Que nadie espere encontrar aquí la respuesta a tal pregunta.
En 1943 Erwin Schrödinger escribió un breve ensayo, basado en unas conferencias que había impartido. Lo hacía 10 años después de recibir el Nobel de Física junto a Paul Dirac, como cofundador de la mecánica cuántica, y 10 años antes de que Watson y Crick descubrieran la estructura del ADN, durante el fragor de una Guerra que constituía el primer intento serio de suicidio de la civilización, pese a ser calificada, en grandes letras, de Segunda.
Schrödinger se preguntaba ¿qué es la vida?, en ese momento en que tantas vidas se sacrificaban voluntaria o involuntariamente en los altares del totalitarismo, es farsa pseudoreligiosa y relativista. Ya asentados los fundamentos matemáticos que explicaban, mal que bien, el sorprendente comportamiento de la materia, quedaba por explicar, desde la física, la materia viva; labor que el físico confesaba difícil, pero no imposible. Al final del camino solo había física y química, se decía y nos decía, y solamente había que recorrerlo.
Schrödinger apostó por la termodinámica de los procesos biológicos. La termodinámica es la rama de la física que Einstein calificó de Teoría perfecta. Uno de los más excelsos representantes de tan perfecta teoría, Boltzmann, cuyas ideas sedujeron a Schrödinger hasta el punto de orientar su interés a la física, se suicidó, se quitó la vida, por su afán de perfección no colmado.
En 1943 Erwin Schrödinger escribió un breve ensayo, basado en unas conferencias que había impartido. Lo hacía 10 años después de recibir el Nobel de Física junto a Paul Dirac, como cofundador de la mecánica cuántica, y 10 años antes de que Watson y Crick descubrieran la estructura del ADN, durante el fragor de una Guerra que constituía el primer intento serio de suicidio de la civilización, pese a ser calificada, en grandes letras, de Segunda.
Schrödinger se preguntaba ¿qué es la vida?, en ese momento en que tantas vidas se sacrificaban voluntaria o involuntariamente en los altares del totalitarismo, es farsa pseudoreligiosa y relativista. Ya asentados los fundamentos matemáticos que explicaban, mal que bien, el sorprendente comportamiento de la materia, quedaba por explicar, desde la física, la materia viva; labor que el físico confesaba difícil, pero no imposible. Al final del camino solo había física y química, se decía y nos decía, y solamente había que recorrerlo.
Schrödinger apostó por la termodinámica de los procesos biológicos. La termodinámica es la rama de la física que Einstein calificó de Teoría perfecta. Uno de los más excelsos representantes de tan perfecta teoría, Boltzmann, cuyas ideas sedujeron a Schrödinger hasta el punto de orientar su interés a la física, se suicidó, se quitó la vida, por su afán de perfección no colmado.
Padeció Bolztmann lo que se ha dado en denominar Crisis de Kant, que viene a ser algo así como un desarreglo espiritual grave, una profunda depresión, ocasionados por la incapacidad de la mente, siendo brillante e inquisitiva, para dar respuesta a las cuestiones últimas. La crisis de Kant hace que la mente se vuelva contra si misma, anudándose en una congoja irreprimible, y causando un suicidio simbólico. En el caso de Bolztmann se tradujo en un ahorcamiento muy real.
Si se busca por ahí, en biografías, se encontrará otra respuesta a su suicidio: su trabajo no era todo lo aceptado que él quisiera por la comunidad científica. Pero Bolztmann no daba con la respuesta definitiva que ansiaba, quería comprenderlo todo perfectamente. Quería llegar hasta el final del túnel y ver la luz que todo lo ilumina. Unamuno, en su Sentimiento Trágico de la Vida, apuntó muy bien cómo puede uno morir, irónicamente, por exceso de amor a la vida. Y en el caso de Boltzmann ese amor, causa de muerte suicida, de negación voluntaria de la vida, contribuyó poderosamente a concebir la teoría perfecta; ese amor, como el sexual, tras un largo y doloroso embarazo, trajo la vida, la explicación última de la vida, tal como la ciencia pura puede presentarla.
Pero no todo es ciencia pura, y debo volver a Unamuno, filósofo y poeta, y a su Sentimiento trágico: ¿Es acaso la vida no sintiente Vida? ¿Son la termodinámica, la homeostasis, la replicación, el metabolismo, Vida por si mismas? ¿No son, al fin y a la postre, lo que dijo Schrödinger, solamente física y química? Bien, aceptemos esa definición de la vida, fruto de la observación y la “objetividad” científicas. Pero por dentro, como experiencia: ¿Qué es la vida? Porque que algo se mueva con orden o sin el, que algo vaya en la dirección de la flecha del tiempo o, paradójicamente, contra ella, no cambia el que sea materia desnuda. ¿Qué importa si los átomos se agrupan en una roca o en un metabolismo?. Mecanicismo sin grado alguno de libertad, sin alma.
