El padre del conductismo, John B.Watson afirmaba que si le entregaban una docena de niños sanos, bien formados, para que los educase, se comprometía a elegir uno de ellos al azar y adiestrarlo para que se convirtiera en un especialista de cualquier tipo que él pudiera escoger: médico, abogado, artista, hombre de negocios e incluso mendigo o ladrón- prescindiendo de su talento, inclinaciones, tendencias, aptitudes, vocaciones y raza de sus antepasados.
La idea subyacente del conductismo es que la aproximación científica al comportamiento no podía hacerse más que a través de la observación de la acción-reacción de los individuos al ambiente social, que era el que, a través de recompensas y castigos producía el aprendizaje, moldeaba la personalidad y hacía que uno fuera lo que éste ambiente, controlado o no, hubiera determinado que fuese.
Esas ideas ya no tienen quién las sostenga abierta y sobre todo científicamente, pero los estudios sobre inteligencias múltiples, que parten del trabajo del psicólogo Howard Gardner, y los de plasticidad neuronal en el aprendizaje, dan alas a algunos charlatanes para vendernos la misma idea que expresó Watson hace un siglo de diferente forma. Podemos hacer de cualquier niño un Einstein, ese es el gran titular y casi el título, destinado a una promoción agresiva, del libro “Todos los niños pueden ser Einstein“, escrito por el educador (también llamado experto en educación) Fernando Alberca. Un libro estupiendo para pasar el rato, seguramente. Y ya que ayer aconsejé un libro de los que instruyen de verdad, quería poner un contrapunto dominguero a la seriedad académica, profesional, moral y divulgadora del mismo.
Aunque el autor de Einstein-libro lo niegue, la estrategia de marketing del citado título suscitador de titulares no puede ser más clara, tan clara que no hace falta ser Einstein para pensarla. Es por el heurístico de disponibilidad, ese atajo mental que nos lleva a representarnos con más facilidad unas palabras, conceptos, eventos y personajes que otros, que Einstein es un poderoso atractor. Dices Einstein en un libro sobre inteligencia y ya despiertas la curiosidad de quienes no saben que la ciencia (no solo la física) es algo más que ese tipo de pelos alborotados, y está llena de gente trabajadora y de extraordinario talento cuyo nombre no suscita tanto la idea de “inteligencia fuera de lo común”. Sucede también que personas con una elevada inteligencia (al menos según los estándares revisables del coeficiente “g”) no obtienen un gran resultado práctico de su inteligencia, o al menos no hacen relumbrar su nombre como Edison lo hizo con sus bombillas (y el brillo de su bombilla cerebral). Es lo que Marina, otro experto del marketing, y la educación-realmente otro mucho más experto- llama La Inteligencia Fracasada.
Alberca incide en la motivación. Estoy de acuerdo en que estar motivado es fundamental para alcanzar el logro en cualquier campo de actividad. Pero decir que hace falta motivación no es decir mucho: “Hay que motivar a cada chaval en el cole”. Tendríamos, primero, que volver a la enseñanza personalizada: ¡¡¡¡Quién tendría que ser un genio, además de psicólogo intuitivo e hiperactivo (en el buen sentido del término) sería el profesor!!! Ponerse en la piel de tantos alumnitos y en sus mentes y encontrar qué es lo que motiva a cada cual y saber cómo explotar sus cualidades innatas de forma óptima es, sin duda, tarea para un Gigante, uno de esos sobre cuyos hombros dijo haberse subido, metafóricamente, Newton, para ser él el verdadero gigante.
