccionadas para tener una carne tierna así que Lieberman y Zink utilizaron carne de cabra porque podría parecerse más a la carne de venado salvaje que comían los primeros homininos. “Comer carne de cabra no es nada agradable”, dice Lieberman que hizo el intento él mismo, “masticas y masticas y no pasa nada…”. Los dientes humanos sencillamente no pueden partir la carne en trozos que podamos tragar, es como masticar chicle. Los dientes de los chimpancés son también malos para comer carne, así que tanto para chimpancés como para nuestros primeros ancestros comer carne era un proceso largo y tedioso.
Cortar la carne lo cambia todo. Los homininos podían cortar trozos del cuerpo de una presa y llevarlos a la boca, masticarlos de una manera más fácil y digerirlos mejor. Lo mismo ocurre machacando tubérculos y raíces. Lo que encontraron es que si la carne era un tercio de la dieta, simplemente cortando la carne y machacando los vegetales los homininos podían reducir un 13% el número de ciclos de masticación (2,5 millones menos de masticaciones al año). La fuerza de masticación se reduciría también en un 15%.
Este estudio contradice o matiza la hipótesis de que fue el fuego y cocinar alimentos lo que actuó como presión selectiva para que ocurrieran cambios en nuestros dientes y mandíbulas. Según las evidencias que citan Zink y Lieberman, el cocinado de alimentos aparecería tal vez hace un millón de años y estaba extendido hace 500.000 años. Richard Wrangham no está muy de acuerdo con Zink y Lieberman. Para él, que no se hayan encontrado restos de fuegos no quiere decir que no los hubiera ya en una época anterior. Para él la hipótesis de Zink y Lieberman difícilmente puede explicar los cambios mandibulares y dentales ni mucho menos la disminución del tamaño del intestino.
Zink y Lieberman no niegan la importancia del fuego sino que proponen un proceso en dos etapas. Cortar y machacar alimentos empujaría ya cambios en nuestras mandíbulas e intestinos y luego el fuego acabaría el trabajo. Lo que parece claro es que no habríamos podido sobrevivir comiendo carne de cabra cruda :).
@pitiklinov
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1 comentario:
Muy interesante. La capacidad para cortar la carne parece que también estuvo implicada en un gran avance social en la vida humana: el reparto de comida por una autoridad comúnmente aceptada
"Hace 200.000 años las marcas de corte [de los huesos de las piezas de caza] son las de un solo individuo que asume una posición única para carnear toda la pieza.
Compartir la carne entre adultos probablemente implica algún tipo de extensión del comportamiento de una generosidad maternal fuertemente seleccionada"
http://unpocodesabiduria21.blogspot.com.es/2015/06/origenes-morales-2012-christopher-boehm.html
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