Descartes no debió decir Pienso luego existo sino Siento luego existo. Pues la vida es la vida sintiente. Desde el animismo tendemos a atribuir sentimientos a los seres y vida a los fenómenos. A todo lo que sucede, a todo lo que es, le ponemos una etiqueta sentimental. Todo lo más nos es indiferente, si no nos afecta. Mi hijo saluda a los gatos. ¿Hacen los gatos algo parecido? ¿No es precisa la empatía, no lo es que se mire al "otro" para identificar el propio "yo"? ¿no surgió el YO de la identificación del OTRO? ¿Qué somos acaso sin el otro? ¿qué es el otro sin nosotros? Lo que es claro es que ese otro que permite el surgimiento del ego ha de ser un otro muy cercano, casi uno mismo. Parte de la familia, de la tribu, del género humano. Depredadores y presas siempre han existido como “otros” perfectamente diferenciables, pero no como “otros” que permitiesen hacerse a la idea del yo. La comunicación, no la caza, la lucha y la huída, es la base del ser sintiente que supera el puro automatismo. Los vertebrados superiores, mamíferos y aves, se aproximan a la conciencia, se aproximan a la vida, sienten, gozan y padecen...se comunican. Para Eibl Eibesfeldt la cosa parte de la relación madre-hijo, de la crianza.
Mis reflexiones sobre el dolor me llevaron a la consciencia. ¿Siente el insecto cuando le piso? Las hormigas, tan sociales, lo son de forma bien distinta a nosotros. El sueño, la utopía comunista, se cumplen con ellas porque se comportan como autómatas, sin individualidad. No sienten como lo hacemos nosotros, no sufren igual, no son individuos. ¿Qué sienten cuando las piso? Mueren sin dudarlo por la comunidad como lo hacen las células somáticas en la apoptosis o muerte inducida. ¿No es preciso para experimentar dolor disponer de un sistema nervioso central complejo con sistema límbico, conectado al mundo por receptores específicos? Solo hay que pensar en cómo, siendo nuestro cuerpo un conjunto ordenado de billones de células, solamente sentimos algunas de ellas. ¿Qué extraña cualidad poseen las células nerviosas? No hay que caer en el reduccionismo: el dolor, al igual que la conciencia, son propiedades emergentes, esto es, que no pueden ser explicadas por el conjunto de relaciones de nivel inferior de las que nacen. Yo no siento a los cientos de miles de células, de unidades de vida, que cada día mueren, y en tantos casos se suicidan, para mantenerme íntegro y funcional. Una red de células integradas, en mi cerebro, dan origen a mi mente. La red de células no es siempre la misma. Los distintos estados de conciencia, que se suceden de continuo creando sensación de continuidad, son distintas disposiciones de la red, con distintos integrantes. La conciencia es un proceso dinámico. Como señalan Edelman y Tononi en El Universo de la Conciencia hay grupos funcionales de neuronas seleccionados para cada instante en distinto grado. La conciencia no es un fantasma en la máquina. No hay un YO que mira y siente a través del sistema nervioso. Lo que hay es una activación de distintas partes del sistema nervioso en paralelo que, conectadas en una red difusa, con circuitos de reentrada, es decir, bidireccionales, dan origen a la conciencia, al sentir, a los variables qualia unificados en el YO.
El dolor, el intenso dolor, pero no un dolor físico, sino psíquico, sentimental, llevan al suicidio. Camus, gran existencial, dijo que el suicidio era la cosa más seria, Edward O. Wilson aprovechó para replicar a esto, desde la primera línea, en su monumental obra Sociobiología. La comenzó y la culminó haciendo referencia a ello. Hay cosas más serias, más importantes, como la crianza de los hijos....origen de la verdadera comunicación que hace nacer el YO. Nuestros instintos pueden llevarnos al suicidio, pero no sé por que extraños caminos pueden llevar al autosacrificio en nombre de la incompletitud de una teoría, no sé cómo los instintos de Boltzmann le llevaron a quitarse la vida.
Uno aspira al trabajo bien hecho, a la perfección, tanto más cuanto más implicado se haya emocionalmente con él. Ningún contable se suicidaría por un descuadre en una cuenta –salvo que supusiese su quiebra económica y su desprestigio social. Para Boltzmann su teoría lo era todo porque había puesto todo el peso de su apuesta biológica en ella, todo el peso de su Vida. Quizá la verdadera incompletitud no era teórica, sino sentimental. Así que quizá la causa de su suicidio fue también en gran parte la falta de aceptación de las ideas de Boltzmann entre otros científicos, como señalan las biografías.
Ya desde las bacterias hay impulsos. Muchas de ellas disponen de flagelos con los que se propulsan hacia ambientes con más luz, con más calor, con más nutrientes. Pero no imagino cómo podría sentir una bacteria.
Lo que siente tiene fines. Sin sentir no habría finalidad, solo acción-reacción. Sin sentir no habría vida. Hasta las más pequeñas células, como vemos, parecen perseguir un fin, por muy limitado que este sea. Nosotros tenemos miles, cambiantes e incluso contradictorios. Se confirma lo de que el hombre tiene más y no menos instintos que el resto de animales. ¿Que es pues el instinto sino un impulso "motivado" por el sentir? ¿Es la vida, acaso –pluralidad de instintos?
Seguro que algunos se suicidarían ante esta perspectiva,....por amor a la vida, por un amor ambiguo, cargado de rechazo, al instinto plural, necesariamente contradictorio, generador de incompletitudes.
2 comentarios:
Con tanta "cosa" se me pasó de leerlo, así como el siguiente. Ya están los dos. Y me alegro de haberlos leído porque son dos posts muy interesantes sin objeciones. Opinión que dejo aquí con aprecio.
Un saludo.
Pues a mi se me pasó este comentario hasta ahorita mismo.
Gracias Carlos, el que no hagas objeciones, dado lo inquisitivo de tu pensamiento, es un motivo de satisfacción.
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