Se refiere también Alberca, cómo no, a la creatividad. Ciertamente no hay genio sin capacidad creadora, sin una mente creadora que encuentre nuevas leyes en el libro de la naturaleza que otros no habían sabido leer o habían pasado por alto en una precipitada o demasiado conservadora lectura. Al hablarnos de creatividad juega conceptualmente con el aún no perfectamente entendido papel que a su vez juegan los hemisferios cerebrales en el procesamiento de información. Y lo hace citando a un jugador de Fútbol, Messi. Por el heurístico de la disponibilidad a nadie le vendrá a la mente como genio del fútbol ¿verdad? Creo que, de hecho, elige, inconscientemente, a un “jugador” de forma tal que delata su juego. Messi es un talento psicomotriz. Dentro de las inteligencias múltiples de Gardner podríamos decir que su inteligencia es corporal cinestésica, nada que ver con la que tenía Einstein, vaya, pero Messi es un icono y vende. Puro marketing de tercera. Su supuesta creatividad puede residir o no en el hemisferio derecho. El movimiento de cada lado del cuerpo está regido por el hemisferio contralateral (es decir, la pierna derecha es dirigida por el lóbulo frontal izquierdo, y la izquierda por el derecho). Messi es zurdo, así que su cerebro derecho “más creativo” dirige su pierna letal, pero de poco sirve eso que acabo de decir porque la coordinación motora es un trabajo complejísimo que realizan todos los músculos del cuerpo orquestados y dirigidos por todas las zonas motoras del cerebro, izquierdas y derechas. ¿Puede ser, no obstante, que el profesor Alberca se refiera a lo que se conoce como “visión de juego”, un talento claramente intuitivo?
Podría ser, pero sigue sin convencer a cualquiera que se plantee que la intuición, tal como señalan muchos científicos estudiosos de la misma y brillantes divulgadores como Malcolm Gladwell, es “pensar sin pensar”, en un parpadeo (Blink) para lo cual es preciso tener muy bien aprendidas todas las secuencias, al menos las clave (que se almacenan en el cerebro izquierdo) sean de movimientos, de razonamientos matemáticos o de palabras en un libro. Es decir: un gran experto, que llegue a la genialidad, tendría lo que el brillante Edison dijo: un 1% de inspiración y un 99% de expiración, esto es, de trabajo repetitivo, ensayo y error, memorización, consolidación de patrones neuronales en el cerebro izquierdo….y luego llega el ¡Eureka!, el salto de simple mortal a genio inmortal, o de simple escritor, matemático o deportista a literato, perpetrador de teoremas o regateador, pasador y rematador increíble. O a ser un Ramón y Cajal, el genio, que dijo que el cerebro era un músculo que, como otro cualquiera, debía ejercitarse. (Y para ello no siempre se está…ejem...motivado). Puede que en eso ayude tener “algo” en el cerebro derecho, ese 1% de Edison, pero sin duda tiene una enorme importancia el aprendizaje que a muchos les ha dado ya por llamar convencional e incluso desfasado, centrado no en el alumno, sino en impartir nociones generales a grupos de alumnos sobre los pilares de las habilidades precisas para manejarse en una sociedad cultural y tecnológicamente desarrollada. Ese aprendizaje pasa por el cerebro derecho, que se enfrenta, como señala Goldberg, a lo nuevo, pero se asienta en forma de patrones precisos e inconscientes en el izquierdo. ¿Será al final éste último la sede de la creatividad? Aún eso es posible que esté por descubrir, o eso podemos imaginar a la escasa luz de los actuales conocimientos.
Alberca sugiere, de acuerdo con la moda imperante, sacada de algún titular de algún estudio neurocientífico, que el hemisferio izquierdo falla en la creatividad -y el genio por tanto- y la enseñanza tradicional está diseñada “para desarrollar más el hemisferio izquierdo”. “Todas las asignaturas se dividen en trimestres, en lecciones… Lo ordenado” Dice Alberca, que parece no entender que sin orden no hay concierto. Pero hay que admitir que trata de no mojarse diciendo que hay que potenciar ambos hemisferios. Uy, ¿Pero cuándo y cómo cada cual? La duda me corroe. Salvo en los pacientes con cerebro dividido, que estudió Michael Gazzaniga, hay pocos estudios del trabajo separado de los hemisferios: el cerebro trabaja como una unidad. Seguro que en el libro de Alberca encontramos la respuesta. Quien lo lea que venga un día y me la cuente.
