No, La Evolución No es Aleatoria
Y la selección natural no es un proceso casual.
PUNTOS CLAVE:
- La evolución no es aleatoria, y la selección natural no es un proceso fortuito.
- El principal error que se comete radica es confundir la selección natural con las mutaciones.
- Resolver esta confusión resulta clave para poder entender correctamente la evolución y la selección natural.
¿Alguna vez se ha encontrado con una afirmación como ésta?
"No puedo creer que algo tan bello y complejo como el ojo humano pueda ser el resultado de un proceso aleatorio como la evolución".
¿O esta?:
"Parece inverosímil que la intrincada maquinaria molecular de la célula -una nanofábrica finamente ajustada de exquisita complejidad- pueda haber surgido por casualidad".
El argumento básico planteado es el siguiente:
Premisa 1. Estas complejas, organizadas y funcionales partes del cuerpo y del cerebro no pueden haber surgido por casualidad.
Premisa 2. La evolución es un proceso fortuito.
Conclusión: Por consiguiente, estas complejas partes del cuerpo y del cerebro no pueden ser producto de la evolución.
La fatal equivocación en este argumento es que su segunda premisa es errónea. La evolución no es un proceso impulsado por el azar; esta es una confusión muy extendida.
Para apreciar por qué, podemos dividir la evolución en dos pasos:
Paso 1: Mutación. Este paso introduce nuevas variantes genéticas en la población.
Paso 2: Selección natural. En este paso, algunas de estas nuevas variantes genéticas pasan a la siguiente generación y otras no.
(Esto planteamiento simplificado es suficiente para nuestros actuales propósitos).
El primer paso, la mutación, es aleatorio. Las mutaciones no surgen para cubrir una "necesidad" actual del organismo. Son ciegas y carecen de previsión, por lo que tampoco pueden anticipar necesidades futuras. En este sentido, pueden describirse razonablemente como aleatorias. También pueden considerarse "aleatorias" en el sentido de que no son automáticamente útiles; una nueva mutación puede resultar beneficiosa, perjudicial o neutra.
Sin embargo:
El segundo paso, la selección natural, no es en absoluto aleatorio. De hecho, es justo lo diametralmente opuesto al azar. En este paso, las mutaciones que resultan beneficiosas para el organismo tienen más probabilidades de pasar a la siguiente generación precisamente porque ayudan a la supervivencia o reproducción del organismo. Las mutaciones perjudiciales tienen menos probabilidades de pasar a la siguiente generación, precisamente porque reducen la probabilidad de supervivencia o reproducción del organismo. Si lo piensan un momento, verán que esto es lo contrario de una relación aleatoria. Si algo es aleatorio, es intrínsecamente imprevisible y no está ordenado. La selección natural es lo contrario. Es lógica y predecible: la probabilidad de que una mutación pase a la siguiente generación depende, de forma predecible, de sus efectos sobre la supervivencia y la reproducción. Las mutaciones beneficiosas tienden a transmitirse, mientras que las perjudiciales son eliminadas. Se trata de una relación limitada y ordenada, lo contrario de la "aleatoriedad".
El principal error en el que la gente a veces cae es el confundir las mutaciones (que son aleatorias) con la selección natural (que no es aleatoria). La evolución es un proceso en el que los genes mutados al azar pasan por el tamiz marcadamente no aleatorio de la selección natural.
Cabe señalar que una de las otras fuerzas evolutivas, la deriva genética, es aleatoria y puede provocar cambios evolutivos. El error clave radica en pensar que la selección natural, o la evolución en su conjunto, son procesos aleatorios.
Y puesto que la selección natural es la quintaesencia de la no aleatoriedad, los productos funcionales que crea -como las espinas del puercoespín, las habilidades defensivas del escarabajo bombardero o el secuestro casi de ciencia ficción de la mente de una cucaracha por parte de la avispa esmeralda- tampoco son aleatorios.
Así pues, sí: éxitos biológicos como el ojo, la placenta y los tres corazones del pulpo no podrían haber evolucionado por casualidad. En definitiva, no lo hicieron. La mutación es aleatoria, pero la selección natural no lo es.
Artículo original en inglés publicado en Psychology Today.
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