La fórmula de la motivación que propone Alberca es la fórmula (una de ellas) de la abuela: fomentar que el niño sea independiente y transmitirle sutilmente que es capaz de grandes logros. En fin, nada, pero dicho con palabras.
Resumiendo, en el artículo reseñado sigue repitiendo mantras de moda en educación del mismo estilo, de esos que le molan a Eduard Punset, el Savant catalán encantado de haberse conocido a si mismo, a sus entrevistados, a que hay vida antes de la muerte, y a la Psicología Positiva, o de buen rollito.
Por supuesto no merece la pena entrar en todos los grandes titulares extraídos de la prensa-historia sobre el Einstein de niño y sus supuestos fracasos escolares y dificultades con las matemáticas. Einstein fue un caso particular del caso más general del ser humano, u Homo sapiens. Pero no tal como sugiere Alberca. Fue singular, fue una desviación de la media, pero de la media humana. Otras desviaciones se producirán, y la mayoría de nosotros permaneceremos en el medio. Sin embargo los psicólogos han observado un curioso fenómeno: cuando se nos preguntan por nuestras habilidades e inteligencia casi todo el mundo contesta que está por encima de la media. Pero no todo el mundo puede estar por encima de la media ¿verdad? Como tampoco todo el mundo puede ser Einstein. Y el próximo Einstein será tan singular como Einstein, es decir, NO SERÁ un Einstein. Supongo que esto se entiende.
Supongo que Alberca no se considerará particularmente influido por las inteligencias múltiples de Gardner o las de plasticidad cerebral hoy en moda, y que tienen un fondo científico importante cubierto con un pegajoso barniz venenoso. Tampoco en la época en la que Watson campaba a sus anchas por la psicología se consideraría que existía relación alguna entre las ideas de Trosky y las de Watson, y, sin embargo, Trosky decía que en la sociedad comunista el hombre se hará incomparablemente más fuerte, más sabio, más sutil; su cuerpo se hará más armonioso, sus movimientos más rítmicos, su voz más musical. Las formas de su existencia adquirirán una dinámica cualidad teatral. La talla media del hombre se elevará a las alturas de un Aristóteles, de un Goethe o un Marx. Y sobre esas cumbres se elevarán otras nuevas.
Y probablemente muchos educadores de hoy tampoco vean los vínculos sutiles entre todas estas ideas, pasadas y de moda.
2 comentarios:
Interesante el artículo. Como psicólogo, uno de los géneros literarios que más detesto son estos libros buenrollistas que traen la buena nueva de que "todo es posible", y dan un montón de discursos bonitos llenos de viejas ideas y de ideas nuevas pero falsas.
Un par de observaciones: En la primera parte, donde hablas del conductismo, hay que corregir eso de castigo=reforzamiento negativo. Eso es un error. El reforzamiento negativo es un proceso por el que aumenta la probabilidad de aparición futura de la conducta (reforzamiento) porque consecuentemenet a la conducta se retira un estímulo aversivo (es decir, la relación entre la presencia de la conducta y la presencia del estímulo es negativa). El castigo (que también puede ser positivo o negativo) es cuando disminuye la probabilidad de aparición futura de la conducta. Lo otro es que todo esto es respecto al comportamiento operante, que Watson nunca estudió. Él se limitó a las relaciones de estímulo-respuesta que le dieron la mala fama de "simplista" al conductismo.
Gracias Pangui por corregirme. En efecto lo de los refuerzos es una aportación posterior de la misma escuela (Skinner) y no se corresponden conceptualmente castigo con refuerzo negativo, como tampoco recompensa con reforzamiento positivo, ya que se trata de condicionamiento, por un lado, y condicionamiento operativo, por otro -si no me vuelvo a equivocar (en tal caso no dudes en volver a corregirme). La verdad es que ni sé porque puse aquello. Se me mezclaron en la cabeza las dos grandes figuras del conductismo. Por otro lado no todo en el conductismo es desechable, como bien sabréis los psicólogos.
No se si borrarlo o dejarlo como testimonio de mi precipitación e ignorancia.....bueno, mejor lo borro - queden los comentarios.
Un saludo.
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